martes, 6 de septiembre de 2022

María Magdalena Teresa Ruiz Guiñazú - Magdalena Ruiz Guiñazú 1931 - 2022

Figura destacada de la radio argentina, participó de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas y recopiló las denuncias por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar. Familiares y amigos la despidieron en redes.

La periodista, locutora y escritora Magdalena Ruiz Guiñazú, figura de la radio argentina y partícipe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CoNaDeP) que en 1984 se encargó de recibir y recopilar las denuncias por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar, falleció este martes.

La muerte de Magdalena fue confirmada por las redes de Radio Mitre, donde desarrolló gran parte de su actividad profesional en el éter en las últimas décadas, especialmente como conductora entre 1987 y 2006 de "Magdalena Tempranísimo", que se volvió un clásico de la primera mañana de la AM.

"La periodista y pionera de la radio argentina falleció a los 87 años de edad. Condujo durante casi 20 años el programa Magdalena Tempranísimo en Radio Mitre", posteó la cuenta de Twitter de la radio, donde los últimos años conducía los sábados "Magdalena y la noticia deseada".
De dicho envío, y en virtud de problemas de salud, se mantenía ausente hace algunas semanas, quedado en manos de sus co-conductores, Miguel y Nicolás Wiñazki.

Pese a que la cuenta de la radio apuntó que la periodista tenía 87 años, ya que ella misma acreditaba haber nacido el 15 de febrero de 1935, no pocos allegados y hasta ella misma en una entrevista, deslizan que esa fecha de nacimiento era un gesto de coquetería y habría nacido unos años antes.

Su trayectoria
Magdalena nació en el seno de una familia acomodada, hija de María Celina Cantilo Ortiz Basualdo y de Enrique Ruiz Guiñazú, quien fue ministro de Relaciones Exteriores y Culto en los comienzos de la década de 1940.

Hizo sus primeros pasos en el periodismo en su adolescencia a fines de los 50 en el periodismo gráfico, y escribió para revistas como Leoplan, Damas y Damitas, Vosotras y Maribel, pero pronto comenzó a trabajar en radio.

Las interrupciones por el nacimiento de sus cinco hijos no fueron prolongadas, y siempre regresó a los medios de comunicación, ya de forma continuada desde los primeros 70.
Fue movilera de Antonio Carrizo y luego compartió con el animador la conducción del noticiero "La primera de la noche" en Canal 7, hasta que José María Villone, secretario de Prensa de Isabel Perón e integrante importante de la Triple A, hizo que la despidieran aplicando la "Ley de Prescindibilidad".

Con todo, su labor televisiva tuvo continuidad entre 1977 y 1978 como parte del elenco de "Videoshow" que conducía Cacho Fontana (fallecido en julio pasado).

Además de su premiada labor en la radio, con galardones como el Martín Fierro, incluido el Martín Fierro de Oro en 1994, y el Konex, su trayectoria incluyó el periodismo gráfico, y también la literatura.

Además de su premiada labor en la radio con galardones como el Martín Fierro y el Konex, su trayectoria incluye labores en televisión y en periodismo gráfico, y también la literatura.

En paralelo con esa profusa y reconocida labor mediática, Ruiz Guiñazú se sintió interpelada por la defensa de los derechos humanos a partir de algunos sucesos puntuales como el que el periodista Carlos Barragán publicó en el portal www.pajarorojo.com.ar donde recuerda que en 1977 Eduardo Frías, jefe de fotografía de la revista "Gente" desaparece y ella lo informa y pide en su programa de radio que aparezca y por esa inquietud "los militares se disgustan" y además "sigue recibiendo a las madres de los subversivos".

"Recibió a personas que le contaban de secuestrados, torturas y desapariciones. Y para Magdalena aquello fue inadmisible y lo denunció en su programa de radio Continental. Magdalena madre fue amenazada con sus hijos. Tipos que la espiaban, tipos que se le aparecían en su casa preguntando por sus hijos, tipos que la llamaban a cualquier hora de la noche", escribió Barragán acerca de aquel tiempo.

Además, en 1979, visitó el campo de concentración de Auschwitz, junto al Papa Juan Pablo II en el que definió como "el viaje más importante" de su vida.
En esa línea se destaca su participación en la CoNaDeP, en particular en el marco de la investigación del Centro Clandestino de Detención de la Escuela de Mecánica de la Armada y sus aportes en la realización del documental para la televisión y posterior libro del "Nunca Más".

En su vida personal estuvo casada con César Doretti, con quien tuvo cinco hijos, y se separó en 1967. Más tarde formó pareja con el abogado y empresario Sergio Dellacha, con quien convivió durante 27 años, hasta la muerte de él en 2006.

El saludo del Presidente
Alberto Fernández manifestó su "profundo pesar" por el fallecimiento de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, al tiempo que destacó "su inmenso trabajo en el periodismo" y su defensa de los Derechos Humanos.

"Despedimos con profundo pesar a Magdalena Ruiz Guiñazú. Su inmenso trabajo en el periodismo y la Conadep nos recuerda la importancia de defender los Derechos Humanos alzando la voz, desde un lugar de paz, en defensa de la democracia", señaló el jefe de Estado a través de sus redes sociales.

Personalidades y colegas la homenajearon en las redes
Personalidades y colegas de la periodista, locutora y escritora Magdalena Ruiz Guiñazú, figura de la radio argentina y partícipe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, manifestaron hoy su pesar a través de redes sociales.

La Televisión Pública escribió en su cuenta oficial: "Falleció Magdalena Ruiz Guiñazú a los 87 años. Periodista, traductora, escritora y locutora argentina, siempre fue reconocida por su defensa de los derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar".
El cineasta Juan José Campanella manifestó en su cuenta de Twitter: "En un momento en que, una vez más, debemos salir a proteger la libertad de prensa y expresión de los fascistas de siempre, nos dejó Magdalena Ruiz Guiñazú. Un ejemplo de periodismo, luchadora incansable contra todo tipo de dictaduras. Un saludo admirado".

