La Senadora nacional del Frente Cívico por Córdoba, Norma Morandini, advirtió sobre las poderosas facultades de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC) y la designación "irregular" de uno de los integrantes del directorio, que no cumpliría con el requisito de idoneidad:
¿Puede un organismo del Estado integrado por personas incompetentes regular las compañías de telecomunicaciones, que muchas veces tienen más poder que el mismo Estado? El sentido común responde por sí solo y como sospechoso ejemplo aparece el proceso de designación del Sr. José Asad Peluc como miembro del Directorio de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC). El organismo estatal cuyas decisiones no sólo involucran negocios millonarios sino que debe garantizar la libertad en la Red, el derecho a la privacidad, la igualdad y la universalidad en el acceso a Internet. Con mencionar algunas de sus funciones se deduce la exigencia de idoneidad que se debe imponer a quienes integren el Directorio de la autoridad de aplicación de la llamada “Ley de Argentina Digital”. Precisamente, la complejidad y sofisticación de las nuevas tecnologías de la información hacen de la idoneidad un requisito insoslayable.
El irregular proceso de designación confirma el rol superfluo del Parlamento, manejado a control remoto por el Gobierno, ya que el señor Peluc nunca fue mencionado ni propuesto en el seno de la Comisión parlamentaria, integrada por diputados y senadores, a la que le corresponde acordar sobre los nombres postulados para semejante función. A pretexto de un debate político en torno a quién representa la tercera minoría en el Parlamento, disputada por el PRO y el Frente Renovador, fue ignorada la decisión de la Comisión, que en el mismo día que propuso al entonces diputado Miguel Angel Giubergia, por la Unión Cívica Radical, reconoció el derecho del bloque al que represento a postular al académico Eduardo Bertoni, ex Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la OEA, destacado tanto por sus conocimientos técnicos como por su compromiso con la libertad de expresión. Alcanza con comparar los antecedentes de ambos candidatos. En tanto Bertoni se ha especializado en el conocimiento de las nuevas tecnologías, especialmente de Internet, y el valor simbólico que transporta, la libertad de decir, el ex diputado Peluc, quien renunció a su banca provincial para saltar al directorio del AFTIC, apenas si muestra un curso en “Word y Excel”.
Integro la Comisión Bicameral de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual, las Tecnologías de las Comunicaciones y la Digitalización desde que fue creada para hacer el “seguimiento” -el eufemismo de control- de la “Ley de Medios”, a la que se le injertó el año pasado la participación de las empresas telefónicas, rechazadas cuando se sancionó la polémica norma. Hasta que surgieron los apetecibles cargos, a juzgar por la disputa, para integrar el Directorio de la AFTIC nunca antes, en el año y medio de funcionamiento de la Comisión, se objetó la representación política de los bloques que la integran ni se ocupó el lugar que hasta hoy permanece vacante para completar sus 16 miembros. Pero ante el ilegal proceso de designación de Peluc, por fuera de la Comisión, la discusión sobre su integración parece intentar encubrir un acuerdo del Frente para la Victoria con el Frente Renovador.
La manera en que se sancionó la ley, en tiempo express, la vaguedad de sus conceptos y la falta de transparencia en la conformación del Directorio reflejan que los poderosos intereses de las telefónicas pesan más que los valores y las demandas ciudadanas. La grandilocuencia abstracta del “proyecto nacional”, esa trampa ideológica a la que nos tiene acostumbrado un Gobierno que no está en retirada sino que quiere dejar bien atada las manos de los que en el próximo período deben imponer multas, distribuir licencias, evitar que los más grandes se coman a los más chicos. Y, sobre todo, garantizarnos los derechos a no ser espiados, controlados ni censurados.
Es función del Estado igualar las desigualdades y la asimetría entre las empresas poderosas y los derechos ciudadanos, reducidos a usuarios rehenes. ¿Pero qué Estado? ¿Un Estado clientelar? ¿Un Estado cuyos funcionarios no son los mejores por sus antecedentes, sin concursos públicos? La fuerza moral de la democracia es que sean los ciudadanos los que puedan mirar tanto las cuentas públicas como las decisiones en el otorgamiento de licencias, canales de cable, Internet. Pero, todavía más: que no se utilice la Red para que los comisarios políticos se metan en nuestras vidas, nos espíen y censuren. La magnitud de la función demanda procesos transparentes y honestos, sin la apetencia por los cargos para perpetuar los intereses grupales en desmedro de los derechos de la ciudadanía.
