La periodista argentina Marina Walker, una de las fichas claves dentro del consorcio que destapó el escándalo del paraíso fiscal en abril, nos concedió una extensa entrevista en la que nos habló, entre otras cosas, sobre amenazas, el periodismo de datos y cómo coordinó a un equipo de 376 reporteros
Por: Diego A. Olivares Jiménez
“En Colombia intentamos sumarnos con medios de comunicación tradicionales para investigar el caso de Panamá Papers y lamentablemente no tuvimos suerte”, afirma la periodista argentina Marina Walker Guevara, coordinadora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), el órgano que destapó el escándalo sobre el ocultamiento de millonarias cifras de dinero en paraísos fiscales por parte de distinguidas personalidades del mundo de la política, los negocios, la cultura, el deporte y el espectáculo.
“Con toda esta gran ventana de información mostramos las grandes fallas de los paraísos fiscales y aquellos agujeros negros que permiten la presencia de traficantes de drogas, políticos corruptos, redes de tratas de personas, estafadores y cuanto criminal a uno se le pueda ocurrir”, explica. Radicada en Estados Unidos desde hace 13 años, Walker ha estado a cargo de la coordinación de una investigación sin precedentes que involucró a 376 periodistas y 109 medios de comunicación alrededor del mundo.
“Nosotros no elegimos a Panamá porque sí. No nos sentamos y dijimos que iba a ser Panamá porque no nos caía bien, no. Antes ya habíamos realizado investigaciones sobre otros paraísos fiscales en las Islas Vírgenes Británicas, Luxemburgo y Suiza -destaca la periodista-: El ICIJ asumió ese control diario del desarrollo de la investigación a través de coordinadores regionales en Europa, América Latina, Asia y África”, explica.
¿Cómo llegó a investigar este escándalo?
La génesis de la investigación se debió a la persistencia que hemos tenido junto con nuestros medios aliados, con los que insistimos en abordar el tema de los paraísos fiscales, sobre el que ya se había hecho tres o cuatro investigaciones previas. Uno de los informantes se acercó al diario alemán Süddeutsche Zeitung a entregar información y le impresionó la manera como tanto nuestro Consorcio como el diario abordaron los datos suministrados.
¿En qué otras investigaciones además de Panamá Papers estuvo vinculado el Consorcio de Periodistas al que usted pertenece?
Los Swissleaks, Lacksleaks y Offshoreleaks fueron una trilogía que antecedió a los Panamá Papers. Realizamos un trabajo sobre el Banco Mundial que demostró que los proyectos de desarrollo de esa entidad habían desplazado a más de tres millones de personas. También desarrollamos una investigación en la que logramos demostrar que la pesca es una red criminal en la que están vinculadas grandes empresas y gobiernos. Hicimos otra investigación sobre el tráfico de los tejidos de piel, sangre y tendones para los que existe todo un mercado.
¿Qué diferencias hay entre las investigaciones de WikiLeaks y los Panamá Papers?
Son muchas. Para empezar, el consorcio no es un medio de comunicación y nosotros no recibimos filtraciones para luego publicarlas en internet, porque creemos que si nuestra misión fuera ser un pasadizo de información que terminara publicado, los informantes no vendrían a una organización como la nuestra. El rigor periodístico por medio de la investigación es un valor agregado del consorcio y que no tiene WikiLeaks.
¿Cree que el acceso a la información de los Panamá Papers se pudo haber obtenido por medio de hackers?
La verdad no sabría decirle. Las fuentes son anónimas y no nos hemos puesto a interrogarlas de esa manera y nos parece que no es apropiado. No tengo una opinión sobre cómo pudo haber sido el origen de la obtención de los documentos.
¿Por qué se conocen algunos nombres de las personas vinculadas al escándalo y otros han quedado en el anonimato?
