miércoles, 26 de noviembre de 2014

El papel del periodismo debe ser develar lo oculto en la corrupción

Así lo afirmó el periodista francés Edwy Plenel, autor del "Manifiesto-combate" Por una prensa digital libre, ética, democrática y ciudadana
Develar lo que está oculto en la corrupción es una de las labores del periodista que conducirá a tener democracias más fuertes. Este fue uno de los planteamientos que expuso el periodista francés, Edwy Plenel, creador del primer periódico digital de Francia.
Durante el foro “La obscenidad de la corrupción” organizado por el Consejo de Estado en asocio con la Corporación para el Desarrollo del Pensamiento Complejo (Complexus), Plenel declaró que lo que permite sobrevivir a la corrupción es que no se ve, que está oculta. Por lo que revelar esos procesos sin distraerse en la información superficial y anecdótica es el reto que enfrentan los periodistas.
“La corrupción no es marginal. Está en el corazón mismo del poder y es el mal que mina a la democracia y que presupone de un secreto”, declaró Plenel y luego agregó que los periodistas están llamados al deber de develar estos secretos pues son el veneno de la democracia.
Explicó que debe entenderse la palabra “obsceno” desde sus raíces latinas que quiere decir “fuera de escena”, lo que no se muestra, lo que está escondido. De ahí que la labor de los medios y de los periodistas debe estar encaminada a poner “en escena” esas prácticas a través de un trabajo artesanal de verificación.
Sobre el asunto, el expresidente Belisario Betancour insistió durante el foro que prefiere “una prensa desbordada, a una censura”, lo que a su vez fue respaldado por la presidente del Consejo de Estado, María Claudia Rojas, quien dijo que los medios tienen la gran responsabilidad a informar sobre asuntos que responden a la verdad y de combatir la corrupción.

El Manifiesto-combate
Por: Edwy Plenel
“El programa de este manifiesto-combate por la prensa libre digital es: defender la independencia, promover la calidad, restaurar la confianza entre todos los ciudadanos, lectores y actores del periodismo en la era digital.
Este combate ético, mental y material cotidiano le toca primero al periodista, pues éste no puede resignarse a las tres crisis (democrática, económica y moral) que minan la calidad, la utilidad, la honestidad y la libertad de la información.
Periodistas: ¡Nuestro oficio es decir la libre investigación de todos los hechos que condicionan la vida pública! Los derechos y los deberes de nuestra profesión no son pues un privilegio sino una responsabilidad para con los ciudadanos. La declaración que vale como carta deontológica para los periodistas europeos lo enuncia con claridad: “La responsabilidad de los periodistas con respecto al público prevalece sobre cualquier otra responsabilidad, en especial con respecto a sus empleadores y los poderes públicos”. Sencillamente, porque los periodistas son, al mismo tiempo, depositarios, instrumentos y custodios de una libertad que no les pertenece: “El derecho a la información, a la libre expresión y a la crítica es una de las libertades fundamentales del ser humano. De este derecho público a conocer los hechos y las opiniones procede el conjunto de derechos y deberes de los periodistas.” (Declaración en Múnich, 1971, adoptada por las federaciones y organizaciones de la prensa europea).
Verificar, comparar, precisar, buscar la fuente, contextualizar, explicar, rectificar son la sal, la trama y la urdimbre del tejido complejo del oficio de periodista. Estos materiales son las verdades factuales cuyo ensamblado honesto y riguroso, permite hacer inteligible el mundo, tal como es y funciona. Es decir, siempre incompleto, en camino, extensible rompecabezas de lo humano, resultante y fundamento necesario para interpretaciones, reflexiones y debates que aclaran opiniones para hacer informaciones. Sin la verdad de la información (sin precisión, rigor, profundidad, investigación, calidad, independencia, pluralismo de la información y diversidad de las fuentes), la libertad de opinión se agota en vanas especulaciones, perdiendo el contacto con la realidad sobre la que pretende actuar.
Es por eso que debemos, ante todo, recuperar la confianza del público-lector, tanto les ha faltado cierta prensa. Gracias a lo digital y a sus potencialidades participativas, nacerá de las virtudes de ese nuevo ecosistema de información una prensa otra vez libre, combinando el trabajo específico de los periodistas y el debate democrático del público, suscitando su interacción y su fructífera confrontación. Oficio ético y vocación consciente permitirán al periodismo construir el nuevo público en red y rizoma de la era digital, en donde cada periferia es un centro y todo centro una periferia. Se trata de un público de lectores digitales con fidelidad crítica y participativa. Con lo cual el periodista y el lector participan simultáneamente a la animación diaria del tejido social, a la conciencia común donde el conflicto se hace controversia, debate, proyecto, sal de democracia, en vez de humillaciones, estigmatizaciones, marginalizaciones, amenazas y asesinatos. A la inversa, no identificar un público lector, individuo y ciudadano es manipular la figura de la multitud, es decir, la búsqueda escandalosa y obscena de la mayor audiencia que diluye los objetivos cívicos, banaliza y uniformiza, formatea, divide y enrola.
Hay situaciones exacerbadas en donde lo político, confiscado por el poder de un potentado o de un presidencialismo exacerbado, arruina el espíritu democrático, corrompe la independencia de los hombres y debilita la expresión de la libertad.
Además de imponer su calendario a la información, su omnipresencia en los medios de comunicación y su oligarquía financiera a las empresas de prensa, socava la independencia del servicio público audiovisual, persigue por las salas de audiencia la irreverencia y la indocilidad, convoca a la prensa a palacio como si fuera su regente, juega perversamente con las carreras y las ambiciones. En esa tipo de cultura política pervertida, el periodista es un adversario en potencia al que debe seducirse, someterse o eliminarse. Dicha situación conlleva al envilecimiento del periodismo y a la escenificación de la traición de sus principios.
Esta regresión democrática conlleva además el derrumbamiento del antiguo mundo mediático y sufre de crisis económicas en círculo vicioso: se producen déficits, disminuyen lectores, se reduce la recaudación publicitaria y se corta presupuesto y personal, privando los ciudadanos-lectores del capital humano de los periódicos más preciado: la experiencia de quienes los hacen. Crisis, globalización, fatalidad, etc. son muchas veces falacias que enmascaran la irresponsabilidad, la avaricia y la frivolidad de dirigentes que sacrifican los deberes profesionales de la prensa a éxitos personales y especulaciones financieras.
Economía y política se mal alían aquí, generando una prensa frágil y débil, expuesta a la corrupción, cuando ya no alimenta ella misma la corrupción. Corruptible entonces en el terreno mismo donde se decide la utilidad, el valor, el uso y la legitimidad democrática de la prensa, es decir la información, en tanto es de calidad, pertinente e independiente. El primer resultado tangible de la mezcla fatal economía-política es la crisis financiera por la que pasan los medios de comunicación que no están afincados a oligarquías o sumisos a gobiernos de turno. Los valores, los ideales y la vitalidad misma del periodismo están en peligro.
La resistencia emerge ahogada por la impotencia, pues discreta, astillada, aislada, cuando se percibe en la opinión pública una sensación de urgencia, entre impaciencia y tintes de rebeldía.
La relación de fuerzas es desigual cuanto más se añade a la crisis financiera los trastornos inducidos por la revolución industrial cuyo motor es lo digital y cuyo símbolo es Internet. Los antiguos modelos económicos saltan hechos pedazos, las viejas culturas profesionales se desestabilizan. Un viejo mundo periodístico muere y el nuevo, radicalmente digital, se vislumbra con dificultad.
Un viejo mundo se muere, el nuevo está en vilo
Este manifiesto-combate rechaza que con la muerte del viejo mundo se muera también el periodismo verdadero e invita al esbozo de un renacimiento. La crisis, dialéctica de la inquietud y de la esperanza, será lo que de ella seamos capaces de hacer, ciudadanos conscientes de nuestros derechos políticos, económicos y sociales fundamentales, entre progresos, regresiones y, en la medianía, metamorfosis creativas.
El nuevo periodismo emerge con y desde una prensa digital que inventa, preserva, innova y prolonga, todo a la vez en bucles interrelacionados: espacio de resistencia, laboratorio de investigación, taller de creación. Con la ayuda y recursos de lectores participativos o colaborativos, la prensa digital protege la independencia y el pluralismo de la información, procura salvar lo mejor del pasado sin dejar de arriesgarse a apostar por el futuro. Para la comunidad periodística, la prensa digital desbroza entonces sendas distintas a la renuncia o al acomodo de lo mismo con lo mismo. La revolución digital al servicio del periodismo demuestra que esas nuevas sendas son realistas y fructíferas, que si se puede reinventar un porvenir donde se recupere el crédito, el valor, la responsabilidad, la solidaridad y la dignidad del trabajo periodístico.
