Jorge Zapata, es uno de los mayores referentes en materia de TV. En los 90 puso en el aire de Córdoba el canal 4. No solo se opusieron los empresarios de medios, Clarín entre otros, tambien los gremios de prensa y TV
Por: Lázaro Llorens
Remueve el avispero con un nuevo programa; dispara contra el Grupo Clarín y acusa al establishment local de haberse entregado a corporaciones y multinacionales.
Córdoba no está al margen del áspero debate en torno la nueva ley de medios, el monopolio Clarín, y la influencia de los medios en las democracias contemporáneas. A pesar de que los tentáculos del Grupo Clarín en nuestra provincia también son fuertes, más voces se suman a este jugoso debate sin parangón en la historia Argentina.
Una de estas voces es la de Jorge Zapata, el productor de televisión de mayor trayectoria de esta provincia mediterránea. Sus pergaminos delatan la creación de los programas más reconocidos de la TV local, con los cuales obtuvo varios premios Martín Fierro, y la producción de mucho contenido para la TV porteña. Hoy, desde su productora Audiovisión, desde donde acaba de sacar su nuevo programa El Avispero, Zapata, sin medias tintas, dispara contra el Grupo Clarín y el establishment cordobés, al que acusa de haber entregado la TV local a las corporaciones porteñas o multinacionales.
En tus comienzos, antes de ser productor de TV, trabajabas como periodista. ¿Qué concepción tenés hoy del periodismo cordobés?
Córdoba vivió una época de tres reinados papales. El de Raúl Primatesta, Luciano Benjamín Menéndez, y el de Eduardo Angeloz. En esos tres reinados, Córdoba dejó de ser una provincia revolucionaria, transgresora, contestataria y se convirtió en una Córdoba pacata, conservadora, retrógrada, sucia, maloliente, oscura y sin proyección nacional. ¿Todo gracias a quién?
Al acompañamiento fundamental de la prensa cordobesa, en todas sus expresiones. Fue ella la que en esos tres reinados papales ocultó, engañó, mintió, tapó, consintió, y permitió esta transformación.
Cuando te referís a “la prensa”, ¿pensás en algún caso en particular?
Pienso en toda la prensa cordobesa. Sin excepciones. Y que fue sumamente funcional para mantener el establishment cordobés. Tal es así que aún hoy mucha gente en Córdoba ni siquiera sabe que La Voz del Interior es del Grupo Clarín.
Y los tres reinados papales que mencionás, ¿cómo se comportaron con la prensa?
Es justamente bajo su reinado cuando el sistema de medios de Córdoba comienza a transformarse de propietarios locales a foráneos. En una época Córdoba tenía tres importantes diarios, cuyos dueños eran cordobeses: Los Principios, La Voz del Interior, y el Diario Córdoba. Hoy prácticamente existe uno, La Voz del Interior, y su propietario (Clarín) no es cordobés. Lo mismo pasa en la TV. Alguna vez Córdoba tenía canales privados, como Canal 8, Canal 12, con dueños cordobeses. Hoy no son dueños cordobeses. Casi en algunos casos te podría decir, como Canal 8, que sus dueños son empresas multinacionales.
¿Cómo fue posible este traspaso sin que nadie chillara?
Por la complicidad y entrega de nuestros gobernantes, que hasta la fecha continúa. Y que era lógica: ¿cómo iban a defender nuestros gobernantes cordobeses nuestros medios de comunicación cordobeses, si ni siquiera defendieron la provincia? Es decir, si entregaron la provincia, ¿cómo no iba a entregar los medios? Cuando comencé mi labor como periodista, todos los políticos de Córdoba anhelaban tener un amigo periodista. Después querían hacerse amigos de los medios. Y ahora directamente de los grupos mediáticos y las corporaciones.
¿Para qué entablan esa amistad?
Para tapar sus fechorías o fracasos. Por eso los políticos fueron funcionales a esa transformación del sistema de medios. Que finalmente terminó con que esos políticos ya no eran funcionales a los medios, sino que los medios directamente los terminaban eligiendo. Tengo casi la certeza de que en los últimos procesos electorales, los medios de Córdoba son los que eligen a lo candidatos. No tengo ninguna duda de que cualquier candidato a algún puesto espectable, antes de lanzar su candidatura se reúne con el director de La Voz del Interior, con Mario Pereyra, en privado, para planificarla.
O sea, ¿confirmas la idea de que los medios son un factor fundamental en las democracias contemporáneas?
Sí. Y te doy un ejemplo: en la época de Angeloz, Jaime Pompas resistió todo menos una tapa de La Voz del Interior. Una tapa del día domingo de ese diario significó el lunes una renuncia.
