El jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich, dio hoy un nuevo giro a la política de confrontación comunicacional planteada desde el Gobierno de Cristina Fernández
El jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich, dio hoy un nuevo giro a la política de confrontación comunicacional planteada desde el Gobierno de Cristina Fernández. Luego de rechazar el contenido de dos notas del diario Clarín del domingo último, rompió las páginas en las que se publicaron esos artículos, firmados por los periodistas Nicolás Wiñazki y Daniel Santoro, en un caso, y Eduardo van der Kooy, en el otro.
El funcionario aventuró que en el año que comienza, "esto va a ser así, una dinámica muy activa". "La confrontación política –agregó- va a ser una confrontación comunicacional permanente. Y para eso estamos, porque nosotros creemos profundamente en la libertad de expresión".
La reacción de Capitanich sorprendió a los asistentes a la rueda de prensa, aunque no es novedosa: el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha roto en varias oportunidades ejemplares de periódicos de su país, molesto por lo que esos medios afirmaban.
Esa concepción de la prensa como un enemigo de las mayorías es utilizada a menudo para sostener un relato político -pese a que en Argentina este se ha mostrado muchas veces muy alejado de la realidad, como lo prueban las estadísticas oficiales sobre la inflación, por ejemplo- pero en nada contribuye al debate de ideas y a la búsqueda de la verdad real.
La verdad difícilmente pueda estar encerrada en la presentación de un funcionario ante los micrófonos, en un programa de radio o televisión, en un sitio de Internet o en un ejemplar en particular de un periódico. En un sistema democrático, la verdad se construye día tras día mediante el diálogo abierto, plural y sin descalificaciones entre todos los sectores de la sociedad: gobierno y oposición; funcionarios, legisladores y magistrados; empresarios y trabajadores; mayorías y minorías... Y los medios de comunicación son, en ese marco, una de las formas que las sociedades encuentran para informarse y debatir ideas. Con aciertos, con errores, con retazos de verdades que se unen a otros retazos para develar entre todos lo que ocurre, más allá de relatos, mentiras y medias verdades.
La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (AdEPA) lamenta que desde la máxima conducción política del país se insista en plantear el ejercicio del periodismo como un campo de confrontación política y se recurra a expresiones de violencia verbal o física para descalificar a medios y periodistas por lo que publican. No es ese el modo en que se garantiza la libertad de expresión. Por el contrario, suele ser el camino para generar más violencia contra quienes piensan diferente, para ahogar así todo disenso e imponer la verdad de un sector sobre la verdad de la sociedad en su conjunto.
Imagen: Gonzalo Peltzer @gpeltzer