La prensa digital permite, al conjunto de los ciudadanos, establecer una nueva alianza con los profesionales de la información, en la que éstos, con responsabilidad democrática, calidad de contenidos y autentica exigencia ética, encuentran eco y solidaridad en los ciudadanos-lectores. ¡Pueda ser esa nueva alianza la recuperación de un pacto digital de información que ponga de manifiesto, para todos en la plaza pública, que la democracia sigue preñada de una promesa inconclusa, traicionada a veces o decepcionada muchas otras, porque el gobierno nacional, regional o local al servicio del interés general se confisca en gremios e intereses particulares! ¡Que la revolución digital conlleve la denuncia en red y por doquier del acaparamiento de lo público por el complot entre cierta oligarquía estatal y la oligarquía financiera enmascarada!
La revolución digital es una propuesta extraordinaria de libertad que va más allá que la simple emergencia técnica de nuevas cabeceras de prensa. Lo digital afirma nuevos modos de ser y de hacer que sólo piden ser organizados en redes mentales de contenidos eco-re-interrelacionados, compartidos. Ahí se construyen nuevos bienes comunes.
Unidos en la toma de conciencia de la revolución de prensa digital, los periodistas que convoca este manifiesto vienen de diferentes trayectorias y representan lazos inter generacionales. Combatir de nuevo por la libertad de prensa, desde la revolución digital, ciencia con conciencia ética y ciudadana. Luchar y revindicar la libertad es un placer recuperado. Y salvo, si pierdes el gusto por el oficio periodístico, cuya sal es el acontecimiento, lo inesperado e imprevisto ¿cómo negar que en el peligro por la libertad yace también el placer de arbolarla? Asumir parte del riesgo del ser periodista es garantizar el ideal y la existencia de la prensa libre y de la libertad de prensa.
¡Pueda este manifiesto poner en circuitos virtuosos ideas de combate que devuelvan la esperanza al oficio del periodismo! No sólo la esperanza de una prensa editorialmente libre y económicamente independiente sino también y ante todo, una prensa radicalmente repensada y totalmente refundada por medio de los periódicos digitales inéditos. Una nueva prensa que ya no sea subproducto en línea de lo impreso y tradicional, ni tampoco medio complementario de antiguas cabeceras, sino el laboratorio experimental de la información y la comunicación resueltamente modernas, con sus potencialidades y novedades, en pleno meollo de la modernidad revolucionaria de lo digital. ¡Que se vuelva entonces a una información que da y teje sentido social, controvertido desde el cruce de la reflexión, la experimentación, la corroboración, el análisis prospectivo y evaluativo! ¡Que la prensa sea noticia que enseña, debate que instruye, intercambio de saberes y solidaridad de conocimientos! En resumen, una prensa que no renuncie nunca a la calidad, la referencia, el dato, el lugar, la fuente fidedigna. Y entonces, que el ciudadano-lector ilustrado juzgue libremente.
Este manifiesto-combate se reclama de un periodismo con larga tradición de libertad y de ilustración humanista, indisociable de exigencia ética y democrática. Tiene por ambición que la prensa digital haga renacer el ideal de todo periodismo grande y verdadero. Aquel que sabe proporcionar las informaciones de interés público; ésas que nos son necesarias para vivir en la ciudad como en el campo una condición humana-ciudadana con libertad, autonomía y dignidad.
La primera obligación de la prensa, sea o no digital, concierne a la verdad, su primera lealtad a los ciudadanos, su primera disciplina a la verificación y su primer deber a la independencia. Pero no basta con reivindicar esta herencia para seguir siéndole fieles, tanto debe reconquistarse nuestra legitimidad maltratada por otros, descreditada por nosotros mismos. Con la revolución digital, el oficio de periodista no puede practicarse más con tono de gran señor y en forma vertical o piramidal. Tampoco soporta ya la forma confidencial del periodismo para iniciados y poniendo a distancia a los lectores.
Con el advenimiento del medio de comunicación personal-global, la revolución Internet hizo caer de su pedestal al periodismo que pretendía tener el monopolio de la opinión argumentada. Si lo había olvidado, tuvo que aprender de nuevo, a expensas suyas, que el juicio, el punto de vista, el análisis o el comentario le comprometen, que el dictamen u el conocimiento no son de su exclusiva propiedad. Es una buena noticia, pues vemos al periodismo volver a su razón de ser, a su justo lugar: buscar, encontrar, revelar, elegir, organizar la coherencia y la justo equilibrio de los hechos, los datos, las informaciones, las interpretaciones y las realidades útiles para la comprensión del mundo, de la sociedad, de los individuos, para la reflexión que ésta suscita, la toma de conciencia y la discusión abierta y contradictoria.
El oficio del periodista y el periodismo de verdad salen engrandecidos de la revolución digital, porque la información se pone en red e interrelaciona con lo local y lo global, la sociedad, los individuos, los contextos. Hoy es posible defender este oficio al tiempo que se le invita a ponerse en sintonía digital con los lectores contributivos. Gracias a Internet, ya no es banalidad decir que una prensa realmente libre es la que está interrelacionada al mismo tiempo con todos sus lectores que, en contra parte, le aseguran una fidelidad atenta, rigurosa, crítica. Lo cual no es un argumento demagógico ni un cliché comercial. El desafío es escapar a la homogeneidad de la masa anónima y construir un público consciente e implicado, que comparte valores comunes de rigor, libertad y democracia.
Por esta razón, en esta nueva prensa digital, avanzamos de entrada a contrapelo de la idea predominante según la que solo habría un modelo posible en la red: el de la audiencia y la gratuidad. Se admite ya hoy, cuando la crisis económica barre muchas ilusiones, que este pensamiento único se apoyaba en una mentira y en una quimera. Engaño, puesto que lo gratuito no lo es mientras no dejen de pagarse los materiales y el equipamiento; en definitiva, los canales que dan acceso a ello. Pero, sobre todo, espejismo, semejante a las burbujas financieras especulativas, de una gratuidad que sería masiva y duraderamente financiable mediante la publicidad. Además, esta falsa gratuidad mercantil vehicula la creencia de que todo equivale porque todo sería gratuito, tanto lo mejor como lo peor, tanto la información pertinente como el rumor infundado. Así, en su afán por la cantidad, condición para un mana publicitario tan improbable como inestable, se baja el nivel de información, se le uniformiza y banaliza, maltrata y desvaloriza.
Con la libertad de información sucede lo mismo que con su valor: promover un modelo mixto, asociando la gratuidad democrática del intercambio y la suscripción onerosa del compromiso, es afirmar que debe pagarse para garantizarlos. La libertad de un periódico es la fidelidad de sus lectores. Y el valor de sus informaciones es la calidad de sus periodistas. Por medio del acto de compra, la primera obliga al segundo. A condición, claro está, de que el precio sea justo y de que el público pueda expresarse. Resistirse a la gratuidad mercantil en la prensa digital fortalece la democracia desinteresada. La estrategia de la suscripción aúna defensa del valor de la información y construcción de un público lector de ciudadanos exigente, crítico, solidario y responsable. Este compromiso marca de entrada un comercio justo por una información de calidad, y que no está alienada a gremios publicitarios ni curvas de audiencia. Con lo cual se adquiere el derecho de participar en un medio de comunicación totalmente inédito, haciéndose actor comprometido de una comunidad de lectores-contribuidores que da vida colectiva a la información, la reflexión y el debate públicos. Se genera así mismo una ininterrumpida e interrelacionada discusión libre entre los periodistas y los lectores, construyendo la independencia duradera de la nueva prensa libre y verdadera, radicalmente democrática.
Periodistas: ¡resistamos! Pero también inventemos nuevos modelos. ¡Combinemos tradición y modernidad y volvamos atrevernos a soñar! Un sueño de lo concreto posible que asocie utopía realista y eficacia pragmática. Un sueño en el que, como ayer y anteayer, la libertad de prensa vuelva a ser el fermento de una revolución democrática, la sal cotidiana del compartir opiniones, informaciones, saberes. En suma, de convivir en una democracia ilustrada.”
Foto: Ladmedia.fr
Fuentes: El Tiempo y 2Orillas

