Por: Edi Zunino*
El estado de salud de Jorge Lanata preocupa a las autoridades del Grupo Clarín desde antes que decidieran llamarlo a ser el “tanque” del multimedios.
Las sucesivas recaídas y recuperaciones del periodista alteraron los ritmos naturales de sus producciones en la tele, la radio y el diario. Pero así como unas generaron nervios, las otras reforzaron una y otra vez cierta idea de constante resurrección en torno de sí, así como de admiración ante quien literalmente sobrevive poniendo el cuerpo.
Aunque sin haber sido el detonante principal, la inestabilidad física del Gordo influyó mucho en el desembarco de Alfredo Leuco y Magdalena Ruíz Guiñazú en Radio Mitre. La impresionante química lograda en la mañana de la emisora, con Marcelo Longobardi como tractor inicial de audiencia, requería un sinfín de “planes B por si las moscas”, en los cuales también se incluyó a Diego Leuco, el hijo de Alfredo que ya venía con buen despliegue en las tardes de El Trece.
Las malas nuevas se acumularon sobre este fin de año:
- El trasplante renal de Lanata no debería postergarse mucho más. Subió de peso, retomó el cigarrillo como en los “mejores” tiempos, le empeoró al humor y se le reveló un problema auditivo, acaso de origen no diabético sino circulatorio.
- El fallecimiento de Pepe Eliaschev fue un baldazo de agua helada, aunque más por lo indeseable que por lo imprevisible.
- La colocación de un marcapasos a Leuco padre sonó a despreciable ¡bingo!
Jorge Lanata optó, esta vez, por quitar los malos tragos físicos de las mesas findeañeras. A diferencia de situaciones anteriores, rodeó de misterios el nombre de su donante y dónde y cuándo piensa operarse. Parece inminente.
*Jefe de redacción de la Revista Noticias, autor del libro “Periodistas en el barro”
Fuente: Revista Noticias