Por: Jorge Fontevecchia. Cofundador de Editorial Perfil - CEO de Perfil Network. @Fontevecchia
En la jerga de la represión ilegal de la dictadura, se quebraba al detenido a quien se le vencía la voluntad. El significado literal es "romper con violencia" y en el derecho comercial, cuando una empresa quiebra, es porque muere: no puede continuar ni ser comprada por ningún interesado porque sus deudas son mayores que sus activos. Casualmente en Colombia quebrar es sinónimo de matar, eliminar, ultimar, extinguir.
Es cierto que el diario Perfil cerró en 1998, pero volvió a aparecer en 2005, aunque no quebró porque nunca quebró nuestra voluntad de continuarlo, ni nos salvó ningún empresario, como dice el Presidente, sino los recursos de las propias publicaciones de Perfil en Brasil, ni tampoco "la política", porque al discontinuar su publicación en 1998 el gobierno de Menem nos perseguía con juicios (que finalmente terminamos ganando en la Corte de San José de Costa Rica veinte años después) mientras explotaron dos bombas en la puerta de nuestra editorial y José Luis Cabezas era asesinado, y tampoco cuando el diario Perfil fue relanzado en 2005 porque, al contrario, el kirchnerismo nos castigó siendo el único medio con cero de publicidad oficial durante los doce años de sus tres gobiernos.
Es célebre el fallo de la Justicia contra el Estado nacional por la discriminación con la publicidad oficial que, tras batallar una década en primera instancia y luego en cámara, terminó ganando Perfil en la Corte Suprema al fin del kirchnerismo, sentando jurisprudencia para todos los medios y obligó a los dos gobiernos posteriores a distribuir publicidad oficial sin discriminar a ninguno, no por benevolencia, sino por obligación. Juicio que después de dos períodos presidenciales increíblemente volvemos a iniciar contra este Estado en el fuero Contencioso Administrativo, porque las empresas públicas controladas por el Gobierno nacional (Aerolíneas Argentinas, YPF, por ejemplo) en 2024 publican avisos en otros medios y se discrimina ex profeso a Perfil.
También haremos un juicio personal a Javier Milei por daño económico en el fuero Comercial y otro por abuso de autoridad en el fuero Penal, por decir que Perfil va a quebrar buscando lo que enuncia o, por lo menos, crear zozobra y costos materiales. Más un posible amparo judicial al ministerio que conduce Sandra Pettovello si se produjera un retraso adrede de la aprobación del estatuto de nuestra universidad. Por desgracia, tuvimos que aprender a enfrentar distintos gobiernos autoritarios desarrollando resiliencia y paciencia para esperar los desenlaces finales. Casi medio siglo de una Argentina tumultuosa haciendo periodismo contra poder desenvolvió esa especie de costra.
Con ingenua estratagema el Presidente no coloca el nombre y apellido del atacado creyendo que usar apodos –"pautero" o "tintureli"– lo exime de la responsabilidad de sus actos de la misma forma que en una discusión acalorada hace varios años en cámara le decía a una actriz que él no era responsable de los agravios porque solo retuitiaba los mensajes (agravios) de un tercero.
Pero ese lenguaje performativo del Presidente tratando de producir lo que enuncia, una quiebra, ha generado el efecto contrario en el pasado. Fueron las persecuciones de la dictadura las que hicieron que aquella incipiente Editorial Perfil con su inicialmente primitiva revista La Semana cobrara visibilidad cuando no era más que un puñado de escritorios y máquinas de escribir. A comienzos de los 90 fueron los ataques de Menem los que hicieron relevante desde su inicio a la revista Noticias cuando recién comenzaba, lo mismo que ya hacia fines de esa década las dos bombas en la puerta de la editorial simultáneamente con el deleznable asesinato de José Luis Cabezas por publicar la única foto del empresario prebendario del Estado Alfredo Yabrán.