Publica Semana: Crece el anticolombianismo

Aunque los colombianos siempre han cargado con estigmas, desde hace un tiempo parece estar desarrollándose una discriminación más profunda
En Antofagasta, al norte de Chile, aparecieron graffitis contra los colombianos. También han estallado peleas entre comunidades después de partidos de fútbol. En Antofagasta, al norte de Chile, aparecieron graffitis contra los colombianos. También han estallado peleas entre comunidades después de partidos de fútbol.
Los medios sensacionalistas han reforzado la mala imagen de los colombianos. Algunos políticos también aprovechan la situación para buscar votos culpando ciertas comunidades de sus problemas. En el norte de Chile se han presentado tensiones grandes entre los locales y los inmigrantes colombianos. Gran parte huyó de la violencia de Buenaventura.
“Falso turista”. Ese fue el dictamen de las autoridades argentinas contra 12 colombianos, a los que les prohibieron el miércoles pasado entrar al país en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Todos venían en el vuelo AV-965 de Avianca, con la ilusión de reencontrarse con un novio, cerrar un negocio o simplemente conocer las maravillas de Buenos Aires. Pero solo alcanzaron a visitar las salas de la aduana. Paola León, una de las afectadas, dijo que “somos personas de bien, ninguno tenía manchada su hoja de vida y que nos dijeran en las noticias que somos apartamenteros, ladrones. Es demasiado injusto”.
La mayoría no entendió por qué los devolvieron. Las autoridades declararon haber descubierto “inconsistencias en la documentación” y estrenaron un procedimiento legal, que desde el 7 de noviembre permite negar la entrada de extranjeros, impulsado a raíz de la captura de siete colombianos en un intento de atraco. La Defensoría del Pueblo pidió que se investigara el caso a fondo “pues los controles migratorios no pueden vulnerar los derechos de los viajeros”, mientras que en los medios se armó un debate sobre una posible ola de discriminación.
Lamentablemente, los 12 pasajeros de Avianca no son los únicos que han enfrentado el problema. Semana recibió más de 100 testimonios de rechazo contra colombianos que viven en el extranjero. Los connacionales siempre han cargado con el estigma de narcotraficantes, sicarios, drogadictos. Los enredos en las aduanas, las hazañas para conseguir visas o los chistes sobre la cocaína y Pablo Escobar son comunes. Pero en los últimos tiempos se desarrolla un anticolombianismo más grave, profundo y preocupante.
Una ola alarmante
En Venezuela siempre ha habido cierto recelo con los colombianos, que llegaron en masa en los años de bonanza económica. Pero desde altas esferas políticas se asocia cada vez más abiertamente a Colombia con “imperialismo gringo”, “fascismo” y “ultraderecha”, los enemigos públicos del gobierno de la revolución bolivariana. En octubre el asesinato del diputado chavista Robert Serra desató una nueva oleada cuando el presidente Nicolás Maduro culpó a “una banda de paramilitares colombianos”. Al día de hoy no hay pruebas que sostengan esa información. También acusan a los colombianos por el desabastecimiento crónico del país. Y al cantante antioqueño Maluma casi lo crucifican por un incidente tan trivial como sostener una bandera venezolana al revés, que según Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, fue “una falta de respeto a nuestros símbolos patrios”.
En Argentina el último mes ha sido duro para la colonia de este país. A finales de octubre las autoridades capturaron un grupo de siete colombianos cuando se aprestaban a atracar en plena vía un carro en Buenos Aires. A raíz del incidente, el secretario de Seguridad nacional Sergio Berni dijo que en la capital “hay 1.200 colombianos delinquiendo”, se quejó de la falta de controles fronterizos e impulsó una ley para expulsar a los migrantes.
No era la primera vez que, con mucho bombo mediático, atacaba a “los extranjeros colombianos”. Ese tono provocó una carta del embajador Carlos Rodado para explicar que “no podemos permitir que reiteradamente se enlode de manera injustificada el buen nombre de los más de 50.000 ciudadanos colombianos de bien que están estudiando, trabajando y aportando a la sociedad que con generosidad los acoge”. Entre tanto el senador Miguel Pichetto dijo que “Santa Fe (ciudad argentina) es la nueva Medellín”.
En Panamá hay personas como Margarita, que evita hablar en público para no revelar su nacionalidad con su acento. Dice sentir miedo desde que estalló la crisis diplomática por el intento de declarar paraíso fiscal al istmo. Esto coincidió con un atraco cometido por un colombiano frente a la casa de la expresidente Mireya Moscoso. Y el chavinismo se endureció: un grupo de abogados presentó en la Asamblea Nacional una iniciativa para exigir visa a los colombianos y a “los nacionales de países con guerrilla o altos índices de delincuencia”.
Entre tanto en las redes hay grupos como el de ‘Panamá para los panameños’, donde pululan comentarios como “empiecen a aprenderse el himno nacional de Colombia porque ahora pronto harán la carretera del Darién”, entre muchos otros de lenguaje más ofensivo. Incluso el excanciller Jorge Eduardo Ritter expresó su preocupación por “el crecimiento del anticolombianismo en Panamá”.
En Chile, miles de compatriotas de Buenaventura que viven en ciudades del norte se enfrentan a los gritos de “simios culiaos” y “colombianos conchaetumadre”, en Antofagasta se organizaron marchas “anticolombianas” y el político Waldo Mora atribuyó a las prostitutas colombianas el aumento de las enfermedades de transmisión sexual. En Perú también hay nerviosismo por los planes de deportación impulsados por el popular ministro del Interior Daniel Urresti y por medios amarillistas con titulares que dicen: “Las modalidades delictivas con raíces colombianas” o “Prostíbulo en Miraflores lleno de colombianas fue intervenido”.
Ecuador también ha sido afectado por la ola de anticolombianismo. Andrés contó que “acá no le alquilan a colombianos, no quieren vivir en barrios de colombianos, no quieren transportar a colombianos, no quieren venderle cosas a colombianos. Me ofrecían trabajos en ventas, pues dicen que somos buenos embaucadores”.
Semana conoció una investigación del ecuatoriano Byron Villacis sobre la discriminación que enfrentan los colombianos para alquilar apartamentos en ese país. En ella, una ecuatoriana y una colombiana llamaron con el mismo discurso a los mismos números de teléfonos y ofrecían exactamente las mismas condiciones financieras de arriendo. Los resultados fueron muy dicientes: 35 por ciento de los arrendadores cambiaron las condiciones del acuerdo contra la colombiana, ya sea pidiendo más dinero o más documentos. Y en 13 por ciento de las llamadas se registraron palabras groseras y explícitamente discriminatorias contra esta mujer. Claro. la discriminación no es mayoritaria, pero “cuando existe es muy severa y tiene connotaciones claramente excluyentes”.

¿Por qué está pasando?
Las raíces del problema son múltiples. Hay la realidad innegable de que muchos compatriotas son unas joyitas que aprovechan las facilidades de viajar sin visa para delinquir. En países como Perú, Chile o Brasil hay colombianos que importaron el préstamo “gota a gota”, mientras que en Argentina los fleteros criollos fueron rebautizados motochoros, pero se dedican básicamente a lo mismo. Esas actividades solo refuerzan la imagen de personas al margen de la ley.
Pero eso es relativo. Los porcentajes de delincuencia de extranjeros en Argentina se mantienen estables en la última década, y en Chile el gobernador provincial de Iquique Gonzalo Prieto dijo que la sensación de miedo no tiene una base fundada. “Tenemos un grave problema de pigmentocracia. Aquí hay más ciudadanos bolivianos y peruanos, pero las estigmatizaciones tienden a caer sobre los colombianos. Y ni siquiera el 1 por ciento de los que han llegado ha cometido algún delito. Hay una xenofobia terrible”.
Para muchos colombianos el cliché del ‘narco’ y la prepago empeoró con el boom de las narconovelas. Angie contó que “en Venezuela los que me escuchaban hablar inmediatamente me decían: ‘eres una muñeca de la mafia’”. Y es que estas producciones se convirtieron en armas de doble filo. Los canales nacionales tienen un producto de exportación con historias que embrujaron a millones de televidentes. Las muñecas de la mafia, El cartel de los sapos, Sin tetas no hay paraíso o El patrón del mal son hits en Centroamérica, el Caribe, Estados Unidos, Europa e incluso Asia. Pero al mismo tiempo estas producciones reforzaron los clichés sobre Colombia, e incluso hay quienes piensan que todo el país habla con acento paisa. Al respecto, para la canciller María Ángela Holguín, “la televisión es un negocio pero la gente afuera no entiende esas novelas como se entienden en Colombia, y eso hace un daño inmensamente grande. Es increíble que los propios colombianos hagamos cosas que nos generan una mala imagen”.
A eso se une que en cada país siempre ha sido políticamente rentable culpar al “otro”, al “pobre”, al “extranjero”. Lo fácil es buscar chivos expiatorios, presentarse con el discurso de “no soy xenofóbico, pero es que hay colombianos…” y exclamar que “soy el único que se atreve a decir lo que todos piensan”. Mientras tanto muchos medios enfocan su noticia por el ángulo del colombiano, para que suene más escandaloso y vendedor.
Ahora es urgente que Colombia tome cartas en el asunto. Las embajadas tienen que reaccionar con más fuerza, rechazar los improperios de políticos y medios y atender con más diligencia las numerosas quejas de los colombianos en el extranjero. Habría además que adelantar campañas en los países receptores, como ha dicho la canciller.
Hace pocos días además se conoció un proyecto para eliminar del Congreso Nacional una curul destinada a los colombianos en el extranjero. Aunque los representantes de los inmigrantes suenan poco, es esencial que estos millones de colombianos sigan teniendo una voz en su propio país.
Lo paradójico es que esta semana, después de varios años de un lobby intenso, el Parlamento Europeo votó masivamente a favor de eximir a los colombianos de la exigencia de obtener la visa Schengen para entrar al Viejo Continente. Se trata de un sueño que podría convertirse en pesadilla, si el Estado y los 47 millones de colombianos de bien no asumen la tarea de recobrar el prestigio robado por los malos de siempre.
“Váyase a su país”
“Soy diseñadora de modas en Chile, vivo allá desde hace una década. El año pasado acababa de comprar mi carro y transitaba por una calle de Santiago. Le había colgado un banderín de Colombia a la ventana. Un chileno en bicicleta me alcanzó en el semáforo y al ver la bandera me empezó a gritar prostituta y todos los insultos habidos y por haber. Lo ignoré y seguí pero me alcanzó y me volvió a gritar: ‘prostituta colombiana váyase para su país, vienen a quitarnos el trabajo, ese auto que usted tiene debería ser mío’. Le contesté que ‘si tanto le gusta el auto, que trabaje flojo’. En ese momento sacó una navaja y trató de tirármela al pecho, logré subir el vidrio a tiempo y se puso a rayarme el carro. Ahí lo tiré al piso abriendo la puerta, lo cogí por el cuello y lo levanté gritándole que me clavara el cuchillo. Se trató de escapar y llegaron cinco carabineros. En vez de detenerlo, se ensañaron conmigo, me pidieron mis papeles y los del carro mientras el tipo se iba y me dijeron que era normal que la gente atacara a los colombianos. Puse un denuncio contra los policías y me empezaron a acosar, visitaban la casa en la madrugada, me paraban en la calle. Le pedí ayuda al consulado, pero no la recibí. Ser colombiano en el extranjero es garantía de discriminación y mal trato”.

