El Grupo Prisa, de capital español, no podrá explotar la licencia de Radio Continental, que adquirió hace ya tres años debido a la ratificación de la Ley 25.750 de Preservación de Bienes y Patrimonio Culturales. La normativa establece que los medios de Comunicación deben pertenecer de forma prioritaria a empresas nacionales, limitando la participación de firmas extranjeras al 30% del capital. Esta traba se suma a la ‘recomendación’ recibida en Chile de vender parte de sus emisoras.
Los problemas que enfrenta el grupo prisa en su estrategia de adquisiciones en Argentina comenzaron cuando Radio y Televisión Trenque Lauquen impugnó en diciembre de 2004 la operación, bajo el argumento de que ésta violaba la mencionada Ley y que situaba a su eventual competidor en una situación privilegiada por sus mayores posibilidades de inversión, poniendo en riesgo su supervivencia en varios puntos en los que compite con Continental.
La Cámara en lo Contencioso Administrativo federal confirmó el fallo en primera instancia que pedía al Estado que se abstuviera de autorizar o de admitir la transferencia de la licencia de la Radio.
En Rosario tiene adjudicada la frecuencia 100.1 Mhz. que hoy ocupa Radio Clásica Rosario.
Más info: Freno judicial a la venta de Continental
Otras acciones de Prisa en Argentina, por ejemplo no irritar a empresas colegas con libros "molestos"
“La respuesta de Santillana a la publicación de mi libro fue afirmativa e incluso el proyecto fue "festejado" en la línea media gerencial de la editorial. Hasta que llegó la voz final, desde una instancia superior, que cerró el proyecto”, Eduardo Blaustein.
¿En qué estado se encuentra ahora la edición de su libro “Los fabricantes de realidad. La cara oculta del periodismo y los medios”? ¿Se lo va a publicar otra editorial?
He recibido ofertas de publicarlo en otras editoriales. Pero el asunto dependerá del margen de libertad con que pueda trabajar y de los términos del contrato.
¿Fue idea suya escribir ese libro?
En realidad he sido siempre un consumidor crítico de los medios, desde mi infancia, cuando hacía unos dibujitos sobre los noticieros de televisión muy parecidos a los de Jaume Perich. No estoy totalmente de acuerdo con quienes dicen que la profecía de "1984" de Orwell (crítica antes que profecía) es poco menos que una caricatura. Lo que hoy se conoce como infovigilancia a nivel global,el Echelon y demás, son realidades demasiado duras para desdeñarlas.
¿Así que siempre fue crítico con los medios?
Sí, siempre escribí sobre ello desde una mirada incómoda y preocupada por la imposición de agendas de discusión, de cercenamiento de las libertades, de búsqueda de democratizar el debate social, de la necesidad de complementar el rol de los medios desde una mayor autonomía social. El libro por lo tanto siempre estuvo en mi cabeza en términos generales y el proyecto presentado a PRISA es sólo una variante posible de temáticas que me interesa tratar.
¿Quién eligió el título, usted o Santillana?
El título es resultado de un mix entre un menú de títulos que propuse yo y la respuesta de la persona que iba a ser editora del trabajo, que dirige una colección en Santillana.
¿Por qué retiró Santillana (del grupo Prisa) su oferta de editarlo?
Lo que sé sobre el proceso de esa "retirada" lo sé a través de la persona que iba a editarlo, que quedó en una situación muy incómoda. El relato concreto es que PRISA eligió no tratar algunos temas irritantes o delicados y que a la vez el libro perdería interés si no trataba esos temas irritantes.
¿Cuáles eran los temas irritantes?
Dos o tres capítulos dedicados a los dos diarios por lejos más importantes de la Argentina: "Clarín" y "La Nación". "Clarín" es algo así como la nave insignia del grupo del mismo nombre, similar a PRISA. Es el holding de comunicación más importante del país: cuenta con diarios, canales de televisión, red de TV por cable, telefonía celular, radios, Internet, etc. En algunos negocios está asociado a "La Nación".
¿Qué iba a escribir concretamente?
Mi idea era por un lado describir el poder de fuego del holding, sus modos de relacionamiento con el Estado, sus modos de hacer negocios, las condiciones en que produce información, etc. Aunque con menor poder económico, "La Nación", con más de un siglo de historia a cuestas, es el diario tradicional de las derechas argentinas. Cabe aclarar: en Argentina las derechas se proclaman liberales pero son sumamente autoritarias y cerriles. De hecho, apoyaron y aplaudieron cuanto gobierno de facto padecimos en el país.
Afectaba a Prisa o a sus intereses, de alguna forma, lo que iba a investigar y publicar en su libro? ¿Le dedicaba alguna parte a algunos de sus medios?
