Una causa judicial conmociona importantes despachos de la política y los negocios. Investiga a Papel Prensa por contaminación ambiental. Hubo un allanamiento inédito. El expediente, los exámenes técnicos, las presiones, las pruebas.
Por: Mauro Federico y Natalia Zuazo
En la semana que la confrontación mediática entre el Gobierno y el Grupo Clarín alcanzó su punto más alto, una investigación judicial reveló que los presuntos “enemigos” son socios y corresponsables del delito de contaminación ambiental. Así lo establecen los análisis realizados por el Instituto Nacional del Agua (INA) a pedido del Juzgado Federal Nº 1 de San Nicolás en la causa caratulada “Papel Prensa S.A.C.I.F. sobre presunta infracción a la ley 24.051”.
Los desechos industriales que esa firma (con acciones repartidas entre el Estado, Clarín y La Nación –ver páginas 6 y 7–) vuelca sobre ríos de la localidad bonaerense de San Pedro exceden diez veces el límite de materia orgánica en las aguas permitido por la legislación vigente.
Este diario constató con fuentes ligadas a la investigación que hubo presiones –que persisten– políticas y empresarias tendientes a silenciar el caso. El escándalo estalla cuando aún permanece abierto el conflicto argentino-uruguayo por la contaminación que producirá la papelera Botnia radicada en el país vecino.
La causa. Fue iniciada el 7 de septiembre de 2007 por el fiscal de San Nicolás Juan Patricio Murray, a raíz de una serie de denuncias anónimas registradas en el 0-800 de la secretaría de Medio Ambiente. “Con esos testimonios y otros elementos, consideramos que el riesgo presunto de contaminación es verosímil y decidimos promover acciones”, dijo Murray a Crítica de la Argentina.
Entre otras medidas, el fiscal solicitó y obtuvo del juez Carlos Villafuerte Russo autorización para requerir pruebas documentales “a los organismos que deberían haber ejercido el poder de policía en el ámbito de la provincia, es decir la Secretaría de Política Ambiental y la autoridad del agua bonaerense”.
Dio, además, orden de allanar Papel Prensa, un hecho inédito que encendió alarmas en los despachos más importantes de la política y los negocios. La empresa, que provee el insumo fundamental a los diarios más importantes de la Argentina, había tenido controles ambientales, intimaciones y pedidos de informes oficiales de la municipalidad de San Pedro durante 2006. Pero nunca se había avanzado tanto.
El allanamiento. El 12 de marzo, una equipo integrado por personal del Departamento de Delitos Ambientales de la Policía Federal, e ingenieros del Instituto Nacional del Agua (INA) y de la Unidad Fiscal de Investigaciones de Delitos Medio Ambientales (UFIMA) ingresaron a la planta industrial de San Pedro. Los técnicos tomaron muestras de líquidos en el canal donde caen los efluentes industriales para luego desembocar en el río Baradero. Luego las remitieron al INA, organismo público que depende del Ministerio de Planificación Federal.
Las pruebas. El juzgado solicitó la realización de dos estudios: determinación de DBO, que mide la cantidad de oxígeno en el agua, y determinación de DQO, que mide la presencia de materia orgánica en el líquido analizado. Ambos exámenes son el primer paso para determinar el nivel de contaminación de las aguas.
“La deficiencia de oxígeno de un curso de agua puede ser motivado por la acción de una descarga contaminante con materia orgánica reductora que se oxida casi totalmente en forma rápida y materia orgánica oxidable por acción biológica”, explicó el Dr. Juan Moretton, titular de la cátedra de Higiene y Sanidad de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. “Para que el análisis sea completo, habría que realizar estudios que pesquisen la presencia de contaminantes más puntuales, como por ejemplo los clorofenoles”. Aquellos dos exámenes básicos confirmaron la existencia de contaminación en las aguas tomadas como muestra.
Las presiones. En condiciones normales, estudios de estas características se realizan en aproximadamente siete días. En la causa de Papel Prensa hubo una demora de casi un mes. Las muestras tomadas en la planta de San Pedro ingresaron al Instituto Nacional del Agua el 13 de marzo. Los resultados recién llegaron al Juzgado el viernes último. Una alta fuente de la investigación contó a este diario:
“Hubo demoras porque la empresa envió peritos, veedores, una circunstancia normal y prevista por la ley. Pero hicieron objeciones al procedimiento y hasta amenazaron con impugnarlo. Hubiera sido un disparate porque la excelencia técnica del INA está reconocida mundialmente”.