“Nos salvamos por colombianos”
“No todo siempre es malo, el estigma de ser colombiano me salvó la vida. Vivo en Brasil y una noche un hombre en bicicleta, con revólver en mano, me acorraló. Me apuntó con el arma y me pidió todas mis pertenencias, pero cuando le dije que solo tenía mi carné de estudiante, percibió que mi acento era diferente. Me preguntó de dónde era y cuando le dije ‘Colombia’, el tipo guardó el arma, se echó para atrás y me pidió disculpas”.
“Viviendo en España pensé que me iba a librar de los ladrones. En Colombia me atracaron seis veces, con todas las armas posibles. Por eso, cuando dos chicos españoles me gritaron y me pidieron mis cosas, demoré unos segundos en asimilar que me estaban atracando. Me reí y les pregunté si me hablaban en serio. Notaron mi acento y me preguntaron si era colombiana. Les dije que sí, luego preguntaron: ‘¿de Bogotá?’, repetí el sí. Los jóvenes se miraron y uno de ellos dijo: ‘esta se sabe defender, no la podemos robar’. Me pidieron disculpas y se fueron”.

“Ser colombiana es un estigma”
“Soy pastusa y vivo hace un año en Lima. Llegué a abrir una sucursal de mi empresa Círculo de Viajes Universal, me pareció un reto profesional enorme. Soy directora comercial y acompaño a las asesoras. Jamás pensé que ser colombiana fuera un estigma, muchos peruanos creen que todas somos bonitas pero operadas, nuestra amabilidad la confunden con coquetería y que somos fáciles. Muchos clientes quieren obtener algo más de mí o los negocios los condicionan a citas adicionales, mientras que las mujeres piensan que trabajamos en negocios de ‘placer’. Una vez fui con una de las asesoras a un colegio, cuando la rectora notó mi acento dijo‘ella no puede entrar’ y cerró la puerta. Después de que la asesora intercediera dijo que ‘solo a la salita, ustedes son responsables si se pierde algo’.
Obviamente no se cerró el negocio. En otra oportunidad tomé un taxi, que acá no tienen taxímetro. Subí al taxi, pero cuando se dio cuenta que no era peruana me miró y dijo: ‘¿Eres colombiana no? ¿De las buenas o las malas? Me pagas dos soles más o te bajas’. Todo el camino se quejó de nosotros, hasta que me bajé porque no me lo aguantaba”.
Fuente: Revista Semana, Colombia

Diputado "recibió instrucciones" de minera en plena sesión

Dijo La Nación: “Un diputado de Chubut recibió pedidos de una minera durante una sesión”. Tituló Clarín: “Un sugestivo mensaje de texto para un diputado en medio de una sesión por las mineras”. Amplió Infobae: “Chubut: un legislador fue fotografiado cuando recibía instrucciones del gerente de una minera por celular”. “Escándalo: Diputado K recibía órdenes de una minera en plena sesión”, se jugó Urgente24. “Así se arregla a un político”, simplificó Yahoo Noticias
“¿Podrá corregirse un término del artículo 4? Debería decir, abarcando la región o…”, le indica Gastón Berardi (gerente de Yamana Gold) y Gustavo Muñiz, diputado chubutense por el Partido Justicialista, le responde: “después el Ejecutivo lo arregla”.
Este mensaje de texto hubiera pasado desapercibido si Eve Sureña no lo hubiera captado con la lente de su cámara en mitad de la polémica sesión donde la Legislatura provincial ninguneó la iniciativa popular contra la megaminería -presentada por vecinos de toda la Provincia- para aprobar un proyecto que avanza con la zonificación minera en Chubut.
Esta sesión hubiera pasado desapercibida para los medios de alcance nacional si el abogado ambientalista Enrique Viale no hubiera twitteado la escandalosa imagen con su correspondiente explicación: “Ayer Un diputado de Chubut en plena sesión recibiendo instrucciones del lobby minero transnacional #IniciativaPopular”.
A partir de ese momento la imagen se viralizó y el mensaje que Berardi le envió a Muñiz se leyó a lo ancho y a lo largo del país, hecho que sin lugar a dudas hizo que el diputado chubutense tuviera el mayor día de fama de su vida y hasta se viera obligado a dar explicaciones en mitad del escándalo: si bien no quiso salir al aire, el legislador confirmó a la Radio 100.1 de Comodoro Rivadavia que es él quien aparece en la foto y que recibió varios mensajes de distintos sectores, pero que el proyecto ya estaba cerrado a modificaciones.
Por si quedaba alguna duda, Muñiz fue uno de los 15 diputados que evitó tratar la iniciativa popular de los vecinos (que por ley debía ser tratada antes de hoy) y. por el contrario, dio su voto positivo al proyecto que festejaron los sectores promineros.
Una cosa es cierta: a Muñiz lo pescaron infraganti, pero nadie sabe qué esconden los celulares de los otros 14 legisladores que le dieron su bendición a la iniciativa megaminera.
Foto: Eve Sureña
Fuente: Puerta E

Censura en la radio pública, LV4 Radio San Rafael

El director de LV4 Radio San Rafael, Néstor Reyes, está impidiendo la libertad de expresión y el derecho de la audiencia a informarse de la realidad
Aquellos que creemos en la libertad de prensa y en la diversidad de opinión y voces, nos quedamos perplejos al ver como una radio de todos, como la LV4, es concebida como una radio privada.
La radio LV4 es de todos nosotros, y justamente debería dar el mejor ejemplo a seguir por todas las demás radios. El reclamo de los trabajadores puede ser justo o no, pero no se les pueden impedir sus derechos.
Si todos no respetamos los acuerdos, las normas y las leyes de este pais, no llegaremos muy lejos sin tener problemas importantes.
Los trabajadores de LV8 Radio Libertador, LV4 Radio San Rafael y LV19 Radio Malargüe, junto al Sindicato de Prensa de Mendoza, continúan reclamando por el cumplimiento de la escala salarial de prensa (Art. 58 del C.C.T. 17/75), ratificada por el Plenario de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza el 23 de Setiembre pasado.
El martes 25, miércoles 26 y jueves 27 de noviembre se realizará retención de tareas con lectura de un comunicado para informar a la población en torno a la situación que atraviesan los trabajadores de prensa de la provincia, y los motivos del plan de lucha.
No obstante, se les ha impedido la lectura de los comunicados informativos a pesar de estar amparados por el artículo 79 del Convenio Colectivo de Trabajo y ser avalados por el Ministerio de Trabajo al notificar la medida y su modalidad.

Comunicado
"Los Trabajadores de Prensa de esta emisora, LV8 Radio Libertador y LV19 Radio Malargüe, junto al Sindicato de Prensa de Mendoza,informamos que continuamos con el plan de lucha con el fin de que la empresa Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado cumpla con la escala salarial dispuesta en nuestro Convenio Colectivo de Trabajo, que fue ratificada por un fallo plenario de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia.
A pesar de que el Ministerio de Trabajo en el año 2011 y ahora la Suprema Corte de Justicia reafirmaron la vigencia del Articulo 58, que establece cual es el piso salarial para los trabajadores de prensa de la provincia, Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado y otras empresas periodísticas privadas, se niegan a pagar lo que la Justicia dictaminó. Respecto de las públicas, creemos que el estado nacional debería dar el ejemplo y respetar las normas legales vigentes.
Así mismo nos solidarizamos con los trabajadores despedidos en diferentes empresas, lo que representa un claro ataque a la libertad sindical.
Pedimos disculpas a la audiencia y le solicitamos acompañe nuestro reclamo, que hacemos público amparados en el artículo 79 de nuestro convenio colectivo de trabajo."
Fuente: sanrafaelonline.com.ar