Miriam Lewin, titular de Defensoría del Público de Argentina, escribió: "Con tristeza despedimos a Magdalena Ruíz Guiñazú. Maestra de periodismo, valiente durante la dictadura, integrante de la Conadep. Con la pasión por la profesión siempre encendida. Una grande".

Por su parte, la periodista y escritora Valeria Schapira expresó: "Que profunda tristeza enterarme de la muerte de Magdalena Ruiz Guiñazu. Qué mujer que marcó una época. Una pionera. Uno de mis primeros trabajos en radio era cortar sus audios y siempre me impresionó su equilibrio, profesionalismo y don de gentes".

La Biblioteca del Congreso escribió en su cuenta: "La Biblioteca lamenta el fallecimiento de la destacada periodista Magdalena Ruiz Guiñazú. En 2019 fue reconocida por la BCN con la Mención de Honor "Senador Raúl Alfonsín" por su trayectoria en medios de comunicación y su defensa de la memoria y los Derechos Humanos".

El periodista Jorge Lanata interrumpió la transmisión de su programa, "Lanata sin filtro", para dar a conocer la noticia y dijo que Ruiz Guiñazú "fue la voz reconocible de nuestra infancia".

En tanto, Luis Novaresio mencionó: "La tristeza de este día. La tristeza de estar sin Magdalena Ruiz Guiñazú".

"Murió Magdalena Ruiz Guiñazú, una figura excepcional. QEPD. ¡Te extrañaremos! ¡Muchísimo!", expresó el periodista de La Nación Hugo Alconada Mon.

Desde la cuenta oficial de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (AdEPA) expresaron: "Magdalena, además de ser una periodista excepcional, tuvo un enorme compromiso con la vida, con la democracia, con la República. Carácter indomable e inigualable compromiso con los valores fundamentales de la libertad y la dignidad humanas".
El bailarín y coreógrafo Maximiliano Guerra sostuvo en su cuenta: "Se nos fue una gran Mujer, con grandes ideales y un coraje sin límite. Justo en tiempos que intentan coartar la libre opinión, nos deja sin su presencia. Una periodista con todas las letras, que se la jugó y no se calló. Será desde donde esté una inspiración".

El periodista de espectáculos Carlos Monti escribió: "Triste noticia para aquellos q sentimos respeto y admiración por Magdalena Ruiz Guiñazú. Su inclasificable lucha por los derechos humanos marcó el camino a seguir. QEPD".

Además, el escritor y periodista Marcelo Birmajer publicó: "Bendita sea la memoria de Magdalena Ruiz Guiñazú. Hace 6 años publiqué en Clarín un cuento titulado "Leoplan, 19 de marzo de 1952", y me escribió para contarme que tanto ella como su hermano habían publicado, con seudónimo, en esa revista. Magdalena era un mérito de este país".

Marcelo Stiletano en su crónica para La Nación rescató algunas palabras que Magdalena escribió en el diario: "Sé que el periodismo fue durante mucho tiempo un oficio de varones, pero si vos demostrás seguridad y audacia, que son capacidades tan femeninas, te terminás imponiendo. No tuve problemas de discriminación por ser mujer. Siempre pedí notas que les daban a todo el mundo, hice policiales, nunca puse trabas por estar cansada, o porque no me animara", confesó una vez.
El legado de Magdalena queda sobre todo a la vista en su insobornable defensa de los derechos humanos, que tomó como una especie de deber sagrado y siempre entendió (como lo indica la propia naturaleza de la idea en la teoría política y la historia social) como un principio universal, escribió Stiletano para recordar su trabajo en la CoNaDeP: "De la miseria humana este oficio te enseña muchas cosas, además de haberme asomado al abismo del alma humana cuando estuve en la CoNaDeP. Ese es un infierno del que nadie vuelve indemne, un pozo de negrura que se esconde en el alma del ser humano. Muchos de esos represores que picaneaban y robaban chicos salían en fotos de archivo en casas con flores, esposa, chiquitos. Esa monstruosa dicotomía es una cosa de la que no te podés olvidar", escribió en La Nación.

Magdalena siempre respondió a las calumnias con altura, dignidad y un contundente respaldo documental. Nunca debió padecer semejante escarnio (que llegó a incluir una especie de "juicio público" y campañas con afiches callejeros) quien dio ejemplo constante de ese compromiso durante toda su trayectoria pública, inclusive expuesta a amenazas de muerte. "Una vez me dejaron una bala en el felpudo de la puerta de mi casa de un calibre mortífero y con mi marido fuimos a la comisaría 17 y me dijeron: ‘Y bueno, son cosas que pasan’, como restándole importancia", contó sobre un episodio vivido en plena dictadura.

Más adelante, recordaría el momento en el que el entonces presidente Néstor Kirchner se comunicó con todos los integrantes de la CoNaDeP luego de haber dicho -en aquel recordado acto en la ESMA- que le daba vergüenza como argentino que el Estado no hubiese hecho nada por los derechos humanos hasta la llegada de su gobierno. "Sábato le cortó el tubo –contó Magdalena- y yo le contesté: Mire, Presidente, usted está muy mal informado. Cuando lo haga volvemos a hablar".

Había nacido en el hogar de una familia tradicional. Su padre, Enrique Ruiz Guiñazú, fue un distinguido jurista, docente y diplomático que llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores entre 1941 y 1943. "La infancia me enseñó el enorme valor del cariño. Mis padres, que eran tan autoritarios y austeros, tenían una inagotable provisión de amor", escribió una vez en las páginas de La Nación, con quien mantuvo un extenso y fecundo vínculo. La presencia de Magdalena en las actividades culturales promovidas por el diario fue permanente, tanto como su acompañamiento a las acciones de este medio en defensa de la libertad de expresión.
Cuenta el libro Días de radio, de Carlos Ulanovsky, que cuando tenía 10 años escuchaba a escondidas en su casa un programa que las mellizas Legrand, El club de la amistad, conducían por Radio Splendid. Allí y en las tertulias familiares compartidas junto a la radio cada vez que aparecían figuras como Pepe Iglesias "El Zorro" y Niní Marshall empezó a entusiasmarse con la comunicación y los medios.

