Carmen Aristegui mal entiende la libertad de expresión
La salida del aire del programa de la periodista mexicana Carmen Aristegui de la radio MVS detonó en un amplio debate entre periodistas, internautas y políticos a través de las redes sociales como blogs, Twitter y Facebook. Según MVS trasgredió los códigos de ética de la empresa, para otros periodistas se la cuestiona por preguntar al aire si era cierto lo que difundía un diputado acerca de que el presidente Felipe Calderón tiene una presunta tendencia al consumo excesivo de alcohol
Edmar Ariel Lezama de la Universidad Autónoma de México escribió en International Business Times:
Hace una semana, tenía una plática con un amigo mío, sociólogo y dedicado de lleno a la investigación; él me comentaba que la sociedad llegó a un punto de hartazgo en cuestiones políticas, donde cualquier ofensa contra ellos es bien vista, es lo deseable.
No importa si la ofensa llega en países como Italia, España, Francia, Estados Unidos o México, debido a que las malas decisiones sobre cómo manejar un país, han afectado a tal grado, que vivir de manera cómoda, ya es imposible.
Mi amigo me comentaba que el hacer chistes sobre personajes de altos mandos, de alguna manera logra liberar las frustraciones acumuladas en la semana. Es común putear al presidente de una nación, es común hacer como válido el rumor sobre sus amoríos o malos hábitos, cuestiones que la población considera como reales e irrefutables, a pesar de ser rumores y nada más que eso.
Justo aquí vale la pena mencionar que un periodista serio, se adentrará a interrogar personajes, buscar documentación, citar a otros periodistas para saber que es real y que es falso. Un buen periodista sabe que la libertad de expresión es su mejor arma, pero, que también tiene límites.
Usted que lee, que pensaría si yo comenzara a escribir aquí que el presidente de la nación X, es adicto a la cocaína y duerme con ocho mujeres a la vez. Seguramente medio mundo me diría que estoy loco por afirmar lo anterior, mientras no pueda probar mis dichos.
Yo de manera irresponsable, diría que la libertad de expresión es un manto que me protege, que dicha figura me permite decir todo lo que yo quiero, pues ese es mi derecho.
Un caso concreto que sirve para ejemplificar todo lo escrito en los últimos párrafos, es el libro "La Sosa Nostra", donde a raíz de la publicación de documentos y entrevistas que reflejan un estado de Hidalgo corrupto y que favorecía a ciertos sectores, Miguel Ángel Granados Chapa y Alfredo Rivera Flores (el primero escribiendo el prólogo, el segundo como autor del libro) fueron demandados por el priista Gerardo Sosa Castelán, al considerar que todo era una mentira y difamación.
La manera en cómo se documentaron Granados Chapa y River Flores, aparece en el libro y fue esa, su mejor carta de presentación para sortear el proceso judicial. Un par de buenos periodistas que documentan sus dichos.
Carmen Aristegui de manera irresponsable lanzaba preguntas al aire en su programa de radio, sobre el supuesto alcoholismo de Felipe Calderón, donde sus cuestionamientos dejaban la puerta entre abierta a esa posibilidad, pero, sin investigar si era cierto o no.
Algo que llama la atención, es el hecho de que el diputado federal del Partido del Trabajo, González Noroña, quien fue el encargado de mostrar una manta con la leyenda alusiva a la forma de beber del presidente de México, no haya sido buscado por Carmen Aristegui, pues si ella desea iniciar una línea de investigación, lo menos que podía hacer era buscar al diputado y entrevistarlo, para conocer así las fuentes del petista y dar validez a la información.
Carmen Aristegui aprovechó ese sentimiento nacional de repudio a las políticas públicas, para protegerse al abandonar a MVS radio por no leer una disculpa a la presidencia. Carmen Aristegui dirá que la libertad de expresión es un derecho que ella ejerció, a pesar de no probar sus dichos. La de esta vez no sería la primera ocasión que le sucede algo similar, ya que hace varios años, ella trabajaba para W radio y al momento de que el grupo Prisa entra a la radiodifusora mexicana, decide no darle continuidad al contrato de Aristegui al momento del vencimiento. Carmen dijo en toda la prensa que Prisa radio no quiso continuar con la relación laboral, debido a que ella era muy cercana a López Obrador y eso molestaba en las altas esferas del poder. De nueva cuenta usa ese sentimiento de odio al poder, para así ella erigirse como víctima de la situación laboral que vivía.