Argentina Digital: Las Pymes negocian más modificaciones al proyecto

Por: Nicolás Fiorentino
Más allá de los cambios incorporados la semana pasada, en el Senado dan casi por hecho que Argentina Digital llegará al recinto con más modificaciones. Esta semana hubo y habrá reuniones entre legisladores y funcionarios del Gobierno nacional con representantes de cooperativas y pymes, que exigen mejores mecanismos para evitar que los gigantes del mercado de las telecomunicaciones establezcan una posición hegemónica que los borre del mapa. Lo que resta definir es si esas condiciones quedarán en la ley o si lo resolverá la reglamentación, a partir de las facultades que deja la ley al Poder Ejecutivo.
El tratamiento de la iniciativa, dispuesto inicialmente para hoy en la Cámara alta, fue postergado por orden de la presidenta, Cristina Fernández. Esa decisión fue un alivio para los senadores que negocian la letra chica de la ley. “El proyecto se está estudiando. Seguramente lo trataremos la próxima semana”, afirmó la senadora Liliana Fellner (foto), presidenta de la comisión de Sistemas, Medios de Comunicación y Libertad de Expresión. “Pero sobre las cosas que ya se han hecho, como la decisión con respecto a la televisión satelital (se prohibió a las telefónicas ofrecer televisión vía satélite) o la declaración de servicio público a la telefonía fija, no habrá vuelta atrás”, aclaró a BAE Negocios.
Una de las opciones es hacer un ajuste a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) en su artículo 30, que establece las condiciones para que las cooperativas de servicios públicos (como telefónicas o eléctricas regionales) accedan a licencias audiovisuales. El dilema es que esa ley prohibía a las grandes telefónicas entrar al negocio de la televisión, algo que Argentina Digital habilitará.
Y con, según sostienen los cooperativistas, menores exigencias que las que tienen ellos por la Ley de Medios. Por eso, hoy ven dos posibles salidas: o subir el nivel de limitaciones a las “telcos” para ofrecer triple play en Argentina Digital; o alivianar en la LSCA las condiciones a las cooperativas de servicios públicos, que empiezan a migrar en masa hacia el negocio audiovisual.
Existe una tercera alternativa: dejar la definición en la reglamentación de la ley. Pero ese es un camino que los operadores más pequeños del mercado prefieren esquivar. Ariel Fernández, presidente de la Cámara de Cooperativas de Telecomunicaciones (Catel), destacó que “la ley es buena” y que “los cambios que pedíamos de alguna forma se introdujeron, como la asimetría (para la neutralidad de las redes) o que las telefónicas no puedan dar servicio satelital”.
Pero advirtió que el proyecto sigue estando “abierto a la reglamentación que haga la Autoridad de Aplicación”. Es decir, en manos del gobierno de turno.
Otra preocupación que surgió en las cooperativas y pymes es que Argentina Digital no excluye de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) algunos servicios audiovisuales, como sí ocurre en otros países del mundo. Según señalan, se gesta así un espacio “neutral” con la Ley de Medios.
Y ofertas vía internet, como Netflix, podrían brindar una grilla de canales y programación en vivo paga sin adquirir una licencia audiovisual. “Google podría dar cable sin los límites de la Ley de Medios”, explicaron. Una de las variantes sería extraer de la ley de telecomunicaciones cualquier sistema con grilla de canales y horarios fijos y someterlos a la Ley de Medios.
Fuente: Diario BAE

martes, 25 de noviembre de 2014

Repudiaron despidos y sanciones en las empresas de Daniel Vila y José Luis Manzano

En Mendoza se realizó una manifestación en solidaridad por los despidos de trabajadores de prensa. Contra el atropello patronal a las libertades sindicales y el incumplimiento de leyes laborales. Periodistas, referentes políticos y artistas repudiaron los despidos y sanciones en medios de Daniel Vila y José Luis Manzano
Trabajadores de prensa de una multitud de medios mendocinos, referentes políticos y artistas se manifestaron este mediodía en el kilómetro cero de Mendoza en solidaridad con los trabajadores despedidos por los empresario José Luis Manzano y Daniel Vila en el diario UNO.
En la manifestación se repudió el atropello patronal a las libertades sindicales y al incumplimiento de leyes laborales, ya que los empresarios se niegan a pagar lo que dicta el Convenio Colectivo de Trabajo. Cuando los periodistas de UNO reclamaron sus derechos, la empresa los despidió.
Doce fueron los periodistas despedidos desde fines de octubre por el ex ministro menemista y su socio Vila. Los primeros cuatro fueron por reestructuración de la empresa mientras que los ocho restantes fueron despedidos como represalia contra las medidas de fuerza dispuestas en el marco de la legislación laboral para reclamar la reincorporación de sus compañeros.
Además, hubo una decena de trabajadores que fueron sancionados con suspensiones por la misma razón, que tiene como objetivo amedrentar a los empleados de las empresas del holding para evitar reacciones ante nuevos atropellos patronales.
Fotos: Coco Yañez
Fuente: ExplicitoOnLine

En las radios públicas de Mendoza
Este martes 25/11 retoman las medidas de fuerza los periodistas de las radios dependientes del Estado Nacional.
Los trabajadores de LV8 Radio Libertador, LV4 Radio San Rafael y LV19 Radio Malargüe, junto al Sindicato de Prensa de Mendoza, continúan reclamando por el cumplimiento de la escala salarial de prensa (Art. 58 del C.C.T. 17/75), ratificada por el Plenario de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza el 23 de Setiembre pasado. El martes 25, miércoles 26 y jueves 27 de Noviembre se realizará retención de tareas con lectura de un comunicado para informar a la población en torno a la situación que atraviesan los trabajadores de prensa de la provincia, y los motivos del plan de lucha.

Red PAR
Tal como lo advertimos en el documento final de nuestro IX Encuentro Nacional de la Red Par, continúa en Mendoza la precarización laboral de periodistas. Por ello, mediante el presente comunicado deseamos expresar nuestro absoluto apoyo a las compañeras y compañeros despedidos/as, suspendidos/as y acosados/as este año, tanto en medios públicos como privados. De igual manera, expresamos nuestro repudio a estas iniciativas espurias y antidemocráticas con las que se atenta la fuente laboral que da sustento a más de 40 familias de profesionales de prensa.
Que estas acciones se lleven adelante con la misma ilegitimidad e impunidad en ámbitos públicos como privados, da cuenta de cómo se encuentra desprotegido el periodismo, tanto en lo que concierne a los derechos laborales de quienes lo practicamos, como en el derecho a la información y la comunicación de todos/as los/as ciudadanos/as.
De esta manera, durante el 2014 los y las profesionales de prensa no sólo han sido precarizados/as (una realidad histórica por cierto), sino también perseguidos/as por sus afinidades ideológicas o sindicales.
En el caso de la Universidad Nacional de Cuyo, tras la asunción de las nuevas autoridades electas por voto directo, en el mes de agosto, se decidió, con absoluta arbitrariedad, “NO RENOVAR” algunos contratos de profesionales de Señal U –el canal de la Universidad- y de Edición UNCUYO –su publicación digital-. Sin ningún tipo de explicación o notificación formal, se procedió a señalar “a dedo”, quiénes continuaban y quiénes no, a sabiendas de que hacia el 2015 la situación nuevamente se tornaría inestable e impredecible. Esto se verifica efectivamente en la actualidad cuando en el canal universitario se dan a conocer de a uno las nuevas “no renovaciones” de contratos a partir del 31 de diciembre.
Por su parte, los medios privados son otro ámbito de maltrato y presiones para nuestros/as colegas. El caso más resonante por estos días ha sido la sucesión de despidos y suspensiones llevadas a cabo en el Multimedios Uno, ante el reclamo de sus trabajadores/as por el incumplimiento del Convenio Colectivo de Trabajo, cuya vigencia ha sido ratificada por la Corte Suprema de Justicia de Mendoza. Estas actitudes son sin dudas un explícito ataque a la libertad de expresión, la libertad sindical y el derecho a huelga, con el agravante de no acatar la conciliación obligatoria dictada por la subsecretaría de Trabajo de la Provincia la pasada semana.
Desde las radios públicas LV8, LV19 y LV4, las trabajadoras y los trabajadores de prensa también hacen oír su voz a través de un plan de lucha que es censurado por el resto de los medios de comunicación en forma corporativa. También motiva el paro por 72 horas, que hoy llevan a cabo, el incumplimiento del Convenio Colectivo de Trabajo 17/75 por parte de Radio y Televisión Argentina, SE.
Este ataque de las empresas mediáticas a quienes desempeñamos nuestro trabajo dignamente está dejando sin sustento a las niñas y niños que integran nuestras familias con lo cual se están violando no sólo leyes provinciales y nacionales sino también tratados internacionales de los cuales nuestro país es signatario. De esta manera, la violencia mediática se hace manifiesta no sólo a través de lo que comunican muchos de estos medios, sino también hacia sus trabajadores y trabajadoras.
Ante todo lo expuesto, como periodistas, amantes de nuestra profesión, comprometidas con una comunicación plural, respetuosa y diversa; que defendemos el derecho a la comunicación, a la libertad de expresión y a trabajar en condiciones dignas, denunciamos como RED PAR a los ámbitos públicos y privados que atentan contra el desempeño laboral de nuestros/as compañeros/as, afectando el sustento diario de nuestras familias. Nos solidarizamos y comprometemos en esta lucha que es, hoy más que nunca, de todos y todas.
Red PAR –Mendoza-
Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista

Pronunciamiento contra los despidos en UNO Medios:
La Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social (FAdeCCoS) se solidariza con los trabajadores despedidos y suspendidos de Diario Uno y repudia enérgicamente la persecución desarrollada contra periodistas que ejercieron libremente el derecho a huelga. Asimismo, invita al Multimedios a que acate la conciliación obligatoria dictada por la Subsecretaría de Trabajo de la Provincia de Mendoza, permitiendo el ingreso de los comunicadores a sus puestos hasta tanto el conflicto tenga una resolución.
Convencidos de que este tipo de prácticas no solo violan los derechos laborales vigentes, sino las libertades de prensa y expresión, producto de la invisibilización del conflicto a la opinión pública, apelamos a la racionalidad para que Uno Medios resuelva en los ámbitos dispuestos por la autoridad laboral un conflicto que lesiona, por los derechos que se vulneran, a la ciudadanía toda.
Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social

La prensa periódica provincial durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)

Por: Marcelo Borrelli (CONICET-UBA)*
El impulso para la elaboración de este Dossier nace de dos causas convergentes: la necesidad de integrar en un mismo espacio una serie de trabajos sobre la prensa provincial durante la última dictadura militar argentina que a priori estaban dispersos y, en segunda medida, la convicción de que se trata de un campo de estudio aún parcialmente indagado y dentro del cual este Dossier pretende ser un aporte que indique el fecundo tramo aún por recorrerse. Esta afirmación se basa incluso en los preparativos para la compilación de los artículos; si bien en algunos casos se trata de resultados de investigaciones en curso, en otros han sido especialmente escritos para esta convocatoria. Asimismo, en la búsqueda de trabajos académicos que abordasen para esta época diarios relevantes en la historia de la prensa nacional no hemos podido hallar aportes de significación, por ejemplo, sobre La Voz del Interior de Córdoba y La Gaceta de Tucumán de la provincia homónima, ambos de destacada actuación y vasta influencia en sus provincias respectivas. Estas ausencias, por caso, señalan sin duda el camino por transitar que mencionábamos.

