La difusión de una foto falsa de Hugo Chávez intubado indigna a los lectores, que critican su publicación incluso en el supuesto de que hubiera sido auténtica
Por: Tomas Delclos Juanola
La publicación de una foto falsa el pasado jueves del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue un tremendo error, y así lo admitía la rectificación que publicó el viernes el diario y que se titulaba “La foto que El País nunca debió publicar”. Una vez, aunque tardíamente, detectado que se trataba de la imagen de otro paciente, el diario la retiró de la web y paralizó la distribución de la edición impresa en todos los puntos de venta donde fue posible. Paralelamente se imprimió una nueva edición, sin la supuesta noticia, que llegó con retraso a los quioscos.
Tomas Delclos Juanola |
La foto fue ofrecida al departamento de Fotografía en la mañana del miércoles por la agencia Gtres Online, con la que el diario ha trabajado en distintas ocasiones sin problemas. A lo largo de la tarde, el director adjunto, varios subdirectores y el responsable de Fotografía aquel día, así como un representante de la agencia, tuvieron distintas conversaciones para analizar la oferta y la publicación de la imagen. El director, ausente de España, fue informado. El asunto central era evaluar las garantías que ofrecía la agencia sobre la autenticidad del documento. Según su versión, la foto había sido obtenida siete días antes por una enfermera del hospital cubano donde está ingresado el mandatario y había llegado a España a través de la hermana de esta. La agencia, que ha admitido que fue engañada, pidió que no se publicasen estos detalles para evitar represalias. Aunque se hizo un chequeo en Internet buscando la foto, no se detectó que, la semana anterior, varios internautas habían denunciado en Twitter la difusión de un vídeo de unos 30 segundos de una persona intubada en el que falsamente se apuntaba que Chávez era el enfermo. En los citados mensajes se enlazaba a su auténtico origen. Esta semana, Venezolana de Televisión emitió un reportaje donde relataba la manipulación del citado vídeo, cuyo montaje atribuía a un exembajador panameño. La foto que publicó este diario procede de este vídeo que, en realidad, presenta el tratamiento a un paciente acromegálico de 48 años. Un documento médico que no tiene nada que ver con Chávez y que se halla en YouTube desde el 6 de agosto de 2008. No es la primera vez que en Internet circulan imágenes fraudulentas de Chávez. Este mes se distribuyó un fotomontaje, utilizando un fotograma de la serie Perdidos,que presenta el supuesto cadáver del dirigente venezolano. Este mismo miércoles circuló por la Red otra imagen, igualmente sin ninguna acreditación de veracidad, en la que aparecía el político venezolano paseando por La Habana. A las 2.11 de la madrugada del jueves, la agencia Efe distribuía una nota en la que informaba de la publicación por parte del diario de la citada foto y se citaba que en el pie informativo de la misma el diario precisaba que “no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso, ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”. El propio diario anunciaba en las redes sociales la supuesta exclusiva. La imagen fue publicada en la web del diario a las 3.50. Los comentarios de internautas sobre la falsedad de la foto alertaron a los responsables del diario que retiraron la imagen de la web hacia las 4.20 e iniciaron la compleja operación de paralizar la distribución de los ejemplares impresos. El proceso de cambio en la edición supuso que el jueves llegara con retraso a muchos puntos de venta.
Los lectores han manifestado a través de mensajes y llamadas su indignación. Algunos admiten que la reacción del diario, retirando la edición, fue la debida, aunque ello no mitiga su crítica por lo sucedido. Otros plantean una segunda cuestión. ¿Incluso en el caso de que la foto hubiera sido auténtica… debería haberse publicado? Su respuesta es que no. La oportunidad de la difusión de la imagen del enfermo intubado, obviamente ignorando su falsedad, fue considerada por los responsables del diario. La conclusión a que se llegó es que la imagen era pertinente tras la ausencia de Chávez en el acto de toma posesión del nuevo mandato y ante la falta de transparencia informativa de las autoridades venezolanas sobre la situación del enfermo.
Varias sentencias del Tribunal Constitucional español establecen el criterio de que ante una colisión de la libertad de información con el derecho a la intimidad debe darse preferencia, en general, a aquella. El Libro de estilo del diario establece que las fotografías con imágenes desagradables “solo se publicarán cuando añadan información”. En la hipótesis de que se hubiera tratado de una foto auténtica cabría plantearse su publicación si sirviera de aval a una precisa y contrastada información sobre el estado de salud del mandatario y para combatir la opacidad. Sin estos datos, la imagen aislada, en un contexto indeterminado, pierde valor testimonial y se carga de connotaciones indeseables. He trasladado al director del diario, Javier Moreno, las quejas de los lectores por la decisión de publicar una foto sin que el diario hubiera logrado establecer de forma independiente las circunstancias, lugar y fecha de la foto, y el reproche porque, incluso en la hipótesis de que hubiera sido auténtica, el diario hubiera considerado que merecía ser publicada.
