Tenía 54 años y una vasta carrera. La causa del deceso aun no fue informada. Fue un artista multifacético, y también se desempeñó como historiador y docente. Dolor en el mundo de la música.
El músico, actor y compositor Gabo Ferro, uno de los artistas más destacados de la escena local, murió este jueves a los 54 años de edad, confirmó su manager a través de un comunicado.
"En este triste día, despedimos al adorado artista Gabo Ferro. Nos abrazarán siempre sus canciones, su poesía y su generosa sonrisa. Sabemos que es una persona y artista muy querido. Agradecemos el respeto en este momento para con sus familiares y amigxs", reza el texto, para luego citar la letra de una de sus canciones: "Estuve, estoy, estamos, estarás".
Gabriel Fernando "Gabo" Ferro había nacido el 6 de noviembre de 1965 en el barrio porteño de Mataderos. Fue un artista multifacético, principalmente reconocido por su tarea como músico, aunque también se dedicó a la poesía y la actuación.
Además, se recibió de historiador y trabajó como docente universitario. Empezó su carrera como músico en una banda de hardcore llamada Porco, con la que tocó durante comienzos de la década del 90.
Quise trabajar con lo comercial de una época, mirando los charts de las décadas del 60 y 70 donde convivían Altemar Dutra, Los Panchos, Atahualpa Yupanqui, Sandro, Favio, Ginamaría Hidalgo. Tomé los gestos que más me divertían y más me inquietaban de esa convivencia y los arrastré por el punk, el post punk, el rock, el pop, el hardcore y con toda esa mugre que se iba pegando tocar y cantar para un disco que si lo editaba en 1969 me hubiera llenado de guita (risas).
Desde la edición de su primer disco solista en el año 2005, fue considerado por el público y la crítica como uno de los mejores cantantes y compositores en su género. Ha dado conciertos y recitales en Argentina, América y Europa. Con su sello Costurera carpintero ha producido de manera independiente catorce discos: ocho de estudio como solista, tres en colaboración con otros artistas y tres «piratas».
La primera noche del fantasma (2013) obtuvo el Premio Carlos Gardel en la categoría Mejor Álbum Canción Testimonial o de Autor; una de sus canciones “Volver a Volver” fue incluida con mucha dedicación en los programas de televisión Farsantes (2013) y La Leona (2016), en este último programa varias canciones de Gabo acompañaron escenas difícilmente olvidables.
El veneno de los milagros (2014) -con canciones de su autoría grabadas junto con Luciana Jury- fue nominado como Álbum del Año (Gardel de Oro) y Mejor Álbum Canción Testimonial o de Autor para los Premios Carlos Gardel 2015. Una de las canciones de este disco fue incluida en la película Zonda de Carlos Saura. Ese mismo año Gabo fue reconocido con el Premio Konex como una de las cinco mejores figuras de la década 2005-2015 en la disciplina Canción de Autor.
En 2014 La Marca Editora publica Costurera carpintero, una antología de las letras de las canciones de todos sus discos, en el prólogo Diana Bellessi afirma: “La poesía de Gabo Ferro es la poesía de un mago. Alguien que puede hacer de las palabras siempre algo imprevisto. Hablar del mal y convertirlo en bien, hablar del bien y convertirlo en dolor, hablar de la muerte y transformarla en sembradora, en dadora de vida. Por eso, en sus poemas suceden cosas extraordinarias”.
En 2015 editó su primer poemario Recetario panorámico elemental fantástico & neumático (Ciclo3) y se presenta en los Festivales Internacionales de Poesía de Córdoba y Rosario, Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro (Buenos Aires), Encuentro de la Palabra y en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA).
Como intérprete, Gabo participó junto a Haydée Schvartz en la puesta de Four Walls de John Cage para el Centro de Experimentación del Teatro Colón de Buenos Aires (temporadas 2009 y 2011), del Festival John Cage y el ciclo «Las músicas dentro de la música» con obras de Berio, Dowland y Gandini, entre otros.
Soy el último modelo de mí mismo y la temperatura actual de mi literatura está ahí en un trabajo con mucha minuciosidad en verticalidad y horizontalidad con toda mi obra. Comunica, dice, se desdice, se contradice y encontré en la idea de lapsus, que siempre me atrajo mucho, algo interesante porque allí la verdad irrumpe a pesar de quién la dice y por ello me parece un acto de justicia y de esperanza.
En 2014, fue protagonista de la ópera Ese grito es todavía un grito de amor sobre textos de Roland Barthes con Música y Libreto de Gabriel Valverde, Dirección Musical de Juan Carlos Tolosa y Regie de Rubén Szuchmacher. En 2015 estrenó junto a Emilio García Wehbi ARTAUD: lengua ∞ madre en BP.15 Bienal de Performance, sobre el universo y la obra de Antonin Artaud y Ediciones Documenta realizó una cuidada edición del texto de esta performance.