Otra fuente, en este caso del personal del INA, aportó este dato sugestivo: “Al principio, todo se desarrolló por los carriles normales, como cualquier otra prueba de las que realizamos. Pero un día cambió: las autoridades se hicieron cargo personalmente de los análisis. ‘Son órdenes de arriba’, –dijeron– es un caso muy sensible, hay mucha gente importante nerviosa”.
Gente importante que no dudó en discar los números del juzgado y la fiscalía de San Nicolás, mientras los abogados de Papel Prensa amagaban con un amparo para impedir la difusión pública de los resultados de los análisis. O, en el peor de los casos, que el resultado no se conozca hasta que la empresa anuncie un plan de reparación del posible daño ambiental.
Las hipótesis conspirativas vuelan cruzadas y contradictorias. Hay quienes sostienen que las pruebas de la contaminación pueden ser utilizadas por el Gobierno en su guerra mediática contra Clarín –en ese caso, la causa contaría con un guiño oficial–, y quienes creen que los presuntos enemigos suman esfuerzos para dormir el expediente porque ambos pagarían un alto costo político y social como corresponsables de contaminación.
El veredicto. Finalmente, el dictamen del INA llegó en sobre lacrado al Juzgado Federal Número 1. El fiscal Murray se negó a informar sobre su contenido. Dijo a Crítica de la Argentina que “si bien no estamos bajo secreto de sumario, por ahora sólo la fiscalía y la empresa denunciada pueden acceder a la documentación”. El titular del Ministerio Público explicó que “como es muy extensa y compleja, he solicitado la colaboración de la UFIMA para que nos asesore en la materia”.
Ramiro González, titular de la Unidad de Fiscales medio ambientales, confirmó que en las próximas horas se reunirá con Murray para “asistir a la investigación a fin de arribar a conclusiones que permitan disponer las acciones judiciales correspondientes”. Más allá de la prudencia del fiscal, este diario obtuvo de fuentes políticas, empresarias y técnicas la confirmación de que los exámenes son negativos para Papel Prensa. El agua analizada contiene “parámetros químicos y orgánicos muy por encima de lo permitido por las disposiciones ambientales de la provincia de Buenos Aires” y “se trata de compuestos contaminantes del medio ambiente”.
¿Cuánto es, exactamente, “muy por encima de lo permitido”? En busca de una respuesta precisa a ese interrogante, Crítica de la Argentina contrató los servicios de un reconocido experto de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de Universidad de Buenos Aires, quien en compañía de un periodista, un fotógrafo y una escribana, tomó muestras del agua que recibe los desechos de Papel Prensa en el mismo lugar en el que la Justicia recogió las pruebas que remitió al INA. Los resultados de la prueba indican que el nivel de contaminación es más de diez veces superior a lo permitido por la ley. “La resolución 336/03 de la provincia de Buenos Aires establece los límites permisibles de DQO para efluentes industriales. Para cursos de agua, es de 250 miligramos por litro. La muestra analizada contiene 3.150 miligramos por litro”, señala la pericia científica.
Si las presiones políticas y/o empresarias no detienen la causa, el paso siguiente deberá especificar cuáles son los contaminantes específicos para mensurar tanto el daño ambiental como el riesgo para la salud de los pobladores de la zona. Se trata de exámenes que no cuestan más de 150 pesos y cuyos resultados demoran, como mucho, cinco días.
Crónica con los pies en el río marrón
Un redactor, un fotógrafo, un técnico de la UBA y una escribana participaron de la “expedición” que recogió muestras de agua a la salida del caño que descarga los desechos industriales de Papel Prensa. De allí surgió la pericia que confirma la presencia de materiales contaminantes en un nivel diez veces superior a lo que permite la legislación vigente. Ésta es la experiencia que vivieron.
Por Mauro Federico
La tarde caía soleada y calurosa. En un muelle ubicado 500 metros al norte del puerto abordamos un “trucker” para pescadores color amarillo, con motor de 35 caballos y seis metros de eslora; emprendimos la travesía con rumbo Sur por la “laguna” de San Pedro. Camuflados de pescadores, dispuestos a retratar por primera vez el “patio de atrás” de la papelera más poderosa de la Argentina, el canal donde Papel Prensa descarga sus efluentes industriales.