“La publicación de una foto falsa del presidente venezolano durante 30 minutos en la web —y en la edición impresa, que tuvo que ser retirada en la madrugada de los canales de distribución— constituyó un error de enorme gravedad, cuyas consecuencias sobre la credibilidad y el prestigio del periódico en España y en el extranjero, especialmente en América Latina, no minusvaloramos. Tras el incidente, ordené a dos periodistas del diario, José María Irujo y Joseba Elola, una exhaustiva investigación sobre lo sucedido. De la lectura del texto, que se publica hoy en la sección de Internacional, y de mi conocimiento de los hechos, tengo claro que el error primordial consistió en creer que la agencia estaba realizando un trabajo de verificación, similar en estándares a los del propio periódico, cuando en realidad nada de ello estaba aconteciendo durante las largas horas en las que se sucedieron las negociaciones y conversaciones para la adquisición de la imagen. Ese fue un yerro propio, que no podemos ni debemos atribuir a nadie más. Y puesto que no pudimos verificar de forma independiente las circunstancias, el lugar o el momento en el que se tomó la fotografía, como se explicaba en el texto que acompañaba a la imagen, esta no debió publicarse nunca. He de manifestar que esta precisión sobre el hecho de que El País no hubiera podido verificarla de forma independiente no se introdujo en el texto a modo de cautela, en la eventualidad de que aquella fuese falsa, como finalmente se demostró. La foto se publicó porque creímos que era auténtica. La precisión se añadió para proporcionar al lector toda, absolutamente toda la información: creemos que la foto corresponde al presidente venezolano —por eso la publicamos, y no por otra razón—, pero aun así ha de saber que nosotros no hemos logrado verificarla de forma independiente. Ese es el abismo moral que media entre el error y la manipulación; nadie, cuando se equivoca, es consciente de que se está equivocando; aquellos que violan un principio ético son perfectamente conscientes de lo que están haciendo. De haber llegado la foto a la redacción por una vía irregular, sin mediar una organización profesional como una agencia informativa, y al depender únicamente de nuestras propias averiguaciones, la imagen jamás hubiera encontrado un camino hasta las páginas del periódico. Otro debate legítimo es si la foto, incluso en el caso de ser verdadera, debiera haberse publicado. Comprendo las razones de los lectores que argumentan que un periódico como El País no debería haber accedido en ningún caso a difundir la imagen de una persona en una cama de hospital, por lo que ello supone de grave menoscabo a su derecho a la intimidad y a su imagen personal. Y me preocupan especialmente las acusaciones de doble rasero: que el periódico pueda tomar esa decisión con un dirigente latinoamericano, pero que jamás lo hubiera hecho con un mandatario europeo. Un periódico se distingue tanto por lo que publica como por lo que no publica, y este último es también un derecho que en El País ejercemos a conciencia: la publicación de toda foto susceptible de herir sensibilidades o infringir los derechos de las personas se debate siempre en profundidad, a menudo de forma acalorada entre los responsables de la redacción. Yo tomo siempre la última decisión. Y, efectivamente, una imagen similar de un dirigente político de un país con una democracia avanzada, en la que prima la transparencia informativa, en el que los medios ejercen su trabajo sin trabas ni restricciones, y en el que el equipo médico responsable emite un parte diario para mantener informada a la opinión pública no tiene cabida alguna en nuestro periódico, y así se ha acreditado siempre a lo largo de nuestra historia. Ese respeto no ha variado. Y se seguirá aplicando de forma inflexible en el futuro, se trate de personas en Europa, en América Latina o en el resto del mundo. Pero Venezuela no observa ninguna de las normas anteriores: el presidente no acudió a la toma de posesión, las informaciones sobre su salud han sido escasas o inexistentes y a millones de ciudadanos venezolanos se les priva del conocimiento de las circunstancias y el estado preciso de salud de su presidente, internado por añadidura en Cuba, una dictadura que además de excluir la pluralidad limita severamente las libertades de información y opinión. En estas circunstancias, juzgamos que la foto de Chávez constituía un documento de interés para la opinión pública.La respuesta es más larga de lo habitual, pero la excepcionalidad del caso creo que justifica su publicación íntegra:
Lo sucedido me ha llevado también a poner en marcha un debate en el periódico sobre la necesidad de reforzar las estructuras de consulta y de toma de decisión en el periódico; de ordenar la investigación a fondo de las circunstancias que llevaron a la comisión del error que hoy publicamos y a escribir este texto a requerimiento del Defensor del Lector. Por su longitud (más de 1.000 palabras), hubiese podido convertirse en un artículo propio. Pero he considerado que en los momentos de zozobra y dudas sobre nuestras propias capacidades que siempre suscita la comisión de un error, resultaba más necesario que nunca someterse a —y reforzar así— las instituciones que rigen la vida de El País y los mecanismos con los que buscamos la excelencia, pese a los errores de los que no se libra ninguna actividad humana. El Defensor del Lector y el trabajo profesional de sus periodistas, en la figura de los que hoy firman la investigación sobre este desgraciado asunto, son dos de ellas”, concluye el director.He hablado antes del abismo moral que distingue el error de la manipulación. Los otros elementos que separan al uno de la otra consisten en la rectificación, pronta y con limpieza, y en la petición de disculpas. Tras descubrir el engaño, el periódico retiró en media hora la noticia de su página web y a esa hora de la madrugada, las 4.20 (horario peninsular español), comenzó una compleja operación logística, en la que no se escatimaron esfuerzos ni regatearon costes, para retirar la edición impresa de todos los canales de distribución. El periódico pidió disculpas a sus lectores, que yo quiero hacer hoy extensivas a los venezolanos que se hayan sentido ofendidos por la publicación de la foto y, naturalmente, al propio presidente de Venezuela.
El diario cometió un grave error que procuró subsanar sin reservas. Pero el episodio pone en evidencia la necesidad urgente de establecer nuevos protocolos de verificación que refuercen el blindaje ante el error e impidan que se reiteren estas lamentables equivocaciones.
