Las salas de los medios de comunicación, como la de este diario, se exponen hoy a un reto mayúsculo en la verificación de datos, en la ‘era de la posverdad’ |
“El escritor de un diario debe vivir en casa de cristal”. Esta frase tallada en mármol del director histórico de este diario, el expresidente Eduardo Santos, es la que da la bienvenida a quienes ingresan a la sala de invitados especiales, en la sede principal de Bogotá.
La búsqueda de la verdad y de la transparencia de la información fue una de las obsesiones de Eduardo Santos, la cual heredó a las generaciones posteriores de directivos y periodistas de este rotativo. Sabía que esos elementos son los cimientos más sólidos sobre los que debe erigirse un medio de comunicación.
Esta premisa del expresidente cobra, en estos días confusos que enfrenta el periodismo mundial, una vigencia primordial para hacerle frente a la proliferación de noticias falsas que invaden hoy las redes sociales, en la llamada ‘era de la posverdad’.
Este fue uno de los temas principales de discusión sobre los que versó la presentación de la edición actualizada del Manual de Redacción de El Tiempo, esta semana en la librería Lerner, norte de la capital.
Durante una hora larga, más de un centenar de personas escucharon con atención a Roberto Pombo, director general de este diario; a Andrés Mompotes, subdirector de Información, y al escritor y columnista Ricardo Silva Romero.
Precisamente, el director de El Tiempo abrió la charla explicando por qué un manual –que suele ser algo más de uso interno de las compañías–, en este caso, se convierte en un decálogo de ética periodística que el periódico entrega a sus lectores.
“Los medios de comunicación tenemos unas responsabilidades internas que son procurar garantizar que lo que se escribe en ese medio sea de la mejor manera posible, y necesitamos también garantizarle al lector transparencia”, explicó Pombo.
Contó que siguiendo esta premisa, El Tiempo se propuso en los años 80 hacer su primer Manual de Redacción, inspirado en el que había publicado el diario español El País, referente de tradición del periodismo escrito en castellano.
La edición actualizada de la ‘carta de navegación’ de este diario acoge las nuevas realidades informativas del periodismo moderno. “Se trata de cuáles son las normas básicas –éticas y prácticas– del funcionamiento del periódico, de su escritura y de cómo los medios de una casa editorial como esta se deben comportar, involucrando ya elementos complejos como los blogueros, la redes sociales, los columnistas o el manejo de los tuits, entre otros”, anotó Pombo.
Y agregó, muy en la línea de la reflexión del expresidente Santos: “Pero, además, es la decisión de entregarles a nuestros lectores un decálogo ético y práctico con el cual nosotros nos ponemos en el ojo público, para que nos digan: ‘Ustedes se tienen que comportar de acuerdo con este principio básico que es su Manual de Redacción’ ”.
Reino de la mentira
Por su parte, Andrés Mompotes recordó que en el 2005, cuando el manual se actualizó por última vez, el mundo era otro. Facebook acababa de aparecer y poco después harían su debut redes como Twitter o Instagram.
“Esto nos ha cambiado la vida no solo a nosotros como ciudadanos, sino también el ejercicio del periodismo. Cómo las redes sociales retan la búsqueda de la verdad. Y cómo ponen a los periodistas realmente a hacer procesos de verificación, que antes se exigían para la construcción de una noticia. Sin embargo, hoy no solo son una herramienta para hacer noticias, sino un desafío para no caer en aquello que circula sin ningún tipo de sustento”, dijo.
En ese sentido, la actualización de este manual significó un reto que obligó a conservar dos ejes fundamentales que venían de manuales anteriores: la defensa del idioma y ser un compendio de normas éticas periodísticas. “Estas garantizan el buen ejercicio de búsqueda de la verdad”, agregó.
Mompotes resaltó que el compendio de principios presentes en el manual incluye lo que El Tiempo piensa en lo referente a su principio de defensa de la libertad de opinión, de la imparcialidad y de la búsqueda de la verdad con precisión y exactitud.Pero, también, la manera de enfrentar las nuevas realidades antes descritas por el director.
De allí se desprende una de las primeras conclusiones a las que llegó el equipo –bajo la coordinación del subdirector– al frente de la elaboración del nuevo manual.
“Creímos que la tecnología había cambiado algunas cosas básicas de hacer el oficio, y lo maravilloso de esto es que la tecnología no va a cambiar nunca los fundamentos que sostienen el ejercicio periodístico”, anotó.
Aprovechó para traer a colación el caso de las obligaciones de los columnistas y de los blogueros que escriben en las páginas impresas y virtuales de este diario.
Mompotes explicó cómo los blogueros, por ejemplo, dentro de ese escenario democrático del mundo de internet, entraron a expresar cualquier idea, sin necesidad de depender de un medio tradicional, en un entorno de “libertad absoluta”.
“Pero la libertad absoluta tiene sus riesgos, porque cuando tú generas una opinión sin respetar el derecho de los demás, puedes trasgredir libertades y honras. Y ese tipo de cosas no estaban antes reglamentadas. El manual intenta decirles a los columnistas y blogueros: ‘Ustedes también tienen la responsabilidad de garantizar que lo que digan tenga un sustento’ ”, explicó el subdirector.
