Lo aseguró a Infojus Noticias la mexicana Rossana Reguillo, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara: investiga la construcción social del miedo y la violencia urbana. La especialista vio ayer el programa PPT, que emitió un informe en el que el periodista entrevistó a dos supuestos killers rosarinos. “Son matones ocasionales con declaraciones muy fantasiosas, que se contradicen”, agregó Reguillo
Por: Matías Máximo
En el programa “Periodismo Para Todos”, que se emite por Canal 13, se mostró anoche un informe periodístico sobre el narcotráfico en el país. Como parte de la investigación, Jorge Lanata entrevistó a dos hombres a los que presentó como “sicarios rosarinos”. No se les veía las caras y sus voces estaban distorsionadas. El periodista les preguntó “cuánto cobraban” y “de qué manera mataban”. Rossana Reguillo está de paso en el país y vio el informe. Es doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Aborda temas como la construcción social del miedo y la violencia en las ciudades latinoamericanas. “Es duro presentar informes de televisión como si fueran documentos jurídicos, los medios no pueden seguir actuando como fiscalías irresponsables. Por eso no se vale jugar con el miedo”, le dijo a Infojus Noticias.
Reguillo vino a la Argentina para dar un curso sobre “Análisis sociocultural del poder” en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), de la Universidad de San Martín. Además, participó en dos mesas del Encuentro Federal de la Palabra, sobre violencia y periodismo. Hoy Infojus Noticias la entrevistó. Y el primer tema que surgió fue el informe de "Periodismo para Todos". Anoche Reguillo quedó asombrada cuando encendió el televisor y se encontró con el programa de Lanata y los “sicarios rosarinos”.
¿Qué le parecieron los testimonios de los sicarios entrevistados?
Me parece ligero el manejo, por decirlo de una manera suave, de un tema tan delicado para América Latina. Estoy pensando en el caso especial de México y Colombia. Creo que estos señores se contradicen durante la entrevista y no aportan al estudio de un fenómeno muy violento. Sumado a la música trágica que de pronto sube de volumen y las imágenes de las motos que acompañan las pausas. Transmiten la sensación de que estamos en los momentos más terribles de la Medellín de finales del siglo XX. Los patrones de lo que dicen no responden a la figura de un sicario: en todo caso serán unos matones ocasionales. Sus declaraciones me parecen muy fantasiosas: uno dice que tiene una agencia de autos y que, a la par, es sicario por dinero y no por poder. Para los sicarios el respeto de asesinar tiene todo un valor simbólico.
¿Cuál es el camino de los medios para no aportar violencia?
Las primeras veces que vine a la Argentina, hace ya muchos años, aprendí la diferencia entre grados Celsius y sensación térmica, ya que siempre me muero de frío. Con la experiencia de la violencia pasa algo similar: una cosa es decir diez muertos, dos secuestros y 35 extorsiones y otra es la sensación que eso genera. Si generas un clima donde habla un asesino, con una música catastrófica, baja la sensación térmica: aunque tengas 18 grados la gente va a experimentar menos cinco. Con eso hay que tener mucho cuidado, ya estamos frente a la seguridad de la gente en sus vidas cotidianas. Los que miran el programa se van a despertar a la mañana y tendrán que mandar a los chicos al colegio. Por eso no se vale jugar con el miedo. Es duro presentar informes de televisión como si fueran documentos jurídicos, los medios no pueden seguir actuando como fiscalías irresponsables.
¿Cómo es un sicario?
En términos generales el sicario es un soldado a sueldo. No es un soldado al que se le paga por matar a una persona, sino que forma parte de una organización y se lo usa en distintos terrenos. En América Latina el sicariato es una estrategia militar sumamente cuidada, muy compleja y simbolizada que tiene varios escalones. El narcotráfico no opera contratando gente de la que no se sabe si puedes confiar o no. Y la vida promedio que tienen es de tres años, ya que los grupos rivales son tremendos, por eso duran tres años o cinco a lo sumo. El sicario puede mantenerse en el mismo puesto con esa vida útil de sicario o ascender a lo que se llama “estaca”, que es aquel que va llega a una ciudad para abrir un nuevo punto narco. Ellos son de los más despiadados y al mismo tiempo resultan estrategas políticos. Su trabajo no es solo matar: es torturar, sacar información y dejar una marca particular. Se les usa para muertes ejemplarizantes.
Los sicarios son el resultado de una burocracia de lo narco ¿Cree que en Argentina se dan esos patrones?
Lo que veo es el aumento de la delincuencia común, como lo son robos, secuestros y asesinatos, pero eso me parece que tiene que ver con una realidad global. Creo que están lejos de una cultura narco como existe en países como México, donde incluso se usa por estos días un lenguaje al que yo llamo “narcoñol”, que es la mezcla entre español y narco. Hay verbos como sicariar que están muy instalados y son muy serios pero no hay escapatoria para mencionarlo de otra forma.
Las muertes están y hay que informarlas, pero ¿cómo evitar transformar al periodismo en una máquina de miedo?
Hay avances en el caso mexicano. Por ejemplo se dejó de usar la palabra “ejecutómetro” en la prensa, que se usaba para dar lugar a las muertes violentas del narcotráfico. También se dejaron de lado las palabras “encajuelado, entambado o encabijado”, que son las distintas formas en que los sicarios entregan los cuerpos. Estos términos son muy dolorosos. Aprender a nombrar a la víctima por su nombre es también saber nombrar a los victimarios, ya que no todos los perpetradores son sicarios. El sicariato opera como un síntoma del deterioro de la seguridad y me parece que esa descomposición está lejos de surgir aquí. Debemos tener responsabilidad y madurez para tratar la cuestión de fondo y no forzar las palabras para construir una alarma mayor de la que ya está experimentando la sociedad.
Foto: Sol Vázquez
Fuente: InfojusNoticias