2° Nota
Relato de un error de El País
Dos reconocidos periodistas del diario reconstruyen lo ocurrido con la falsa foto de Chávez
Por: José Maía Irujo / Joseba Elola
El País cometió el pasado jueves uno de los mayores errores de su historia. Ese día, el periódico difundió una fotografía falsa aportada por la agencia Gtres Online en la que supuestamente aparecía intubado el presidente venezolano, Hugo Chávez. Pese a las dudas que les surgieron sobre las circunstancias que rodeaban esa imagen, los responsables del diario decidieron difundirla. Esas dudas no resueltas quedaron reflejadas incluso en el breve texto que acompañaba la fotografía, en el que se indicaba que “El País no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar.
Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”. El director de la publicación, Javier Moreno, es el primero en asumir que fue una equivocación: “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”. Como Moreno, toda la cadena en la toma de decisiones asume la gravedad de lo ocurrido y pide disculpas. En cuanto tuvo conocimiento del error, la dirección del periódico ordenó recoger todos los ejemplares distribuidos hasta ese momento y, a la vez, retirar de la web la falsa fotografía. El coste de la reimpresión del diario y la nueva reimpresión supuso un coste adicional de unos 225.000 euros. El error tuvo una gran repercusión en las redes sociales y originó también la protesta del Gobierno venezolano. Nada más regresar de Davos, donde se encontraba, Javier Moreno analizó los hechos con el Comité de Dirección y el Comité Profesional, anunció cambios para mejorar el método en la toma de decisiones y encargó un relato a dos reconocidos periodistas del diario. Este es el resultado de ese trabajo periodístico.
“¿Puedes hablar? Es urgente”. A las dos de la tarde del miércoles 23 de enero, Javier Moreno, director de El País observa en la pantalla del teléfono que tiene dos llamadas perdidas del director adjunto, Vicente Jiménez. Moreno está en Davos (Suiza) asistiendo al Foro Económico Mundial en el que se reúnen las élites sociales y económicas del planeta. Le extraña que desde la redacción en Madrid se comuniquen con él mediante Facetime, aplicación para hablar por videoconferencia.
—Javier tenemos una foto de una persona que parece Hugo Chávez en una sala de operaciones. La ofrece una agencia y estamos haciendo gestiones para conseguirla porque primero se la han ofrecido a El Mundo.
—¿Qué sabemos de la fotografía?
—La agencia dice que la ha sacado una enfermera en Cuba y que se la ha enviado a su hermana a España. Esta la ha ofrecido a una colaboradora de la agencia.
—¿No podemos tener más información?
—Luis Magán [jefe de fotografía] va a comer con el comercial de la agencia y lo va a intentar.
La foto está haciendo su entrada en el periódico. Es la foto que protagoniza uno de los mayores errores de la historia del diario El País. Esta es la narración de cómo una imagen falsa acabó en la portada, reconstruida a través de conversaciones con los que intervinieron en el proceso.
Las llamadas perdidas de Jiménez son para enseñarle la foto al director. Pregunta si se la puede enviar a Davos, pero el comercial de la agencia, Manuel Montero, rechaza su difusión. Facetime es la solución más rápida para mostrarla a distancia.
El director adjunto se comunica de nuevo con Moreno y le enseña la instantánea. “Me mostraron la fotografía montada sobre una cartulina blanca. Pedían 30.000 euros y respondí que no. Me parecía la típica subasta entre periódicos”, recuerda Moreno, que sugiere ofrecer 10.000.
La foto falsa llega a El País a través de la agencia Gtres Online. El miércoles 23 de enero, a las 11.00, Luis Magán queda en una cafetería con el director comercial de esta agencia que provee a El País desde 2009 con fotos, sobre todo, para las secciones de Gente y Cultura. Montero anuncia que tiene una foto de Hugo Chávez hospitalizado. Y que se la han ofrecido antes al diario El Mundo, pero la operación aún no está cerrada.Cuando el director ve la fotografía le asaltan dudas de que sea un montaje y pide que se verifique. Minutos más tarde envía un SMS a Jiménez: “Estamos seguros de que es Chávez, ¿no? ¿No alguien que se le parece en un montaje hecho en Lima, por ejemplo?”. Jiménez responde: “Creo que no, pero, claro, es una foto que llega por un cauce irregular”.
Sobre las 13.30, Montero se acerca a un bar próximo a Miguel Yuste, 40, la sede del diario El País, con una carpeta blanca con el logo de la agencia. En su interior, dos reproducciones en papel de la misma imagen. Magán las ve por primera vez: “La veo y creo que es Chávez. Lo único que pongo en duda es la fecha en que se haya hecho la foto”, recuerda.
El jefe de fotografía pide explicaciones y Montero ofrece su relato. Cuenta que la foto ha sido realizada hace siete días. Que ha llegado a la agencia a través de una colaboradora de plena confianza.
Magán sube con la foto al despacho del director adjunto, Vicente Jiménez.
—¿Esta agencia será de fiar, no?, le pregunta Jiménez, en referencia a la agencia.
—A mí me parece que es Chávez, le responde Magán, en alusión a la foto.
A lo largo de la tarde del miércoles 23, por el despacho de Vicente Jiménez pasan, entre otros, Luis Magán y tres subdirectores: Jan Martínez Ahrens, Goyo Rodríguez y José Manuel Romero. “En esos momentos estamos manejando la sensación de tener una exclusiva mundial”, relata Magán. Hay dudas sobre la fecha y la autenticidad de la foto. “Pero nadie pone en duda que sea Chávez”, relata el jefe de fotografía.
“¿Te la han podido colar?”, pregunta Martínez Ahrens. Es fundamental despejar incógnitas. El subdirector Jan Martínez Ahrens es el encargado de hacerlo. Se reúne en su despacho, después de la hora del almuerzo, con el comercial de Gtres Online y le interroga sobre la procedencia de la foto. “El relato es francamente flojo, vago y difuso”, cuenta Martínez Ahrens. Sobre las 17.30 pide hablar con el director de la agencia, Carlos Van Eyck, y le somete a un tercer grado telefónico. Van Eyck asegura que creen que la foto es verdadera y dice que confían en la persona que la ha traído a la agencia. No da la identidad del contacto en España, ni la de quién ha tomado la foto con el objetivo de proteger al filtrador.