Fue una de las primeras en darle voz (en 1984) a Hebe Pastor de Bonafini, quien varios años después terminaría acusando a Magdalena de haber trabajado para José Alfredo Martínez de Hoz, primer ministro de Economía de la última dictadura militar. Cuatro años antes, en el apogeo de ese gobierno de facto, Magdalena se animó a plantearle al entonces ministro del Interior, el general Albano Harguindeguy, la actitud "muy directa" de censura ejercida por las autoridades contra los noticieros de la TV.

En la radio sus cruces con algunos funcionarios
Allí acuñó su clásico estilo, con cuestionarios punzantes y precisos a funcionarios que no solían estar acostumbrados a entrevistas planteadas con tanto rigor y conocimiento de los temas. "Cuando sé que la pregunta que voy a hacer puede irritar la hago cuidando mucho la manera de decir y no insisto, porque no me gusta hacer matonismo", confesó una vez. Fueron célebres durante un tiempo sus espadeos verbales (no exentos de algún momento de cortesía humorística) con Aníbal Fernández.
Tenía la virtud de poner siempre en aprietos a los entrevistados más difíciles y cuestionados. "El poder de turno no entiende que el periodismo independiente siempre va a apoyar a un gobierno constitucional y que el disenso es un proceso de revitalización, como la savia para un árbol", dijo en 2006 al explicar por qué los medios siempre inquietan a los poderes de turno y pueden resultar blancos directos de los ataques de funcionarios poco afectos al ejercicio de la libertad de expresión.

"Magdalena ha sido la voz y la conciencia de su país durante casi 50 años. Ha sido el rostro del repudio y de la esperanza. En los peores momentos de la dictadura simplemente no pudo permanecer en silencio", dijo de ella en 2003, con palabras difíciles de igualar, Barbara Walters al presentar el premio a la trayectoria que recibió de la International Women’s Media Foundation en Estados Unidos.

En ese momento, Magdalena dejó bien claro que no hubiese cambiado por nada la vida que eligió: "Me encanta lo que hago, no sabría hacer otra cosa. Me encanta con pasión el periodismo y me llena de furia cuando veo que hay gente que lo hace mal o que lo hace en forma venal o que usa la información para fines determinados en vez de usarla como información en sí misma".

Su familia en palabras de Magdalena
"Haber tenido cinco hijos es la mayor alegría de mi vida –confesó una vez-. Y estoy segura de que durante muchos años les falté mucho. Me dio culpa en su momento, y después, y ahora mismo, pero estoy tratando de repararlo. En los últimos diez años he sido una madre muy presente y con mis nietos soy una abuela muy presente. Pero desde que murió mi chico mayor tomé conciencia de la gigantesca importancia que tenía mi familia para mí. Un mazazo así te hace pensar que lo demás no es importante. Aceptás que la vida te haya sacado a un hijo, pero no te resignás nunca".

Se definía como "más o menos creyente" y decía que tenía una gran esperanza en la existencia de Dios. "Sería la mejor noticia de mi vida", dijo una vez. Cada vez que hablaba de temas espirituales volvía a su memoria el recuerdo del sacerdote Carlos Mugica: "Éramos amigos. Hablamos mucho de su vocación, de su extraordinario coraje. Sabía que lo iban a matar, pero tenía una relación con Dios impresionante. Decía: ‘Estoy listo, Dios es mi amigo y está ahí'. Una cosa envidiable".

Pero en nada creía más en el mundo que en su oficio. "Yo creo que ser periodista –afirmó en una oportunidad- es una aventura maravillosa. Y si tuviera que volver a empezar sería exactamente eso".
Dolor en el ámbito político y el de las organizaciones
Dirigentes políticos del oficialismo y la oposición y organizaciones de derechos humanos y comunitarias manifestaron hoy su "tristeza" por el fallecimiento de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, figura de la radio y partícipe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CoNaDeP) en 1984.

La organización Abuelas de Plaza de Mayo también ponderó el "destacado rol" de Ruiz Guiñazú como integrante de la Conadep, un organismo que en 1984 se encargó de recibir y recopilar las denuncias por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar.

Por su parte, la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, indicó que Ruiz Guiñazú fue "una periodista brillante" que luchó por "la vigencia de los derechos humanos y la democracia".

"Logró destacarse en un mundo que por entonces parecía reservado solo a los varones. Nuestro recuerdo y abrazo a quienes la quisieron", expresó Cerruti en esa misma red social, junto una foto de joven de la periodista, que tuvo gran parte de su actividad profesional como conductora radial en Radio Mitre entre 1987 y 2006.

Hizo lo propio el canciller Santiago Cafiero, quien remarcó: "Tristeza por la muerte de la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú. Su participación en la CoNaDeP fue un aporte muy valioso en la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia".

También la recordó el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien sostuvo haber tenido un "enorme respeto profesional y una excelente relación personal", pese a "no coincidir para nada en política".

"Cuando mis tareas me impusieron determinadas conexiones, supo darme una mano"; resaltó el ministro en su cuenta de Twitter.

El fallecimiento de la periodista, premiada por su labor en radio con galardones como el Martín Fierro y el Konex, motivó también mensajes de dirigentes de la oposición como el expresidente Mauricio Macri, quien expresó: "Adiós a Magdalena Ruiz Guiñazú, una leyenda del periodismo con una trayectoria intachable. Se destacó por su enorme valentía".

Sobre la labora de la periodista, indicó que "siempre defendió la verdad y la libertad" y le envió "condolencias para sus familiares y amigos".

