domingo, 17 de enero de 2016

Szpolski-Garfunkel: la implosión del mayor grupo kirchnerista de medios

Los empleados del grupo de medios reclaman el pago de salarios atrasados mientras los accionistas se enfrentan públicamente y uno de ellos denuncia socios fantasma; en tanto, el gobierno nacional giró a la empresa más de 40 millones en publicidad oficial este mes
Por: José Crettaz
Uno de los accionistas reclama airadamente al otro por Twitter, sugiere que podrían estar cometiéndose delitos y dice que hay dos accionistas fantasmas y da sus nombres; el socio-gerente general -que fue candidato kirchnerista en la última elección- se esconde de los trabajadores de sus empresas que reclaman contra su "vaciamiento" y reclaman el pago de sueldos atrasados, y periodistas que supieron ser amigos y trabajan en el mismo grupo se pelean duramente en público por lo que se sospecha podría ser el final del conglomerado de medios. Hasta el presidente Mauricio Macri debió responder a una pregunta sobre el caso: "Los que tengan que pagar salarios, que los paguen", se limitó a decir.

Esta es, en resumidas cuentas, la realidad del grupo Veintitrés, un conglomerado diversificado de medios que creció al calor del Estado kirchnerista, y que se encamina ahora hacia su disolución. Con empresas quebradas (Poligráfica del Plata, donde se imprimieron boletas electorales del kirchnerismo; e Infofin, editora del extinto diario platense Diagonales), publicaciones cerradas (las revistas 7 Días y Cielos Argentinos y las ediciones del interior del diario gratuito El Argentino) sueldos atrasados (en Radio América y el diario Tiempo Argentino) y un incierto futuro sobre un "modelo de negocios" basado en la pauta oficial , este grupo sui generis de medios conducido por Sergio Szpolski en sociedad con Matías Garfunkel entró en un proceso de liquidación y venta de activos. "Se va todo a la mierda", le dijo recientemente Szpolski al director ejecutivo de una de las empresas del grupo. Poco antes, fuentes cercanas a él habían dicho a La Nación: "Hay absoluta normalidad. Tenemos un pequeño retraso, pero ya lo vamos a resolver". La situación por la que atraviesan los trabajadores de las empresas podría verse aliviada si Szpolski destinara al pago de salarios atrasados los más de 40 millones de pesos que el Estado nacional le transfirió este mes en concepto de pauta oficial.

"Asumí mi error a la hora de elegir socios; me costó caro. Lo que nos diferencia es que yo cumplí con mi parte del contrato mientras que ellos no. Ellos lucraron del Estado y con el Estado. Tuvieron y tienen cargos públicos. Defendieron a funcionarios K y cobraron fortunas. Vienen robando desde los 90. Con Menem primero y De la Rua después. Yo los conocí por haber confiado en un 'amigo', Nosiglia. Todos monjes negros que se esconden detrás de Szpolski. No me escudo, sólo sepan sus nombres. Darío Richarte y Javier Fernández", publicó en varios post en su cuenta @M_Garfunkel este 15 de enero.


La del grupo Veintitrés es una oscura historia de espías, pero de los que salen mucho en los diarios y disfrutan de las luces de los medios: Richarte y Fernández, señalados por Garfunkel, tienen antiguos lazos con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y sus sucesoras la SI y la actual Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Richarte -de antigua militancia radical- fue segundo jefe de la SIDE en 2001. Desde hace años es docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la que fue vicerrector hasta su renuncia en marzo de 2015. Recientemente fue electo vicepresidente 3ro. de Boca Juniors en la lista que logró la reelección como presidente del empresario del juego Daniel Angelici, hombre muy cercano al presidente Macri. Además, el estudio de Richarte y su socio Diego Pirota representó al ex vicepresidente Amado Boudou y a su amigo José María Núñez Carmona en la causa Ciccone y a muchos otros funcionarios kirchneristas acusados de corrupción. Durante la presidencia de Fernando de la Rúa integró el grupo Sushi, usina radical que compartió por entonces con algunos funcionarios del actual gobierno, como el ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, y el ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido.

En tanto, Javier Fernández es uno de los auditores generales de la Auditoría General de la Nación (AGN), aunque en el ámbito político fue más conocido como "operador judicial del kirchnerismo". Ex secretario privado de Rodolfo Barra en tiempos de la Justicia menemista y prosecretario letrado del juez de la Corte Adolfo Vázquez, es habitual empleador de hijos y hermanos de jueces y fiscales. En el último tiempo se lo vinculó al Frente Renovador, de Sergio Massa, cuyo candidato en Tigre fue enfrentado por el propio Szpolski. Este último se puso el traje de aspirante a intendente del Frente para la Victoria e hizo campaña codo con codo con los también candidatos Daniel Scioli, Aníbal Fernández y Martín Sabbatella (quien a su vez debía controlarlo desde la ex AFSCA).