De todas formas, sí se ha podido organizar el presente Dossier de manera de contar con el análisis de periódicos que abarcan diferentes regiones del territorio nacional y, allende lo territorial, se trata de diarios con una tradición consolidada y fuertes lazos con los diferentes sectores de la ciudadanía local. Esto se observa al revisar sus fechas de fundación: cuatro de los diarios analizados nacieron en la última parte del siglo XIX (La Capital de Rosario en 1867; Los Andes de Mendoza en 1883; El Día de La Plata en 1884 -solo dos años después de la fundación de la ciudad- y La Nueva Provincia de Bahía Blanca en 1898), mientras que el diario Río Negro de la ciudad de General Roca (Río Negro) se publicó por primera vez a inicios del siglo XX, en 1912. El diario más “joven” de los aquí estudiados es el jujeñoPregón, nacido en 1956 pero que rápidamente se ubicó como el periódico más influyente de la provincia. Todos los diarios analizados se continúan editando, con lo cual cinco de ellos han pasado el centenario de vida en el difícil mercado de la prensa gráfica nacional.

En relación a los temas o acontecimientos que se tratan en cada uno de los artículos, hemos procurado que se diera cuenta tanto de problemáticas locales o nacionales -como de la articulación entre ambas- y que se abarcara todo el periodo dictatorial o bien ciertos sub-periodos considerados clave. Así, nos encontraremos con trabajos que indagan la línea editorial de los periódicos durante los años de 1976 a 1983 (César Arrueta y Marcelo Brunet con Pregón de Jujuy y Laura Luciani con la cuestión local en La Capital), otros que trabajan sobre sub-periodos (César Díaz, Mario Giménez y María Marta Passaro conEl Día en la transición hacia la democracia en 1982-1983; Laura Rodríguez Agüero con el diario Los Andes y la cuestión represiva en los años 1975-1978 y Ana Belén Zapata con La Nueva Provincia y la “lucha antisubversiva” desde 1975 a 1977), o quien lo hace frente a acontecimientos puntuales (Alfredo Azcoitia sobre Río Negro y el conflicto Beagle). Aunque sin pretensión de exhaustividad, la compilación que aquí presentamos sí abarca un abanico de temas cruciales del periodo dictatorial que son una sólida plataforma para el impulso de futuras investigaciones.

Entendemos que estas posibilidades de estudio sobre los medios provinciales durante la dictadura se abren en varios campos, algunos de las cuales son abordados en este Dossier y otros merecen profundizarse, a saber: cómo fue la relación de los diarios provinciales con los gobernadores militares (Canelo, 2011) y civiles durante la dictadura; qué rol cumplieron los órganos de prensa en el intento dictatorial de crear una fuerza política afín con sede en los partidos políticos provinciales más conservadores; qué relación tenían estos periódicos con los sectores dominantes de las provincias; cómo editorializaron e informaron sobre la represión teniendo en cuenta la influencia operativa de los Cuerpos de Ejército -u otros asentamientos de la Armada y la Fuerza Aérea- en cada una de las regiones del país, como también la incidencia que las organizaciones político-armadas habían tenido en la política local y la trayectoria previa de la conflictividad política y sindical en la provincia, entre otros aspectos; cuál fue su evaluación en torno a las políticas económicas de la dictadura, especialmente en lo referido a la afectación de las economías locales o regionales; de qué manera dialogaron con sus pares porteños en lo atinente a los temas nacionales y cómo respondieron ante las restricciones al ejercicio informativo, entre algunos de los temas posibles.

A continuación, junto con la presentación de los artículos que conforman este Dossier, esbozaremos algunas ideas en torno a su contribución para comprender la actuación de la prensa en la época y resaltaremos indicadores de significación para ampliar el campo de estudios de los medios provinciales durante la dictadura.

El artículo de Arrueta y Brunet analiza una selección de notas del diario jujeño Pregón durante todo el periodo dictatorial, de 1976 a 1983. Los autores lo conciben como un diario de referencia dominante de la provincia de Jujuy, característica que se observa en dos particularidades: su función legitimadora-mediática y la acción directa en la política local. La primera de ellas se refiere a la capacidad simbólica del diario de ubicarse como el representante más acabado de los valores ligados a la “jujeñidad”, por lo cual todas aquellas personalidades que quieren ejercer un rol público de importancia en la sociedad jujeña deben visitar la redacción del diario para lograr legitimarse. La segunda excede el ejercicio de la influencia con el que todo diario cuenta como actor político (Borrat, 1989) y se basa en la participación de su propietario Annuar Jorge en la política local como fundador de un movimiento político y funcionario electo para el ejercicio de diversos cargos provinciales y nacionales.

En lo relacionado a la actuación del diario durante la dictadura, los autores destacan la simpatía que su dueño manifestó por el nuevo gobierno de las Fuerzas Armadas desde el mismo golpe de Estado del 24 de marzo y que en términos generales perduró durante todo el gobierno militar. Desde 1976 a 1981 se destaca un discurso legitimante de lo actuado por el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” (PRN) para luego, ante la descomposición del poder castrense, ubicarse en una postura favorable hacia una transición democrática moderada en el periodo 1982-1983, en la que el propio diario, en tanto actor político y como desprendimiento de su función de acción directa, se adjudicó un rol relevante. De la primera etapa cabe destacar el análisis sobre la visita de Videla a la provincia en junio de 1977, donde se expresa su función legitimadora-mediática en la reunión del director de Pregón con el presidente militar. De la segunda etapa sobresale la reorientación de su línea editorial, en principio -y como ocurrió con la mayoría de los medios de prensa de la época- aparecen tímidamente las noticias vinculadas a la violación de los derechos humanos y a las huellas del terrorismo de Estado, mientras que, acompañando el giro ocurrido en la política nacional, las crónicas sobre la actividad política partidaria se revitalizan en la superficie redaccional. Su posición favorable a la restauración democrática convivirá con la reivindicación del golpe de 1976 y la demanda por una pronta “superación” del pasado conflictivo, actitud acorde con su visión política conservadora y tradicionalista.

Este trabajo nos permite enfatizar algunas cuestiones clave para el análisis de la prensa periódica en la etapa dictatorial. En principio, la cercanía de los dueños de los medios con las Fuerzas Armadas como elemento contextual fundamental para comprender su posición editorial (lo cual requiere indagar, como veremos en el trabajo de Zapata sobre La Nueva Provincia, con qué sector de las facciones castrenses en pugna se tenía un acercamiento privilegiado). En segunda medida, en torno al aspecto provincial, el peso del diario como fuente de legitimación interna y su autoarrogación como una suerte de cancerbero de las costumbres y tradiciones de “lo jujeño” es un elemento de ineludible consideración para estudiar el rol que cumplen otros medios de este tipo. Su pretendido enraizamiento con la identidad local es un capital simbólico que seguramente pocos actores de la sociedad civil pueden ostentar, y su utilización en beneficio propio y para aprobar o desaprobar la acciones de los demás sectores políticos y sociales es un factor explicativo de su posición institucional privilegiada.

El texto de Azcoitia estudia las representaciones de “lo chileno” construidas por el diario Río Negrodurante el conflicto entre Argentina y Chile por el canal de Beagle entre los años 1977-1978. El análisis se inicia en mayo de 1977, momento en que se conoció el fallo arbitral de la corona británica que favorecía a Chile en torno al litigio sobre la navegación en el canal de Beagle y la adjudicación de las islas Picton, Lennox y Nueva. El laudo abrió un periodo de incertidumbre y negociaciones donde comenzarán a incidir -en el caso argentino- las disputas internas entre las Fuerzas Armadas, con los sectores más “duros” acicateando los argumentos del nacionalismo territorialista para perjudicar una salida negociada y favorecer su posición dentro del gobierno militar y en el juego inter e intra armas (Canelo, 2008; Novaro y Palermo, 2003). Al menos hasta fines de 1977 el diario mostró una posición más optimista hacia un posible acuerdo diplomático en torno al conflicto, y en sus notas principales se manifestaron con claridad las dos visiones en pugna frente al fallo: la de los “impugnadores” y la de los “conciliadores”. Junto con esta escisión prontamente se pusieron en juego dos figuras vinculadas a la relación argentino-chilena: la de los “países hermanados” por su cercanía territorial, intercambio comercial y cultural, junto a la de la “amenaza” que en el caso argentino se basaba en la construcción de un “otro” chileno siempre presto a “mutilar” el territorio nacional. El artículo posteriormente estudia en detalle las continuidades y desplazamientos de Río Negro en virtud de la decisión del gobierno militar argentino de rechazar el laudo, de los encuentros entre Videla y Pinochet en 1978, de la posterior creación de comisiones negociadoras para resolver el litigio y de la tensión creciente entre los países frente al fracaso de esta vía que pondrá a la guerra en un horizonte inmediato -y que solo logró sortearse con la propuesta papal de una mediación-. En este devenir de acontecimientos se revela como una invariante discursiva de Río Negro su apelación a una resolución pacífica del litigio.