Y fue Néstor Kirchner un impensado artífice del relanzamiento del diario Perfil a comienzo de 2005 por habernos elegido como enemigo mediático. Joaquín Morales Solá había difundido que el presidente de entonces le dijo: "Me llevo bien con todos los medios, menos con uno: Perfil". Previamente, y sabiendo la estima personal que yo le tenía al fundador de Torneos y Competencias, Kirchner le pidió a Carlos Ávila que intercediera transmitiendo el ofrecimiento de publicidad oficial a cambio de que dejáramos de denunciar los casos de corrupción que una década después tomó todo el periodismo argentino. La técnica de Néstor Kirchner era primero seducir, sino comprar, y si nada de lo anterior resultaba conducente, aniquilar.
La anticipación fue la característica que enfureció a distintos gobiernos con los medios de Perfil: en los tramos finales de la dictadura, y a mediados del menemato y del kirchnerismo todos los medios fueron críticos y denunciaron sus malas prácticas, pero la soledad inicial marcó nuestro posicionamiento para siempre. Y nuevamente se repite ahora con el gobierno de Javier Milei.
No habría que descartar entonces que sus críticas hacia nosotros terminasen produciendo el efecto contrario y que, en lugar de quebrar a Perfil, permitan que se cumpla el sueño de que pase a ser impreso también de lunes a viernes. Ojalá fuera ese el destino de los padecimientos que hoy nos genera inseguridad entre anunciantes, estudiantes y empleados. Ojalá produzca la misma empatía de lectores y anunciantes que en 2006 generó el Fideicomiso en Contra de la Discriminación con Publicidad Oficial que condujo el entonces ombudsman de Perfil Nelson Castro y, salvando las gigantescas distancias, el crecimiento de las suscripciones digitales que le crearon al diario The New York Times los ataques de Donald Trump.
Más allá de las impredecibles consecuencias que los agravios de Javier Milei pudieran producir sobre el diario Perfil, vale hacer un repaso del conjunto de vehículos y plataformas que trascienden a este diario. Trabajan en Perfil alrededor de mil personas: más de seiscientas personas full time y casi doscientas part time en Argentina, y más de doscientas personas en Perfil Brasil. Al revés de otras empresas que frente a la crisis de los medios en todo el mundo redujeron su personal, en Editorial Perfil se recapacitó a fotógrafos como camarógrafos, diseñadores de papel como diseñadores digitales y de video, y hasta técnicos de la impresora en técnicos de televisión.
La gráfica de Perfil, Impresora Maguncia, imprime cuatro diarios: el propio, Página/12, Cronista y Crónica, y es la única planta de impresión de alta velocidad junto con la de Clarín, que imprime también La Nación. Perfil preside la Asociación de Editores y es la única que abastece a los kioscos con varias revistas semanales, además de varias mensuales. En Brasil se editan en papel las revistas Caras, Contigo y Aventura na Historia. Y en Portugal, las revistas Caras y Decoração.
En digital, con la suma de sus 21 sitios, Perfil tiene la cuarta audiencia de noticias de Argentina con 15 millones de usuarios y, en Brasil, una posición similar con 17 sitios, pero dado que es una población cuatro veces mayor, con 65 millones de usuarios. En Portugal, un país más pequeño, solo un décimo que en Brasil. A diferencia de Brasil y de Portugal, en Argentina hay suscriptores digitales que pagan por acceso ilimitado, a los que se suman los suscriptores de dos clubes de afinidad, uno de vino y otro de teatro: Delirio y Vivo, respectivamente (este último, junto con la Asociación de Empresarios Teatrales).
Desde hace una década, la Fundación Perfil tiene un Instituto Terciario de Educación (en 2017 fue elegido por la Unesco como uno de los ocho casos destacables del año) que el año pasado se aprobó como universidad nacional: Universidad del Sur de Buenos Aires. Finalmente Perfil opera dos radios: AM 1190 Radio Perfil y la FM 101.9 Radio Horizonte, y cuatro canales de televisión: NET TV, Bravo, Canal E y Caras TV (este último, también en Portugal).
Dentro de dos años Perfil cumplirá 50 años y nos encontrará haciendo lo mismo que simboliza el ave de nuestro logotipo expresado en la célebre metáfora de Immanuel Kant sobre el conocimiento: "Podría imaginarse que la ligera paloma volaría mejor sin la resistencia del aire que surca al volar libremente, pero es la resistencia del viento lo que le permite elevarse".
El miedo es el mensaje
Las organizaciones que reúnen periodistas o medios debaten si el responder a cada ataque de Javier Milei a la prensa, casi a diario, no terminará rutinizando la herramienta hasta invisibilizarla.
