viernes, 17 de febrero de 2012

Acerca de la nueva política de privacidad de Google

Por: Daniel Carranza
Probablemente Google sea el producto más usado del planeta. Cuando eso se conjuga con que la propia naturaleza de sus servicios implica el manejo de nuestra información personal, es lógico que cualquier cambio en su política de privacidad -como el que va a tomar efecto el primero de marzo- esté bajo el escrutinio de usuarios, grupos defensores de la privacidad, reguladores y políticos.
Ese tamaño e importancia, también lo convierte en blanco fácil de la competencia que encuentra un flanco débil, de buscadores de cinco minutos de fama y -cuando no- de políticos que ven la oportunidad para mostrarse preocupados por dos temas tan en boga como la privacidad y la tecnología. Como suele pasar, la realidad está en el medio de las visiones más optimistas y las más fatalistas. Aunque ya pasaron las épocas en que alguien crea sinceramente en el famoso "no seas malvado" como lema de Google, no se puede dejar de dar crédito a unos cuantos años de buen manejo de datos. Eso incluye pararse firme contra los pedidos de datos -muchas veces insustanciales- de gobiernos como el francés (1.312 en 2011) , el indio (1.739) y el estadounidense (5.950). Sobre el tema en particular de la lucha desde Estados Unidos contra los sitios de intercambio de archivos, es importante recordar que Google funciona en la medida que la gente encuentre lo que busca. Un exceso de puritanismo lo llevaría en el mismo camino de descenso que transitó el Betamax cuando a diferencia del VHS, se negó a la industria porno el permiso para usar el formato. También hay que reconocer la honestidad en materia de qué pretende Google con la información. Desde muy temprano en su desarrollo, el objetivo declarado fue "Organizar toda la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil". La parte de la accesibilidad es algo de lo que pueden darse por satisfechos a esta altura. Al menos cuando muchos de nosotros usamos Google no sólo para buscar, sino para confirmar la existencia o certeza de algo. Con salvedades y excepciones, se puede afirmar que lo que no está en Google -en muchos sentidos- no existe.
Para aumentar la utilidad es que más se necesita usar la información personal y sobre todo, combinar la que proporcionamos voluntaria o involuntariamente en diferentes servicios o plataformas de la marca. Cuanto más conoce de nosotros y de nuestro contexto, más relevantes son las inferencias que puede lograr la inteligencia artificial. Según los propios ejemplos dados por Google, esto implica en el nivel más básico que los resultados de una búsqueda se ajusten a los idiomas que conocemos, o que pueda diferenciar si estoy buscando "rosa" la flor o "rosa" el color. La cosa se pone más interesante cuando vemos que -ni por error, ni por casualidad- los servicios en los que Google se ha expandido más allá de la búsqueda, tienen que ver con organizar el resto de nuestra vida dentro y fuera de la web. Correo, calendario, documentos, geolocalización, fotos y hasta el sistema operativo de los teléfonos y computadoras que usaríamos para acceder a esos servicios. En la variedad y combinación de todo eso es donde se encuentra el argumento más positivo del cambio de política; en lugar de 60 o 70 documentos distintos, se generó uno más abarcativo con apenas tres excepciones (Wallet, Chrome y Books).
Volviendo a los ejemplos que se usaron para explicar el cambio, Google sueña con el día en que basándose en un correo donde te agendan una reunión, pueda avisarte que vas a llegar tarde porque el tránsito en el camino que vas a hacer está trancado. Y sugerirte una ruta alternativa, capaz que hasta tirándote un avisito de un bar de minutas en el camino (aunque esto no lo dice Google).
Esta visión de un mundo de información integrada tiene sus obvias ventajas pero evidentemente no es ideal desde el momento en que -por mejor conducta que tenga- está basada en una sola empresa, con el músculo como para torcer o evadir la voluntad de Estados, consumidores o lo que se le presente. Aun así, ponerle el mote del malo de la película es un poco apresurado cuando compañías con objetivos similares como Apple o Microsoft actúan de igual manera, con más o menos habilidad para manejar las controversias.
Quien tenga paciencia, suficientes habilidades y esté dispuesto a invertir un poco, tal vez pueda lograr resultados similares a lo que se obtiene de Google usando software libre, servicios más laxos en cuanto a solicitud de datos y un poco de ingenio. Para el resto de los mortales, lo que se obtiene vale la entrega de información y tolerar la publicidad. Y ahí está lo central de la cuestión: nuestros datos son una moneda de cambio y esto ni siquiera es algo nuevo. Nadie nos obliga a entregarlos, ni siquiera la nueva política de privacidad. Lo que se hace cada vez más evidente es que uno puede elegir entrar o no, pero nada es gratis en la vida. Lo que no pagamos con dinero, lo pagamos con información y depende de nosotros decidir dónde está el límite de lo que estamos dispuestos a entregar, porque quienes viven de la información, siempre van a querer más.
Fuente: La Diaria