¿En este toma y daca, obviamente, también acuerda la pauta oficial, fuente de ingreso de muchos medios?
Obvio. Si yo soy un medio de comunicación con el poder y la falta de ética suficiente para elegir candidatos, obviamente que los elijo para que sean funcionales a mis intereses, que en los grandes medios son estrictamente económicos y de negocios. Habría que preguntarse entonces cuántos millones de pesos van a parar a las arcas de Canal 12 de Córdoba del Grupo Clarín de Buenos Aires. Y que es dinero que sale de todos los cordobeses.
¿Pero no es lógico que los medios privados defiendan sus intereses y sus negocios?
Son los medios lo que suelen disfrazar esta conducta diciendo “soy privado, hago lo que quiero”. Pero no es así. Mario Pereyra es dueño de su radio, micrófonos, camionetas, estudio, pero no es dueño del aire. El aire no se vende, se concesiona. Por lo tanto, Mario Pereyra, de Cadena 3 tiene simplemente una concesión. Al tener una concesión tiene que ajustarse a las normas y a las reglas que le pone el pueblo argentino a través de su Estado y leyes.
¿O sea para vos Mario Pereyra, como otros empresarios de medios, se cree dueño del aire?
Absolutamente. Por empezar porque la ley de medios siempre prohibió las cadenas nacionales. Y el objetivo de ellos es tener una cadena nacional. Esto es lo único que podemos revindicar hipócritamente de él. Haber hecho una cadena nacional desde Córdoba, cuando venimos acostumbrados a las cadenas nacionales desde Buenos Aires.
Cambiando un poco de tema, desde tu rol como productor televisivo, ¿cómo afectó este desmantelamiento de los medios locales?
Terriblemente. Fue la destrucción absoluta. Fijate que no hay en el mundo una ciudad que, en proporción a su cantidad de habitantes, tenga los recursos humanos que tiene Córdoba para los medios de comunicación. Tenemos varias escuelas de comunicación, cine, letras, iluminación, teatro, danza y sin embargo nadie puede trabajar en la televisión de Córdoba. Como un ejemplo elocuente, hoy, luego de 50 años, nadie recuerda el nombre de algún director artístico exitoso, que haya hecho algo por la TV de Córdoba. No hay ni uno.
¿No tenemos ningún nombre?
No. Y es malo. Porque dentro de la televisión siempre están los generadores.
¿Actualmente ha cambiado algo?
Ha comenzado a moverse el avispero. En mi productora, que venía de dos años sabáticos, se están produciendo dos películas (Corazón de vinilo y Córdoba Casting); un ciclo de humor con 45 actores de Buenos Aires, encabezados por Emilio Disi; ADN, el programa de Tomas Méndez; el programa Telemanías y El Avispero, programa de entretenimiento e investigación, que se ocupa de algunas cosas que la televisión de Córdoba se había olvidado.
¿La ley de medios tuvo algo que ver en este repunte?
Sí. Por un lado la ley de medios en Córdoba no se cumple, pero se está moviendo el avispero. Por otro lado, algo mucho más importante, empezaron a moverse las camadas de jóvenes creadores, realizadores de las escuelas de formación. Recursos humanos que hasta el día de hoy han estado fuera del sistema. Con lo cual se está produciendo el choque entre dos mundos, entre la vieja camada y la nueva que trae nuevas ideas y conceptos muy buenos. Si hay inteligencia, va a ser tremendamente productivo para la TV de Córdoba.
Hablando de la producción local, recuerdo que en los ’80, en la Docta había mucha y buena producción local. Con buenos y novedosos programas.
Durante los ’80, mi productora era la más grande de la Argentina. En esa época producía programas para el canal América, a razón de 20 horas semanales. Desde Córdoba se emitía Telemanías, Pan y Manteca, y La Pachanga. Eso nos convirtió en la productora privada con más cantidad de horas de producción en Capital Federal. Además, para Córdoba hicimos una serie de ciclos que mostraron una incipiente producción cordobesa de mucha calidad, de mucho talento. Tal es así que los periodistas y realizadores que me acompañaron en esa época hoy son cotizados profesionales.
No es un hecho menor lo que contás. ¿Qué pasó con toda esa producción?
Lo que pasaba era que por ese entonces, estamos hablando del gobierno de Alfonsín, la televisión abierta de Buenos Aires era estatal. Y era una televisión oscura, triste, aburrida, sin recursos ni ideas. Pero tras él, vino el menemato y la privatización de los canales de Buenos Aires que destruyó absolutamente a todos los medios del interior de la Argentina. Especialmente los de Córdoba. Tanto Canal 12 como Canal 8, en vez de gerentes, pasaron a tener virreyes mandados por Buenos Aires con la instrucción de conectar con Buenos Aires. No hay que olvidarse de la famosa placa: “Aguardamos conexión con Buenos Aires”.
