Por: Laura Acosta Lora*
El pasado 9 de octubre en Francia, la casa editora Tear Prod sacó a la venta un libro-objeto titulado: “Manual vudú, Nicolás Sarkozy” el cual venía acompañado de un muñeco en tela, 12 agujas, y un libro de 56 páginas.
El libro contiene una biografía humorística de Sarkozy, propone una serie de “sortilegios mágicos” e invita al lector a colocar las agujas sobre el muñeco con la imagen del mandatario francés para “conjurar el mal de ojo”.
El muñeco con la imagen del presidente galo tiene escrito por todas partes las frases y hechos tristemente célebres de Nicolás Sarkozy; como por ejemplo la palabra “chusma” usada por el primer mandatario francés para referirse a los jóvenes de barrios marginados; o bien la frase “aléjate pobre imbécil” usada por Sarkozy contra un señor que en una Feria no quiso darle la mano, entre otras. La idea era entonces usar las agujas para pinchar la imagen del presidente sobre todas las payasadas que ha dicho o cometido.
Sarkozy se ofendió y –como ha sido su costumbre desde su asunción al poder en Francia– presentó formal demanda en contra de la casa editora por atentado contra su imagen y solicitó al tribunal apoderado el retiro del mercado del referido muñeco vudú.
Se trataba de la sexta demanda incoada por Nicolás Sarkozy por uso no autorizado de su imagen y la primera que perdería.
Así pues, el 29 de octubre pasado el Tribunal de Gran Instancia de París rechazó la demanda del mandatario en razón de que “esta representación no autorizada de la imagen de Nicolás Sarkozy no constituye ni un atentado a la dignidad humana, ni un ataque personal, ni una ataque culposo a su derecho a la imagen”
El libro-objeto fue calificado por el tribunal como una “obra del espíritu” refiriéndose a una creación intelectual o artística; expresando que dicha obra se “inscribe dentro de los límites autorizados de la libertad de expresión y del derecho al humor”.
El juez consideró que “nadie puede tomar en serio este asunto y creer que el mismo sirve para predicar un culto vudú tal y como es practicado en Las Antillas” y que “el juez no tiene que apreciar el buen o mal gusto del concepto propuesto”.
La ordenanza dictada por el tribunal francés estimó que el muñeco y el libro que lo acompaña son indisociables y los mismos “sirven para transmitir informaciones e ideas y por tanto incumbe a la libertad de expresión, situando su contenido informativo deliberadamente en el marco de la sátira y del humor”
El presidente francés ha apelado la decisión, veremos lo que dice la Corte de Apelación; Mientras tanto, el muñeco se ha agotado en el mercado y la casa editora ha decidido sacar una nueva edición.
Sarkozy no es el único que tiene un muñeco vudú con su imagen; Ségolène Royal, la ex candidata socialista a la presidencia francesa, también tiene el suyo, y si bien al inicio parecía que iba a demandar también, ahora ha declarado estar muy contenta con la decisión judicial contra Sarkozy pues la misma ha servido para “proteger una libertad de caricaturizar a los poderosos”.
Si bien he disfrutado el debate que se produjo en la prensa francesa con la salida a la venta de los referidos “muñecos vudú”, lo que me ha llamado la atención es como el juez ha incluido en la libertad de expresión el derecho a no tomarse en serio las noticias y a burlarse de los dirigentes.
El tribunal ha inferido que tal vez pueda considerarse de mal gusto el asunto, pero que no está llamado a juzgar eso, sino más bien a proteger un derecho fundamental como es el derecho al humor.
Pues sí, reírse de las tonterías que dicen y hacen nuestros dirigentes está protegido por la Constitución. ¡Excelente!
La realidad es que frente a tantas payasadas y ocurrencias de nuestros gobernantes, sólo nos queda reírnos… para no llorar.
Vladimir Putin con su torso desnudo; Bush y sus incontables metidas de pata; Sarkozy, con sus muecas y otras payasadas; Chávez con su cantada, sus insultos y sus malas palabras; Hipólito –Ay, Hipólito–; Leonel, con su progreso, feria y otras maravillosas perlas (seguro se me quedan muchos, cada país tiene el o los suyos).
Pues sí, no sólo tenemos derecho a burlarnos; sino que además pueden los franceses exorcizar esos demonios pinchando todas esas barbaridades con una agujita para desahogarse frente a la impotencia de un mundo lleno de dirigentes que se burlan de nosotros todos los días sin que nadie los demande.
¡Qué viva la libertad de expresión y el derecho al humor!
*Abogada y ciudadana, lal@codetel.net.do
Fuente: Clave Digital
Foto: AFP