Esta vez debí acudir a la Justicia, con la confianza de que detendrá una designación claramente ilegal, aunque nada revele más más la inoperancia de la política que el hecho de que una ley termine judicializada porque esta situación demuestra que está lejos de garantizar igualdad.
Es de celebrar, en el mismo sentido, la reacción de las organizaciones sociales frente al manejo discrecional en la conformación de la AFTIC. Ya no se trata de defender personas sino de exigir con firmeza perfiles de idoneidad para evitar la corrupción y el manejo del Estado como un bien propio.
Fuente: Parlamentario
A quién le importa
La conformación del directorio de AFTIC (Autoridad Federal de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), la nueva autoridad regulatoria en materia de telecomunicaciones, sigue avanzando, aunque esto no significa que lo haga sin tropiezos. Es que el perfil de los designados ha sufrido una degradación marcada.
La ley Argentina Digital, promulgada a fines del 2014, creó la AFTIC y determinó la composición de su directorio. El PEN (Poder Ejecutivo Nacional) designa al presidente y un director. Estos fueron el ahora ex Secretario de Comunicaciones, Norberto Berner, y el ex Subinterventor de la CNC, Nicolás Karavaski. Se trata de dos personas que aseguran la continuidad de las políticas de los últimos 2 años. Berner ingresó al mundo de las telecomunicaciones al ser designado miembro del directorio de Telecom Argentina en representación del Estado Nacional, antes de ser nombrado Secretario de Comunicaciones en 2013. En el caso de Karavaski, si bien no es fácil encontrar su CV online, viene de dos años como el interventor de facto de la CNC.
Lo más interesante vino por el lado de las designaciones de los tres directores propuestos por la Comisión Bicameral de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual, las Tecnologías de las Telecomunicaciones y la Digitalización (nombre largo). Son uno por la mayoría o primera minoría, otro por la segunda minoría y finalmente uno por la tercera minoría parlamentaria.
El primer director designado fue Federico Bekerman, un economista con conocimientos en materia de competencia. Luego vino el nombramiento del segundo director, en representación de la segunda minoría, el Partido Radical. Fue el diputado nacional de este partido, Miguel Giubergia, un hombre con una extensa trayectoria política pero nula experiencia previa en temas afines a la AFTIC. Pero el colmo fue el candidato propuesto por la tercera minoría, a la sazón el Peronismo Federal/Peronismo Renovador (aunque ese lugar también fue reclamado por Amplio /UNEN y el PRO). Se trata de José Asad Peluc, un diputado provincial de San Juan sin formación profesional y ninguna experiencia previa en la materia. De hecho, sus antecedentes curriculares dejan bastante que desear.
La situación a la que ha llegado la composición actual del directorio de la AFTIC deja al descubierto dos puntos preocupantes: el procedimiento de su conformación y el desdén político.
Evidentemente, si candidatos con estos antecedentes son propuestos es porque no hay un procedimiento claro, eficaz y transparente para su elección. Resulta evidente que no hay requisitos de idoneidad y tampoco estuvo muy claro el criterio para determinar cuál es la 3° minoría, de allí las disputas entre FAP/UNEN, el PRO y la Alianza Peronismo Federal/Frente Renovador.
Pero, por grave que es esto, peor aún es el mensaje político. El oficialismo, como hubiera hecho cualquier fuerza política, ocupó rápidamente los puestos disponibles con quien considera son sus mejores intérpretes. Pero la oposición, tanto el Radicalismo (que tuvo un precandidato a Presidente, Sanz) como el Peronismo Federal/Frente Renovador (que tiene un candidato a Presidente, Massa) en vez de ocupar esos cargos disponibles con gente idónea (que la tienen), prefirieron tomar el asunto como un nuevo cargo burocrático a repartir. Ninguna de las dos fuerzas dio muestra de interés en un sector que es sin dudas clave en el desarrollo social y económico del país. A esta altura del siglo XXI resulta patético y desesperanzador.
Fuente: Comentarios - Carrier y Asoc