También se sumó a los mensajes fue la titular del PRO, Patricia Bullrich, quien consideró a la periodista como "una de las mayores defensoras de los derechos humanos y de la libertad de expresión. Estará por siempre en las páginas más importantes de nuestra historia", añadió.

Por su lado, el diputado de JxC y presidente de la Unión Cívica Radical (UCR), Alfredo Cornejo, manifestó que Ruiz Guiñazú fue "una excelente profesional que prestigió al periodismo" del país.

"Recordaremos por siempre su participación esencial en la CoNaDeP. Saludo a sus familiares, amigos y colegas ante esta tremenda pérdida", resaltó Cornejo en Twitter.

A su vez, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) recordó Ruiz Guiñazú como una "leyenda del periodismo y emblemática defensora de los derechos humanos.

"Fue integrante de la CoNaDeP, cuyo trabajo derivó en el "Nunca Más". Nuestro acompañamiento a su familia y amigos", indicó el organismo.

Los restos de Magdalena Ruiz Guiñazú son velados esta noche en una ceremonia íntima reservada a familiares y personas más cercanas, y recibirán sepultura mañana miércoles a las 16, en un cementerio privado.
“Yo no me puedo callar”. 24 horas con Magdalena Ruiz Guiñazú: la intimidad de una periodista que marcó su época
Fragmentos del capítulo dedicado a la prestigiosa periodista,  del libro “24/24 un día en la vida de 24 mujeres argentinas”, de Teresa Elizalde; su familia, su cotidianidad y anécdotas de su extensa carrera
Por: Teresa Elizalde
No era fácil. Nada fácil. Tenía cuarenta y siete años y el cuerpo, bueno, el cuerpo a los cuarenta y siete años es otro. Al menos para ser madre. Y ella, ese día, 15 de febrero de 1931, iba a ser madre. Pero por novena vez. El parto coincidía además con el nombramiento de su marido, un destacado diplomático, como delegado en la Sociedad de Naciones. En dos meses tenían que viajar a Ginebra. Mudar a toda esa familia para acompañar el nuevo cargo.

Llegado el momento, Celina Cantilo Ortiz Basualdo, Enrique Ruiz Guiñazú y la prole abundante tomaron el barco rumbo a Europa. El viaje fue largo. La madre no tenía suficiente leche para alimentar a su último vástago –una beba- y entonces la hija lloró y lloró. El llanto era aterrador, puro: el llanto del hambre. La madre se alimentaba de cereales y de unas mezclas extrañas para darle de comer. Pero nada calmaba a su pequeña hija.

-Dicen que lloraba tanto, pero tanto que temblaban todas las paredes del camarote. Parece que fue un viaje terrible. Debí de haber sido una pesadilla –dice entre risas esta mujer, esa beba, setenta y ocho años más tarde-. Definitivamente vine a complicarles la vida a mis padres.

Ahora su nombre, Magdalena Ruiz Guiñazú, casi no exige presentación. Pero en ese entonces, plena década del treinta, ella era simplemente la novena hija de una familia bien constituida. Algo así como salir a la cancha con el equipo formado y con el riesgo de ir directo al banco de suplentes. Pero eso no sucedió.

Magdalena, indómita desde que tiene memoria, desde que era capaz de llorar a gritos, hizo gol.

Los diarios están dispersos sobre la mesa. Pasa las hojas. Estornuda. No logra doblegar la alergia del olor a tinta fresca. ¿Cómo es posible que, a esta altura de su vida, le siga provocando alergia la tinta del diario? La respuesta es que Magdalena no se acostumbra a nada: ni al papel de los periódicos, ni a despertarse a las cuatro de la mañana.

-Es el cuerpo el que no se acostumbra. Las cuatro de la mañana es la mitad de la noche- justificará.

Cada día, entonces, apaga los dos despertadores que suenan al unísono a las cuatro de la mañana y se prepara para dar el salto más difícil: el de la cama a la ducha. Atravesada esa primera valla, las otras se muestran bajas y dóciles. Enciende la radio: la temperatura seguirá en aumento. Elige vestirse de manera sencilla pero elegante. Se pone una blusa marrón de seda, un pantalón azul, una cadena al cuello. Arregla su pelo, el flequillo: ese flequillo de siempre que cubre la mitad de su frente.

-A esto sí me acostumbré, me peino yo. Como tengo pelo dócil, lo hago en dos minutos. Me compré unos ruleros espuma hace unos años en Nueva York y aprendí a usarlos. Iría todo el tiempo a la peluquería, pero ¿cómo hago con este horario?, ¿cómo hago?

Los ojos de Manola, su gata, espían este relámpago diario. En la mesa de comedor, hay un termo de café listo desde la noche anterior. El silencio es total en esta planta baja de Recoleta. Ella cierra la puerta de calle y se sube al auto con custodia que espera en la puerta de su casa. La madrugada está cálida. Magdalena se dirige hacia la avenida Rivadavia, a los estudios de Radio Continental.

Cada día, de lunes a viernes, el mismo programa desde hace treinta años. Los diarios desplegados, un plato con medialunas, más café. La producción lee, busca la información; ella detecta, afina el ojo, da vuelta la noticia, dice por favor llamalo, hablemos con él, preguntémosle por qué dijo que no se iba a presentar a la candidatura, quedamos en sacar al aire al presidente de ese organismo, sí, que explique qué política van a tomar frente a las nuevas leyes que promueve la Presidenta.

Magdalena ordena, articula, desanda el ovillo de la historia reciente. La corrupción la subleva, y ahí está: merodeando como un tábano sobre lo dudoso. Son miles los oyentes que amanecen con esta voz que tornasola de la indignación al enojo. Si Magdalena lo dice tiene que ser cierto, opinan unos. A otros, en cambio, les irrita la postura combativa. Una señora paqueta, además, de Barrio Norte: burguesa, doble apellido. Están quienes la corren por derecha. Aunque también están quienes la corren por izquierda.