Algunos aspectos a resaltar. El diario cobijó la opinión de observadores que mostraron posiciones diversas y en algunos casos contrapuestas, lo cual en sí mismo es destacable en un contexto donde las pulsiones nacionalistas tendían a la homogeneización. Por otra parte, en su rol informativo el diario privilegió la preocupación por el cuidado en la relación con el país vecino y no comulgó con el nacionalismo exacerbado, belicoso y “antichileno” tan caro a los sectores más intransigentes de las Fuerzas Armadas y la opinión pública. Esto toma mayor dimensión aún cuando se tiene en cuenta que el propio Río Negro hizo saber de los titulares “alarmistas” de la prensa porteña hacia diciembre de 1978, cuando el conflicto escaló hasta su punto más álgido. Esa diferenciación del diario con la prensa nacional con sede en Buenos Aires marca una posición a tener en cuenta para quien esté interesado en estudiar la prensa provincial, porque de esa interlocución y toma de distancia con sus pares nacionales pueden desprenderse algunas consideraciones sobre su propia ubicación e identidad como medio en el mercado de la prensa gráfica. Por último, el trabajo de Azcoitia realiza un particular énfasis en las diferencias internas de las Fuerzas Armadas Argentinas que se expusieron públicamente ante el conflicto del Beagle. Se trata de una variable esencial para analizar la dictadura y, en particular, para comprender históricamente las elecciones editoriales de los medios gráficos que apostaron por alguna de esas facciones o que, sin poder obviarlas, trataron de mantener cierta equidistancia para no verse perjudicados por sus luchas, que en algunos casos adquirieron formas criminales.

El trabajo de Díaz, Giménez y Passaro presenta la política editorial del diario platense El Día durante la transición hacia la democracia, desde la derrota en Malvinas a mediados de 1982 hasta las elecciones de fines de 1983. Los autores analizan un espectro amplio de temas abordados por el diario, que van desde la actualidad de la vida política y económica hasta la situación del sindicalismo, la prensa o la educación. Aquí solo señalaremos algunos puntos sobresalientes. En primera medida, los autores describen a grandes rasgos las características del diario en el periodo 1976-1982, donde tendió a oscilar entre la crítica y el apoyo ante ciertas medidas del gobierno militar y se distinguió por su defensa de la vida político-partidaria pese al contexto dictatorial. Otro aspecto recurrente de su editorialización será la preocupación sobre el ejercicio de la libertad de prensa, tanto en la etapa de fuerte censura de la guerra de Malvinas, como ante proyectos como los de la empresa productora de papel para diarios Papel Prensa, que lo afectaba negativamente. Esta inquietud resurgirá durante la presidencia del general Reynaldo Bignone (1982-1983), quien decretó medidas de orden represivo y restrictivo para la libertad de prensa. Frente a la descomposición del poder militar pos Malvinas, El Día reforzará su discurso en favor de la pronta recuperación democrática y manifestará una marcada preocupación por la situación económica y el “intervencionismo” estatal en la materia. Ante ciertos acontecimientos ligados a la violencia política, se pondrá en posición de alerta y contrastará antagónicamente el “pasado violento” -que debía dejarse definitivamente “atrás”- con el “futuro democrático” que debía resguardarse, justamente, de la influencia negativa de aquel pasado. En consecuencia, las diversas leyes sancionadas por los militares que intentaron asegurar la impunidad de sus miembros sobre su responsabilidad en el terrorismo de Estado no merecieron la editorialización del diario. Y explícitamente le reclamó a la ciudadanía que fuera “prudente” ya que no había “culpables que castigar”, un emplazamiento restrictivo junto al cual sin embargo le indicaba que tendría un rol de “control republicano” indelegable en la democracia futura. Ante el reverdecer de la política partidaria y la competencia electoral les exigió a los dirigentes “moderación”, en lo que pareció ser una preocupación central del diario hacia el final de la dictadura. En definitiva, para El Día la consolidación de la democracia suponía no alentar antinomias ni juzgar el pasado violento, mientras se concentraba la atención de la ciudadanía en las tareas republicanas de la nueva etapa que se abría.

Uno de los puntos destacados por los autores es la importancia que exhibió en la editorialización del diario la cuestión de la libertad de prensa. No solo en el sentido de su advertencia frente a políticas comunicacionales negativas por parte del gobierno militar, sino también por su posición crítica sobre los privilegios que usufructuaron los diarios La Nación, Clarín y La Razón por su participación en Papel Prensa (Borrelli, 2011a). Este es un elemento crucial para analizar el mercado de la prensa gráfica, ya que la constitución de la empresa productora de papel produjo graves tensiones y divisiones hacia su interior, y mostró a un gobierno militar que activamente decidía favorecer a unos mientras perjudicaba a otros. También las medidas restrictivas y censoras de los militares tendieron a enajenar el apoyo de los medios de prensa y a ponerlos en posiciones defensivas. De manera que se vuelve sumamente interesante estudiar cómo fueron presentados estos temas desde los diarios provinciales, tanto por haber quedado fuera del negocio Papel Prensa como para indagar su concepción de la tarea periodística en un marco de restricciones a la libertad de prensa. Por último, del análisis de los autores se desprende el peso que tuvo en la posición del diario la demanda de impunidad para las Fuerzas Armadas, presentada además como una condición de posibilidad para la futura democracia. Esto nos llama a la reflexión sobre la legitimidad que exhibía este argumento pese a la descomposición del poder militar -sostenido por varios actores políticos, entre los que se contaban otros diarios-, como también lo hace el triunfo en las elecciones de octubre de 1983 del candidato que sostenía una posición contraria, que permite observar en cierta medida los límites de los medios para ejercer su influencia en la sociedad.

La contribución de Luciani se enfoca en el análisis de los editoriales y las cartas de lectores del diario La Capital atinentes a la gestión municipal de la ciudad de Rosario durante el periodo 1976-1983. Se trata de un diario que avaló los objetivos básicos del gobierno militar en torno al ordenamiento político, social y económico de la Argentina, así como también defendió abiertamente el “combate contra la subversión”. En esta línea, en el ámbito local apoyó con entusiasmo todas aquellas medidas de la intervención militar municipal que procuraron mantener el “orden público” con una impronta moralizadora y autoritaria-conservadora. Sin embargo, como bien detecta la autora, también su posición editorial mostró un perfil crítico en torno a la intervención militar en temas de gestión, desde la organización burocrática del municipio hasta la cuantía de un aumento del transporte público. Críticas -editoriales y de lectores- que no pasaron desapercibidas para los funcionarios militares, quienes en determinadas circunstancias le respondieron públicamente, reconociendo el peso que el diario tenía en la imposición de una agenda temática en la ciudad y como intermediario de las demandas de los rosarinos. Hacia 1981, con la asunción como intendente civil del demoprogresista Alberto Natale el diario optó por un rotundo aval, dentro de un giro editorial que impuso mayor distancia con la dictadura.

El artículo desarrolla un tema de sumo valor para estudiar la prensa provincial, como es la articulación entre la cuestión nacional con lo local. Las observaciones críticas de La Capital sobre la gestión municipal, en un marco general de apoyo a la dictadura, señalan los desplazamientos que tuvieron las políticas editoriales de los diarios hacia estos ámbitos donde podían esbozar una perspectiva un tanto más “independiente”. Aunque este desplazamiento fuera funcional al interés militar de reducir la discusión política a una mera cuestión de gestión municipal, no debe soslayarse la capacidad de estos discursos para erosionar, al menos tibiamente, la imagen de los militares como administradores eficientes de la cosa pública.

El trabajo de Laura Rodríguez Agüero nos traslada a la Mendoza de los años 1975 a 1978, para estudiar el tratamiento del periódico Los Andes a las noticias vinculadas a la “lucha antisubversiva” y a la represión en el ámbito local, que fue particularmente brutal. El arribo en 1968 a la subdirección del diario del periodista y escritor Antonio Di Benedetto es clave para comprender la actuación de Los Andes en la etapa previa al golpe de Estado. Desde 1974 operaban en la provincia bandas parapoliciales que secuestraban y mataban militantes de izquierda, mujeres en situación de prostitución o delincuentes comunes. También la policía mendocina participaba de estas acciones delictivas, en muchas ocasiones ligadas a negocios espurios. Los Andes dio cuenta tempranamente del accionar paraestatal y de las conexiones policiales con lo delitos. A partir del in crescendo represivo que se diera en todo el país a fines de 1975 -con la participación oficial de las Fuerzas Armadas en la represión desde octubre de ese año-, el diario publicará las denuncias de familiares sobre desapariciones y no cejará en su tarea periodística al buscar y publicar información sensible sobre los asesinatos y las desapariciones, incluso con los propios periodistas a la cabeza de las investigaciones. Debido a esta labor el conservador Los Andes se convirtió para muchos familiares de desaparecidos en el lugar donde radicar las denuncias. Di Benedetto pagó un alto costo por su ejercicio profesional, y el mismo 24 de marzo de 1976 fue detenido por las fuerzas militares, iniciando un periplo en la cárcel que incluyó torturas y simulacros de fusilamiento, para luego ser liberado y partir al exilio. El diario del que había sido subdirector no pidió por su libertad; más aún, mientras estaba detenido el 31 de mayo de 1976 lo dejó cesante (Gelós, 2010: 61). En sintonía con esta decisión, con el inicio de la dictadura Los Andes desistirá de publicar noticias sobre secuestros y desapariciones, plegándose a la actitud de los grandes diarios nacionales de autocensurarse en lo referido a la “lucha antisubversiva” (Borrelli, 2011b). Las escasas crónicas que informaban sobre “operativos antisubversivos” reproducían los términos de los comunicados oficiales que designaban al “subversivo” como alguien carente de humanidad. Complementariamente, el diario apoyará la visión refundacional de las Fuerzas Armadas en lo referido a la cruzada moralizadora y a la idea de que se estaba librando una guerra contra un enemigo interno en la que se disputaba la sustancia misma de la Nación.