“Me la han podido colar”, responde Van Eyck, quien en otros momentos, en cambio, insiste en la fiabilidad de su fuente.
Martínez Ahrens traslada esta información a Vicente Jiménez.
La agencia y su representante insisten una y otra vez en que la fuente de la que han recibido la fotografía es fiable y que confían en su colaboradora. En paralelo continúa la negociación económica. El representante de Gtres Online pide tiempo para hablar con la intermediaria.
Hacia las ocho de la tarde, Jiménez recibe la información de que la negociación ha prosperado y que la fotografía va a ser adquirida. “Cuando pactamos el precio [15.000 euros] decidimos publicarla”, recuerda el director adjunto. “Nos dicen que no quieren que se firme la fotografía porque podría poner en peligro a la persona que la hizo. Nos pareció razonable y creímos que era una salvaguarda de protección y no debilidad de la fuente. Era una enfermera que se estaba jugando la vida. Está claro que nos equivocamos”.
¿Por qué se tomó la decisión de publicar la foto si la agencia Gtres Online no había respondido a todas las dudas que se le plantearon esa tarde? “Consideramos que la fotografía era buena y seguimos de forma natural”, explica el director adjunto. “No se votó ni nadie planteó su oposición. Nadie me trasmitió dudas serias sobre la conveniencia de no publicarla o sobre su autenticidad, salvo un subdirector, que dudaba si debíamos publicar la imagen de un enfermo, pero estábamos de acuerdo en que era una noticia relevante porque el Gobierno venezolano no informa sobre la salud de su presidente. Hicimos una cesión de confianza a la agencia a pesar de que había puntos que no se podían comprobar”, reconoce Jiménez. “Hicimos mal nuestro trabajo”.
Desde Davos, el director de El País insiste durante la tarde en que se verifique la autenticidad de la fotografía. Se ha encontrado con Moisés Naim, analista venezolano y columnista del periódico al que le cuenta que se está trabajando en la historia. “En un momento dado me trasladan la convicción de que la agencia lo ha verificado, que la historia es buena, que vamos adelante. No me dijeron que había muchas dudas porque si hubiera sido así lo habría parado, pero como había incógnitas sin resolver le pedí a Vicente que en el texto se añadieran, como información adicional, las preguntas a las que no habíamos podido responder. No como cautela sino como información complementaria. Creí que lo más honesto era reconocerlo”.Magán, que recibió la oferta y negoció la compra, lo recuerda así: “Fue una decisión colectiva. Llega un momento en que tenemos que arriesgarnos o no”. Hugo Chávez no aparece en público desde el pasado mes de diciembre ni acudió a la toma de su posesión en Caracas al permanecer convaleciente en La Habana. Su dolencia está rodeada de secretismo.
Moreno asume que fue un error publicar la foto y acompañarla de un texto que dice que no se confía en la instantánea. “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”.
La apostilla dictada por Moreno y que se incluye en el pie de la imagen falsa dice: “El País no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”.
El director asume que dejar en manos de una agencia las verificaciones que debería haber hecho el periódico es un error grave. La precipitación fue el otro. Y reconoce que el hecho de que la información fuera compartida por un número reducido de mandos multiplicó el riesgo.
Martínez Arhens, subdirector, telefonea al colaborador en Caracas y le advierte de que el periódico va a publicar una información sensible para prevenirle. “Me dijo que era un asunto delicado y que estuviera atento a la reacción del Gobierno”, señala Scharfenberg. El periódico no le informó de que iba a publicar una supuesta foto de Hugo Chávez. A partir de las 21 horas se comienza a editar la imagen para la edición impresa. La fotografía falsa pasa por más manos: diseño, fotografía, internacional y se vuelca en el sistema de edición Hermes por lo que numerosos redactores ya la pueden observar en pantalla. Media hora antes, el director adjunto y los subdirectores muestran la imagen a Guillermo Altares, redactor jefe de Internacional. “¿Esto es lo que creo que es? ¿Estáis seguros al cien por cien?”, pregunta el periodista a sus jefes. “Estaban muy seguros de lo que tenían”, recuerda. Altares propone hablar con el colaborador en Caracas, Ewald Scharfenberg, pero se decide no comunicarle la noticia por temor a que a través de la conversación telefónica se filtre la exclusiva. “Tengo plena confianza en Ewald pero no en las comunicaciones venezolanas”, apostilla el redactor jefe.
A esa misma hora, Mokhtar Atitar, 31 años, editor gráfico de la web, ve la fotografía y le asaltan las dudas. Deja su asiento en la mesa digital en forma de media luna situada en el centro de la redacción y se dirige a la mesa de Magán. Le expresa sus reticencias, no tiene claro que la imagen sea buena. Después regresa a su puesto y se pone a buscar en Google para ver si hay en la red alguna imagen parecida. “No encontré nada pese a que hice varias búsquedas de imágenes. Lo hice por iniciativa propia”, explica. Atitar busca fotos, pero la imagen, en realidad, procede de un vídeo.
En Davos, sobre las 23 horas, Naim coincide de nuevo con Moreno.
—Javier, ¿cómo va la historia?
—Vamos a dar la foto.
—¿Puedo tuitear la noticia?
—Pero no digas que es Chávez.
Naim tuitea: “Prepárense para una extraordinaria foto exclusiva en la web de El País en breve”. Poco después, Moreno lo retuitea.
