Las organizaciones sociales rechazan las cifras del Gobierno
Jorge Marirrodriga, El País
Tres millones de pobres están en el centro del nuevo escándalo que sacude a las estadísticas oficiales del Gobierno argentino, después de que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) haya hecho pública el miércoles una drástica reducción de la pobreza en los últimos seis meses, con una cifra que ha sido rechazada por la mayoría de organizaciones que miden el número de pobres en Argentina.
Según el Gobierno de Cristina Fernández, el 20,6% de los argentinos son pobres, una cifra puesta en duda por organismos e instituciones que van desde los comedores sociales a consultoras privadas pasando por la Iglesia católica, que estiman que el porcentaje real es del 30%, y de esta manera, el Gobierno está negando la existencia de tres millones más de pobres.
El problema es que llueve sobre mojado. El INDEC fue intervenido por el Gobierno de Néstor Kirchner y descabezado hace poco más de un año cuando la cifra de inflación real no coincidió con la pretendida por el Gobierno. Desde entonces, la diferencia entre la realidad en la calle y la virtualidad oficial no ha dejado de aumentar. Tanto que la inflación real se sitúa en torno al 30%, mientras el Gobierno asegura que no supera el 9%.
Físicamente, es imposible que si la inflación aumenta dramáticamente, la pobreza descienda, pero en Argentina sí se puede. Los Kirchner basan el éxito de su política -y justifican muchas polémicas medidas- en el éxito de una gestión económica que permite sanear las cuentas del país y redistribuir la riqueza. Por tanto, reconocer que la pobreza está aumentando supondría reconocer un fracaso en esta política. La solución es la misma que con la inflación: si el problema es la cifra, se cambia la cifra.
Los comedores sociales -iniciativas vecinales para paliar el hambre que existe no sólo en la periferia de Buenos Aires, sino en algunas barriadas pobres de la misma capital- aseguran que el número de personas que acuden a estos centros ha aumentado en el último año. La alta inflación en el precio de los alimentos y el retroceso en el mercado de trabajo estarían en el origen del aumento de demanda de comida.