Lo que Aristegui no reconoce, es que a veces ella no se mide como mide a los contrarios, pues por esas mismas fechas, el gobierno de Hugo Chávez, decidía controlar de manera monopólica a los medios de comunicación; Carmen en su espacio radiofónico decía que el gobierno venezolano estaba en su derecho de suprimir estaciones de radio y televisión, pues estaba dentro de la ley, al ser ellos quienes manejan el espectro para emitir señales. Los dichos de Carmen se encontraban al filo de la navaja, ya que a pesar de ser cierto lo que ella comentaba, la decisión de Venezuela a todas luces derivaría en un oscurantismo informativo, por la forma en que Hugo Chávez manda en esa nación sudamericana. Aristegui sabía lo que podía pasar con sus colegas venezolanos y aún así, soltó ese comentario, sin importarle lo que ella tanto defiende para sí misma: libertad de expresión.
¿Por qué Venezuela puede ejercer su derecho sobre el espectro de las comunicaciones como dice Aristegui? ¿Y grupo Prisa no lo puede hacer en las relaciones laborales al decidir no renovar el contrato de Carmen?
Aristegui es una conductora muy popular, y que sabe jugar con ese sentimiento de odio acumulado de la sociedad, para así poder salir bien librada siempre, ya sea cuando salió de Grupo Imagen, de W radio y ahora de MVS.
La gente en Twitter y Facebook colgará anuncios en apoyo a Carmen, pues esa misma gente se encuentra harta del mal manejo de nuestro presidente, y sin pensarlo dos veces, se pondrá del lado de la conductora, antes de analizar todos los aspectos. ¿Por qué nadie hizo lo mismo con Granados Chapa y Rivera Flores? Seguramente ellos no son figuras mediáticas, aunado a que ambos hacen bien su trabajo y lo último que buscan es moverse como Aristegui lo hace.
Para finalizar, quiero decir que no soy del PAN, que no voté por Felipe Calderón, que nunca he comulgado con la doctrina del partido azul, que estoy cansado y harto de nuestro presidente de la República, pero, a pesar de eso, la cordura permanece, creo en la libertad de expresión, ya que es vital para cualquier democracia, pero, no de la forma como varios comunicadores la practican.
Ver anterior: México: MVS Radio levanta programa de la periodista Carmen Aristegui
Carmen Aristegui y el derecho a preguntar
Yo no se si Calderón tiene un problema con la bebida, pero desde luego lo tiene con su intolerancia. El despido de Carmen Aristegui de MVS, por las preguntas que la periodista se atrevió a pronunciar, nos revelan cuán lejos estamos aún de convertirnos en una sociedad democrática. Lo que hizo Carmen fue absolutamente pertinente visto desde la ética periodística; en cualquier país democrático los periodistas están en la obligación de plantearse preguntas que son pertinentes para la la vida pública, incluyendo los aspectos personales que influyen en la capacidad de un mandatario para gobernar.
Pero vivimos en un país de simulaciones. En muchas charlas de sobremesa, en conversaciones privadas a todo lo largo del país se ha hablado del supuesto problema de alcoholismo de Calderón. Puede o no ser cierto, pero el tema no lo inventó Carmen Aristegui. Cuando la manta del PT con el texto sobre el alcoholismo presidencial desplegada en la Cámar suspendió la sesión legislativa por el abandono del PAN, el asunto se convirtió en nota periodística. El reportero del noticiero MVS de Carmen cubrió el hecho de manera impecable, incluyendo las distintas versiones de los legisladores. Al terminar la nota Carmen simplemente se hizo la pregunta sobre el contenido de la manta y la necesidad de tener una respuesta oficial sobre el tema, dado que ya se había convertido en noticia. ¿Dónde está la transgresión de la ética?
