Correo electrónico, boletín informativo, mensajes de texto telefónicos... Cada vez más periodistas de prensa escrita se desvían de los medios tradicionales y venden con éxito directamente sus contenidos a los lectores, una tendencia que suscita el interés de Twitter y Facebook.
Anna Codrea-Rado dio el paso en mayo de 2019. "En esa época me decía que era una locura hacer pagar a la gente por un boletín informativo", recuerda esta periodista que entonces tenía 2.500 lectores para su boletín gratuito LANCE, especializado en periodismo freelance.
Su publicación semanal se tornó paga mediante la plataforma especializada Substack. La cantidad de abonados cayó a 130 y luego subió progresivamente a 330. "Era una buena fuente de ingresos", recuerda, aunque a raíz de la pandemia decidió suspender su fórmula paga y tornarla gratuita.
Como esta británica treintañera, que también tiene su podcast, cada vez más periodistas se tornan empresarios y buscan directamente a lectores que paguen.
El boletín informativo existía ya antes de internet, gratuito o de pago. Esta nueva ola está ligada a la aparición de herramientas digitales pero sobre todo a nuevas prácticas.
"Hace 10 años, la idea de una suscripción estaba poco extendida", recuerda Jeremy Caplan, director del programa dedicado al empresariado en la escuela de periodismo de CUNY, la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
Netflix y luego Spotify pasaron por eso. Actualmente "las personas están suscritas a un montón de cosas" y están abiertos a "microsuscripciones" de pocos dólares para apoyar financieramente un podcast o leer un boletín informativo, señala Caplan.
Algunos proponen incluso informar a sus lectores a través de mensajes de texto, una función ofrecida por la plataforma Subtext.
La crisis de la prensa escrita, que implicó fusiones, desaparición de medios y despidos, también llevó a los periodistas a explorar modelos alternativos.
"La falta de salarios decentes y de cobertura médica propuestas por los grupos de prensa hace que cada vez más gente se vaya a Substack o a otro sitio", observa Jon Schleuss, presidente de la NewsGuild, el principal sindicato estadounidense de la prensa.
"No es para todo el mundo"
La primera ventaja para los escritores que se independizaron es el pago directo, tras el retiro de una comisión de 10% para Substack. "Como periodistas freelance, somos pagados en tiempo y hora, eso cambia mucho las cosas financieramente", explica Codrea-Rado.
Substack cuenta hoy con más de 500.000 suscriptores de pago, con una tarifa mensual de entre cinco y 10 dólares para la mayoría de los boletines informativos más leídos. Las 10 publicaciones más populares generaron en total más de 15 millones de dólares de ingresos el año pasado, indicó la plataforma a la AFP.
Los temas más leídos son la política y la cultura pop. Muchas veces los autores proponen una parte del contenido gratis, o incluso lo asocian a un podcast, para ampliar su audiencia, generar eventualmente ingresos publicitarios y crear una puerta de entrada a la suscripción.
"Para mí la mejor cosa en todo esto es que no estoy asociado a ninguna marca, ninguna institución", explica Isaac Saul, creador del boletín informativo de política estadounidense Tangle, con unos 3.000 suscriptores pagos. "En el mundo político eso es una enorme ventaja".
Para David Sirota, fundador de The Daily Poster, un proyecto para el cual trabajan varios periodistas, el contacto directo instaura con los lectores una relación más sana que la que tienen muchos de los grandes medios que pretenden ser objetivos.
"No damos la falsa impresión a nuestros lectores, no los infantilizamos haciendo como si no tuviéramos un punto de vista", dice Sirota, que es aún columnista del diario británico The Guardian.
The Daily Poster se apoya "en nuestros suscriptores para su feedback, su aporte y sus ideas de temas. No son únicamente nuestra audiencia, integran nuestro equipo", subraya.
Todos describen una relación más calma con la audiencia, lejos de las redes sociales.
"No es para todo el mundo", advierte no obstante Caplan, que en la CUNY propone un programa de acompañamiento, porque esta forma de independencia significa también precariedad, incertidumbre e inversión total.
"Ampliar la cobertura, hacer crecer la audiencia, eso lleva tiempo", alerta Sirota. "No hay atajo posible".
El apetito por este formato crece y la competencia es cada vez mayor. Substack ya debió hacer frente a Ghost, una plataforma de tarifas atractivas, pero también al campeón de la economía artística participativa, Patreon, así como a TinyLetter o a ButtonDown.
En enero, Twitter compró Revue, un pequeño actor del mercado, y a mediados de marzo, Facebook develó un proyecto directamente inspirado de las plataformas existentes.
Consciente del peligro, Substack propone contratos a grandes plumas, a veces mediante el pago de varios cientos de miles de dólares, lo cual ha suscitado protestas de varios actores descontentos por la falta de transparencia de la plataforma.
Los medios tradicionales no deben temer esta nueva forma de periodismo, más complementaria que competidora, estima Isaac Saul. Globalmente, "es una buena cosa para el sector", dijo.
Foto: AFP Tickers
Fuente: Agencia AFP