En Rosario, Argentina, se está ante una oportunidad histórica: conservar la última gran sala de cine que queda en pie, renovarla y romper con el dominio norteamericano de la distribución estableciendo reglas de juego diferentes.
Los dueños del cine El Cairo, quieren vender el inmueble y no desean renovar el contrato de alquiler que expiró a fin de junio. Se formó una comisión de personas interesadas en que la sala siga funcionando como cine tradicional y se están realizando las gestiones para eso.
Pero se opone una forma de mentalidad que pretende seguir haciéndole el juego a Hollywood, a Estados Unidos, al capitalismo.
Así, estar creando el nuevo cine El Cairo, es una actividad muy divertida. Aparecen quienes creen que podemos hacer mucho y quienes creen que todo está perdido. Cada uno de ellos discuten y hablan más de sí mismos que del asunto.
La prensa no se hace eco del tema, a menos que sea para descreer de la posibilidad de ganar la batalla contra Hollywood y el monopolio de la industria cinematográfica. Si la Iglesia ya demostró lo que es, si los militares demostraron lo que son, si los políticos también, es hora de que seamos conscientes de lo que es la prensa que nos informa.
Hace años que las salas de cine clásicas vienen desapareciendo. Y no desaparecieron pasando películas de Finlandia, por ejemplo. Desaparecieron pasando cine de Hollywood. No desaparecieron por la televisión en colores o el cable. No desaparecieron por la venta de copias ilegales de películas. No me imagino al imperio vencido por vendedores de “truchadas” callejeras. Todavía hoy sigue existiendo entre los exhibidores, una mayoría que cree que lo mejor es seguir pasando cine del norte de América. Que el público quiere ver eso o las peores comedias argentinas. Así es como disminuye cada vez más la cantidad de gente que va al cine. Una sola oferta, más de lo mismo o más de lo peor. Son ellos los que les faltan el respeto a la inteligencia de las personas, no quienes proponen contra viento y marea una exhibición de películas que respete la diversidad cultural.
Hoy estamos como cuando había quienes aseguraban que los aviones, al ser más pesados que el aire, no podían volar. Se nos dice que hoy no funciona la sala grande, que es negocio la multipantalla. Pero ¿tiene sentido tener catorce salas y pasar todos los días a toda hora una película en cada sala? ¿No demuestran los festivales que pasando siete películas distintas en cada sala, un lunes a la tarde puede estar tan lleno el cine como un sábado a la noche? Es más, en los festivales, las mejores salas son las grandes. Todas las multisalas (Hoyts en el Bafici, o las múltiples de Mar Del Plata) son incómodas para tanta gente ávida de algo más interesante.
El Cairo está ante la oportunidad de volar en estos tiempos en que la gente va cada vez menos al cine comercial y más a los ciclos, a los cineclubes, a los festivales, a las muestras. La gente que va al cine, va al cine.
¿No es obvio que las grandes salas desaparecen por tener sólo una película por semana? La idea de El Cairo es la idea de muchas películas en la misma sala. No es la misma gente la que va el lunes al mediodía que la que va el sábado a la noche. ¡¡¡Obvio, entonces, que no podemos pasar la misma película!!! (Pero como desde USA ordenan pasar como ellos ordenan...) Las multisalas de Rosario están vacías el lunes toda la tarde en todas las salas. Pero pasan la película igual para no permitir que esa pantalla esté ocupada con otra cosa que no sea una producción de Hollywood. La industria cinematográfica es hoy un negocio inmobiliario que alquila butacas con vista a Hollywood cada noventa o más minutos.
El Cairo se ocupará de las mañanas para las escuelas con películas interesantes para escuelas. Al mediodía con ciclos de cine especializados, a la tarde con seminarios, cursos y talleres, a la noche con cine de Hollywood y de otras cinematografías. Habrá contactos con embajadas y festivales (no hay que esperar que un distribuidor en Estados Unidos decida lo que nosotros después creemos elegir!!!).
Todo consiste en no conformarse, en no resignarse. Y, finalmente, si no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino de dominados, por lo menos no consumamos contentos fiambres de difícil digestión como Shrek, Los cuatro fantásticos, El hombre araña y todo lo que nosotros creemos que nos obligan a consumir.
Habrá archivos, museo, biblioteca, también. Todo en un cine confortable pero a la antigua. Con el acomodador de antes, con la decoración de antes. Pero claro, dicen que los aviones no pueden volar porque son más pesados que el aire.
(*) El autor es escritor y docente universitario en la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de La Punta, ambas de Argentina.
Fuente: Guión Actualidad / Foto: Notiexpress