Según publicó Garfunkel en Twitter, Javier Fernández le prestó dinero al grupo Veintitrés y su tío Manuel Menéndez es director de alguna de las empresas.


Así de enredada es esta crisis empresaria, que tiene múltiples aristas.

Por ejemplo, es por lo menos curiosa la protección financiera, legal y política de la que goza el grupo Szpolski, cuya colección de cientos de cheques rechazados no impidió que el Banco Macro -que preside Jorge Brito- mantuviera sus cuentas a flote (tal como documentó Alejandro Alfie en su libro "Los agentes de Néstor y Cristina").

En su libro, Alfie cuenta que "Richarte y Fernández son amigos desde sus épocas de estudiantes en la Facultad. Tato Young contó que ambos comparten el mismo palco en la cancha de Boca y son padrinos cruzados de sus hijos. Ellos mismo dijeron en algunas reuniones que tenían el 10 por ciento del Grupo Veintitrés, antes de que Matías Garfunkel le comprara la mitad del grupo en febrero de 2011. Pero fuentes cercanas a Richarte desmintieron que él o su estudio fueran en la actualidad accionistas del grupo. De hecho, Richarte dejó de ser el abogado del grupo en diciembre de 2014. El estudio de abogados Richarte y Asociados tuvo un abono mensual, que el Grupo Veintitrés pagó por el trabajo penal sobre las empresas que forman parte del grupo; mientras que Fernández le prestó plata al grupo y así figura incluso en sus declaraciones juradas, de modo que él bien podría tener acciones." En la obra se desarrolla todas las posibles participaciones accionarias que Richarte o Pirota y Fernández podrían tener en cada uno de los medios del grupo. En el caso de los audiovisuales, esas participaciones deberían estar declaradas en la AFSCA.

Por medio de Richarte y de Fernández, el grupo Veintitrés tuvo lazos con Jaime Stiuso, director de operaciones de la ex SIDE hasta diciembre de 2014 y estereotipado como el dueño de todos los secretos del poder en la Argentina. La historia de espías alrededor de este grupo también incluye tiroteos. En 2011, Javier Fernández -hombre capaz de "mover expedientes", según una fuente consultada para esta nota- fue víctima de un tiroteo nunca esclarecido, pero que -según uno de los accionistas del conglomerado- formaría parte de la historia del grupo Veintitrés y de sus integrantes.

Para Garfunkel, la del grupo Veintitrés sería la segunda entrega de una saga de espías porque ya había tenido contacto con un ex profesional de esa actividad en su frustrada sociedad con Raúl Moneta para comprar Telecom Argentina (que les causó, además, una investigación judicial en Italia). En esa oportunidad, quien le presentó a Garfunkel al ex empresario menemista devenido en kirchnerista fue el estadounidense Frank Holder, ex agente de la CÍA arraigado en el círculo rojo argentino.

También es llamativo que Szpolski haya podido presentarse a los concursos de licencias para televisión abierta en la ciudad de Buenos Aires con estos antecedentes (esos concursos fueron declarados desiertos por la ex AFSCA que no quiso dar como ganadora a la propuesta de Editorial Perfil) . Más llamativo es ver en estos días a Sabbatella fotografiado con el cartel de apoyo a los trabajadores del grupo Veintitrés cuando era él quien debía controlar que Szpolski -con quien hizo campaña hasta octubre último- pagara los salarios y aportes patronales a los empleados de sus emisoras, que por otro lado incumplían en conjunto el tope de licencias previsto en la ley de medios.




"La situación es de absoluta normalidad. Estamos un poco atrasados con los sueldos pero nada más. Y la pauta oficial está teniendo el mismo comportamiento que otros diciembre o enero", dijo una fuente del management del grupo, que sobre la sociedad agregó: "Hay distintos porcentajes en las distintas participaciones. Garfunkel es el socio mayoritario, el principal. Está Szpolski y después hay inversionistas. Pero ni Darío ni Javier son accionistas", agregó esa fuente, que exige no ser identificada.

En esa lectura, Richarte sólo habría sido abogado de la empresa, y Fernández habría sido un prestamista que, debido a deudas impagas se habría quedado con las oficinas de Puerto Madero, una planta en la que los despachos de Szpolski y Garfunkel estaban enfrentados. La condición de auditor general de Fernández podría no ser compatible con sus relaciones con en el grupo Veintitrés.

La informalidad con la que se permitió funcionar a este conglomerado hace que ni siquiera se conozca cuál es su integración, algo exigido al menos por la ley de servicios de comunicación audiovisual. Mientras una fuente sostiene que el paquete accionario se divide en un 51% para Garfunkel y el resto para Szpolski y un grupo de "inversores", para otra esa división es muy distinta, 70% para Garfunkel (tras ampliaciones de capital en varias empresas) y 30% para los otros socios.

