sábado, 28 de agosto de 2010

La relación entre los Kirchner y Clarín: Un grotesco dramático

Se olvidan por estos días, las jornadas amigables del Gobierno y el grupo económico. Lo que los sectores en pugna ocultan
Por: Roberto García
Tal vez no se equivocó el Gobierno al anticipar, antes del martes pasado, que habría un antes y un después. Pensó en un después glorioso, pero no se comió el chancho y tampoco lo cazó. Ese día D, con exagerada pompa y la estética habitual de los viejos actos de Río Gallegos cuando inauguraban una obra por segunda o tercera vez (la claque, frases como “jornada fundacional” o “a partir de ahora”), la Presidenta se remitió a un repertorio de palabras graves y reservó las acciones a otra autoridad, la Justicia y el Congreso. Afortunada prudencia. A pesar de los vaticinios, Cristina se abstuvo de cierto castigo -“puedo hacerlo, pero no...”- y hasta guardó con las lucubraciones sancionatorias un CD conmemorativo de la malicia de Clarín en Papel Prensa (valdría la pena conocer su propicio destino). Así concluyó parte del ostentoso operativo sobre Papel Prensa y, más precisamente, contra Héctor Magnetto, de Clarín. Una chispita en lugar del desembarco en Normandía.
Devaluación literaria que, por expectativas defraudadas, quizás afectó el contenido del mensaje, con 90% de verdad sobre la administración de la empresa papelera -anomalías históricas que podrían o debieron haber incurrido en administración fraudulenta, figura que caduca a los seis años- y l0% imaginario sobre el origen y las formas de la compra, que además de enlodar a socios de Clarín (La Nación y la ex La Razón) en un delito imprescriptible por haber arrebatado las acciones de la compañía bajo tortura en tiempos de los militares, 34 años atrás. Era too much, como gusta decir la mandataria cada vez que regresa de los Estados Unidos. Si se pretendía intervenir PP y que Magnetto & Cía. fueran a prisión con un bolsito, ese propósito se desmoronó antes de empezar la alocución: el armado de la causa era insolvente, improvisado, sobraban testimonios en su contra, divergencias no ignoradas de la propia familia Graiver, entuertos entre la madre y su propia hija. Por perseguir lo imposible, ahora hasta naufraga lo posible. Demasiado voluntarismo.
Si bien todos mienten -sobre todo al decir que defienden la libertad de prensa, cuando sólo se trata de poder y de dinero-, el error del Gobierno ha sido no registrar que la añosa transferencia de Papel Prensa quizá constituya, en verdad, un antecedente embrionario y forzado del “capitalismo de amigos” (La Razón, por ejemplo, ¿no recibía dictados del Comando en Jefe del Ejército?, y como exhibición de su obediencia titulaba que el país estaba en orden porque gracias a la Junta Militar los ómnibus estacionaban pegados al cordón de la vereda). El mismo “capitalismo de amigos” que hoy les imputan a los Kirchner en una aplicación más elaborada y con repetidas evidencias. Non sancta esta metodología para agrandar los bolsillos, pero distante del crimen en la mesa de tortura, de la lesa humanidad.
Era obvio este final antes de empezar el mensaje, la falta de galladura del argumento; pero no iban a desandar la marcha, apenas cambiar la dirección: en el Gobierno prevalece la lógica de la tendencia absolutista que necesita, para no debilitarse, adversarios a perseguir, sean judíos, leprosos, brujos, herejes o empresarios periodísticos (del mismo modo que algunas empresas periodísticas emplean un sistema semejante). Ya escribió al respecto el historiador inglés Robert I. Moore. Otro adicional para la causa novelesca: el matrimonio entiende -y ella lo confesó- que Magnetto, por expansión desmedida y dominante en el mundo de las comunicaciones, se transformó en un peligroso partido político a destruir para no perder en 2011, o un poder a disminuir hasta el esqueleto para que no ejerza venganza si les toca perder en esa fecha.
Continuará el revuelo político con periódicos misterios en que la verdad muta según declara Juan o Pedro, aparece el secreto de Isidoro o la revelación de Lidia. Sólo falta que hablen con acento mexicano. Eso sí, según el canal, la trama es diferente. Demasiada frivolidad para una historia dolorosa, con despojos incontrastables, con víctimas, devenida en una casquivana porfía política que busca rating disputándose -como si fuera trascendente- determinadas presencias, empresarios o embajadores, para retratarlos en una fotografía adicta, algo así como el anuario de Gente. Pugna en la que triunfó Magnetto (ahora interesado en esas instantáneas) sobre la fracasada gestión de Julio De Vido (un preferido de última hora en el entorno de la dama cuando, al asumir, ella lo quiso despedir).
Si hasta se involucró en la jugada al gobierno Obama, el que a pesar de su agradecimiento a la reiterada hostilidad de los Kirchner contra Irán, por medio de Arturo Valenzuela le habría advertido a Héctor Timerman -de súbito viaje a Washington- la conveniencia de que el Gobierno bajara el tono de sus anunciadas medidas contra Magnetto & Cía. (justo y curioso es recordar que el cargo de Valenzuela, cuando se hizo la controversial transferencia de Papel Prensa a la tríada de diarios, era ocupado entonces por Terence Todman junto a Patricia Derian, encargados de la división derechos humanos de James Carter, quienes tanto irritaron a los militares cuando recogieron testimonios sobre las desapariciones). Para completar esta volubilidad general, la telenovela, resta aún la afinación de la sintonía cuando aparezcan, en los próximos días, las encuestas que atiborren a la sociedad con interpretaciones relativas al antes y después oficial. Los dos poderosos contendientes se afanarán para revelar números favorables o esconder los críticos, como si fuera importante esa fugaz opinión. Tanta es la pérdida de tiempo en que incurre el país.
