Por: Werner Zitzmann, Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Medios de Información
Explicar, entender y promover el papel de los medios de información y del ejercicio periodístico es fundamental para la vida en sociedad.
Los medios de información han sido, son y deben seguir siendo un elemento estructural en el sistema político, social y deliberativo, como fuentes creíbles y autorizadas para que los ciudadanos adquieran la información necesaria para ilustrarse, tomar decisiones y cimentar sus juicios de valor.
La dinámica actual de la información, así como la multiplicidad de canales y formatos que coexisten, ha fortalecido la necesidad y relevancia de la calidad, la rigurosidad y la veracidad como valores esenciales para quienes generan contenidos noticiosos e informativos para sus receptores.
En ese sentido, la evolución de los medios de información no solo tiene que concentrarse en fortalecer las plataformas mediante las cuales difunden sus contenidos y en innovar sus prácticas para la producción de los mismos, sino que, por encima de todo, debe orientarse a capturar la atención genuina y merecer la confianza incondicional de las audiencias para poder asegurar la comprensión de información cierta, en medio de esta dinámica de acceso e intercambio de contenidos masiva, inmediata, ligera y efímera, tan poco propicia para el entendimiento y la reflexión.
Si bien el nuevo ecosistema de medios de información, en el que conviven los de tradición o legado y los nuevos emprendimientos, cuenta con múltiples actores de diferente perfil, orientación y naturaleza, son pocos los que tienen la experiencia, el bagaje y la capacidad de consolidar una actividad organizada, juiciosa, confiable y sostenible en el largo plazo.
De ahí la trascendencia de perseverar en el sostenimiento de los primeros, de estimular a los segundos y de propiciar la conjunción de esfuerzos de industria para hacer de la colaboración una forma de vida.
Los procesos de análisis, innovación y adaptación que todos los medios de información han afrontado a lo largo de las dos últimas décadas, y los que enfrentan los nuevos emprendimientos, dan fe del enorme reto por conectar, involucrar y mantener sus audiencias enganchadas con el trabajo periodístico, a través de formatos que de manera diferenciada entreguen buena información veraz y oportuna.
Y aunque estas prácticas modernas obedecen a la evolución en las tendencias de consumo, al acceso a la información y al uso de nuevas tecnologías que han transformado la manera en la que las personas se informan y consumen contenidos, la necesidad por la que más se clama a diario es la de medios de información diversos, pero sobre todo comprometidos con el ejercicio de un periodismo serio, responsable y manifiestamente independiente de poderes e intereses políticos y económicos, o al menos transparente en cuanto a sus filiaciones, convicciones y compromisos, más allá de quiénes sean sus dueños.
Por el otro lado, en este contexto urgen así mismo receptores capaces de asumir un rol crítico pero juicioso respecto de la calidad, veracidad y relevancia de los contenidos que consumen y comparten, independientemente de la plataforma de origen, frente a lo cual –no se diga en épocas de polarización, pasiones exacerbadas e indignación–, resulta indispensable una sana didáctica alrededor de la adecuada administración de la emotividad. Tarea no menor que exige del concurso organizado y constante de múltiples actores como la academia, familias, líderes, Gobierno, periodistas y medios, entre muchos otros, con buen ejemplo y pedagogía.
El modelo de negocio de los medios de información
Un ejercicio periodístico responsable supone un permanente impulso hacia nuevos lenguajes, explorar nuevas formas de hacer las cosas, una constante identificación de oportunidades, una apuesta permanente por la modernidad y las tendencias y los recursos proporcionados al tipo de cubrimiento, investigación, análisis y difusión que se pretenda, y, por tanto, la consolidación de fuentes que conduzcan a la sostenibilidad, ojalá rentabilidad, y ciertamente a la competitividad de la actividad en el corto, mediano y largo plazo.
A causa de la transición global por la que atraviesan hoy todas las industrias, la mayoría de ellas han tenido que adaptar sus negocios para que respondan a las nuevas necesidades, a audiencias, públicos y clientes distintos y a variadísimas tendencias y hábitos de consumo, a preferencias y criterios de elección y selección de toda índole, en infinidad de mercados diferenciados e hipersegmentados y en constante estado de evolución.
Esta realidad compleja ha hecho que los medios de información también deban repensar constantemente sus modelos de actividad y operación, lo cual exige un costoso y desgastante proceso de experimentación continua.