A las diez de la mañana, Magdalena vuelve a su casa, al departamento al que se mudó en el año 2002. Una planta baja decorada de manera clásica con ciertos toques elegantes. En la sala principal hay un cuadro de la artista plástica Josefina Robirosa, de quien Magdalena es amiga. Los sillones tapizados en tonos verdes, sobrios. No hay lugar para la duda: fue Manola, su gata.

-Quedará así, no importa, nunca fui fanática de tener todo impecable. Además, si lo arreglo, lo va a volver a romper.

El living es amplio y tiene una puerta de vidrio que da hacia un patio absolutamente verde, repleto de plantas y flores.

-Yo quería algo diferente -admite y con una mano parece ofrecer este paisaje-. Cuando lo vi, en plena crisis, tenía los ahorros incautados. Les pedí a los dueños que por favor no lo publicaran, que iba a conseguir la plata. Y lo logré. Vendí muy mal el que tenía, como pasa siempre. Pero estoy feliz, me encanta este lugar y esas plantas hacen la diferencia. No me ocupo mucho. A la tarde riego, pero hay una persona encargada. No tengo mano verde. Mamá sí que tenía, a ella le encantaban las plantas.

Los libros se cuentan de a cientos -la mayoría son de historia política argentina- y entre tantos volúmenes pueden verse acomodadas varias fotos familiares. Magdalena con sus hijos, con sus nietos, con un hombre que se parece mucho a Juan Domingo Perón pero no es Perón.. Es el actor italiano Alberto Sordi.

-Una de las pocas personalidades que tuve enfrente y no entrevisté. Cómo me iba a perder un almuerzo increíble frente a la frialdad que supone un grabador.
Magdalena junto a sus padres, Celina Ortiz Basualdo y Enrique Ruiz Guiñazú, durante una visita a la Santa Sede
Duerme ahora Magdalena. La primera siesta para resarcir el cuerpo del esfuerzo de amanecer a mitad de la noche. Manola juega bajo la mesa del comedor. Dora y Betty, las dos empleadas que viven con la periodista desde hace más de cuarenta años, limpian y ordenan. Duerme la mujer que se quitó el saco de los mandatos. Una rara avis en una generación que no se caracterizó por su participación en la esfera pública. Al menos las mujeres de su clase social. Y ella, con un padre antiperonista, tildado de pro fascista, canciller y embajador ante la Santa Sede y en España. Y una madre de clase alta, distinguida. Una familia austera y de perfil bajo.

El regreso de Ginebra supuso para Magdalena una educación en el Sagrado Corazón, un colegio católico ubicado en la esquina de Callao y Juncal, que le deparó varias amigas (con las que, en muchos casos, aún hoy sigue juntándose). Pero por fuera de esas amistades –y más allá de que tuviera tantos hermanos-, su niñez era solitaria. Los veranos, asegura, eran un tedio: tres meses en el campo que la familia tenía en Fátima. Sola, toda la semana, esperando la llegada de los suyos a partir del sábado. Y esa monotonía sólo rasguñada por libros que no podía leer -libros prohibidos, libros para adultos- pero que despertaban su curiosidad. ¿Qué hacía para evitar el castigo? Les cambiaba la tapa o los escondía en el ropero del baño, camuflados entre la pila de toallas, bien al fondo.

-Qué rara esta chica, tantas horas en el baño -cuenta que se rumoreaba en el campo. El tiempo pasó, y ella quiso saber más. Es decir, ir a la facultad. Pero el padre conservador dijo que no.

-Si esta chica va a la facultad se va a hacer comunista –sentenció.

Alguien arrojó un señuelo en ese departamento multitudinario: la revista “Paris Match”, con un reportaje del periodista Raymond Cartier sobre la Segunda Guerra Mundial. Había fotos a doble página, epígrafes escuetos. Magdalena la hojeó primero. Se detuvo en cada foto. Un hechizo la capturó y empezó a amasar el deseo de ser periodista, de estar -como ella define a su oficio- en el ring side de la vida.

-Cuando hice mi primera nota, tenía 17 años. Propuse una entrevista con la cantante Marian Anderson para Vea y lea, la revista de Enrique Ramírez. Él me dijo que si la conseguía la hiciera. Incluso me mandaba un fotógrafo. Fue tremendo, porque Anderson me había dicho que la esperara en el Hotel Alvear, donde se alojaba y estuve esperando horas. Tenía tanto temor de que no apareciera. Finalmente salió, recordaba su promesa, hice la nota y la publicaron. Fue una demostración tanto a nivel personal como dentro de mi familia de que yo podía hacer algo. Después de eso, the sky is the limit.

Luego de esa nota, empezó una maratón periodística. Vea y lea, Damas y damitas, Esto es, Maribel y la televisión, de la mano de Carlos Ulanovsksy, en el programa Buenas tardes, mucho gusto, a fines de los setenta, junto a Petrona C. de Gandulfo y Canela. Ya convertida en conductora del noticiero La primera de la noche junto a Antonio Carrizo, ingresó a Radio Continental con su programa Magdalena y las noticias, donde estuvo desde 1977 hasta 1985. Un trayecto de ida y vuelta. De Continental a Radio Mitre. De Mitre a Continental.

En el camino, Magdalena se casó con César Doretti. Tuvo cinco hijos. Al tiempo se separó y dio una nueva señal de rebeldía. Las mujeres de su clase, al menos en su época, no se divorciaban. Pero a ella no le importó. Se separó igual y encontró la hendidura en la que poder pararse para satisfacer a su familia y evitar así el escándalo.

-Mi padre ya había muerto, y mi madre nunca se enteró. Como no le quería dar un disgusto, mi ex marido cada tanto se aparecía por su casa para mostrar que todo estaba bien –desliza con naturalidad.

Muchos años después, rehizo su vida junto a Sergio Dellacha, gerente de varias empresas editoriales, con quien llegó a cumplir veinticinco años de pareja. Optaron por vivir en casas separadas, hasta que él enfermó y sus últimos tres años los afrontó junto a Magdalena.