En cuanto a los planteos de Garfunkel por Twitter, la alta fuente consultada dijo que no se registra formalmente "ningún reclamo y que llama poderosamente la atención y no se puede tomar en serio a un socio principal de una empresa que dice que durante cinco años no tuvo acceso a información y no reclamó".

Mientras los trabajadores del Grupo Veintitrés reclaman en la calle y en otros ámbitos por sus salarios y sus puestos de trabajo, y piden la intervención del gobierno nacional -que parece no tener interés en intervenir-, Szpolski busca compradores para los activos de la empresa y Garfunkel -que ya trabaja con un equipo de abogados comercialistas- mantiene abierta una compleja negociación -por ahora extrajudicial- con él y los socios fantasma para recuperar parte del dinero que invirtió en el grupo. En 2011, Garfunkel aportó unos US$ 12,5 millones y algunos inmuebles -entre ellos las oficinas que él y Szpolski ocupaban en Puerto Madero-. Más adelante, sumó las radios AM Splendid y FM Rock&Pop, esto último valuado en unos US$ 15 millones, que a su vez había recibido de la familia de Raúl Moneta a cambio de dar por terminados los reclamos penales en una causa que incluyó una denuncia por estafa.

En sus cada vez más recurrentes cataratas de tuits, Garfunkel desliza graves acusaciones y sugiere que no fue un accidente el vuelco que sufrió en el sur del país y que casi le cuesta la vida. Además, ya acumula varias denuncias presentadas por él y su esposa, Victoria Vanucci, por amenazas (hay tres casos documentados) y hackeo de sus dispositivos electrónicos.

Desde hace meses, Szpolski mantiene una negociación con el grupo Olmos, propietario de los diarios Crónica y BAE, del canal de noticias Crónica TV y accionista de la productora audiovisual Underground, para transferirle Radio América . La negociación está trabajada porque -además de estar prohibidas por la ley de medios las transferencias de licencias- los Olmos se resisten a aceptar un combo que incluya Tiempo Argentino, diario que por el conflicto laboral no circuló el 2 ni el 14 de enero. Con el avance de la crisis empresaria, la posición de los compradores mejoró y entre las posibilidades que se manejan está la de que Olmos se quede con América de manera prácticamente gratuita a cambio de aceptar el costo de indemnizar a los empleados del diario (cuya circulación los domingos está en el orden de los 25.000 ejemplares).

Szpolski también le ofreció todos los medios del grupo a Daniel Hadad -que está listo para volver al ruedo tras vencer en diciembre pasado la cláusula de no competencia que tenía vigente con Cristóbal López, a quien en 2012 le vendió todas sus emisoras de radio y TV-, pero el empresario periodístico habría rechazado la oferta. A medida que avanza el año y con la información por ahora extraoficial de que la pauta gubernamental se reducirá por lo menos a la mitad y que en su distribución considerará niveles de audiencia, las condiciones de negociación de Szpolski-Garfunkel son cada vez peores.

Tal vez por eso, hace menos de un año, Szpolski ya había vendido algunas de sus empresas.

¿Cómo llegó el grupo Veintitres a facturar al menos 814 millones de pesos en los últimos seis años, como reveló el año pasado La Nación? Por qué puso su plataforma al servicio del relato kirchnerista, y tercerizó en la Casa Rosada su agenda de temas y la elección de sus principales figuras periodísticas. Fue La Nación quien determinó el monto percibido en concepto de pauta oficial por Szpolski-Garfunkel en una cifra que ahora todos los intervinientes aceptan como válida. Sin embargo, esos fondos podrían ser más porque varias empresas intermediarias habrían derivado recursos a los medios ahora en conflicto, tal como reveló en su momento una fuente de Etéreo, la central de medios liderada por Guillermo Mirábile , más conocido por ser el peluquero de Aníbal Fernández. Otra posible fuente de ingresos del grupo Veintitrés podría ser Cordacom, firma que embolsó casi 35 millones en seis años y que lidera Ignacio Llambí, ex gerente general de Infofax, firma cuyo último propietario fue Szpolski.

Pero además, la pauta oficial también fluía hacia este grupo de empresas desde provincias y municipios kirchneristas, que en conjunto representaban una cifra equivalente a la aportada por el Estado nacional. "Mil veces se habló de retornos, del 20% al 40%", dijo una fuente del grupo Veintitrés, en referencia al posible pago de coimas a los funcionarios responsables de asignar y ejecutar los pagos de la publicidad oficial. Es curioso que en la Argentina, donde hubo múltiples causas judiciales por discriminación en el reparto de la publicidad oficial no se conozcan casos similares que investiguen el desvío de estos fondos.