Ewald Scharfenberg, el colaborador en Caracas, ve el tuit de Naim y escribe a Altares para preguntarle si sabe de qué va la cosa. “Me responde: no te puedo decir nada sorry [lo siento]”. La supuesta exclusiva se ha manejado con la máxima discreción para evitar filtraciones. Más tarde, Scharfenberg le envía otro mensaje en el que le advierte sobre una fotografía vieja que ese mismo día circula, una instantánea de Chávez con su padre y hermano.
Son las tres de la madrugada en Madrid, las ocho en México D.F y Bernardo Marín llega a la redacción digital que El País tiene en la capital mexicana. Los ejemplares de la edición impresa con la foto falsa en portada ya están llegando a esas horas a distintos puntos de Latinoamérica, sobre todo a Argentina. Y ya hay gente tuiteando que El País lleva a Chávez intubado en portada. Marín llama a Jiménez y le dice que considera que hay que adelantar la publicación, dado que en las redes ya se empieza a hablar de ello.
Las cuatro personas que están en ese momento en la redacción de México, responsables de la web del periódico durante la noche, empiezan a preparar la pieza informativa digital. Por centrarse en la preparación del despliegue, pierden de vista por cinco minutos la conversación de Twitter, donde algunos empiezan a hablar de que la foto puede ser falsa.
A las 3.52, Bernardo Marín aprieta el botón de publicar. La supuesta gran exclusiva mundial se empieza a difundir en las redes sociales, Twitter y Facebook. A las 3.54 mira su cuenta de Twitter para ver qué repercusión está teniendo la noticia. Ve que hay tuits que ponen en cuestión la autenticidad de la foto. “Cuando es la dirección del periódico la que ha dado por buena una información, ni se te ocurre pensar que puede ser un error”, explica por teléfono desde México. Inés Santaeulalia, una de las redactoras en ese país, llama por teléfono y alerta de que hay mucha gente tuiteando que esa foto es falsa. La cuenta de Twiter de Moisés Naim recibe insultos : “Hubo una explosión de agresiones por parte de seguidores de Chávez. Algunos incluso dicen que yo tuve un rol en todo esto”, explica el escritor.
Marín comprueba que la foto ha sido extraída de un vídeo que está circulando por la red. Se trata de una captura. Aparece un paciente acromegálico en una mesa de operaciones. La imagen data de 2008. La noche anterior, de hecho, la televisión pública venezolana ha denunciado que ese vídeo esta circulando, que es falso, y que no es Chávez.
Marín llama a Vicente Jiménez y le manda una captura de pantalla del vídeo. Son las cuatro de la madrugada.
A las 4.10, Jiménez llama al responsable de distribución e impresión de Pressprint, Juan Manuel Albelda. Le dice que es preciso retirar toda la tirada. Albelda le informa de que hay rutas que están distribuidas y entregadas. No se consigue frenar la distribución de ejemplares destinados a las líneas aéreas, ferrocarriles, hoteles y suscriptores. En España, 4.100 ejemplares llegan a los lectores con la foto falsa. “De llegar la orden media hora más tarde, hubiera sido dramático”, confiesa Albelda.A las 4.08 Javier Moreno recibe la llamada del director adjunto. Se encuentra descansando en la habitación de su hotel a las afueras de Davos. La conversación dura cuatro minutos y Moreno ordena que los responsables de la web retiren la fotografía de la portada y que se paralice la distribución de la edición de papel para evitar que llegue a los quioscos. “Tomé la decisión al instante, sin pensar lo que iba a costar y sin consultar a nadie”, recuerda el director. Desde ese instante, y hasta las 8.12 horas, Moreno hace 26 llamadas y decide reimprimir El País para volver a colocarlo en los puntos de venta.
Se consigue paralizar el 93% de la tirada. Pero en Argentina solo se recupera un 30% y 8.050 ejemplares llegan a los quioscos. En la República Dominicana se recupera un 10%: 5.670 ejemplares con la foto falsa llegan a destino.
En total son 22.635 los ejemplares con la foto falsa que se distribuyen. Se vuelve a imprimir una nueva edición. El coste de la reimpresión del diario ronda los 125.000 euros. La nueva distribución que hay que poner en marcha supone otros 100.000 euros.
“Me pareció increíble que, algo que para cualquier venezolano era un timo, fuera en la portada de El País, remata Scharfenberg, colaborador en Caracas.
La reacción del Gobierno venezolano es inmediata. El chavismo acusa a El País de participar en un complot contra la oposición. “Nadie cree que la foto es algo casual, los lacayos internos tienen su réplica en el extranjero”, escribe en su cuenta de Twiter el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. “Cada vez que alguien en el mundo, llámese El País, Bosé, Juanes, Willie Colón, Cochez o Uribe, ataca a la patria, la oposición lo hace su héroe”, dice en otro mensaje reproducido por medios oficiales.
El Gobierno de Hugo Chávez anuncia que emprenderá acciones legales y su embajada en Madrid acusa al diario de “despreciar” a los venezolanos. “La publicación de esta fotografía grotesca no es más que la confirmación de la campaña sistemática que ese periódico y otros más mantienen aprovechándose de manera atroz de la situación de salud por la que pasa el comandante Chávez”, espeta Ernesto Villegas, ministro de Información. Desde Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner escribe en su cuenta de Twitter: “En la portada de El País vi una foto. Me corrijo, eso no es una foto, es una canallada”.
Al día siguiente de la publicación, descubierta ya la estafa, una reunión en Miguel Yuste con los responsables de Gtres Online permite comprobar que la primera versión que dieron no es correcta.