La mañana avanza, serena. Ella se levantó de la siesta y elige este tiempo para estar en casa y continuar ese descanso sin sueño. Magdalena es hábil con las palabras, sabe qué contar y qué callar. Retacea su historia pero acumula anécdotas que despliega a lo largo de la jornada como un manojo de cartas. Recuerda el día del velatorio de Eva Perón, en el que se rateó del colegio e hizo la cola para poder mirar el cuerpo, porque “no me podía perder semejante fenómeno popular”; o aquella vez en la que transmitió la asunción de mando de Juan Domingo Perón, en octubre de 1973, y al aire, por nervios, lo presentó como el general Lanusse. O el día en que se le apareció una mujer en el estudio de radio para relatarle lo que ella sabía de las desapariciones durante la dictadura militar. Magdalena la abrazó, terminaron llorando. Esa mujer, lo supo luego, era Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, poco tiempo antes de ser secuestrada y desaparecida.

Fue por aquella época, también, cuando Magdalena decidió leer al aire en Radio Continental los editoriales que el periodista Robert Cox publicaba en el diario Buenos Aires Herald.

-Era una época muy candente. Tuve suerte porque estaba en una radio privada. La directora de Continental, Elizabeth Viegner de Udaquiola, era viuda de un coronel y nos decía a Eduardo Aliverti y a mí: “Ay, las cosas que ustedes dicen, ¡Qué barbaridad!” Pero cuando venía la policía o gente de Inteligencia a pedir las cintas para escuchar lo que habíamos dicho, esta señora, que era inobjetable, viuda de un coronel, les decía: “¿Dónde está la orden del juez?”. Como no la tenían, les respondía: “Entonces yo no les puedo dar nada”. Nos defendió muy bien. Le tengo un enorme agradecimiento. En un momento, incluso, en que las amenazas eran copiosas, me dijo: “Venite a mi casa con tus chicos”. No fue necesario, pero yo de esas cosas no me olvido nunca.

Tampoco se olvida de la noche que pasó sin dormir junto al periodista José Ignacio López: el 30 de octubre de 1983, cuando fue electo Raúl Alfonsín, con quien simpatizó hasta que éste impulsó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Magdalena Ruiz Guiñazú integró la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que estuvo presidida por el escritor Ernesto Sábato. En la imagen, aparecen juntos durante un encuentro con Astor Piazzolla

Participó luego de la CONADEP y de la cruda redacción del Informe “Nunca Más”. Pero siguió el miedo. Incluso durante la investigación por el asesinato de José Luis Cabezas, en 1997. Hubo quienes consideraron que Magdalena había hablado de más. Que había dicho algo imprudente.

-Me llovieron las amenazas. Me dejaron una bala 39 especial en la puerta de casa. Creo que debe de haber sido gente de Yabrán. Fue muy desagradable. El juez me puso custodia de oficio, cosa que tampoco me gustó nada. Pedí custodia policial femenina, y de uniforme. Pero ahí estaban estos tipos, en el hall de entrada y no me permitían hacer nada sola. Me preguntaban permanentemente a dónde iba, qué iba a hacer. Uno salía conmigo y el otro se quedaba en casa. Lo fui a ver al Procurador General de la Nación y le dije: “Por favor, prefiero tener un disgusto, que me maten, pero no puedo seguir viviendo con esta gente. Finalmente, me la sacaron”.

Almuerza ahora en esta tarde suave. Prefiere no salir. Tomar otra siesta. Y aprovechar el tiempo para leer y escribir. Ella, mujer de conducta, forjó una disciplina de hierro. En la semana, no sale al mediodía y por la noche suele irse a dormir temprano. No falta al gimnasio. Veranea exclusivamente en la casa que tiene en la Barra de Punta del Este. Cada tanto, muy cada tanto, viaja al extranjero. Si bien tiene un destino pendiente –la Costa Azul- la mayor parte de las veces termina en Nueva York, visitando a su hija Mercedes, una destacada antropóloga forense que vive en Estados Unidos.

Perdió ese afán, la vorágine que la transportaba detrás de la noticia a cualquier lugar del mundo. Aunque conserva, eso sí, un archivo vasto de acontecimientos mundiales: recortes, revistas, diarios y más de cuatrocientos videos. Cuando habla de este tema –el de los registros- se detiene. Hay algo que la enoja.

-Yo era la reina del VHS. Tenía todo cronometrado. Un televisor con un video para reproducir, otro para grabar. Perfectamente ubicados. Empezó el DVD y me complicó la vida. Ya me tienen harta con este tema porque además los dejan de fabricar. Planifican todo. Mirá, fui a Garbarino y me compré las dos últimas videograbadoras que quedaban. Voy a llevar una a la casa de Punta del Este, porque la de allá se rompió con la humedad del mar. Fui a Maldonado y cuando le dije al vendedor que quería una videocassetera, me miró y me dijo: “Señora, no se hacen más”. Por favor, qué barbaridad. Me dicen que con el DVD tengo mejor calidad, pero a mí qué me importa la calidad. Yo quiero que se vea.

Insiste, es una chica Pitman.

-Yo soy una chica Pitman, y la computación no me interesaba nada. Cuando el Tano compró una computadora, la tuve un año en el ropero. Yo le decía: “Es el colmo que me obliguen a hacer algo que no me gusta”. Hasta que me empecé a dar cuenta de que la necesitaba. Que me estaba quedando atrás. El mail, por ejemplo, el mail me alivianó muchísimo. Antes el teléfono sonaba insistentemente y ahora no suena. Bajó la cuenta del teléfono que era sideral. Además, es más fácil, porque te ahorrás el qué tal como estás bien y vos bien… el mail es directo.

Es ahora ella, en solitario, la que camina los veinte metros que la separan del supermercado. Es ella la que va al supermercado. Tiene una capacidad -o un defecto- para hacerse cargo de ciertas tareas.

-Creo erróneamente que las cosas para que estén bien hechas las tengo que hacer yo.