Por ello, la generación de información instantánea, multiformato y multiplataforma de calidad, completa, confiable y creíble, requiere no solo de un equipo periodístico robusto, sino de un capital suficientemente potente para sostener esta forma de hacer periodismo, y siempre con la condición de no distorsionar la independencia de la información en el proceso de consecución de los recursos económicos.
Los medios de información tendrán que hacer esfuerzos monumentales y patentes –y perseverar en ellos–, para lograr sobrevivir demostrando su independenciaPor años, los medios de información han financiado principalmente su operación con los ingresos que provienen de la publicidad, procurando mantener su imparcialidad, justo criterio y profesionalismo, con las dificultades y líneas grises que esto conlleva, en aras, precisamente, de la credibilidad como máximo valor del oficio periodístico.
Pero esos dineros de la publicidad se han desviado y dispersado entre nuevos jugadores con tarifas muy bajas y mayor efectividad masiva y más fácilmente medible como las plataformas tecnológicas y las redes sociales. Esa dramática disminución en los ingresos y las mayores condiciones que exigen los anunciantes que aún pautan en los medios de información comprometen sus campos de acción y de maniobra.
El periodismo también ha requerido, y desde siempre, que los consumidores tengan la voluntad de pagar una suscripción por un contenido relevante, diferencial, de calidad, verídico y suficiente que le permita al oficio seguir cumpliendo con su objetivo social. Y esa voluntad y capacidad de las audiencias, así como ese diferencial a cargo de los medios, son hoy por hoy exigencias cada vez más patentes, y también más complejas, dada la infinidad de ofertas disponibles, lo que determina un mercado altamente competido tanto de medios de información como de entretenimiento y cultura.
Los medios de información están buscando monetizar su trabajo retribuyendo a sus consumidores ofreciéndoles contenidos de valor, nuevos formatos y en algunos casos opciones de suscripción al producto que se ajuste a sus preferencias en términos de contenido y tipos de plataformas. Por eso experimentan, revisan y ajustan permanentemente sus modelos, productos, costos, nóminas, lo que acarrea la toma de decisiones difíciles, sobre todo en materia de recursos humanos.
El estado de transición que viven así las casas periodísticas no es distinto al de los retos y desafíos que, en el pasado, como hoy, han representado para todos los jugadores de los mercados, las grandes revoluciones que han cambiado y siguen cambiando el mundo. Y estos procesos de experimentación, de prueba y error, también demandan sólidas estructuras de capital y liquidez. Pero a diferencia de muchas industrias y negocios, el posible cierre de la actividad periodística es un lujo que la sociedad no se puede dar.
Como consecuencia de todo esto, en el entorno cambiante e incierto que nos rodea, es pertinente afrontar con la mayor seriedad y profundidad la discusión sobre el futuro de los medios de información y el papel que cada quien, dueños, directores, periodistas, audiencias, anunciantes y el Estado, tiene en su supervivencia y prevalencia.
Futuro de los medios de información y del oficio
Para garantizar y defender el derecho a la información y el legado de los medios de información, todos deben poner de su parte.
El cambio en los paradigmas evidencia que para el futuro de los medios de información es necesario que todos los actores se reconozcan como un todo, responsable de garantizar y defender el derecho a la información y la libertad de prensa.
Probablemente la producción de contenidos especializados y locales, orientados a satisfacer las necesidades de audiencias cada vez más empoderadas, marcará una ruta para la consolidación y sostenibilidad de plataformas informativas que promuevan un periodismo responsable que forme opinión, resulte útil en la cotidianidad, determinante en circunstancias críticas y propenda por un público con criterio, responsable y satisfecho.
La Asociación Colombiana de Medios de Información Ami existe, se justifica y se dedica a trabajar por alcanzar un propósito superior que se cohesione alrededor de un anhelo común, para rescatar la verdadera misión del periodismo, asegurando la permanencia de la función social que tanto, y con toda razón, se le reclama.
Los medios de información tendrán que hacer esfuerzos monumentales y patentes –y perseverar en ellos–, para lograr sobrevivir demostrando su independencia, y adaptándose a dinámicas y tendencias de consumo, pero sin perder su orientación correcta: el ejercicio periodístico que contribuya a la construcción de país y de una mejor vida en sociedad, en función de la gente y sus necesidades. Ese es su origen, esa es su misión y ese deber ser su compromiso incondicional, y por el cual deberá rendir cuentas.
Foto: Austin Distel/Unsplash
Fuente: Diario El Tiempo