La sexta edición de la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación (Colpin 2016), que se realizó este año en Panamá, sirvió para ratificar el compromiso de este sector del periodismo de exponer casos e historias que se buscan esconder al público. El evento se realizó a la par de la Conferencia Anticorrupción de Transparencia Internacional, en una jugada del gobierno panameño por mejorar su imagen tras los “Panamá Papers”, justamente, un trabajo periodístico investigativo.
Por: Aldo Benítez, aldobenitez@lanacion.com.py
Lo primero que uno advierte al llegar a la ciudad de Panamá es que tiene muchos edificios. Demasiados. Construcciones altas y sofisticadas, de entre 40 a 80 pisos. Pero la mayoría, o al menos la gran parte de estos edificios están vacíos. Cuando llega la noche, estos monstruos de cemento están en gran parte a oscuras.
La capital (Panamá City o ciudad de Panamá) en esta época ya recibe menos lluvia, aunque en los días en que estuvimos allí igual los aguaceros sacudieron las tardes, dejando un calor húmedo para el resto de la jornada. Como casi todas las capitales latinoamericanas, en Panamá converge la abundancia con la pobreza. Detrás de barrios hacinados, casitas de colores pintadas con frases o códigos de pandillas, emergen enormes edificios, anunciando bancos internacionales, cadenas hoteleras importantes.
El tema de los Panamá Papers, el gigantesco trabajo de investigación periodístico que involucró a 300 periodistas de todo el mundo, pegó fuerte en el orgullo de los panameños, que vieron cómo de golpe toda la comunidad internacional puso sus ojos en ellos y no precisamente por sus lugares turísticos. Los Panamá Papers dejaron al descubierto algo que siempre se sospechaba sobre este país, pero del que nunca se había publicado con tantos elementos y documentaciones hasta entonces; la corrupción que rodea al sistema financiero panameño, con el bufete de abogados Mossak Fonseca como pilar del esquema.
En el marco de la estrategia gubernamental de “limpiar la imagen” del país tras este escándalo global, el gobierno de Panamá hizo todo el esfuerzo necesario para llevar a cabo en su tierra la XVII Conferencia Internacional contra la Corrupción (IACC), bajo el lema “Tiempo de justicia: equidad, seguridad y confianza”, que es organizada por Transparencia Internacional. Una iniciativa que se desarrolló entre el 1 y 4 de diciembre y contó con representantes de todo el mundo, que reportan sobre hechos de corrupción en sus regiones y las medidas que se implementan para tratar de eliminarlos. Igualmente, este encuentro congregó la sexta edición de Colpin, que sirvió para premiar los mejores trabajos periodísticos investigativos de todos los países latinoamericanos.
Juan Carlos Varela, presidente de Panamá, fue el encargado de abrir la Conferencia de la IACC, que convocó a cerca de 1.200 participantes. Varela dijo que el objetivo del gobierno panameño era demostrar que comparten los postulados de Transparencia Internacional y que están de acuerdo con establecer una lucha frontal a la corrupción, con “cero tolerancia” a este tipo de hechos. “Panamá se coloca como uno de los líderes globales en el movimiento anticorrupción, creando en Panamá un espacio propicio para el trabajo de expertos y líderes internacionales, los que enriquecerán y fortalecerán a todos”, expresó.
Mientras el mandatario panameño y los principales funcionarios del gobierno local participaban de las charlas, en otros de los salones del enorme centro de convenciones Atlapa Panamá –frente al hotel Sheraton y Alof, donde se desarrollaron las charlas y conversaciones– un grupo de periodistas participaba de la Colpin 2016, una actividad que reúne cada año a los mejores trabajos periodísticos de investigación de toda Latinoamérica, y que sirve además para presentar los mejores trabajos del año y debatir un poco sobre lo que esta rama del periodismo representa en la región.
Este año había un invitado especial, Frederik Obermaier, periodista del Sueddeutsche Zeitung de Alemania, que explicó cómo fue que recibió la primera información de una fuente anónima, que meses después se convirtió en el escándalo global conocido como “Panamá Papers”.
En medio de los eventos, se confirmó que la compañía Mossak Fonseca pidió a la Fiscalía local que arreste al periodista Obermaier, supuestamente, por la divulgación de documentos que ellos consideran “de carácter secreto financiero”. Pero el pedido quedó prácticamente en la anécdota, ya que las autoridades panameñas no hicieron caso a lo solicitado.
El trabajo investigativo, la pieza fundamental
A la par de las diferentes actividades de la Conferencia Anticorrupción, la Colpin desarrolló su propio programa. Cerca de 200 periodistas de la región participaron de las diferentes exposiciones, en las que aquellos que presentaban sus trabajos resaltaban siempre la importancia del periodismo de investigación como un elemento fundamental en estos tiempos para sobreponer la calidad periodística por encima de las informaciones falsas o incompletas que ahora, con internet, abundan.
Unos 215 trabajos investigativos fueron presentados este año para acceder a los premios Colpin 2016, que premia con unos US$ 30.000 a repartir entre los tres ganadores. Este año, el trabajo que se llevó el primer puesto fue el de la periodista Laura Castellanos, de México, con su investigación “Fueron los federales”. La nota puso en evidencia que la muerte de 16 personas en un supuesto fuego cruzado entre manifestantes y policías en Apatzigán, Michoacán, fue en realidad responsabilidad directa de la Policía mexicana, que contó incluso con apoyo de las fuerzas militares.
Castellanos recorrió la zona de la masacre, recogió versiones de prácticamente todos los familiares y tuvo acceso a los informes periciales de las víctimas fatales, con los que desbarató la versión oficial del gobierno mexicano y de la Policía local y demostró que en realidad lo que se tuvo en ese lugar fue una seguidilla de ejecuciones extrajudiciales contra ciudadanos que no estaban armados.
El segundo trabajo premiado fue “Tierra Bruta”, una investigación de campo que llevó siete meses al equipo de O Estado de San Pablo, que hizo un amplio reportaje mediante el cual reveló la existencia de una cadena dedicada al tráfico de madera y de tierras en el norte y centro-oeste de Brasil. Este equipo periodístico viajó por varios estados de Brasil, lo que le permitió elaborar una radiografía que expuso el tráfico de maderas y la manera en que esta actividad ilícita sirvió como fuente de financiación de campañas de autoridades electas, además de generar una violencia que terminó siempre en impunidad en las zonas afectadas.
El tercer puesto fue para “Memoria Robada”, una investigación transnacional desarrollada por periodistas de Ojo Público, de Perú; La Nación, de Costa Rica; Plaza Pública, de Guatemala; Chequeado, de Argentina; y Animal Político, de México, que permitió acceder a visualizar un gigantesco tráfico ilegal del patrimonio cultural de América Latina. El trabajo, que llevó seis meses, mencionó a diplomáticos, coleccionistas, museos y hasta a importantes autoridades de diferentes países involucrados dentro del esquema.
También recibieron menciones trabajos especiales de otros países. Todos los trabajos publicados mostraron que el trabajo del periodista de investigación resalta más en estos tiempos, en los que las redes sociales e internet hacen pasar cualquier información falsa por verdad, o en los que la prisa por tener la primicia hace que se publique información sin chequear cuestiones básicas.
Lo que queda de este encuentro es que internet no representa una amenaza, sino una oportunidad para el periodismo de investigación, para acceder a datos, conocer nuevas fuentes y también, llegar a un nuevo público a través de nuevos medios. Porque al final, lo que cambian son las plataformas, el periodismo sigue siendo el mismo.
Fuente: Diario La Nación