En ese punto, Ricardo Silva cree que en los tiempos actuales que se viven, con la irrupción de las plataformas digitales, los oficios están obligados a redefinirse mucho más.
“Cuando salió la televisión, al cine le tocó ser más cine. Entonces, ahora que todo el mundo es periodista, diciendo mentiras, hay una gran oportunidad para que el periodismo se defina todavía más y sea más serio. Y creo que había que hacer un libro como este que fuera una declaración de principios”, comentó.
Además, el autor tocó el tema de la injuria y la calumnia, que el manual aborda con rigurosidad, y que hoy parece haber hecho carrera a través de las redes y los foros de discusión.
“Estamos todos más o menos de acuerdo en que los foros de discusión son las nuevas paredes de los baños. Están llenas de odio, en un momento en que la infamia y la injuria perdieron como su lugar. La gente ya no sabe que eso es un delito y les parece fácil decirlo. Y entonces ¿qué vamos a hacer?”, se preguntó Silva.
Andrés Mompotes (izq.), Roberto Pombo y Ricardo Silva, en la charla sobre el Manual |
En ese punto de la discusión, Roberto Pombo se mostró preocupado de cómo, dentro de esta democratización de la información de internet, “se generó una especie de mercado persa de la ética”.
“Los comportamientos en plataforma digital se califican distinto a los comportamientos en otro tipo de plataformas, como periódicos impresos, televisión o radio. Pero la calumnia es la calumnia. Es decir, es un comportamiento humano: las falsas acusaciones o las ofensas son las mismas sin importar donde se digan. Pero, acá se piensa que si es en internet, vale todo”, explicó el director.
Pombo también destacó el peligro de lo que se volvió una costumbre exitosa de correr la raya de qué puede decir una persona a través de un medio de comunicación, frente a una tolerancia cada vez más flexible, que incluso saltó a los medios impresos.
“Al punto de que decidimos poner también en este manual los límites del comportamiento ético de los columnistas, para decirles que ellos pueden opinar, pero con los mismo límites como se hace la información. Es decir, sin trasgredir el código”, comentó Pombo.
En medio de este entorno, sin embargo, el Director de este periódico sí resaltó el buen momento que vive el mundo con la democratización de la información.
“Nos parece, en principio, que la gente del común nos está usurpando nuestro derecho divino de opinar como periodistas y eso está bien, porque yo creo que nos baja un poquito de un pedestal del que no nos hemos bajado suficientemente”, anotó.
Defensa del lenguaje
Además de los pilares éticos que los periodistas de hoy deben tener cada día más presentes, el otro gran apartado del que se ocupa el Manual de Redacción de este diario es el concerniente con la defensa del idioma.
“Las normas de consulta gramatical que hacen que un periodista en el momento del cierre pueda resolver una duda: cómo se escribe una fecha, un símbolo, una sigla. O cómo debe resolver la aparición de un extranjerismo, que cada vez nos dominan más y empiezan a arrinconar nuestra materia prima con la escribimos que es el español”, comentó Mompotes.
Esta sección es una de las que el manual aborda con especial cuidado, en un momento en que los extranjerismos y anglicismos están ingresando de manera tan fuerte a través de las redes y de internet.
“La pregunta es: ¿en qué momento deberíamos nosotros dejar correr esa barrera en la que debemos proteger términos que se pueden usar en español y evitar que se escriban en inglés?”, comentó el Subdirector.
“Es que a mí me parece que gran parte del uso de anglicismos es lobo”, dijo Silva, en tono humorístico, mientras el público soltaba la risa. “Sin embargo, soy consciente de que hay un momento en que uno puede verse ridículo diciendo todo en español. Como, por ejemplo, cuando yo digo que tengo puestos unos vaqueros y no unos jeans. Entonces es más como asunto de criterio estético”, anotó el autor.
Mompotes destacó también que entre los colaboradores que aportaron su valioso consejo para construir el manual, la periodista Jineth Bedoya, por ejemplo, estuvo atenta de la elaboración de un decálogo para el cubrimiento de la violencia de género, un tema tan sensible en la sociedad actual.
“Al final no importa qué vaya a pasar con los medios de comunicación. Sin embargo, estoy seguro de que los géneros periodísticos hoy, con el desarrollo revolucionario histórico de los medios siguen siendo los mismos que cuando empezó el periodismo.
Es decir, contar historias bien contadas así sea una noticia, un reportaje, un perfil, una crónica o un análisis. Puede ser que ciertas formas de medios de comunicación desaparezcan o se transformen, pero lo que no va a dejar de suceder es que nosotros tenemos que hacer respetar y respetar nosotros mismos la ética de nuestro oficio sin importar la plataforma. Por eso hicimos este manual”, concluyó el director de El Tiempo.
Fotos: Rodrigo Sepúlveda, Diego Caucayo
Fuente: El Tiempo