¿No hubo forma de sobrevivir a ese tsunami privatista?
No. Yo como última alternativa saqué a fines de los ’90 un canal abierto de televisión. Se llamaba Canal 4. Funcionó seis meses, gracias a un amparo de la Justicia Federal que luego los muchachos de (Héctor) Magnetto en un par de horas me lo voltearon.
Qué atrayente historia, ¿cómo fue?
Sintéticamente, abrimos el canal y basándonos en la Constitución, mediante un amparo solicitamos que el Estado llamara a concurso para licitar los canales de televisión. Algo que nunca se había hecho durante la democracia. Porque lo que hizo Menem no fue concursar nuevos medios, sino vender los que ya existían. Y ese llamado a concurso no lo hacía porque el Grupo Clarín lo impedía. Nuestro pedido se basaba en la Constitución que dice que en la Argentina existe la libertad de prensa, la libertad de expresión, y el derecho a la comunicación. Y en el Pacto de San José de Costa Rica, incorporado a la Constitución de 1994, que ordena a los Estados a no atentar contra los derechos de la información y la libertad de expresión. Justamente, una manera atentar contra la libertad de expresión y el derecho a la información era no concursando los medios radioeléctricos (radios y canales).
Es decir, para pedir que solamente se cumpla la ley, prácticamente hubo que crear una doctrina jurídica…
Para hacer el amparo, estudié el sistema de comunicación televisiva de casi todo el mundo. Y te puedo asegurar que el caso de la Argentina es único. Una payasada monopólica.
Volvamos a lo anterior porque estaba muy interesante, ¿cómo terminó su batalla?
En la Justicia, en un principio, me hicieron lugar al recurso de amparo. Pero un día aparecieron por Córdoba los Magnetto y compañía. Una delegación porteña con representantes de Telefe y Canal 13, e hicieron tres cosas: primero, se presentaron en la Legislatura de Córdoba. En ese momento había una sesión y los crápulas de los legisladores de Córdoba la suspendieron para recibirlos. Luego, al día siguiente, se reunieron con el juez Bustos Fierro que me había dado el amparo, y rápidamente el amparo fue recurrido y pasó a la Cámara Nacional de Apelaciones de Córdoba, un piso más arriba. Esta Cámara, por ese entonces, estaba compuesta por tres “honorable” jueces: Guillermo Becerra Ferrer, Alejandro Freites padre, y Luis Rueda, quienes finalmente ese mismo día, entre las 13 y las 16 horas, emitieron una resolución rechazando mi amparo.
O sea que, en un día, los muchachos de Clarín y compañía, con la complicidad de la Justicia, dieron vuelta todo…
Menos. Entre la una y las cuatro de la tarde. Y lo peor fue el argumento falaz que estos jueces usaron. Ellos señalaron, en su escrito, que Canal 4 no estaba transmitiendo desde hacía seis meses, sino desde hacía nueve años. Es decir, el que escribió el informe obviamente fue alguien de Buenos Aires, seguramente alguien del Grupo Clarín, porque en Córdoba todos sabían que ese canal no estaba en el aire desde hacía nueve años, sino que mis producciones venían desde ese tiempo.
¿Todo terminó allí?
No. Sin darme por vencido decidí ir a la Corte Suprema de Justicia, que finalmente me dio la razón. Pero la realidad no. Yo ya había vivido esa quijotada donde no tuve el apoyo de absolutamente nadie. Los gremios de prensa y TV que podrían ver en el nuevo canal las posibilidades de fuente de trabajo, se pronunciaron en contra. Los tres canales de Córdoba sacaban comunicados tipo bandos militares tratándome de pirata. Incluso, algunos periodistas inútiles como Jorge Cuadrado y Lalo Freire hicieron un programa donde me trataban de delincuente. Eso sí, tengo que decir que los muchachos de La Voz del Interior (Clarín) fueron unos de los pocos que se portaron bien, porque absolutamente ignoraron el tema.
Pero, ¿estaban enterados?
No se entraron de nada. Ni de que había un canal, un recurso de amparo, nada. Aun así, hoy todavía guardo algo de toda esa infructuosa lucha, que hay que superarla. Es una cartita de mis dos hijas, deseándome suerte, y que me la dieron el día que comenzó la trasmisión de Canal 4. Por ese entonces eran dos adolescentes. Eso es lo único que me quedó de esa quijotada.
Fuente: Revista Veintitres