Enfatiza en el “erróneamente”. Confiesa incluso que ahora que tiene más tiempo, disfruta las tareas de la casa. Porque antes, cuando sus hijos eran chicos, resultaba difícil. Esa época sí que fue complicada. Ella empezaba su carrera en televisión y ese desafío le insumía el tiempo que por las tardes tironeaban sus hijos.

- Yo trataba de estar cuando mis hijos volvían del colegio. Pero una vez, uno de ellos me dijo, con justeza: “Sí, vos estabas, pero siempre hablando por teléfono”. Lo cual era absolutamente cierto, porque el noticiero en el que me inicié, La primera de la noche, empezaba a las ocho y estaba ocupada con los preparativos. Tenía la cabeza en otra cosa. Creo que muchas veces ellos extrañaron que estuviera en casa. Es muy difícil compatibilizar la maternidad con una carrera absorbente.

La culpa. La culpa de las madres por tratar de transitar ese difícil equilibrio entre maternidad y trabajo.

-Pero siempre pensé que les estaba dando un montón de cosas. Hoy, con mis nietos, trato de balancear aquella falta.

Magdalena, unas horas más tarde, con la duda sobre la propia historia que aún flota en estas paredes clásicas, ensaya una reflexión, un atajo para comprender su propio desvío, el camino de sus decisiones solitarias.

-Yo pertenezco a la burguesía, lo sé muy bien. Pero aprendí una cosa: mamá siempre nos decía que cuando naciste de este lado del mostrador, cuanto te toca haber nacido con seguridad, información, con formación religiosa, eso implica obligaciones. Supone ser responsable. Uno sabe que forma parte de una determinada clase dirigente y tiene que actuar en consecuencia. Y con clase dirigente no me refiero a tener plata, me refiero a tener educación y la posibilidad de ayudar a los demás. Y cuando la gente empezó a desaparecer, pensé, hay que hablar de esto. Yo no me puedo callar.

Ella, ahora, más cerca del final que del principio, roza ese nivel de duda: lo acaricia. La gran preocupación: que Dios exista.

-Creo absolutamente en la presencia del bien y del mal en la naturaleza humana y en la vida del hombre –dice y afina la voz-. Pero, por eso mismo, no espero ninguna recompensa ni un castigo determinado como corolario de mis actos. Sí, en cambio, la presencia de Dios que imagino como una síntesis infinita de amor y sabiduría.

Cuentan que el actor inglés David Niven, antes de morir, dijo: “Pitty, it was such fun” (“Qué pena, era tan entretenido”). Magdalena, como si se tratase de su propio epitafio, lo cita y se atreve a reformularlo:

- No sé qué habrá del otro lado –dice- pero esto es tan apasionante.
Magdalena y su hija Paula posan en la entrada de su casa frente al mar, en Punta del Este, para la revista ¡Hola! Argentina

Magdalena: entrevistas que eran clases de periodismo semanal
Sus reportajes brillaron en el Suplemento Domingo del diario Perfil durante años. Desgrababa ella misma sus textos y los hacía llegar rigurosamente a tiempo. Aquí, dos ejemplos: con Aníbal Fernández tuvo recordados duelos retóricos y con Julio César Strassera compartió su defensa por los derechos humanos, él desde la Justicia, ella desde la CoNaDeP

Aníbal Fernández: “Voy a presentar mi declaración jurada después de Ganancias”
Por: Magdalena Ruiz Guiñazu
Lamentablemente debemos comenzar este reportaje con lo ocurrido esta semana al senador Aníbal Fernández. “¿Qué sintió cuando lo encañonaron?” es algo que no podemos dejar de preguntar.

  Un breve silencio, y luego contesta: “Al principio, nada… Yo venía con unas tartas que acababa de comprar para comer ese día y estaba escuchando música mientras me detenía en un semáforo. De pronto, delante de mí paró un coche. Otro, detrás. Y en algún momento alguien empezó a golpearme el vidrio. Yo no entendía qué quería decirme, hasta que vi el caño del revólver. Mientras sacaba la palanca de cambios ya tenía a otro, también armado, del lado del volante. Abrí la puerta, me bajé y el que estaba a mi lado me metió la mano en el bolsillo para sacarme la llave. Pero se sabe que en estos coches no se pone llave. En cuanto vi un huequito en el tránsito crucé hacia la vereda. Eran pibes de unos 20 años y no dejaban de encañonarme. “Llevate todo”, le dije al más cercano, y cuando bajaron el arma me sentí más tranquilo.

—¿Era la primera vez que tenía un arma enfrente?

—Sí. Fue la primera vez que me pasó. 

—Debe ser una sensación espantosa. Pero usted, que es una persona inteligente, ¿cómo pudo tener aquella famosa frase acerca de que la inseguridad era sólo “una sensación”?

—¡No vamos a discutir esto toda la vida! Me hago cargo: fue un error hablar de “sensación de inseguridad”, fue un error comentarlo. Es un tema que el diario La Nación ha tomado muchas veces. Según los recortes que he guardado desde el año 2008, es el título de la nota que dice “sensación de inseguridad”. Yo no debería haberlo comentado porque parecería que uno utiliza eso para bajarle el tono a la discusión por la seguridad. Una estupidez. Bueno, el error está cometido, así que es inútil llorar sobre la leche derramada. Lo que digo es que yo no inventé el término. Lo saqué de un medio serio y señalé que, a veces, cuando usted repite muchas veces una nota periodística pareciera que fueran varias, y esto puede estar en la cabeza del inconsciente colectivo, cuando en realidad estamos hablando de un mismo delito. Pero bueno, ya está. Como le decía, es un error mío que pagaré por un buen tiempo porque muchos de los desprevenidos van a seguir insistiendo sobre este tema como si fuera un invento mío.

—Lo triste es que, cuando usted lo dijo, la situación era menos grave que ahora. Acabo de leer que en Wilde han matado a otra persona para sacarle el auto. Es una escalada que va en aumento.

