Gracias
Por: Sergio Szpolski
Por estos días, hace ya seis años, comenzaba a andar mi mayor y más querido proyecto periodístico. Tiempo Argentino dejaba de ser una idea para iniciar el camino a lo que sería un diario que marcó el pulso de una etapa histórica intensa, donde la política fue el instrumento para la transformación social y la palabra la herramienta inalienable para lograrlo.
Desde sus páginas, con los excelentes profesionales que componen su equipo, Tiempo superó su objetivo primigenio, y creció hasta instalarse en el debate público como un espacio de consulta, lectura y discusión ineludible.
En muy pocos meses, gracias a la profundidad y rigurosidad de sus investigaciones, la mirada singular en las coberturas y el generoso esfuerzo de sus trabajadores, el diario encontró su lugar, incluso sorteando ataques y descalificaciones que no hicieron más que fortalecerlo. Hoy, que me despido y que ya no seré su editor responsable, no tengo más que palabras de agradecimiento a los periodistas, fotógrafos, diseñadores y al resto de todos y cada unos de los que hicieron posible este sueño maravilloso que seguirá con renovado impulso y con la calidad y entrega profesional que se reflejaron en estas 2050 ediciones.
Más allá de algunas diferencias o desencuentros, mi respeto y cariño consagraran el vínculo que me unió a este equipo. Lamento profundamente las circunstancias en las que se da esta despedida. Un especial agradecimiento a los lectores.
Tiempo surgió para dar voz y visibilidad a un cúmulo de nuevos derechos y de profundos debates que fue abordando la sociedad en el último lustro. Enumerarlos sería redundante porque cada día fueron reflejados en el diario. Hubo en sus páginas algunos sinsabores y otras tantas alegrías, como las que nos tocó vivir como argentinos en estos años.
Cuando arrancamos dijimos que era “tiempo de un nuevo diario”. Esta claro que no nos equivocamos. Así seguirá siendo gracias al esfuerzo de los nuevos accionistas que vienen a sumar su energía y proyección para seguir sosteniendo una voz alternativa ante un proceso que tiende a homogeneizar el discurso.
Fuente: Tiempo Argentino
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