Nosotros publicamos una base de datos donde están trescientos mil empresas y los nombres de personas asociados a esas compañías. Ahí está la data estructurada, el esqueleto de la investigación. Hay veces en los que hay nombres en los documentos que tiene la data y eso es lo que los periodistas han estado investigando. Esto es como buscar una aguja en un pajar y nosotros estamos haciendo la tarea: Panamá Papers funciona como un buscador y en esa búsqueda el periodista debe encontrar e identificar quiénes son los abogados, los testaferros, y aquellos que están detrás del poder.
¿Qué nombre de los que aparecieron en los Panamá Papers le asombraron?
Me sorprendió mucho la presencia del presidente argentino Mauricio Macri y que no hubiese sido aclarado en la época durante la que fue alcalde de Buenos Aires, porque de acuerdo con su justificación esas empresas no tenían ingresos; también me llamaron la atención el caso del cineasta Pedro Almodóvar y el escritor Mario Vargas Llosa.
¿Qué habría cambiado para mejorar la investigación?
Panamá Papers fue el apogeo de un modelo de aprendizaje en el que aplicamos todas las lecciones que habíamos aprendido de investigaciones anteriores: Swiss Leaks o Lacks Leaks, de las que aprendimos muchas lecciones sobre cómo construir confianza y ser más eficientes para comunicarnos, porque coordinar a 376 periodistas desde un grupo tan pequeño como es el ICIJ no es fácil.
¿Cómo lograron coordinar a un grupo tan grande de periodistas?
Gerard Ryle –mi jefe- y yo éramos los coordinadores generales de la investigación y trabajamos muy duro para construir toda la historia para establecer cómo sería la publicación final, además de anticipar los problemas legales que se nos podían venir. Nosotros somos una red de periodistas que ha venido trabajando en varios proyectos y se ha ido configurando una red de confianza, además les preguntamos cuáles son los días de mayor audiencia para publicar la información en su país. Al final del día se toma una decisión que beneficie a la mayoría, que nunca va ser la totalidad.
¿A qué casos les han hecho seguimiento y por qué?
Eso no solo lo realiza el consorcio sino el resto de nuestros aliados en diversas partes del mundo, porque es probable que las mejores historias no las hayamos publicado y seguimos en nuestro deber de reportar. Hay un tema interesante en África. Como es el continente más pobre del mundo, es el que sufre los mayores drenajes de dineros por medio de paraísos fiscales con unos altísimos niveles de corrupción. El Universo de Ecuador es quizás el diario en todo Latinoamérica que más ha publicado sobre el tema porque han seguido generando información por su cuenta y ya llevan más de 150 entregas sobre los Panamá Papers.
¿Por qué cree que el caso de Panamá Papers no generó el mismo impacto en Colombia que en otros países?
En Colombia intentamos sumarnos a medios de comunicación tradicionales y lamentablemente no tuvimos suerte. Eso fue muy llamativo. Esperamos que para la próxima vez se puedan sumar y se den cuenta de que estas investigaciones valen la pena, porque la investigación es el periodismo del futuro y de eso sí que no hay duda.
¿Qué lecciones quedan por aprender a los periodistas colombianos y latinoamericanos frente a este tipo de investigaciones?
El periodismo de datos es algo que no podemos delegar al ingeniero de sistemas de la redacción, sino que todos nos debemos hacer cargo porque este es el futuro del periodismo que se construye desde el presente. Las fuentes anónimas en muchos casos no escogen a los medios sino a los periodistas que son capaces de desarrollar las investigaciones más allá de si están vinculado a un medio o no: grandes investigaciones se hacen y se publican en blogs.
¿Qué tarea le corresponde a la prensa de cada uno de los países cuyos líderes y personalidades aparecen dentro de la investigación?
