martes, 8 de julio de 2025

El destino de sus restos

Afiche callejero que advertía sobre el regreso a las calles de la patota de torturadores, entre ellos su líder

José Rubén Lo Fiego murió en 2021, a los 72 años. Pero su sombra sigue proyectándose sobre Rosario. Fue uno de los engranajes más feroces del aparato represivo en el Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionó en el ex Servicio de Informaciones, en la esquina de Dorrego y San Lorenzo. Allí, el Estado argentino —a través de hombres como Lo Fiego— torturó, violó y asesinó.

Lo Fiego no fue un represor más. Apodado el Ciego, también llamado el Mengele rosarino, fue el jefe de los torturadores de ese CCD, el más grande de toda la provincia de Santa Fe. La historia judicial lo alcanzó tarde, pero lo alcanzó. Fue condenado a prisión perpetua por homicidios, torturas, secuestros y, finalmente, en 2020, por delitos sexuales cometidos contra detenidas. Fue la primera vez en Rosario que la Justicia reconoció la violencia sexual en los CCD como un crimen específico, y no como una forma genérica de tormento.

Su sadismo quedó expuesto también en los testimonios. Stella Hernández, del Sindicato de Prensa de Rosario, declaró en 2018 durante un juicio de lesa humanidad que Lo Fiego "llevaba registro y decía que las mujeres aguantaban más con la picana". No solo participaba de las sesiones de tortura: las estudiaba.

En una entrevista con Sonia Tessa para PáginaI12, Claudio Lo Fiego repudió públicamente los crímenes de lesa humanidad cometidos por su hermano y expresó su apoyo al colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a familiares de genocidas que los rechazan. Radicado en Alemania desde 1981, Claudio relató su ruptura total con su hermano, a quien define como "psicópata" y "mitómano", y denunció la complicidad silenciosa de su familia.

Hoy, su nombre vuelve a circular, no por un nuevo fallo ni por una revisión histórica, sino por un edicto administrativo. La Dirección General de Defunciones y Cementerios de la Municipalidad de Rosario publicó en La Capital un aviso: intima al titular del sepulcro a abonar las tasas adeudadas por el nicho que guarda sus restos. En caso contrario, se procederá a la desocupación y sus restos serán enviados al osario y/o al crematorio municipal.Memoria, Verdad y Justicia!

Foto: Alfredo Celoria, Diario La Capital

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