El grupo Veintitrés está integrado actualmente por las revistas Cielos Argentinos (que supo distribuirse en Aerolíneas Argentinas y ahora Szpolski dice vender a Aeropuertos Argentina 2000) y 7 Días, los diarios El Argentino (gratuito que tiene ediciones locales en Córdoba, Mendoza, Rosario, Mar del Plata y el conurbano Sur y Norte) y Tiempo Argentino; y las radios AM Splendid y AM América, y las FM Vorterix Rock y Rock&Pop, además del portal de noticias InfoNews y la señal de noticias CN23. La situación en FM Rock&Pop derivó en una pelea pública muy fuerte entre dos viejos amigos -que eran casi hermanos-: Pergolini y Eduardo de la Puente, que trabaja en la emisora desde hace más de veinte años.


En realidad, Veintitrés no es un grupo formalmente constituido (carece de una empresa holding controlante) sino un entramado de compañías que -tal como documentó Alfie en su libro- en la mayoría de los casos tienen como accionistas a jubilados desconocidos o empleados y familiares de Szpolski. Comprender cómo es la estructura requiere construir un mapa de empresas y accionistas del tamaño de una pared. Pero si algún juez o fiscal quisiera comenzar el recorrido, podría arrancar por una de las menos conocidas: Alinghi SA, que por algún motivo es la que más inquieta a Szpolski. Pero la lista es larga: Balkbrug SA, Soluciones Logísticas SA, Comunidad Virtual SA, Desup SA, PerioMundo SA, Milke, Infofin. Vorterix SA, Loro Communication SA, Telcorad (con la que el grupo intentó comprar Nextel Argentina), LPDM SA, Poligráfica del Plata y Radiodifusora Buenos Aires SA. Y podrían sumarse Red Social Deportiva SA, Manfla SA, Milione SA (con la que Veintitrés intentó quedarse con una licencia de TV abierta digital en Buenos Aires), Thexal SA y Algim SA a una lista que nunca será exhaustiva.

Fruto de se cercanía con el poder político de estos años, el grupo Szpolski-Garfunkel estuvo a punto de quedarse con Nextel Argentina en una operación que quedó frustrada pero por la que la empresa fue propietaria de Nextel Chile durante unos meses.

Garfunkel conoció personalmente a Szpolski a través de Enrique Nosiglia (a su vez viejo conocido de Richarte). El heredero de la fortuna Garfunkel-Madanes cuenta que recurrió al "Coti" en busca de una solución a los problemas que tenía con Moneta (con quien, impulsados por el entonces presidente Néstor Kirchner, había intentado sin éxito comprar la mayoría accionaria de Telecom Argentina 2009, movida que terminó en los Tribunales). Garfunkel conoce bien al siempre enigmático ex dirigente radical porque tuvo una larga relación sentimental como la hija de éste. Junto con Szpolski aparecieron Richarte -que en los 80 militó con Nosiglia en la agrupación Franja Morada- y otros personajes como Juan José Gallea, que fue director financiero de la SIDE durante la presidencia de Fernando de la Rúa, y luego director financiero del grupo Veintitrés para volver con la gestión del presidente Macri de nuevo a su antiguo puesto, en la actual AFI. Cuando no está en uno u otro lado, Gallea atiende en el estudio de Richarte. Además, este último fue el encargado de calmar a Garfunkel cuando éste quiere avanzar en la Justicia contra sus socios del grupo Veintitres y fue su interlocutor cuando Garfunkel figuraba como co-editor responsable en todos los medios de Veintitrés, antes de su pelea con Szpolski por el programa que el piquetero Luis D'Elía tuvo en la señal CN23.

Gracias a sus contactos con los radicales de la vieja guardia, como Nosiglia, Szpolski logró una invitación a participar de la asunción del presidente Macri el 10 de diciembre pasado.




Otros personajes de la trama -contada en detalle por Alfie en su libro- son Roberto Oscar Flores (el nombre más repetido en la firma de los cheques sin fondo del grupo) y Patricia Vilma Prinos (secretaria de Szpolski), y el sobrino de esta última Facundo Romano, que figuran como accionistas o directivos en varias empresas que el ex titular del Banco Patricios reconoce como integrantes del grupo. También ha figurado como accionista de las empresas Elke Szpolski y Ricardo Pace, la hermana y el ex chofer de Szpolski, respectivamente.

En diciembre pasado, acusándolo de vaciamiento de empresas, tener testaferros, evadir aportes previsionales y entregar cientos de cheques sin fondos, Szpolski y Garfunkel fueron denunciados por el dirigente massista Walter Martello, ex presidente del partido Coalición Cívica-ARI en la provincia de Buenos Aires. Martello hizo una presentación formal ante la Unidad de Información Financiera (UFI).
Fuente: Diario La Nación

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