En Enero de 1994, el mundo entero tomó conocimiento de una realidad que ya lleva siglos aunque para los poderosos permanezca invisible. Desde el siglo XV las potencias imperiales y coloniales someten a los pueblos y continúan en su festín de derroche.
En efecto, la emergencia en algunos poblados de los insurgentes zapatistas desnudó la cruda realidad de pobreza, miserias y exclusión de millones de mujeres y hombres en todo el Planeta.
El llamamiento efectuado desde la selva Lacandona, el singular estilo de lucha política por ellos puesto en práctica, las convocatorias intergalácticas que obtienen respuesta desde las más lejanas latitudes es un dato a tomar en cuenta a la hora de evaluar las potenciales resistencias a la crueldad del neoliberalismo.
El levantamiento zapatista implica que nos iremos al espejo, para procurar comprender cómo se escamotea la justicia social, cómo se dilapidan los recursos naturales y continúan las prácticas de corrupción política para que siga la dominación de minorías codiciosas.
Un conjunto de mujeres y hombres marginados excluidos, olvidados recurrieron a prácticas asamblearias para demandarla dignidad integral y para todos, su larga marcha también es la nuestra enfrentando la indiferencia de los de arriba y construyendo sendas hacia n futuro diferente. De libertad donde no sea necesario enmascararse para que nos vean.
Carlos A. Solero