Carlos Van Eyck, director de la agencia, explica que en la misma mañana en que se descubrió la falsedad, su colaboradora llamó a la persona que le facilitó la fotografía y que esta cambió su versión.
El nuevo relato hace que la pista de la foto se difumine aún más. La supuesta intermediaria en España es una venezolana que ha recibido una foto enviada por su hermana, vía Whatsapp, desde Venezuela. Esta última, a su vez, es la que habría recibido la imagen supuestamente procedente de Cuba. Pero, no. La foto era falsa.
Fuente: Diario El País
Ver anterior: Papelón del El País, compró falsa foto de Chavez, La foto que El País nunca debió publicar, Periodista italiano se atribuye la falsa foto del presidente Chávez“¿Puedes hablar? Es urgente”. A las dos de la tarde del miércoles 23 de enero, Javier Moreno, director de El País observa en la pantalla del teléfono que tiene dos llamadas perdidas del director adjunto, Vicente Jiménez. Moreno está en Davos (Suiza) asistiendo al Foro Económico Mundial en el que se reúnen las élites sociales y económicas del planeta. Le extraña que desde la redacción en Madrid se comuniquen con él mediante Facetime, aplicación para hablar por videoconferencia.
—Javier tenemos una foto de una persona que parece Hugo Chávez en una sala de operaciones. La ofrece una agencia y estamos haciendo gestiones para conseguirla porque primero se la han ofrecido a El Mundo.
—¿Qué sabemos de la fotografía?
—La agencia dice que la ha sacado una enfermera en Cuba y que se la ha enviado a su hermana a España. Esta la ha ofrecido a una colaboradora de la agencia.
—¿No podemos tener más información?
—Luis Magán [jefe de fotografía] va a comer con el comercial de la agencia y lo va a intentar.
La foto está haciendo su entrada en el periódico. Es la foto que protagoniza uno de los mayores errores de la historia del diario El País. Esta es la narración de cómo una imagen falsa acabó en la portada, reconstruida a través de conversaciones con los que intervinieron en el proceso.
Las llamadas perdidas de Jiménez son para enseñarle la foto al director. Pregunta si se la puede enviar a Davos, pero el comercial de la agencia, Manuel Montero, rechaza su difusión. Facetime es la solución más rápida para mostrarla a distancia.
El director adjunto se comunica de nuevo con Moreno y le enseña la instantánea. “Me mostraron la fotografía montada sobre una cartulina blanca. Pedían 30.000 euros y respondí que no. Me parecía la típica subasta entre periódicos”, recuerda Moreno, que sugiere ofrecer 10.000.
La foto falsa llega a El País a través de la agencia Gtres Online. El miércoles 23 de enero, a las 11.00, Luis Magán queda en una cafetería con el director comercial de esta agencia que provee a El País desde 2009 con fotos, sobre todo, para las secciones de Gente y Cultura. Montero anuncia que tiene una foto de Hugo Chávez hospitalizado. Y que se la han ofrecido antes al diario El Mundo, pero la operación aún no está cerrada.Cuando el director ve la fotografía le asaltan dudas de que sea un montaje y pide que se verifique. Minutos más tarde envía un SMS a Jiménez: “Estamos seguros de que es Chávez, ¿no? ¿No alguien que se le parece en un montaje hecho en Lima, por ejemplo?”. Jiménez responde: “Creo que no, pero, claro, es una foto que llega por un cauce irregular”.
Sobre las 13.30, Montero se acerca a un bar próximo a Miguel Yuste, 40, la sede del diario El País, con una carpeta blanca con el logo de la agencia. En su interior, dos reproducciones en papel de la misma imagen. Magán las ve por primera vez: “La veo y creo que es Chávez. Lo único que pongo en duda es la fecha en que se haya hecho la foto”, recuerda.
El jefe de fotografía pide explicaciones y Montero ofrece su relato. Cuenta que la foto ha sido realizada hace siete días. Que ha llegado a la agencia a través de una colaboradora de plena confianza.
Magán sube con la foto al despacho del director adjunto, Vicente Jiménez.
—¿Esta agencia será de fiar, no?, le pregunta Jiménez, en referencia a la agencia.
—A mí me parece que es Chávez, le responde Magán, en alusión a la foto.
A lo largo de la tarde del miércoles 23, por el despacho de Vicente Jiménez pasan, entre otros, Luis Magán y tres subdirectores: Jan Martínez Ahrens, Goyo Rodríguez y José Manuel Romero. “En esos momentos estamos manejando la sensación de tener una exclusiva mundial”, relata Magán. Hay dudas sobre la fecha y la autenticidad de la foto. “Pero nadie pone en duda que sea Chávez”, relata el jefe de fotografía.
“¿Te la han podido colar?”, pregunta Martínez Ahrens. Es fundamental despejar incógnitas. El subdirector Jan Martínez Ahrens es el encargado de hacerlo. Se reúne en su despacho, después de la hora del almuerzo, con el comercial de Gtres Online y le interroga sobre la procedencia de la foto. “El relato es francamente flojo, vago y difuso”, cuenta Martínez Ahrens. Sobre las 17.30 pide hablar con el director de la agencia, Carlos Van Eyck, y le somete a un tercer grado telefónico. Van Eyck asegura que creen que la foto es verdadera y dice que confían en la persona que la ha traído a la agencia. No da la identidad del contacto en España, ni la de quién ha tomado la foto con el objetivo de proteger al filtrador.
“Me la han podido colar”, responde Van Eyck, quien en otros momentos, en cambio, insiste en la fiabilidad de su fuente.
Martínez Ahrens traslada esta información a Vicente Jiménez.