El libro no tenía la menor intención de hablar de PRISA. Lo que ocurre es que en Argentina, como en otros países, el verdadero poder no reside tanto en el Estado o los gobiernos como en los grupos económicos, incluidos los ligados a la comunicación. Confrontar con ellos, por lo tanto, es un ejercicio muy riesgoso, por su capacidad de hacer daño. Eso lo saben muy bien los políticos argentinos, que se cuidan mucho de no entrar en zona de fricción con los grandes medios. Lo que supe es que una persona con un cargo muy alto en PRISA Argentina dijo que el grupo podía meterse con otros poderes pero nunca con Clarín y La Nación y menos en pleno desembarco de PRISA en Argentina.
Rabia, dolor y humillación
¿Cómo se sintió cuando le dijeron que, finalmente, no publicarían su libro?
Muy mal, aunque tal como conté en el mensaje que hice circular entre amigos y colegas, no pretendí fingir sorpresa ni indignación, porque sabía perfectamente que el libro podía ser irritativo. De hecho pregunté varias veces a la persona que intermedió si estaba segura de que Santillana se iba a atrever a publicar el libro tal como lo proyecté. La respuesta fue afirmativa e incluso el proyecto fue "festejado" en la línea media gerencial de la editorial. Hasta que llegó la voz final, desde una instancia superior, que cerró el proyecto. Pero la sensación inicial fue de mucha rabia, mucho dolor y de humillación.
¿Cómo califica y valora lo ocurrido?
Tal como lo hice en mi mensaje original: es un episodio muy grave pero apenas uno entre miles que se producen diariamente en un mundo occidental que se cree enteramente democrático y donde sin embargo la libertad de expresión y publicación, tanto como el derecho de acceso a la información, están severamente recortados no sólo por los Estados sino en enorme medida por las grandes corporaciones de la comunicación, que se las ingenian con mucha astucia e inteligencia para erigirse en paladines de la libertad cuando en realidad sus tramas internas y sus modos de producción son enormemente opacas y poco conocidas por el gran público.
¿A quién dirigió el mail en el que denunciaba -o anunciaba- lo ocurrido?
A amigos cercanos y a colegas de la Argentina. Ocurre que como se sabe en el mundo globalizado y merced a Internet los mensajes salen disparados hacia todas partes. El mail fue reenviado por muchas personas, entre ellas por periodistas argentinos vinculados con redes de periodistas españoles.
¿Cómo fue la negociación por la que se acordó que Santillana la publicaría? ¿Quién la llevó y cuánto tiempo duro?
Efectivamente nunca llegué siquiera a pisar el nuevo edificio que Santillana tiene en Buenos Aires. Todo lo que sé lo sé por la persona que hizo de intermediaria, cuyo relato y otros datos que me reservo me resultan enteramente confiables. En total, desde que coincidimos en el proyecto de libro (porque hubo un primer ofrecimiento para que hiciera otro libro para la misma colección) el proceso no debe haber durado más de tres meses.
¿Cuál está siendo el desembarco de Prisa en Argentina? ¿Es verdad que “le ofreció al Gobierno armarle un diario a la medida”, como dice en su correo?
Hace mucho tiempo que Santillana existe en Argentina y es una editorial respetada, sólida. Hace también muchos años que en el ambiente periodístico argentino se habla de proyectos que en una primera etapa remitían más a "El País" que al grupo PRISA. Es un mundo de rumores o de aproximaciones, en algunos casos de negociaciones que avanzaron o de proyectos que se discutieron y no se concretaron: que El País iba a editarse en Argentina, que el diario podía comprar "Página/12". Lo del ofrecimiento al Gobierno, tal como lo expresé, es un rumor muy extendido entre los periodistas argentinos, pero sólo un rumor. Pero recién en el último año parece ser definitiva la idea de un desembarco de PRISA en Argentina con todas las de la ley, incluyendo la compra de una radio importante, Continental.
Libertad de expresión
Usted mismo se pregunta en el correo enviado: “¿Dónde carajo puede un periodista hablar libremente sobre los medios en los que se supone que trabaja?” ¿Qué responde a eso?
En términos generales los periodistas son algo así como pequeños engranajes de una gran maquinaria, carne de cañón de batallas que los exceden largamente. También en reglas generales no creo que abunde la libertad total en ningún medio que tenga alguna importancia económica. Esa libertad a veces se gana en función de la carrera y el prestigio individual, o varía fuertemente según el medio en el cual se trabaja. La paradoja central (al menos una de ellas) es que los medios se presentan como adalides de la libertad absoluta, pueden atacar gobiernos o políticos, pueden incluso ayudar a derrocar gobiernos (práctica histórica en Latinoamérica), pero jamás hablan de sí mismos con transparencia.
