Todos sabemos, cada uno desde su puesto de trabajo, cómo se realiza una nota periodística. Todos sabemos también, las consecuencias que una nota puede tener.
Consecuencias en el momento que la estamos realizando, consecuencias al ser publicada. ¿Cómo juega la ética y el profesionalismo? ¿Qué posibilidad tenemos los trabajadores de ser respetados, en estos conceptos, en el momento histórico que estamos atravesando en nuestra profesión? En esa lógica de producción: ¿qué papel juega la ética personal de cada trabajador? ¿Se nos da a productores, periodistas, editores, archivistas, redactores, camarógrafos, ayudantes de cámara, trabajadores de una redacción periodística, la posibilidad de participar como hacedores reales, en el contenido y posterior realización de una nota? Si no es así, ¿debemos hacernos cargo del peso que conlleva realizar una tarea de editorialización?
Hacer graph es editorializar.
Cortar un paño es editorializar.
Elegir qué grabar es editorializar.
Repetir un título escrito es editorializar.
Cortar una nota por falta de tiempo es editorializar.
Toda empresa tiene su línea editorial determinada. ¿Pero, en estas condiciones de trabajo, puede un empleado hacerse cargo de ella? Sabemos que no.
Esta línea editorial por la cual nos movemos, muchas veces choca con nuestra mirada profesional, con nuestro instinto periodístico. Envuelta en esa vorágine de intereses que la perturban y la modifican y que nada tienen que ver con nuestros intereses como trabajadores, como ciudadanos libres que observamos la realidad, la “noticia” va mutando. Lo que se publica, en definitiva en su mayoría, son noticias que no tuvieron posibilidad de ser trabajadas con independencia de criterio y libertad de conciencia. ¿Puede un trabajador ser responsable entonces de ellas?
La práctica cotidiana de utilizarnos como fuerza de choque de una guerra totalmente ajena, nos tiene a nosotros como ilotas útiles… (Ilota: persona que se halla o se consideran desposeídas de derechos). Esto nos convierte en receptores de maltrato. Muchos de los errores por el “apuro” en la editorialización pesan en los hombros del trabajador.
Cuando los objetivos de la “guerra” que mantiene la empresa (con la Gerencia de Noticias como baluarte) con su enemigo no se cumplen, a medida que nuestra responsabilidad en la cadena de producción disminuye, el destrato aumenta.
Defender nuestro trabajo, es defender nuestra dignidad; nuestra dignidad es colectiva. Negarte la posibilidad de ser un profesional libre de conciencia, va de la mano de negarte los derechos laborales.
Dejemos de ser ilotas, para ser profesionales respetados.
Comisión Interna Delegados Canal 13 y TN