Por: Isabel Coello
Una carrera dedicada a la denuncia y la defensa de los derechos humanos. Hollman Morris fundó la sección de Paz y Derecho Humanos del diario El Espectador y su labor al frente del programa de televisión Contravía le ha hecho merecedor de múltiples premios internacionales de periodismo. También le ha llevado a tener que exiliarse dos veces, debido a las amenazas contra su vida. Su nombre es uno de los que más aparece en dosieres de los servicios secretos colombianos, investigados por perseguir y espiar sin autorización judicial a cientos de opositores y periodistas críticos. Pese a todo, Estados Unidos le ha denegado la visa para poder estudiar la beca Nieman de la Universidad Harvard, la más prestigiosa entre la profesión. "Quiero creer que se ha cometido un error y que el Departamento de Estado lo está reconsiderando", dice Morris
¿El presidente Álvaro Uribe le ha llamado terrorista en alguna ocasión?
Uribe, a los defensores de los derechos humanos, a la oposición política y a periodistas independientes como yo, en diferentes ocasiones nos ha llamado aliados del terrorismo. Colombia tiene que hacer un balance de cuánto daño hizo un discurso intoxicando a la sociedad colombiano sobre el ejercicio real de la defensa de los derechos humanos y de una prensa independiente.
Habla de balances. ¿Cuál es el suyo sobre la era Uribe?
Es innegable que logró que disminuyeran los secuestros, se retomara el control de diferentes regiones del país y se arriconara a las guerrillas. Pero eso no es lo único que cuenta en una democracia. La seguridad democrática se hizo a costa de graves violaciones de los derechos humanos, como los 2.000 falsos positivos [civiles ejecutados por miembros de las fuerzas armadas y presentados como guerrilleros], y detenciones arbitrarias. Y los servicios secretos del DAS [Departamento Administrativo de Seguridad] persiguieron de forma ilegal a la oposición. Trabajaron día y noche para denigrarla y acabaron con la vida social y psicológica de alrededor de 300 colombianos. La seguridad democrática ni fue segura ni fue democrática.
¿Qué responsabilidad le atribuye a Uribe?
El presidente Uribe por lo menos es responsable político de todo lo cometido por sus servicios secretos, que dependen directamente de él. La responsabilidad política le cabe entera. Un jefe de inteligencia ha declarado que, en una reunión en un club privado, la ex directora general del DAS les dijo que la prioridades del presidente eran seguir a la Corte, los periodistas y los senadores Gustavo Petro y Piedad Córdoba. Quienes hemos sido víctimas directas de esta cacería criminal no podemos descartar las denuncias penales al respecto.
¿Cree que hay un doble rasero en cómo se mira lo que ocurre en Colombia? ¿Qué hubiera pasado si Hugo Chávez hubiera hecho la mínima parte de lo que ahora se atribuye a la administración de Uribe?
Que se montaría un quilombo impresionante. Sin lugar a dudas, hay un doble rasero. Estamos hablando del escándalo político más grave ocurrido en América Latina hoy día: la Policía secreta de Uribe destinó sus recursos a acabar con la oposición política, siguiendo a niños, y a operaciones que se extendieron contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y hasta el Parlamento Europeo. Es un escándalo de infinitas proporciones. Eso sin contar los 40 parlamentarios uribistas actualmente investigados por delitos de lesa humanidad. ¡Por favor! Ese panorama no lo tenemos en ningún país de América Latina. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con algunas actitudes de Chávez, pero aquí sí hay que hacer un llamamiento a la tan mentada objetividad periodística porque ahí están los hechos.
¿Por qué esa campaña contra ustedes?
Un gobierno que dice que es el mejor en décadas, que Colombia es pura pasión, que deja estándares altos, ¿qué necesidad tenía, si eso es cierto, de lanzar esa feroz campaña de desprestigio contra la oposición y el periodismo independiente? ¿Cuál es ese miedo tan grande hacia una oposición que usa la palabra, las leyes y el congreso? Ahí reside la respuesta.
Ha mencionado que el DAS hizo seguimiento de niños. ¿Eso incluye a sus hijas?
Una de esas menores es mi hija, de nueve años, ciudadana española, nacida en Vitoria. Esta niña fue víctima desde 2003 de la más infame cacería, que incluyó persecución a mi familia, la toma de fotos de mis hijas, víctimas de la desestabilización psicológica de su núcleo familiar. No descarto plantear este caso ante la Audiencia Nacional. Lo que han hecho con nosotros no tiene nombre. Sólo nos queda la palabra y las leyes, y vamos a llegar hasta el final.
¿Qué opina de la postura del Gobierno español?
El Ejecutivo español extendió un cheque incondicional al Gobierno de Uribe. Muchos esperábamos que esa política fuera más crítica y más constructiva y que tuviera en cuenta las llamamientos de la comunidad de derechos humanos. Lamentablemente no ha sido así. No se asumió una distancia crítica.
¿Qué espera del presidente Juan Manuel Santos?
El discurso de Santos el día que ganó permite creer que puede haber puentes importantes de interlocución que durante la era Uribe fueron volados. Llamó al cese de los odios. Yo quiero creer que eso es cierto. A lo largo de su campaña dijo que él era una cosa y Uribe otra. Una cosa es defender un cierto legado y otra dedicar un mandato a sostener a un ex presidente seriamente cuestionado.