Cuando el matemático Lionel Messi logró la cuadratura del círculo –ubicando un objeto esférico en un ángulo recto ante un arquero que volaba hacia la nada- la respuesta fue un griterío asombrado. Pero cuando un rato después el mismo ciudadano de jopo bicolor anunció que los jugadores de la Selección no hablarían más con la prensa, lo que estalló fue un asombro mayor aún, y un aplauso.
Así fue el ambiente juvenil que me rodeó durante y después la transmisión de Argentina 3 -Colombia 0. Y es el clima que parece haberse diseminado por múltiples rincones del planeta futbolero, y más allá. El encuentro contra Colombia, en sí, tuvo efectos antidepresivos después de Brasil 3-Argentina 0. Pero la novedad de los jugadores rebelándose frente al periodismo fue un dato inesperado.
¿Por qué esa reacción?
- “Porque el periodismo se convirtió en un asco. Todos son gritos, mentiras, escándalos”.
- “Está bien que critiquen cuando se juega mal, todos criticamos, pero esto ya es otra cosa. Y es insoportable”.
lavaca conversó horas después con dos periodistas deportivos, acerca de estos misteriosos episodios:
- “La vara del Tano Pasman quedó muy alta. Parecía parte del folklore, pero los periodistas la quieren igualar”, razonó Ezequiel Fernández Moores. El Tano Pasman era aquel señor que gritaba, insultaba y se tiraba de los pelos frente al televisor mientras veía cómo su River empezaba a caer hacia el descenso, cosa que parecía equivalente a al infierno, o cosas peores.
- “Todo se espectaculariza. El argumento en el periodismo deportivo es: hago quilombo y eso me da rentabilidad o rating o lo que sea, y eso es bueno”, diagnosticó Ariel Scher.
Antecedentes: luego de la derrota en Brasil se dijo (y se replicó al infinito en medios digitales, televisivos y radiales que –cada vez más- tienden a ser todos como clonados) que los jugadores argentinos forman una generación de fracasados, pechos fríos, faltos de actitud, se los trató de millonarios reblandecidos, e incluso de ratas.
Pero fue la versión que rebotó en todo el cosmos, según la cual Ezequiel Lavezzi, Pocho, fumó un porro durante la concentración la que marcó el offside. Al terminar el partido contra Colombia los jugadores fueron a la conferencia de prensa en la que Messi tomó el micrófono y con lenguaje nada pomposo y sin falsos dramatismos, anunció: “Estamos para comunicarles que hemos tomado la decisión de no hablar más con la prensa”.
El argumento: “Recibimos muchas acusaciones, muchas faltas de respeto y nunca dijimos nada. Pero esto sobrepasó todo. La acusación al Pocho es muy grave. Si no salimos a decir nada, la gente cree que es así. Mucha gente compra lo que le dicen. Pero queremos cortar esto de una vez. Lamentamos que tenga que ser así, pero no nos queda otra. Sabemos que hay muchos que no entran en ese juego de faltarnos el respeto, porque vos podés opinar de si jugamos bien o jugamos mal, de lo que hacemos dentro de la cancha. Pero ya meterse en la vida personal de uno y hacer acusaciones de este tipo, que no es la primera, pero si no lo cortábamos hoy no lo cortábamos más. Es muy grave. Por eso estamos acá y no vamos a entrar en el juego ese. Nos van a seguir diciendo un millón de cosas como nos vienen diciendo, pero nosotros no vamos a ser partícipes de eso. Así que queda dicho, muchísimas gracias y buenas noches”.
Cacería de público
“El deporte se ha vuelto el espectáculo central de una época donde se espectaculariza todo”, dice Scher, periodista que tuvo a su cargo la sección de deportes de dos diarios, profesor de periodismo y que acaba de editar un libro sobre fútbol y literatura: Deportivo Saer. Se refiere así a esta época extraña, de redes sociales, ratings por minuto, inmediatez ansiosa y un despliegue mediático con una dinámica técnica: la captura de la atención, una especie de cacería de público, que además se mide en directo para comprobar sus efectos lisérgicos.
El mecanismo de captura -describe Scher- es la estridencia, que habrá que entender como sobreactuación, exageración, ruido, hiperintensidad y obsesión por clavar las miradas en la pantalla. “El hecho periodístico, creativo, de investigación, pasó a ser sustituido por el logro de efectos. Lo que importa es producir el show y captar atenciones temporarias para liderar porciones de mercado”, plantea Scher.
Las noticias más leídas tras el partido en varios medios fueron sobre la Selección: las discusiones entre un locutor machista y la hermana de Messi, los memes sobre Higuaín, el denunciante de Lavezzi y, más abajo en este ranking de consumo noticioso, el gol de Messi que ya es parte del paleozoico. Cada noticia se va reemplazando por otra que haga más estridencia. Scher: “Es una mezcla de la sociedad del vértigo con la sociedad del rendimiento, con la farandulización del periodismo deportivo”.
La descripción de Scher, en realidad, aplica todos los rubros del oficio.
De Hitler a Higuaín
Ezequiel Fernández Moores – periodista de una agencia de noticias internacional, columnista en medios gráficos y radiales y autor de Díganme Ringo, la biografía del boxeador Oscar Bonavena- calcula que la esta actitud de la Selección no puede quedar atrapada en nombres de periodistas: “Uno puede individualizar, pero es como quedarse con el árbol y perderse el bosque. Porque los tipos que han producido esta reacción trabajan en medios importantes, como Fox, Radio Mitre de Clarín, América. Son lugares centrales donde se apaña y se da micrófonos y horarios importantes a gente así para que sume rating de estos modos”.
Individualicemos: Mariano Liberman cosechó atención al reclamar a la Selección la clasificación al Mundial 2018 con el siguiente argumento: “Yo quiero ir al Mundial. Me hacés perder guita si no voy al Mundial. Nosotros vivimos de esto: si no van, no cobramos los viáticos”. En respuesta, este señor recibió ayer un mensaje de la hermana de Messi: “Para Liberman que lo mira por TV”. Contestó con un clásico del machismo: “Yo con mujeres no discuto, ni de fútbol ni de nada”.
Individualicemos: Gabriel Anello y Alejandro Fantino habían llamado ratas a los jugadores. El primero, periodista de Radio Mitre, fue el autor del despropósito que involucró a Lavezzi. Ahora, tras el límite que marcó la Selección, se recordó que el año pasado fue denunciado por golpear a su ex pareja y que por eso se repartieron volantes durante la entrega del Martín Fierro con la leyenda: “Ni una menos. Gabriel Anello, golpeador. No seamos cómplices”. También se mencionó que le escribió al hijo de un árbitro judío en Facebook: “Hitler debió haber vivido 10 años más para terminar la obra”. Este señor fue premiado con el Martín Fierro. Fernández Moores: “Son premios de la industria periodística, lo que te muestra que esa forma de trabajar es bendecida, pagada y glorificada por los propios medios”.
Fernández Moores señala sobre la reacción periodística ante la conferencia de Messi: “Ves que esos periodistas están como indignados, creyendo que sus opiniones valen más que los goles de Messi, y decís: claro, los jugadores tienen razón, estos tipos están en Marte. Es un microclima que les da rating, y una industria periodística a la que le conviene esto del insulto”.
¿Por qué le conviene?
Fernández Morre: “Porque mientras hablamos de todo eso, sigue la pelea por la compra de derechos, por negocios fabulosos alrededor del fútbol, vínculos políticos y la rosca de turno. Los dueños del fútbol, de la información y del poder económico están cada vez más vinculados”. Quedan así marginados temas que sería interesante descifrar: “Por ejemplo, nadie plantea cómo se designó en la Selección a un técnico que fue el único de 44 sondeados que no tuvo que presentar ni currículum”. La teoría es que ese acercamiento de Bauzá vino de la mano del operador del PRO y ex funcionario menemista, Fernando Niembro: “Y Niembro es Fox, y su sucesor en la pantalla es Liberman. Hay toda una cadena”.
Ese estilo periodístico escandaloso se justifica a sí mismo planteando la doctrina espejo: refleja lo que le interesa a la gente. Fernández Moores: “Supongamos que la gente pide el linchamiento público de Higuaín. ¿Qué nos corresponde hacer? Quieren pena de muerte: ¿Qué hacemos? Al menos yo, creo que el periodismo es otra cosa: nuestro trabajo es informar, investigar, pensar, contrastar, reflexionar.”.
Victorias y derrotas
La lógica de hiperconsumo mediático y de mercado, contamina también lo deportivo. Scher: “Es un clima cultural que plantea que quien hace mejores números, más goles, sólo por eso, exclusivamente por eso, es mejor que los otros. Y los otros son derrotados, fracasados”.
Fernández Moores: “Creo que dramatizan mucho más las derrotas y los éxitos los periodistas que los jugadores. Para los jugadores ganar y perder es lo cotidiano, forma parte de la lógica del deporte. En cambio el periodismo vive el minuto a minuto y necesita explotar el triunfo, exprimir la derrota, ser más papista que el Papa y más jugador que los jugadores”.
Sobre la decisión de los jugadores Fernández Moores tiene una teoría: “Uno sabe que es un lujo que se pueden dar. Porque Messi es muy consciente de que los medios necesitan de él, pero él ya no necesita a los medios. Un político está esperando por que lo llamen los programas de radio. Messi no lo necesita. Y puede ponerle condiciones a los medios: es un juego de poderes raro e interesante”. También es cierto que los jugadores muchas veces usan a los medios para lanzar noticias, promover compras, ventas, negocios. “Los jugadores a veces son marcas, industrias en sí mismas, más importantes que muchos clubes”.
Para Scher que exista todo este debate es un síntoma positivo: “Si la actitud de los jugadores nos hace hablar de estas cosas, ya es una buena noticia. Porque si se dice cualquier cosa sobre Lavezzi, por ejemplo, ¿por qué se dice? ¿Cómo puede ser concebido como algo narrable? Fueron los jugadores los que reaccionaron al sentir que se quebró una frontera. Habrá que ver si la discusión que se desencadena es algo que nos dé la oportunidad de pensar cómo llegamos hasta acá”. Y quizá, cómo salir.
En esta frontera, Fernández Moores hace una apuesta que merece que cada quien piense a su modo: “Me parece bueno alejarse del ruido. Y aprender a buscar más en los sonidos del silencio -como dice aquella vieja canción-, que en los sonidos que nos aturden”.
Fuente: Revista La Vaca