La agencia y su representante insisten una y otra vez en que la fuente de la que han recibido la fotografía es fiable y que confían en su colaboradora. En paralelo continúa la negociación económica. El representante de Gtres Online pide tiempo para hablar con la intermediaria.
Hacia las ocho de la tarde, Jiménez recibe la información de que la negociación ha prosperado y que la fotografía va a ser adquirida. “Cuando pactamos el precio [15.000 euros] decidimos publicarla”, recuerda el director adjunto. “Nos dicen que no quieren que se firme la fotografía porque podría poner en peligro a la persona que la hizo. Nos pareció razonable y creímos que era una salvaguarda de protección y no debilidad de la fuente. Era una enfermera que se estaba jugando la vida. Está claro que nos equivocamos”.
¿Por qué se tomó la decisión de publicar la foto si la agencia Gtres Online no había respondido a todas las dudas que se le plantearon esa tarde? “Consideramos que la fotografía era buena y seguimos de forma natural”, explica el director adjunto. “No se votó ni nadie planteó su oposición. Nadie me trasmitió dudas serias sobre la conveniencia de no publicarla o sobre su autenticidad, salvo un subdirector, que dudaba si debíamos publicar la imagen de un enfermo, pero estábamos de acuerdo en que era una noticia relevante porque el Gobierno venezolano no informa sobre la salud de su presidente. Hicimos una cesión de confianza a la agencia a pesar de que había puntos que no se podían comprobar”, reconoce Jiménez. “Hicimos mal nuestro trabajo”.
Desde Davos, el director de El País insiste durante la tarde en que se verifique la autenticidad de la fotografía. Se ha encontrado con Moisés Naim, analista venezolano y columnista del periódico al que le cuenta que se está trabajando en la historia. “En un momento dado me trasladan la convicción de que la agencia lo ha verificado, que la historia es buena, que vamos adelante. No me dijeron que había muchas dudas porque si hubiera sido así lo habría parado, pero como había incógnitas sin resolver le pedí a Vicente que en el texto se añadieran, como información adicional, las preguntas a las que no habíamos podido responder. No como cautela sino como información complementaria. Creí que lo más honesto era reconocerlo”.Magán, que recibió la oferta y negoció la compra, lo recuerda así: “Fue una decisión colectiva. Llega un momento en que tenemos que arriesgarnos o no”. Hugo Chávez no aparece en público desde el pasado mes de diciembre ni acudió a la toma de su posesión en Caracas al permanecer convaleciente en La Habana. Su dolencia está rodeada de secretismo.
Moreno asume que fue un error publicar la foto y acompañarla de un texto que dice que no se confía en la instantánea. “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”.
La apostilla dictada por Moreno y que se incluye en el pie de la imagen falsa dice: “El País no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”.
El director asume que dejar en manos de una agencia las verificaciones que debería haber hecho el periódico es un error grave. La precipitación fue el otro. Y reconoce que el hecho de que la información fuera compartida por un número reducido de mandos multiplicó el riesgo.
Martínez Arhens, subdirector, telefonea al colaborador en Caracas y le advierte de que el periódico va a publicar una información sensible para prevenirle. “Me dijo que era un asunto delicado y que estuviera atento a la reacción del Gobierno”, señala Scharfenberg. El periódico no le informó de que iba a publicar una supuesta foto de Hugo Chávez. A partir de las 21 horas se comienza a editar la imagen para la edición impresa. La fotografía falsa pasa por más manos: diseño, fotografía, internacional y se vuelca en el sistema de edición Hermes por lo que numerosos redactores ya la pueden observar en pantalla. Media hora antes, el director adjunto y los subdirectores muestran la imagen a Guillermo Altares, redactor jefe de Internacional. “¿Esto es lo que creo que es? ¿Estáis seguros al cien por cien?”, pregunta el periodista a sus jefes. “Estaban muy seguros de lo que tenían”, recuerda. Altares propone hablar con el colaborador en Caracas, Ewald Scharfenberg, pero se decide no comunicarle la noticia por temor a que a través de la conversación telefónica se filtre la exclusiva. “Tengo plena confianza en Ewald pero no en las comunicaciones venezolanas”, apostilla el redactor jefe.
A esa misma hora, Mokhtar Atitar, 31 años, editor gráfico de la web, ve la fotografía y le asaltan las dudas. Deja su asiento en la mesa digital en forma de media luna situada en el centro de la redacción y se dirige a la mesa de Magán. Le expresa sus reticencias, no tiene claro que la imagen sea buena. Después regresa a su puesto y se pone a buscar en Google para ver si hay en la red alguna imagen parecida. “No encontré nada pese a que hice varias búsquedas de imágenes. Lo hice por iniciativa propia”, explica. Atitar busca fotos, pero la imagen, en realidad, procede de un vídeo.
En Davos, sobre las 23 horas, Naim coincide de nuevo con Moreno.
—Javier, ¿cómo va la historia?
—Vamos a dar la foto.
—¿Puedo tuitear la noticia?
—Pero no digas que es Chávez.
Naim tuitea: “Prepárense para una extraordinaria foto exclusiva en la web de El País en breve”. Poco después, Moreno lo retuitea.
Ewald Scharfenberg, el colaborador en Caracas, ve el tuit de Naim y escribe a Altares para preguntarle si sabe de qué va la cosa. “Me responde: no te puedo decir nada sorry [lo siento]”. La supuesta exclusiva se ha manejado con la máxima discreción para evitar filtraciones. Más tarde, Scharfenberg le envía otro mensaje en el que le advierte sobre una fotografía vieja que ese mismo día circula, una instantánea de Chávez con su padre y hermano.