Si la mejor respuesta frente a la clásica ametralladora de falacias del Presidente son argumentos racionales basados en evidencias concretas o, por el contrario, como estamos en el paroxismo de La sociedad del espectáculo que anticipó Guy Debord en su libro, donde todo lo que fue real se transforma en representación, se le debería responder en la misma sintonía, por ejemplo y solo a título humorístico, que Adepa titulase su comunicado: "¿Qué te pasa, Milei? ¿Estás nervioso?". O Editorial Perfil le respondiera: "De Tinturelli a Peluca". Seguramente tendrían más engagement en las redes sociales pero estaríamos concediéndole de antemano a Milei el triunfo cultural de que ya nada nos escandalice cuando el miedo es su mensaje.
Una batalla cultural es contra quienes producen cultura: artistas, periodistas, universidades
Miedo como productor de autocensura frente a las reacciones impredecibles de quien cuenta con el poder del aparato de difusión del Estado para difamar y herir a particulares colocando inmediatamente en agenda pública la falacia que desea y dándoles carácter de medias verdades a mentiras por el solo hecho de gozar de la investidura presidencial.
Mientras la verdadera batalla cultural a la que expresamente Milei se refiere no es jocosa ni posmoderna. La sola palabra batalla transmite acción violenta igual que el lema libertario "vamos por la casta" denota la belicosidad de "ir por ellos" como dijo Milei de los periodistas al contestar el comunicado de Adepa a las pocas horas de producido –dos veces en el mismo día–: "Vamos a bajarlos de esa Torre de Marfil en la que creen que viven". Ese "ir por ellos" a buscarlos a sus lugares recuerda la ferocidad de los grupos de tareas de la dictadura que iban a buscar disidentes de aquella otra batalla cultural.
Al igual que aquellas de la dictadura, no podría haber batalla cultural sin tener como enemigos a los productores de cultura: los artistas, los intelectuales, los periodistas, los científicos y las universidades, quienes desde sus propias lógicas construyen la subjetividad cotidiana que, con el tiempo, va formando las capas geológicas simbólicas que conforman una cultura.
Sobran ejemplos en el pasado más violento como "La noche de los bastones largos", cuando la anteúltima dictadura intervino la Universidad de Buenos Aires. Al ingresar los policías a la Facultad de Ciencias Exactas su decano salió a recibirlos, diciéndole al oficial que dirigía el operativo: "¿Cómo se atreve a cometer este atropello? Todavía soy el decano de esta casa de estudios". Y el policía respondió golpeándole la cabeza con su bastón. El decano se levantó con sangre sobre la cara y repitió sus palabras para volver a recibir bastonazos por toda respuesta. Los universitarios "adoctrinan", los periodistas "mienten".
Por eso, los ataques de Milei al conjunto del aparato productor de noticias son estratégicos. Además del enfrentamiento con Perfil, acumula agresiones con periodistas de La Nación: Joaquín Morales Solá, Jorge Fernández Díaz, María Laura Santillán, Luisa Corradini y Laura Di Marco; de Clarín: Alejandro Borensztein y Jesica Bossi; de Radio Urbana: María O’Donnell y Nacho Girón; de Radio con Vos: Ernesto Tenembaum; de Infobae: Silvia Mercado; de América: Facundo Pastor; y de Canal 9: Romina Manguel, entro otros.
La misma lista se podría construir con los artistas, desde Adrián Suar hasta Lali Espósito, de Mirtha Legrand y Ricardo Darín, a Trueno y Dillom. "Temor a expresarse", transmitió Mirtha Legrand, quien explicó: "De este gobierno no quiero estar en contra porque toma represalias y es muy desagradable".
Volviendo a los periodistas, es muy interesante observar que los blancos de Milei mayoritariamente no son periodistas de los medios más identificados con el kirchnerismo, como Página/12 o C5N, sino periodistas de los medios que han sido críticos a ellos, como si intuyera que las audiencias a quienes se dirigen los atacados son las que deberían integrar sus votantes en una competencia por la instalación de sentido.