La investigación de Rodríguez Agüero nos propone reflexionar sobre la relevancia que tenía para las Fuerzas Armadas el silenciamiento de la prensa en torno a la represión ilegal y hasta qué punto las empresas editoras tomaron la decisión explícita de no informar sobre lo que estaba ocurriendo. Lo sucedido con Di Benedetto es prístino sobre que la investigación periodística se daba de bruces con el ocultamiento y la negación que iban de la mano a la represión ilegal. Por otra parte, la actitud profesional de Di Benedetto -quien no tenía una militancia política específica- y sus colaboradores nos deben llamar la atención sobre cómo se adaptaron a un contexto sumamente difícil las trayectorias periodísticas, la ética en el ejercicio del periodismo y el apego a las prácticas ligadas al oficio. El caso de Di Benedetto seguramente se destaca por cierta excepcionalidad, cargado de una impronta ética que se revaloriza más aún observando las elecciones de quienes prefirieron la cautela u optaron por actitudes directamente reñidas con el deber profesional. En este sentido, también es un disparador para reflexionar sobre la actuación de los periodistas en la época, que lidiaron de diferentes maneras con la realidad socio-política que les tocaba vivir, así como con las empresas periodísticas en las que ejercían su labor (Muchnik, 2012; Borrelli, 2009 y 2010). Por último, tanto en este trabajo como en el de Zapata se propone un recorte temporal que abarca el fin del gobierno peronista de Isabel Perón y los años más álgidos del terrorismo de Estado, lo cual permite observar continuidades y rupturas en el tratamiento informativo de los periódicos en torno a la cuestión represiva.

En el último artículo que compone este Dossier, Ana Belén Zapata estudia la construcción del “delincuente subversivo” en La Nueva Provincia desde 1975 a 1977. La investigación de la autora adquiere una particular actualidad debido a que los estrechísimos vínculos de la familia Massot -dueña del diario- con las Fuerzas Armadas han colocado al accionar de La Nueva Provincia y sus directivos bajo investigación judicial. Su actual director Vicente Massot se encuentra imputado por delitos de lesa humanidad en una causa que investiga su responsabilidad en los asesinatos de los obreros gráficos y delegados sindicales del diario Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola en 1976 y la posible connivencia del diario con los servicios de inteligencia militar para promover “operaciones de acción psicológica”. La autora pone de relieve la consustanciación del lenguaje del periódico con el militar en lo relativo al “combate contra la subversión”, su vehemente prédica contra la “guerrilla asesina” o el “enemigo subversivo” -que debía ser “destruido allí donde se lo encuentre”- y, en contrapartida, la exaltación de los integrantes de las fuerzas de seguridad como “mártires”. Su adhesión y promoción del hálito refundacional del PRN se revela desde el titular en tapa del 24 de marzo de 1976: “Refundar la patria. Si Así lo Hiciéres que Dios os lo Premie: Si no, que os lo Demande”. Esa sentencia iniciática dejaba expuesta una cosmovisión compartida con los sectores más “duros” de las Fuerzas Armadas que la autora repasa a partir de diversas fuentes, entre las que cuentan testimonios judiciales. Otro elemento de vital importancia expuesto por la autora son las informaciones falsas sobre supuestos “enfrentamientos” que publicó La Nueva Provincia, o las fotografías de los “extremistas” que años después se comprobó fueron tomadas en sus lugares de detención clandestina. En definitiva, La Nueva Provincia es sin duda un caso paradigmático por sus vínculos con el actor militar y su actuación nos lleva a preguntarnos sobre la de la prensa gráfica en general, tanto en lo relacionado a la vinculación cotidiana con las fuerzas militares como en la verificación en su superficie redaccional de “operaciones de acción psicológica”.

Para finalizar deseamos agradecer a cada uno de los autores que respondieron de manera rápida y entusiasta a la convocatoria y tuvieron la mejor disposición durante todo el proceso de revisión de los artículos. Y, en especial, a Mirta Varela, coordinadora de la Red de Historia de los Medios, quien desde las primeras conversaciones sobre una eventual publicación ofreció un generoso apoyo para su concreción, así como también su atenta mirada ante las inquietudes que fueron surgiendo durante la organización. A través de ella hacemos extensible el reconocimiento a quienes forman parte de la Red por su labor cotidiana para dar a conocer investigaciones, fuentes y diversas contribuciones vinculadas a la historia de los medios de comunicación.

*Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA), Magíster en Comunicación y Cultura y Licenciado en Ciencias de la Comunicación (ambos UBA). Es Investigador Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es profesor de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Ha publicado diversos artículos en revistas nacionales e internacionales sobre la historia de la prensa durante la última dictadura militar argentina y sobre temas vinculados a la historia reciente. Publicó los libros: Voces y silencios: la prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983) (EUDEBA, 2011, coordinado junto a Jorge Saborido); El “El diario de Massera”. Historia y política editorial de Convicción: la prensa del “Proceso” (Koyatun, 2008) y El fundamentalismo islámico (Dastin, 2006, junto a Mercedes Saborido). Actualmente se encuentra preparando la publicación del libro Por una dictadura desarrollista. Clarín frente a los años de Videla y Martínez de Hoz (1976-1981).

Nota sobre los autores
César Arrueta es Doctor en Comunicación por la Universidad Austral y docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Es investigador del CONICET y director de la Unidad de Investigación en Periodismo, Acción colectiva y Esfera Pública. Miembro de la UNIHR-ISHIR. Docente de postgrado en universidades de Argentina y Brasil.

Alfredo Azcoitia es profesor en Historia graduado de la Universidad Nacional del Sur y se desempeña como auxiliar docente en la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN). Es becario de la UNRN y la investigación para su tesis doctoral versa sobre el diario Río Negro y las representaciones sobre Chile.

Marcelo Brunet es Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata. Docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Docente de la sede Jujuy de la Universidad Católica de Santiago del Estero. Coordinador del Centro de Investigación en Comunicación de la UCSE-DASS. Miembro de la UNIHR-ISHIR.

César Luis Díaz es Doctor en Comunicación por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (FPyCS-UNLP). Lic. en Historia (FHCE-UNLP). Profesor de grado y posgrado (FPyCS-UNLP). Director del Centro de Estudios en Historia/Comunicación/Periodismo/Medios (CEHICOPEME -FPyCS-UNLP). Autor de libros y artículos académicos. Integrante de Comités de diversas publicaciones científicas.

Mario Jorge Giménez es Profesor y Licenciado en Historia de la FHCE-UNLP. Docente e investigador de la FPyCS-UNLP. Miembro del CEHICOPEME- FPyCS-UNLP. Coautor de libros y artículos académicos. Es jurado evaluador y director de tesis de grado de la FPyCS.

Laura Luciani es Doctora en Humanidades (mención Historia) por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Docente en la cátedra de Historia de América III de la carrera de Historia y en la cátedra Problemática del Pensamiento Latinoamericano y Argentino de la carrera de Antropología (FHyAr, UNR).

María Marta Passaro es Profesora en Historia (FHCE-UNLP). Docente, investigadora y doctoranda de la FPyCS-UNLP. Miembro del CEHICOPEME-FPyCS-UNLP. Ha publicado una veintena de artículos, participado en capítulos de libros y en jornadas y congresos. Es jurado evaluador y directora de tesis de grado de la FPyCS.

Laura Rodríguez Agüero es Licenciada y Profesora de Historia por la Universidad Nacional de Cuyo (UNcuyo). Doctora en Historia (Universidad Nacional de La Plata). Profesora en la cátedra Historia Argentina en el marco del Curso de Nivelación del Programa de Becas Escuelas Rurales y Pueblos Originarios (UNCuyo).

Ana Belén Zapata es Doctora en Historia (FAHCE-Universidad Nacional de La Plata). Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Becaria posdoctoral del CONICET.

La ciudad en orden. El diario La Capital frente a la gestión municipal de Rosario en dictadura (1976-1983)

Por: Laura Luciani, Doctora en Humanidades (mención Historia) por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Docente en la cátedra de Historia de América III de la carrera de Historia y en la cátedra Problemática del Pensamiento Latinoamericano y Argentino de la carrera de Antropología (FHyAr, UNR)


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