Google responde por su nueva política de privacidad
Habla Ana Paula Blanco, vocera de la empresa para América Latina
Desde el 1 de marzo Google estará regido por unas nuevas normas de seguridad. Un cambio que consistirá en unificar las más de 60 políticas de privacidad de sus productos y que les prometió a los usuarios vivir una “experiencia más sencilla” cuando accedan a cualquiera de sus servicios (Youtube, Gmail, Google+, y otros). El anuncio despertó muchas dudas entre los analistas que se cuestionan, fundamentalmente, qué tan expuesta va a estar la información de las personas con estas nuevas medidas.
El Espectador recogió algunas de las preguntas que todavía siguen inquietando a los expertos y se las trasladó Ana Paula Blanco, gerente de comunicación de asuntos políticos para América Latina de Google. Estas fueron sus respuestas:
Fue una constante entre los analistas asegurar que esta decisión de Google, de unificar los perfiles de sus usuarios, es una medida para facilitar su estrategia comercial y llegarle más fácil a sus anunciantes. ¿Es cierto?
Fuimos muy claros desde el principio al decir que también iba a mejorar nuestra plataforma de anuncios. Este es uno de los productos que va a mejorar, pero no es el principal incentivo. Este cambio responde más a una intención de facilitar la relación entre los usuarios y los diferentes productos, de que sea posible interactuar mejor entre las plataformas. Imagínate que en tu oficina para entrar a cada sección hubiera que firmar una política de seguridad diferente, se vuelve una experiencia de usuario incómoda. Después de 14 años tenemos más de 60 productos e interacciones y sentíamos la necesidad de unificarlos en el tema de seguridad: que tu correo se hable con tus contactos, tu calendario, tu plataforma de video. No pensamos vender nuestras bases de datos, no tenemos ese modelo económico.
Se le criticó a estas nuevas medidas que no le dieran la posibilidad al usuario de elegir cuáles de sus cuentas quería unificar. Por ejemplo, aquellos que manejan alguna cuenta de correo electrónico para temas confidenciales no quieren que esa información se integre con la del resto de servicios que también utilizan.
Los principios de privacidad no cambian. No estamos pidiendo nueva información. Lo que tiene que hacer el usuario es aceptar los términos en cada una de sus cuentas pero entre ellas no se van a hablar, lo que hagas en cada una va a crear un historial independiente. No quiere decir que vayamos a interactuar entre ellas porque están bajo tu nombre, cada una tiene un contrato distinto y una lógica diferente. No es que nos vayas a entregar tu privacidad, nosotros somos como un refractario, una vasija que te ofrecemos para que vayas mezclando ingredientes de acuerdo a tus necesidades, pero la información sigue siendo tuya. No vamos a revolver tus cajones. En el momento en que no quieres que Google tenga esa información te la puedes llevar.
En una carta que ocho miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos le enviaron al presidente de Google, Larry Page, le preguntan a la compañía si les permitirá a los usuarios borrar permanentemente su información personal o si se reservará algunos datos de las cuentas eliminadas. ¿Cuál es la respuesta?
Nosotros no seguimos guardando la información. Cuando un usuario decide irse en cualquier momento la puede retirar, toda o por partes. En el momento en que decides hacerlo lo borramos de nuestros servidores. Ese cajón queda vacío.
Ustedes aclaran que nunca venderán ni compartirán la información personal de los usuarios sin su autorización, “salvo en circunstancias excepcionales (por ejemplo, si recibimos un requerimiento legal válido)”. En este punto hay quienes temen que Google se convierta en un “Gran Hermano” que almacena la información más privada de sus usuarios, y que en cualquier momento una agencia de seguridad o incluso un hacker pueda acceder a ella. ¿Es así?
Sí y no. Lo que pasa va a pasar cuando haya un requerimiento legal es lo mismo que venimos haciendo desde años atrás porque en todos los países operamos respetando la legislación nacional e internacional. Ya hemos recibido requerimientos, pero tiene que darse en medio de un proceso legal, por ejemplo, en casos de redes de pornografía infantil. Si se viola una legislación importante y nosotros somos parte de ese proceso, respondemos lo que nos corresponde. No quiere decir que pase con todos, nosotros nos metemos con nuestros abogados a revisar caso por caso y podemos estar sujetos a entregar cierta información en dados casos.
Fuente: elespectador.com

Otras Señales

Quizás también le interese: