Comunicado del Grupo Clarín:
En sólo 48 horas, y luego de varios episodios protagonizados por Guillermo Moreno -entre ellos nuevos ataques a periodistas, una indagatoria judicial y una querella penal por el cepo publicitario-, el Gobierno decidió redoblar la apuesta en su avanzada contra el Grupo Clarín, confirmando que su plan de intervención sobre la compañía, lejos de estar sepultado, sigue avanzando en la burocracia estatal.
Ayer jueves, el secretario de Política Económica, Axel Kiciloff, designó al propio Guillermo Moreno para participar, en nombre del Estado, en todas las asambleas ordinarias, extraordinarias y especiales que desarrolle la compañía; además de habilitarlo como representante estatal en todas las acciones judiciales y administrativas que lleve adelante el Gobierno contra el Grupo Clarín.
Y hoy viernes, el titular de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli, resolvió, por su parte, declarar “la irregularidad e ineficacia a los efectos administrativos” de la asamblea anual del Grupo que tuvo lugar el pasado 25 de abril.
Ambas decisiones son, claramente, parte de la misma estrategia.
Los tres funcionarios involucrados irrumpieron sin previo aviso en dicha asamblea, con el inocultable fin de preparar el terreno para una acción administrativa posterior, en el marco de la polémica ley de mercado de capitales aprobada a instancias del kirchnerismo. Esto fue alertado en la misma asamblea por los representantes del Grupo Clarín.
Todo el desarrollo de esa asamblea estuvo plagado de chicanas, amenazas y disparates, que hoy aparecen en la resolución de Vanoli como excusas para justificar una medida claramente arbitraria y persecutoria. Todos los argumentos utilizados por el titular de la CNV son falaces e inaplicables: la presencia de la asesora legal es absolutamente legítima, la ausencia de tres directores estuvo justificada y no hubo falta de información alguna.
Queda claro, que el Gobierno vuelve a aplicar estándares selectivos y discriminatorios a aquellos que no se le someten y que quiere perseguir.
Queda claro, también, que el Gobierno, en su afán de “ir por todo”, y en particular contra los medios independientes, no tiene empacho en doblar la apuesta y poner a sus funcionarios más controvertidos a seguir liderando, sin máscaras ni disimulos, su ofensiva para acallar las voces no adictas.