lunes, 19 de marzo de 2012

Simona Levi: "Las subvenciones han creado al artista parásito que se cree que la sociedad le debe algo y es todo lo contrario"

Simona Levi es artista y activista italiana. Sus comienzos involucran la dirección teatral, la actuación y el baile; los estudios de artes escénicas en París, la programación en L’oeil du Cyclone, un espacio ocupado de la capital francesa, y las giras con varias compañías desde 1982. En 1990 Simona Levi se instala en Barcelona, y en 1994 abre la sala Conservas, un ámbito de difusión de la creación escénica independiente e innovadora mediante la autoproducción
Pero lo primero que aparece en la página en Wikipedia de Simona Levi, además de un lacónico “artista multidisciplinar”, es su activismo en los “movimientos sociales europeos en el tema de la libre circulación del conocimiento, derecho a la vivienda y uso del espacio público”, y, más adelante, que es fundadora de X.net, una plataforma sin fines de lucro que propone modelos alternativos para la difusión cultural y la gestión de los derechos de autor, y coordinadora del FCForum, encuentro internacional que engloba a “organizaciones y expertos en el ámbito de la cultura y el conocimiento libres para crear un marco estratégico global y una estructura de coordinación internacional”.

En cierto sentido, la forma que tomó tu activismo en estos últimos años empezó con el último espectáculo teatral que montaste, Realidades avanzadas (2007). ¿Cómo fue?
Sí. Aunque siempre lo que hago está vinculado al trabajo político, con Realidades avanzadas tuve una fulguración. Estábamos de lleno en el movimiento por la vivienda y por el espacio libre, que fue muy fuerte en 2006, y el espectáculo servía para explicar al público la Ley de Vivienda. Se basaba en cinco cuestionarios muy irónicos, basados en la lectura de esas leyes que nos estaban imponiendo. Es que nadie lee las leyes, pero son fáciles de leer y te das cuenta de lo que te están haciendo, de lo que se te impone. Era sobre la propiedad -de la casa, del espacio público y del material- y sobre las leyes. El público participaba votando leyes. Así, hablando del tema de la propiedad hice un video que atacaba a un banco y se me censuró por copyright. Pero la imagen era mía, no era un mashup [combinación de datos, presentaciones y funcionalidad procedentes de una o más fuentes], era libre de copyright, pero igual se lo censuró y en cuatro horas se quitó de la web. Pero la gente lo puso de nuevo porque, como está pasando últimamente, cuanto más se censura algo más se lo encuentra. Y allí tuve la fulguración: me di cuenta de que la censura iba en serio y de que se estaba usando el copyright para coartar la libertad de expresión y para poner coto a muchas cosas. Desde entonces me quedé pillada con el tema de la propiedad intelectual y me ocupo de forma fanática de esto. Porque los artistas estamos siendo utilizados como escudo humano para censurar internet y meter palos en la rueda del desarrollo de la era digital. Me he sentido interpelada, para ver si estas leyes que se estaban haciendo para protegerme, y me di cuenta de que era todo lo contrario. Desde ese momento no he vuelto a dirigir para teatro.

¿Y los Oxcars?
Los Oxcars son espectáculos de cultura libre, una pieza de teatro en sí, un teatro para explicar (que es lo que me interesa en este momento), muy fresco, nada pedante, no es decirte cómo son las cosas en el sentido de tratarte como un imbécil, sino de coger los absurdos como partitura para hablar del presente. Cada año hacemos este festival en el que cogemos cuestiones absurdas sobre la propiedad intelectual y la libertad en internet. Es mi puesta en escena de cada año: ya no hago espectáculos porque pienso que el espacio del teatro ya no sirve para transformar la realidad. El teatro se está vaciando de contenido, entonces la gente ya no va porque no hay nada que atraiga. Si queremos incidir en la realidad tenemos que usar las armas teatrales de manera diferente, para llegar a la gente. Ahora, al menos en España, los espacios teatrales son muy para el sector, los teatreros se ven entre ellos y no llegan a muchas más personas, y eso no está bien.

¿Qué rol tiene el artista en la sociedad de hoy?
Creo que los artistas han dejado de ser una vanguardia para ser una retaguardia. Lo siento si los artistas se ofenden, pero yo estoy harta. Me refiero a los artistas que no tienen la autonomía de pensar por su cuenta o a los consagrados; ellos son los más visibles en los medios porque son los que tienen poderosos a sus espaldas. Desde 2008 llevo diciendo que los artistas nos tenemos que poner -porque yo soy artista- del lado de la sociedad civil para proteger la circulación del conocimiento, pero muchos se están poniendo del lado de las entidades de gestión por miedo, por desconocimiento, por no haber entendido la sociedad en la que viven. Es algo que va en contra de su código deontológico. Hay muchos artistas que sí, pero en su gran mayoría no están haciendo su trabajo y la sociedad civil está teniendo mucha paciencia con ellos, les está teniendo mucho cariño, pero se está acabando. De hecho, yo llevo tres años haciendo un festival que se llama -o se llamaba, porque no lo haré más- 
“¿Para qué sirven los artistas?”. Era una simple pregunta y lo único que he conseguido es que me insulten. A mis festivales viene mucha gente, pero no la gente de la profesión, porque se considera que soy crítica. Creo que la profesión no se está haciendo esa pregunta.