Hace cuatro años Jorge Ramos, el conductor de Univisión, publicó un texto que no tiene desperdicio: El derecho a preguntar. En él afirma: “Si nosotros los periodistas no preguntamos, no indagamos ¿quién lo va a hacer? Nuestra principal función social es evitar los abusos de los poderosos y nuestra arma es la pregunta”. Ramos dice que cuando entrevistó al entonces presidente Vicente Fox, le preguntó si tomaba antidepresivos (porque justamente había esa conseja popular). Antes de la entrevista, dice Ramos, “tuve mis dudas sobre si hacer o no esa pregunta. ¿Me estaba metiendo demasiado en la vida privada de Fox? Al final, decidí hacer la pregunta porque su salud afectaba la vida del país y los mexicanos –creo- teníamos el derecho a estar informados. Sé que a Fox no le gustó la pregunta pero la contestó. “Ustedes (los periodistas) tienen la libertad absoluta de preguntar y yo la libertad absoluta de responder.”
Parafraseando a Ramos, ahora resulta que Fox le dio una lección de democracia a Calderón. No tenemos certeza de que Los Pinos haya ordenado o presionado a los Vargas, dueños de MVS, para despedir a Aristegui. Presidencia ya lo rechazó, por supuesto. Deja mal sabor la insistencia de la empresa para que Carmen leyeran unos párrafos de disculpa preparados de antemano sin que se cambiase una sola palabra. Pero no puede comprobarse la “autoría intelectual” de Los Pinos. Lo que si se sabe es que la empresa lo comunicó al mandatario antes de anunciar tal despido. Y allí es dónde cabe cuestionarse la escasa sensibilidad de Los Pinos para quedarse cruzados de brazos por el despido de una de las principales periodistas del país por una crítica al presidente. En el mejor de los casos el empresario concesionario quería congraciarse con Calderón, en el peor obedecía órdenes. En cualquiera de ambos, quedamos como país africano, con perdón para los africanos.
Si Calderón no tiene problemas con el alcohol y se trataba de sólo un rumor, ahora se ha convertido en noticia internacional (CNN divulgó el despido y las razones durante el día). Al rumor ahora se añade la censura. Y por el contrario, si no es rumor y en efecto Calderón es candidato para AA, la salida de Carmen es muestra de un autoritarismo salvaje: despedir a los periodistas que digan la verdad. Por los dos lados pierde.
Pero en el fondo perdemos todos. Hace tres años escribí un artículo, Réquiem para Carmen, a propósito del despido de la periodista del noticiero de la W. El lamento sigue siendo el mismo:
“Réquiem por todos nosotros. La salida de la conductora Carmen Aristegui de W Radio, luego de cinco años de conducir uno de los noticieros más exitoso del país, es una mala noticia para la salud de la opinión pública y para la sociedad. Carmen Aristegui construyó un espacio crítico, incómodo para los grupos de poder acostumbrados a negociar con los concesionarios y los conductores pseudos periodistas. Allí se dieron a conocer las grabaciones entre el “gober precioso” y Kamel Nacif; allí se dio voz a las denuncias en contra del Cardenal Norberto Rivera por su defensa de sacerdotes pederastas; allí se ventiló la trágica muerte de la anciana de Zongolica cuando el resto de los noticieros decidieron abandonar el tema; allí se ventilaron las críticas sobre la Ley Televisa.
El silenciamiento de Carmen es un duro golpe para la salud del debate en el país. Los grupos de poder están empeñados en una suerte de “operación cicatriz” que intenta reducir las voces disidentes y generalizar las versiones de consenso, las verdades oficiales. Una falsa cultura terapéutica a la que se han sometido concesionarios de radio y televisión.
En una sociedad con ausencia endémica de credibilidad, en que la legitimidad de las instituciones y sus personeros está en crisis crónica, ministros de la corte incluidos, la sólida reputación de Aristegui constituye un activo social.
Carmen utilizó su credibilidad para recordarnos que en todo proyecto público en que hay ganadores, también hay perdedores; para hacernos ver que los consensos construidos falsamente conducen a la parálisis y eventualmente a la ruptura social; para airear los testimonios de las víctimas que el sistema pretende hacernos creer que no existen. Algo está pasando en México cuando voces como la de Carmen Aristegui y Gutiérrez Vivó, las de mayor audiencia, pierden micrófonos a manos de concesionarios que se pliegan al deseo de los poderosos. El resultado es que la opinión crítica está siendo desterrada dentro de las fronteras de nuestro país. Contemplamos el principio de una tiranía invisible a través del callado sometimiento de los medios.
Ver más: Los opinadores toman partido en affair Aristegui y Calderón
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