También en ese año Gabo presentó Espacio contra el estallado en el Teatro Payró, un recorrido por su discografía con puesta en escena de Rubén Szuchmacher.
En 2016 Gabo estrenó dos obras performáticas, Diabólico. La partitura y el mapa compuesta junto con el coreógrafo y bailarín Pablo Lugones y Derivas de La Tempestad que se presentó en Kermesse Shakespeare 2016. En 2017 protagonizó la ópera contemporánea «El astrólogo» con música y libreto de Abel Gilbert y dirección de Walter Jakob.
También escribió varios libros. En 2009 vio la luz Barbarie y civilización: sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas (1835-1852); al que le siguieron Degenerados, anormales y delincuentes. Gestos entre ciencia, política y representaciones en el caso argentino, en 2010; y Costurera Carpintero. Antología de letras de canciones de Gabo Ferro, un trabajo de 2014 que prologó Diana Bellessi.
Además, varios de sus poemas, canciones y cuentos fueron material de trabajo y composición para relatos coreográficos, piezas escénico-vocales, documentales y films argentinos e internacionales.
La noticia de su muerte cayó como un balde de agua fría en el mundo de la música, ya que era un artista muy querido. Las redes sociales rápidamente comenzaron a poblarse de recordatorios y mensajes de pésame.
"Me tembló el estómago cuando me enteré que Gabo cambió de plano . . . qué gran artista y compañero de ruta , peformer único y querido amigo ! mucho Amor para #GaboFerro y Gracias", escribió en su cuenta de Twitter el músico y exintegrante de Don Cornelio y la Zona, Palo Pandolfo.
"Me arrojé a la escritura en caída libre"
A lo largo de estos años, entrevisté a Gabo Ferro en tres oportunidades para Tiempo Argentino. En cada charla me encontré con un artista de una complejidad exquisita. Comparto esta nota porque creo que hoy más que nunca su palabra poética es muy necesaria.
“Desmontarse del mundo y de los almanaques que el rey / o que la reina solo mandan afuera / Adentro es de nosotros / Adentro la cocina, adentro el cuerpo tuyo mi cuerpo, adentro la despensa, adentro el agua, adentro el campo / y adentro la frontera. Adentro los faroles, el fuego, las / colmenas, adentro la tristeza que transita la pena para llegar / primera y adentro la alegría que es adentro. Adentro va la / furia que golpea”. Esto se puede leer en uno de los poemas del flamante Recetario panorámico elemental fantástico y neumático escrito por Gabo Ferro “con mención completa de fórmulas, ingredientes e instrucciones para practicar en algún campo, pisando una sombra, sobre un cuchillo, detrás de un pozo”, según asegura su autor ya en la portada. Claro que quien ande detrás de este pozo o caiga en él no sabrá dónde queda el adentro y el afuera. Porque las recetas están. Pero se ha perdido en el tiempo la explicación de para qué sirve cada una. Sólo quedan los números romanos –un total abrumador de 182 porque esa es la cantidad de poemas del libro- señalando que donde alguna vez hubo letra, ahora sólo hay indicio.
Gabo es reconocido por su trabajo como músico. Pero también es historiador. En ese marco, obtuvo una cantidad apabullante de reconocimientos y tiene dos ensayos publicados: Barbarie y civilización. Sangre, monstruos y vampiros durante el gobierno de Rosas y Degenerados, anormales y delincuentes.
Ahí, en el residuo de aquello que los relatos hegemónicos oscurecieron, hay que buscar el humus de este libro de poemas. También, en sus estudios tempranos de psicología, esos mismos que abandonó casi en el último tramo para seguir a Batato Barea y a Alejandro Urdapilleta en noches eternas donde el under aún era una fiesta. Y se puede cavar más profundo aún. Y recuperar las memorias de un chico que a los cinco años recibió una guitarra dejada por los Reyes Magos, que también pasaban cada verano por Mataderos.
El chico rasgaba la guitarra mientras las amigas de su hermano once años mayor, le regalaban audiolibros antes de que Gabo supiera leer. El hermano ponía en el Wincofón discos de Color Humano, Pescado Rabioso y Almendra. Y el padre se iba a la mañana al frigorífico Lisando de la Torre (era jefe de personal) y a la tarde al club Nueva Chicago (donde fue gerente durante cuarenta años). Ahí, entre el barro y la sangre, galopando el mismo caballo en el que andaba Gabriela en la tapa del disco homónimo de 1971 (un disco que le fascinaba) Gabo fue cruzando las fronteras del barrio. En ese afuera de su adentro se pueden rastrear, entonces, las palabras que ahora son poemas.