Mientras, en el granel, hay preguntas y perlas a saldar. Algunas al azar:
  • Si Magnetto & Cía. eran cómplices de los genocidas militares, ¿cómo los Kirchner compartieron tantas veces con él, durante más de cinco años, los tomatitos cherry -lo menor de esas tertulias- que le gusta comer a Cristina?
  • ¿Se puede alegar, como dice ahora graciosamente Alberto Fernández, que no habían escuchado nada al respecto? ¿Lo mismo dirán Dovena y los Mazzon?
  • Aludió la Presidenta a una sindicación de privados como si fuera una novedad criminal, un descubrimiento de sus investigadores, cuando esa práctica común en el derecho comercial ya había sido denunciada por José Pirillo, de La Razón, cuando perdió sus acciones en el diario. Pareció una afrenta a quien estaba en el acto de Cristina.
  • Julio Ramos -a quien en el acto se honró por las denuncias que vertió en sus libros sobre el manejo arbitrario de Papel Prensa por parte de los tres privados contra medios independientes en la venta de papel- les había advertido a los Kirchner, ya hace muchos años y en varias ocasiones, sobre los procedimientos de Clarín con el papel. Y no sólo con el papel. En Buenos Aires y en Santa Cruz. Pero tanto al ex mandatario como a su esposa les debieron parecer una quijotada esas denuncias. Ni siquiera registraron que esos planteos, Ramos hasta los había llevado a la SIP. Más bien fisgoneaban a espaldas sobre las excéntricas actitudes de ese personaje quizá cervantino.
  • De la carta de Isidoro Graiver se desprende que la mayoría del diario La Opinión pertenecía a su hermano muerto, David, por lo tanto a su única hija. ¿Esa mayoría también fue apropiada en su momento, antes de la intervención de los militares? Tal vez no queden rastros, sí indemnizaciones. No \es la campana opositora sólo de Isidoro; también, entonces, reclamaba lo mismo -para su hermana y sobrina- Osvaldo Papaleo, quien estuvo sentado al lado de Néstor en el acto. Un intríngulis a develar.
  • Dos episodios sugerentes: la mención de Cristina a Carlos Menem, quien no figuraba en el vocabulario de los Kirchner, y el olvido explícito de señalar a Guillermo Moreno como motor de la investigación. También ella incurrió en otro detalle: puntualizó que Edgardo Sajón fue funcionario del general Lanusse, quien dibujó a su modo la llamada “masacre de Trelew”, pero omitió decir que Sajón fue un desaparecido del régimen militar por ser colaborador y hasta eventual socio de Jacobo Timerman. Todo por la causa Graiver.
  • Paradójica, al menos, la presencia anti Clarín de quien siempre, en la alfombra roja de Menem o de los Kirchner, se enorgulleció de sus vinculaciones con el grupo: Osvaldo Cornide. O de dos empresarios que, a pie juntillas, acompañaron con brío casi todas las actuaciones del gobierno de Jorge Rafael Videla y, en especial, de José Alfredo Martínez de Hoz, cuando se realizó la sospechosa transferencia. Mejor no hacer nombres en honor a las brujas de Salem, ni señalar que el primo del ex ministro, Martínez Segovia, era presidente de Papel Prensa de Graiver.
  • También resulta extraño que un funcionario pegado a Antonio Cafiero sea quien llevará las indagatorias contra el Grupo Clarín, producto del mismo gobierno bonaerense que en su momento favoreció a Papel Prensa y cuyos dilectos amigos, de Manzano a Bauzá, de los Menem a Granillo Ocampo, opinaron a favor de cederle Canal 13 al hegemónico Magnetto. Ni hablar de la presencia de legisladores que echaron al juez que, en su momento, se había atrevido -seguramente en exceso- a encarcelar a la señora de Noble. Ahora aplauden para que vuelva el juez que expulsaron.
La lista de acomodaticios es interminable, el entendimiento dificultoso, el oscuro novelón de Graiver parece construido por más de un autor y requiere de mentes especiales para su comprensión. Basta recordar que el empresario fue un pícaro financista que mercadeaba con los ingresos de los secuestros de Montoneros -incluyendo el que pagó él mismo por su familia-, también con dinero seguramente no declarado en la entonces DGI de sindicalistas, políticos, militares, obispos, funcionarios, artistas, intelectuales, de derecha o de izquierda, casi siempre operando por debajo del cinturón de la legalidad. Junto a Don José, el Gelbard de la inflación cero que distraía tiempo para algunas mordidas en el aluminio o en el Embalse Río Tercero. Un prodigio argentino este Graiver que no tenía 40 años y al que tantos se han esforzado por emular en la Argentina, legatario además de contradicciones diversas, como la que acompañó a un período brutal en la vida de su cuñado Osvaldo Papaleo, hoy estrella en las denuncias de los Kirchner contra Clarín y Magnetto: fue detenido y maltratado en el barco 33 Orientales por los militares, primero por su pertenencia al gobierno de Isabel Perón y después por su vinculación con el gremio metalúrgico de Lorenzo Miguel, no precisamente de izquierda; luego liberado, y más tarde de vuelta encarcelado, y torturado, esta vez para que explicara la vinculación de su pariente Graiver con los Montoneros del marxismo internacional. Un grotesco dramático, si se lo mira con distancia. Algunos creen que Papel Prensa puede derivar en otro, menos doloroso, si la producción del papel de diario es asumida finalmente por el Estado. Quizá ocurra cuando los diarios o sus variantes ya no usen más papel, debido a la propagación de Internet. Será otro triunfo de Magnetto.

Fuente:
Diario Perfil

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