¿También en Argentina?
Ningún medio importante de la Argentina insinuó la menor autocrítica por haber silenciado y aplaudido la represión feroz y sistemática desencadena por la última dictadura. El prestigio y el marketing mismo de los medios se basa en la idea de independencia, en "develamos las tramas ocultas y los enjuagues del poder". Sin embargo se cuidan mucho de reconocerse a sí mismos como poder y mucho menos transparentan sus modos de funcionamiento.
¿Conoce algún ejemplo?
Jamás un periodista de un diario importante podrá relatar en su propio diario como un supergerente presiona a un gobierno para obtener publicidad oficial, jamás podrá publicar el modo en que el medio en el que trabaja hace lobby ante legisladores o políticos para acceder a un negocio, jamás podrá escribir sobre un conflicto gremial que se esté produciendo en el propio medio. A la vez, existe un pacto no escrito intercorporativo para silenciar esas cosas. Cuando una guerra económica entre holdings o medios se pone fiera, entonces sí puede ocurrir que un medio ataque al otro.
¿Cree que los periodistas sólo son víctimas de estas “presiones” empresariales y políticas, o que a veces colaboran con ello?
Lamentablemente muy a menudo los periodistas no se hacen cargo de su responsabilidad, asumen las reglas del juego como naturales o como un signo de madurez, privilegian sus carreras antes que las mejores "causas" de la profesión. Muy a menudo también, los periodistas ejercen su oficio como artesanos, con un grado de ignorancia importante respecto de lo que significa la comunicación masiva en las sociedades modernas. Se dan ambas cosas: la de ser víctimas y la de ser cómplices.
¿Es suficientemente consciente el periodista de la gravedad de esta situación en la que, voluntariamente o no, participa?
Depende de cada cual y de la formación que arrastre. Puede ocurrir por ejemplo que las jóvenes generaciones se formen en ambientes de trabajo donde ciertas concepciones sobre la profesión que a mí me resultan abominables (telebasura, paparazzis, pero también modos de trabajo del "periodismo serio") entiendan que eso que a mí me resulta abominable sea enteramente natural y "no pecaminoso".
Estancia en España
¿Cuánto tiempo estuvo en España y qué le trajo aquí?
Viví seis años y medio en España, proveniente de México. Debí exiliarme pocos meses después del golpe militar de marzo de 1976.
¿Qué opinión le merecía el Grupo Prisa en ese tiempo?
El diario "El País" llevaba poco tiempo de rodaje para cuando llegué a Barcelona y por entonces importaba "El País" antes que el grupo PRISA, lo cual habla de culturas diferentes. Todos los exiliados fuimos entusiastas y agradecidos lectores de "El País", especialmente de plumas como las de Vázquez Montalbán o Manuel Vicent. Queríamos mucho al diario, crecimos con él, luego "El País" -como ocurre con las instituciones que se van haciendo poderosas- fue adoptando posiciones que nos entusiasmaron menos. El crecimiento económico suele arrastrar sus propias inercias, tener como contrapartida el riesgo de una pérdida de los márgenes de libertad, el riesgo de que el interés económico se autonomice en perjuicio de otros valores, el riesgo de interactuar con otros actores políticos o económicos en el sentido de ir perdiendo autonomía y de tender a defender y acrecentar lo que ya es el propio poder.
¿Ha variado algo su opinión del Grupo de Jesús de Polanco?
Hace demasiados años que me fui de España como para opinar con elementos de juicio consistentes. Asumiendo el riesgo de opinar desde el lugar de un "sudaca", puedo decir que a veces me molesta un poco "la construcciòn de prestigio democrático" y de "modernidad" por parte ya sea de ciertos actores políticos españoles, como de los medios o las grandes empresas españolas. Conozco lo suficiente de ellos como para no creerme ese ideal que exportan de "somos enormemente transparentes, equilibrados, sensatos", etc. Y jamás creí que los procesos políticos y culturales (lo que incluye la dimensión mediática) puedan exportarse alegremente de una sociedad a otra.
Por Elena de Regoyos
Eduardo Blaustein, es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista y escritor, fue jefe de redacción de El Porteño y editor de diversas secciones en el diario Página 12. Trabajó en gran cantidad de publicaciones, entre ellas, las conocidas revistas Veintiuno (hoy: Veintitrés) y Tres Puntos. Ha publicado varios libros: Decíamos ayer, La prensa argentina bajo el Proceso, Prohibido vivir aquí, Una historia de la erradicación de villas en la dictadura. También, dos novelas: Cruz Diablo, con la que ganó el Premio Emecé 1997. y La Condición K, aparecida el año pasado.
Fuentes: Periodista digital y En el Aire