A los pocos minutos nos topamos con la desembocadura del río Baradero y desde allí pusimos proa hacia nuestro destino. Sobre la margen derecha se erguía, imponente, la nave principal del gran “monstruo” al que muchos aquí critican en voz baja y otros defienden como nervio económico de la zona.
Una breve pasada por el embarcadero de la empresa, y una orden de sus guardias: “Acá no se puede pescar, retírense de inmediato”, nos dijeron desde un lanchón de patrullaje. Retomamos rumbo Sur por el Baradero. “Es por acá”, dijo nuestro lanchero mientras dirigía su embarcación por el angosto canal de acceso al caño de vertido, el verdadero “basurero” de la planta. El zanjón es estrecho y no bien comenzamos el acercamiento, el olor se hizo insoportable. Al avanzar, la embarcación desplazaba agua densa, rojiza, espumosa y con grumos.
De pronto el bote encalló. “No tenemos calado, si quieren seguir, lo tienen que hacer a pie”, dijo el lanchero. Al bajar, las piernas se entierran en la orilla barrosa. Los pantalones se tiñen de un color borravino, como si se hubieran manchado de sangre. La vegetación es densa, abundan los espinillos.
A medida que nos fuimos acercando, la bruma cubrió la superficie del arroyo. Llegamos lo más cerca que pudimos. Y advertimos entonces que la bruma estaba provocada por la diferencia de temperatura entre el líquido volcado y el agua del río. Y que el color, el olor, la descomposición del agua tenían un origen, y ese origen estaba detrás del murallón, en la planta procesadora de celulosa de Papel Prensa. Más exactamente, en la base de una gran pared, donde asomó el caño de desagüe.
Veinte toneladas por hora
Papel Prensa fabrica papel para diarios de 48,8 g/m2 a partir de pastas vírgenes de producción propia y de terceros, y de papel reciclado. La planta está ubicada en un predio de 154 hectáreas a 8 kilómetros de la ciudad de San Pedro, a orillas del río Baradero y a unos 160 Km de la Capital Federal. Las instalaciones ocupan unos 80.000 metros cuadrados de terreno, del cual más de la mitad es superficie cubierta y, de ésta, casi 9.000 corresponden al imponente pabellón que aloja la planta de pasta y la máquina elaboradora de papel.
La firma posee, además, varios establecimientos forestales en el delta bonaerense y entrerriano y en el interior de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, donde obtiene un importante porcentaje de la madera utilizada en el proceso industrial. A pleno, la fábrica produce por día más de 460 toneladas de papel (165.000 por año), 370 toneladas de pasta quimimecánica blanqueada de fibra corta y 45 toneladas de pasta blanqueada y destintada de papel reciclado. Con su producción se abastece aproximadamente un 60% del mercado nacional de papel para diarios, atendiendo a las necesidades de 130 clientes de todo el país.
Matías Velo: ex empleado, concejal y testigo
“Papel Prensa siempre tuvo impunidad”
Matías Velo fue empleado de Papel Prensa durante cinco años, en el área de mantenimiento mecánico. Junto con otros trabajadores de la empresa, impulsaron algunas de las denuncias que hoy investiga el juez Villafuerte Ruso. Y es uno de sus testigos. En la actualidad ocupa una banca de concejal en representación del ARI.
–¿Cómo funciona Papel Prensa en materia de desechos industriales?
–Si bien existe un tratamiento de los efluentes que tira al río, la planta procesa más caudal del que puede tratar y termina tirando residuos sin tratarlos adecuadamente. A veces fallan los sistemas de tratamiento y el ácido, el azufre y la soda cáustica se tiran directamente al agua. Como no dan abasto y nadie los controla, hacen lo que quieren.
–¿No hay ningún control?
–Formalmente sí, tienen controles. Pero como son una empresa muy poderosa, tienen una impunidad muy grande, y así como vienen las inspecciones, se van y arreglan todo por debajo de la mesa.
–¿Qué expectativas tienen con esta investigación judicial?
–No es lo mismo presumir que esta industria contamina que comprobarlo. Y en todos los años que lleva la empresa jamás se había realizado una investigación de estas características. Esperemos que el trabajo de la justicia arroje resultados y que el Estado los obligue a realizar los tratamientos correspondientes para que no sigan contaminando.
Fuente: Crítica de la Argentina
+ de Papel Prensa acá