¿Qué te trajo a Montevideo?
Vine porque en la ofensiva para defender a la sociedad civil y toda esa potencialidad que nos da internet hay dos posibilidades: defendernos o tratar de crear espacios donde recuperemos nuestra libertad. Ahora estamos en un momento muy regresivo con SOPA y ACTA y entonces en Europa estamos sólo a la defensiva, pero hay algunos espacios donde hay potencialidad, y en FCForum, la plataforma con la que trabajo, pensamos que Uruguay es uno de ellos. Digo esto en el sentido en que aquí tenéis un Plan Ceibal, tenéis una empresa desarrollada de comunicaciones que es del Estado -algo que sucede en pocas partes del mundo- y por eso podéis cuidar más el aspecto digital que en otros sitios (por ejemplo, en España nos interesa más el aspecto inmobiliario, porque nuestro modelo se ha desarrollado en un sentido; lo digital lo entendemos mucho menos). Entonces, yo he venido a conocer y me estoy encontrando con gente muy interesante que trabaja el tema del software libre, los negocios online, el cine. Me interesa cómo estáis trabajando aquí con la nueva emprendeduría digital. He venido a intercambiar. Por un lado, estoy aprendiendo mucho; por otro, nosotros tenemos diferentes modelos de sustentabilidad para el sector creativo y eso es lo que yo puedo aportar aquí. Es importante para mí que se aprendan los nuevos modelos; si no, por el miedo que tiene el sector, por la ignorancia, acabaremos con internet (que sirve para más cosas que escuchar música). Mi urgencia es encontrarle un modelo de negocio a los artistas porque si no, nos joden a todos. Al sector le falta autonomía, hoy las asociaciones les dicen que están defendiendo intereses y no es cierto. Cualquier otro gremio estaría ya en huelga, pero nosotros defendemos al patrón.

¿Cómo sintetizarías ese modelo?
Por ejemplo, Megaupload no me gusta. No me gusta su dueño -aunque es mentira que se hizo rico con Megaupload, ya era millonario de antes-, pero lo que es importante es que la cerraron tan salvajemente porque estaba a punto de abrir Megabox. Hubiera sido un portal en que los autores, si salían de las distribuidoras normales, podían poner sus propias canciones allí y se llevaban el 90% de los ingresos. Y este modelo es “el” modelo, porque no quiere decir que los artistas se mueran de hambre, ni los artistas ni los pequeños y medianos empresarios, quizá sí las multinacionales, pero no me importaría y tampoco creo que pase a mediano plazo. Lo que tendría que hacer el pequeño y mediano empresario, por ejemplo, sería abrir un portal, implementarlo, monitorear cuánta es la descarga y repartir el dinero. Y el artista tendría que hacer su música y cobrar el 90%. Los artistas deberían estar defendiendo este mecanismo: lo ha entendido la sociedad civil, todo el mundo, y los artistas se creen las bobadas que se les cuenta desde las instituciones, la excusa del (viejo) “derecho de autor”. Es importante que abramos modelos como Megabox lo antes posible para que los viejos modelos se extingan por su propio peso.

¿Cómo dialoga el modelo de las subvenciones (estatales y no), muchas veces invocado como panacea, con los nuevos modelos?
Creo que la pregunta que el sector se tiene que hacer no es “¿qué dinero nos va a dar la sociedad para que no nos muramos de hambre?”, sino “¿de dónde los artistas vamos a sacar el dinero para darle nuestro producto a la sociedad?”. El artista tiene que buscar y coger el dinero donde quiera que esté. Ha habido una época en que había subvención, pero si ahora con la crisis no la hay, se tiene que sacar de debajo de las piedras o trabajar de camarero. En Europa ha habido muchas subvenciones, que han hecho muy bien y muy mal. Han hecho bien, yo viví (como muchos otros) hasta ahora de subvenciones y gracias a ellas he logrado desarrollar nuevos modelos que permitan financiar cosas buenas. Pero también han creado al artista parásito que se cree que la sociedad le debe algo y es todo lo contrario; eso de que yo por la mañana me levanté y decidí ser artista y por eso se me tiene que dar de comer no funciona. Nosotros le debemos a la sociedad, y si a la sociedad le interesa lo que haces podrá intercambiar contigo. Y aunque la total independencia de la gente es difícil, hay que intentarla. Ahora cualquier Estado que se respete y cualquier empresa multinacional apoya algo radical para demostrar que es democrático. De hecho, los artistas escupimos y vomitamos en escena porque el poder necesita esto. Si no lo necesitara nos comportaríamos súper bien. Hay que pensar la radicalidad como cambio de la realidad: si La Fura dels Baus, por ejemplo, cobra mucho por cortarse los testículos en público es porque al Estado le sirve decir que se promueve de todo, hasta eso. Pero sus espectáculos no nos están cambiando la vida. En todo caso, dinero hay; lo que los artistas debemos entender es cómo obtenerlo, y para eso se necesita pensar en nuevos modelos.
Foto: Edu Bayer
Fuente: La Diaria

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