“En verdad, me decidí a escribir este libro tras un pedido muy amoroso de Esther Soto, compañera de Rubens ‘Donvi’ Vitale y ambos fundadores en los setenta de Ciclo 3. No sólo eran editores de vinilos independientes en un momento donde era difícil zafar de la industria discográfica. También fueron impulsores del colectivo artístico Músicos Independientes Asociados (MIA). Es decir, nosotros, los que vinimos después, aprendimos mucho de ellos”, cuenta Gabo. De hecho, se enviaban con Donvi cartas postales aún en épocas de Internet hasta que él falleció, en 2012.
Un tiempo después, Esther y el editor Salvador Gargiulo comenzaron a darle forma al Recetario, que forma parte del catálogo de Ciclo 3 Ediciones.
Los poemas fueron escritos este año, durante una estancia en un lugar secreto y alejado “donde hay muchos animales y donde también fueron compuestas las letras de El veneno de los milagros”, el disco que Gabo grabó junto a Luciana Jury.
“Fue necesario que me pusiera a pensar cómo escribir poesía sin lo que podríamos llamar ‘ortopedia musical’, que es todo ese andamiaje sutil que sostiene una canción. Así di con los recetarios como un género con una estructura muy rígida pero fascinante. Y las estructuras rígidas en vez de ahogarme, me estimulan. Así que me puse a estudiar recetarios de Oriente y Occidente, desde Leonardo hasta Doña Petrona pasando por chefs contemporáneos. Uno va descubriendo que una receta no sólo puede ser para cocinar un pollo sino también para atraer a alguien que querés o para matar a alguien a quien odiás, para hacer llover, para despiojar un animal… En fin, tras un estudio absolutamente racional, de praxis investigativa, me arrojé a la escritura en caída libre”, dice.
“En este recetario el universo mismo se presenta como una cocina perpetua atravesada por la naturaleza y la cultura con mucha más eficacia y dinamismo que en nuestra propia cocina o mesa cotidiana, mesa-campo de prácticas que pretenden –en general- exilar a mordiscones la poesía, la barbaridad, el tiempo largo y la excentricidad de lo natural mediante lo civilizado o vulgar”, escribió en la introducción a su libro.
Ahí, explica, determinó su campo de trabajo, que en definitiva no es muy diferente que aquel que investiga en sus canciones. Y es que, en ambos casos, de lo que se trata es de buscar belleza ahí donde el canon sólo ve residuos.
Pero entre las canciones y los poemas hay diferencias: “Yo nunca hago una canción con objetivo. O sea, nunca digo ‘esto se lo escribo a la primavera o para llorar o para redimir a los muertos’. En los poemas, la ambición pasa por otro sitio, y es que cada instructivo sí es para hacer algo, tiene que tener un resultado. Yo puse el título a cada receta y luego, deliberadamente, los borré para que cada quien restituya ese dato o se pierda o lo que quiera.”
Otro antecedente posible de Recetario está en el prólogo que Diana Bellessi escribió el año pasado para Costurera-carpintero, una antología que reunió las letras de las canciones de los ocho discos del artista. Bellessi afirmó: “La poesía de Gabo Ferro es la poesía de un mago. Alguien que puede hacer de las palabras siempre algo imprevisto. Hablar del mal y convertirlo en bien, hablar del bien y convertirlo en dolor, hablar de la muerte y transformarla en sembradora, en dadora de vida”. El resultado, esta vez, también son textos alquímicos que disparan sus flechas a los cinco sentidos: a la vista, pero también al oído, al olfato y al gusto. Bajo esta luz se pueden leer versos como “diluir el enigma que se forma en la nata durante siete días sin /sus noches salvo que no haya luna”, o “puede el hombre olvidado servirse solo o con pasas; pero / siempre pasado”, o “degüelle un misterio de no más de tres siglos sin cuidado / que tiña las paredes y los pisos del cuarto, la cocina, los campos y el bañado” o “llevar a la alacena los espíritus que parecen de hierba o de canela”.
¿Quién enuncia estos poemas? “No me interesa que esté muy claro porque la propuesta es que el lector se meta en un juego de espejos que lo lleve a países muy cercanos o muy lejanos. O sea, que estalle el yo que enuncia, el yo que lee, que exista ese juego no por fuera del yo sino con cada uno adentro y así, que podamos construir un yo colectivo”, dice Gabo. El mismo que en una receta cortísima propone hacer algo, no se sabe qué, “Así / A la velocidad de la intemperie”.
Fuentes: Gabo Ferro, Agencia TelAm, Tiempo Argentino