Creo que los medios en muchos casos pecamos en que tiramos la bomba y nos vamos. Admiro mucho el trabajo que desarrolla El Universo de Ecuador, que continúa con las investigaciones y un seguimiento abnegado. Muchos otros periodistas sostienen que, como no estuvieron vinculados en la investigación, pues no deben sentirse interesados. Me parece que en ese sentido los periodistas debemos ser más responsables. La mayoría de los periodistas hicieron un trabajo muy sesudo y no se conformaron con publicar nombres y hacer algo esquelético, pero siempre hay excepciones. Seguimos trabajando para que la próxima vez lo hagan mejor y no pierdan la oportunidad de hacer parte de algo tan especial.
¿En qué momento establecieron qué se debía publicar?
Desde que recibimos el material les dijimos a los muchachos que eso no se iba a publicar en una o dos semanas, o en un mes o dos. Evaluamos la importancia de la investigación y lo que ello involucraba porque no es fácil procesar 11 millones de documentos y ponerlos en una plataforma interactiva online. Lo que nos dio la pauta de publicar y que la fecha estaba cerca fue la posibilidad de establecer que había involucrados de diversos contextos, tanto públicos como privados. Cuando logramos construir casos sólidos, con información global corroborada y contrastada, decidimos publicar en abril, de tal manera que tuviéramos tiempo para escribir y darles la posibilidad a las personas de que respondieran e hicieran sus descargos.
¿Quién financió la investigación?
Tenemos un modelo de financiación que es bastante interesante porque nosotros somos una fundación sin ánimo de lucro que recibe apoyo de fundaciones y de individuos. No recibimos capital de empresas privadas ni de gobiernos y tampoco de anónimos.
¿Aunque los paraísos fiscales sean legales, qué tan legítima resulta su existencia?
Este es uno de los debates más interesantes que han generado los Panamá Papers, pero incluso hasta el propio presidente Barack Obama dijo que el principal problema es que, aunque muchas de esas operaciones no son legales, muchas personas no les ven mayor problema.
¿Han recibido amenazas?
Nosotros no hemos recibidos ningún tipo de amenaza directa, aunque sabemos que los que están más expuestos son nuestros aliados en Rusia y algunos países de América Latina. Con frecuencia hemos tenido que proteger los nombres de algunos periodistas chinos. En Venezuela, en un diario que es bastante simpatizante del gobierno, sacaron a una periodista porque fue parte del equipo de investigación y expuso muchas conexiones entre el gobierno venezolano y la estatal petrolera PDVSA con los paraísos fiscales. En Ecuador, el presidente Correa comenzó a hostigarlos desde su cuenta de Twitter para que se publicaran todos los documentos en internet. Luego un grupo de medios en Estados Unidos publicó que efectivamente estaba vinculado al escándalo.
¿Ha tenido miedo?
Es inevitable que a uno se le pase un pensamiento u otro, porque cuando incomoda a tantos poderes de tanto peso político y económico a uno sí se le pasan estas ideas por la cabeza, pero uno no puede detenerse por miedo.
¿Cuál es la frontera entre periodismo y justicia?
Creo que tiene que haber una división muy clara entre los dos, pero lo que los une es que en ambos casos estamos buscando la verdad; pero mientras que el periodismo lo hace con la constancia y la rigurosidad, la justicia lo hace con sus propias armas. Es importante que no traspasemos los límites de cada lado y ojalá que aquello que el periodismo de investigación exponga con tanta contundencia haga que la justicia lleve el caso hasta sus últimas consecuencias.
¿Qué tipos de investigaciones están adelantando ahora desde el consorcio?
No podemos decir mucho, pero estamos analizando varios temas muy diferentes a los que venimos haciendo y nos alegra porque son desafíos nuevos y diferentes. Seguimos también con el tema de la opacidad financiera, y en la medida en que nos vaya llegando información nueva, fresca y relevante la vamos a seguir tratando de la manera como lo hemos venido haciendo hasta ahora. Vendrán temas para el futuro cercano, que darán mucho de qué hablar: investigaciones sobre comercio transnacional, y temas médicos que son de suma importancia pero que por ahora no puedo revelar.
Fuente: Arcadia