Son las tres de la madrugada en Madrid, las ocho en México D.F y Bernardo Marín llega a la redacción digital que El País tiene en la capital mexicana. Los ejemplares de la edición impresa con la foto falsa en portada ya están llegando a esas horas a distintos puntos de Latinoamérica, sobre todo a Argentina. Y ya hay gente tuiteando que El País lleva a Chávez intubado en portada. Marín llama a Jiménez y le dice que considera que hay que adelantar la publicación, dado que en las redes ya se empieza a hablar de ello.
Las cuatro personas que están en ese momento en la redacción de México, responsables de la web del periódico durante la noche, empiezan a preparar la pieza informativa digital. Por centrarse en la preparación del despliegue, pierden de vista por cinco minutos la conversación de Twitter, donde algunos empiezan a hablar de que la foto puede ser falsa.
A las 3.52, Bernardo Marín aprieta el botón de publicar. La supuesta gran exclusiva mundial se empieza a difundir en las redes sociales, Twitter y Facebook. A las 3.54 mira su cuenta de Twitter para ver qué repercusión está teniendo la noticia. Ve que hay tuits que ponen en cuestión la autenticidad de la foto. “Cuando es la dirección del periódico la que ha dado por buena una información, ni se te ocurre pensar que puede ser un error”, explica por teléfono desde México. Inés Santaeulalia, una de las redactoras en ese país, llama por teléfono y alerta de que hay mucha gente tuiteando que esa foto es falsa. La cuenta de Twiter de Moisés Naim recibe insultos : “Hubo una explosión de agresiones por parte de seguidores de Chávez. Algunos incluso dicen que yo tuve un rol en todo esto”, explica el escritor.
Marín comprueba que la foto ha sido extraída de un vídeo que está circulando por la red. Se trata de una captura. Aparece un paciente acromegálico en una mesa de operaciones. La imagen data de 2008. La noche anterior, de hecho, la televisión pública venezolana ha denunciado que ese vídeo esta circulando, que es falso, y que no es Chávez.
Marín llama a Vicente Jiménez y le manda una captura de pantalla del vídeo. Son las cuatro de la madrugada.
A las 4.10, Jiménez llama al responsable de distribución e impresión de Pressprint, Juan Manuel Albelda. Le dice que es preciso retirar toda la tirada. Albelda le informa de que hay rutas que están distribuidas y entregadas. No se consigue frenar la distribución de ejemplares destinados a las líneas aéreas, ferrocarriles, hoteles y suscriptores. En España, 4.100 ejemplares llegan a los lectores con la foto falsa. “De llegar la orden media hora más tarde, hubiera sido dramático”, confiesa Albelda.A las 4.08 Javier Moreno recibe la llamada del director adjunto. Se encuentra descansando en la habitación de su hotel a las afueras de Davos. La conversación dura cuatro minutos y Moreno ordena que los responsables de la web retiren la fotografía de la portada y que se paralice la distribución de la edición de papel para evitar que llegue a los quioscos. “Tomé la decisión al instante, sin pensar lo que iba a costar y sin consultar a nadie”, recuerda el director. Desde ese instante, y hasta las 8.12 horas, Moreno hace 26 llamadas y decide reimprimir El País para volver a colocarlo en los puntos de venta.
Se consigue paralizar el 93% de la tirada. Pero en Argentina solo se recupera un 30% y 8.050 ejemplares llegan a los quioscos. En la República Dominicana se recupera un 10%: 5.670 ejemplares con la foto falsa llegan a destino.
En total son 22.635 los ejemplares con la foto falsa que se distribuyen. Se vuelve a imprimir una nueva edición. El coste de la reimpresión del diario ronda los 125.000 euros. La nueva distribución que hay que poner en marcha supone otros 100.000 euros.
“Me pareció increíble que, algo que para cualquier venezolano era un timo, fuera en la portada de El País, remata Scharfenberg, colaborador en Caracas.
La reacción del Gobierno venezolano es inmediata. El chavismo acusa a El País de participar en un complot contra la oposición. “Nadie cree que la foto es algo casual, los lacayos internos tienen su réplica en el extranjero”, escribe en su cuenta de Twiter el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. “Cada vez que alguien en el mundo, llámese El País, Bosé, Juanes, Willie Colón, Cochez o Uribe, ataca a la patria, la oposición lo hace su héroe”, dice en otro mensaje reproducido por medios oficiales.
El Gobierno de Hugo Chávez anuncia que emprenderá acciones legales y su embajada en Madrid acusa al diario de “despreciar” a los venezolanos. “La publicación de esta fotografía grotesca no es más que la confirmación de la campaña sistemática que ese periódico y otros más mantienen aprovechándose de manera atroz de la situación de salud por la que pasa el comandante Chávez”, espeta Ernesto Villegas, ministro de Información. Desde Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner escribe en su cuenta de Twitter: “En la portada de El País vi una foto. Me corrijo, eso no es una foto, es una canallada”.
Al día siguiente de la publicación, descubierta ya la estafa, una reunión en Miguel Yuste con los responsables de Gtres Online permite comprobar que la primera versión que dieron no es correcta.
Carlos Van Eyck, director de la agencia, explica que en la misma mañana en que se descubrió la falsedad, su colaboradora llamó a la persona que le facilitó la fotografía y que esta cambió su versión.
El nuevo relato hace que la pista de la foto se difumine aún más. La supuesta intermediaria en España es una venezolana que ha recibido una foto enviada por su hermana, vía Whatsapp, desde Venezuela. Esta última, a su vez, es la que habría recibido la imagen supuestamente procedente de Cuba. Pero, no. La foto era falsa.
Fuente: Diario El País