Milei agrede más a periodistas críticos del kirchnerismo porque comparten su misma audiencia
Para Milei, los periodistas pretenden "ser tratados como profetas de la verdad única e incontrastable" mientras son "los ensobrados, los corruptos, los que mienten, calumnian, injurian y hacen dinero extorsionando", y cuando los organismos que reúnen a periodistas y medios lo critican, es una "defensa corporativa que solo busca la continuidad del curro".
Así estamos y esto recién comienza, un desafío mayúsculo para las organizaciones que reúnen periodistas y medios, que demandará crecientes y renovadas respuestas a los ataques porque somos los "enemigos ideales" de una batalla estratégica.
Milei no ceja en su empeño de atacar a periodistas y medios
Por: Julio Petrarca. Defensor de los lectores de Diario Perfil
¿Cuántas horas de su sueño dedicará el Presidente a planificar sus virulentos ataques contra todo medio o periodista, que se atreven a poner en cuestionamiento, algunas de sus decisiones? Sólo un abanico de delirios, pesadillas y revelaciones divinas (o infernales) justifica tamaños despropósitos. Sus insultos, agresiones, amenazas y el ejercicio de un poder al que, por ahora, no se le han puesto límites democráticos, están golpeando con dureza una actividad cuya misión es, justamente, poner blanco sobre negro las políticas y acciones de gobiernos y otros centros de poder.
En verdad, estas excrecencias que viene repartiendo Milei con ventilador en cuanto se le deja un segundo de tiempo para hacerlo (como se pudo observar en las tres horas de la entrevista que le realizara Alejandro Fantino días atrás), debieran servir para llevar a periodistas y medios independientes a adoptar algunas medidas de prevención y, mejor aún, de respuesta a tales agresiones. Mi propuesta, un par de semanas atrás, de hacer un vacío en las ¿conferencias de prensa? del vocero presidencial, no parece ya tan descabellada. Más, sería sano para la democracia y su vigencia plena que ya no se le hagan más entrevistas al Presidente. Total, casi nunca habla en ellas de medidas concretas sino de sus ideas extremas, demasiado extremas para tomarlas a la ligera.
No deberíamos asombrarnos por tamaña virulencia contra quienes trabajamos para cumplir la misión de llevar a la opinión pública la mejor y más certera información.
Poco antes del cambio de gobierno, Reporteros sin Fronteras (organización internacional de defensa de la libertad de expresión, con sede en París) dedicó un extenso informe para advertir sobre las posturas de Milei contra el periodismo independiente de la Argentina. El director de la oficina América Latina de RSF, Artur Romeu, señaló: "Por desgracia, el estilo agresivo de Javier Milei con la prensa no es una novedad en la escena política mundial. Ha llegado al poder replicando la estrategia empleada por otros jefes de Estado del continente americano, como Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos, que celebraron su victoria. Al igual que ellos, el nuevo presidente argentino utiliza una retórica abiertamente hostil hacia el periodismo, retomada y amplificada en las redes sociales por sus seguidores. Esta estrategia tiene como objetivo desacreditar a los medios y periodistas críticos con su política. Al anunciar que está dispuesto a calificar a un sector de la prensa como enemigo de su gobierno, la llegada de Javier Milei a la jefatura del Ejecutivo argentino es un mensaje de alarma para el periodismo en el país".
El informe de RSF aclara: "Conocido por sus apariciones en radio y televisión como comentarista económico, en los últimos cinco años Javier Milei se ha vuelto cada vez más polémico y hostil hacia los periodistas. Su agresividad se manifiesta tanto en las redes sociales como en la escena pública. Sus violentas contiendas verbales con cualquier periodista crítico constituyen ya una señal de alarma para el respeto y la garantía del derecho a la información en el país". Recuerda el documento las variadas manifestaciones contra medios y periodistas que el ahora Presidente hizo públicas en diversas ocasiones antes y durante su lanzamiento como político: desde 2018 ha calificado a periodistas no alineados con sus ideas como "estúpidos", "ignorantes", "burros" y "mentirosos", entre muchas linduras. Y los acusó –sin dar nombres– de "ensobrados", una clara definición para no usar la palabra coima.
Hay mucho más para decir. Los lectores de Perfil merecen saber que esta forma de "libertad" no avanza, retrocede.
Foto: Juan Ferrari
Fuente: Diario Perfil