—Hay una forma de medir estas cosas: cuando se trabaja en ellas se elaboran promedios, y los promedios son injustos. Si yo digo que usted se comió dos pollos y yo no comí ninguno, el promedio da que nos comimos un pollo cada uno. Pero la realidad indica que usted se comió dos, y yo, ninguno. La misma injusticia se presenta cuando uno habla de los delitos teniendo a un señor a quien han matado. Su familia se va a sentir ofendida y agraviada porque pareciera que uno lo quiere transformar en un número y no debe hacerlo. Lo que debe mirarse es el todo, y en el todo, este país, como Uruguay o Chile, tiene índices públicos suministrados por los diarios que acabo de mencionarle: La Nación y Clarín. Y esto demuestra que, en Latinoamérica, uno de los países que cada cien mil habitantes tienen menos homicidios es Argentina. Ahora, quién le explica ese promedio a las familias a las que les han ocurrido estas cosas. Yo no pretendo minimizar esto y soy muy respetuoso de lo que sucedió. Tuve la suerte de que no me pasara nada. La realidad es que uno no tiene que contrastar el hecho formal, como estadística, al que está partido de dolor porque le han matado a un familiar. Pero en realidad, la Argentina, de acuerdo con las Naciones Unidas, no tiene un número que la ponga en una situación de riesgo.

—¿Le parece? Todos, aun inconscientemente, tomamos más precauciones hoy que un año atrás.

—Yo también las tomo y, a partir de lo que sucedió la semana pasada, me veré obligado a tomarlas mucho más. Infinitas veces le he dicho a mi mujer que transite por avenidas iluminadas, y usted ve lo que me ha ocurrido, en una avenida llena de gente, luces y coches. ¿Dónde está uno seguro? ¡Qué sé yo! Uno tiene que tomar todos los recaudos, y si damos un consejo, hay que tratar de hacerlo de la manera más quieta posible para que estas cosas no traigan una consecuencia posterior. Mientras los tres pibes me estaban apuntando... bueno, una vez que dejaron de apuntarme, desapareció mi preocupación.

—Y de acuerdo con su mirada de vigilancia, ¿cómo ve la situación del narco en el país? Se lo pregunto 

porque Berni y Rossi han disentido en este punto.

—No estoy de acuerdo con lo que dijo Rossi. Me parece que Rossi está impregnado del microclima santafesino. En un momento feo, cuando a Bonfatti le pasó lo que le pasó, yo lo llamé inmediatamente. “Estoy a tu lado. Contá conmigo. ¿En qué puedo ayudarte?”. También me pareció muy bueno el trabajo que hicieron en conjunto las fuerzas federales y la policía de Santa Fe monitoreadas por Berni y por el propio gobernador. Hay que seguir trabajando en esto. Usted tiene que pensar que si Naciones Unidas considera a la Argentina como un país de tránsito es porque, entre otras cosas, es más negocio. La droga, en vez de pagar un peso aquí, paga veinte en España o en Estados Unidos. Es tal la cantidad de dinero para corromper que hay de por medio… Cuando ocurrió lo de la efedrina, si no me equivoco, se pasó de 2,9 toneladas de efedrina que entraban por año al país para elaborar remedios a 19 toneladas. En aquel momento nosotros insistimos en que si bien estaba el registro de precursores químicos en la Sedronar, la realidad es que el Congreso no tiene atribuciones para decidir quién es autoridad de aplicación, artículo 99, inciso 2 de la Constitución. Si es una atribución del Poder Ejecutivo, saquemos entonces un decreto y compartámoslo con la Anmat, que es quien tiene la responsabilidad respecto de los medicinales, y con la Policía Federal. De ese modo habrá un control mutuo que va a garantizar que solamente se pueda aceptar la importación de efedrina para los laboratorios que están fabricando estos medicamentos. Se puede hablar largo sobre este tema, pero le digo que el incremento, en Argentina, no es una cosa descontrolada. El trabajo que se ha hecho es muy fuerte y hay gente muy especializada trabajando en las fuerzas federales y provinciales. Es necesario seguir perfeccionándose y cuidando que no ingresen al país cosas novedosas que puedan permitir que se multipliquen esos negocios.

—A propósito de drogas, ¿por qué hay tan pocos radares en nuestro país? ¡Algunos hasta trabajan con horario! Constantemente hay denuncias en las zonas fronterizas.

—Se siguen construyendo, pero también con eso se comete un error: se cree que si tengo un radar y detecto un avión, el problema está resuelto. Me dijeron que, en Bolivia, habían sancionado una ley de derribo. Brasil la tiene. Pero esto no se hace en ningún lugar del mundo, porque es una condena a muerte sin procesos. Nosotros siempre insistimos en que el avión, y de hecho hay muchos aviones decomisados por fuerzas federales y provinciales, se baja con más facilidad a través de la inteligencia. Me refiero a escuchas, investigaciones, etc.

—Pero escúcheme, senador: el avión de los Juliá no solamente fue llenado de droga en Morón, donde el aeropuerto es de jurisdicción de la Aeronáutica, sino que pasó dos controles en Ezeiza hasta llegar a Barcelona, donde lo estaban esperando los españoles.

—Como ministro firmé un convenio con Alfredo Pérez Ubarcabal, entonces ministro del Interior de España, precisamente para intercambiarnos información entre la República Argentina y países como España, Portugal con quienes, reitero, tenemos convenios firmados. Le repito lo que dije antes: más que vender en Argentina, el objetivo de los narcos es vender allá. En el caso que usted menciona, seguramente habrá mucha gente que deberá dar explicaciones ante el juez.

—Pasando a otro tema, recuerdo que en el programa de radio de Lanata usted nos dijo que mañana lunes va a hacer pública su declaración jurada, ¿no es cierto?

—Lo que dije es que tuve siempre una declaración jurada pública. No voy a transformarla en privada. Cuando presenté mi declaración jurada en el Senado suponía que se hacía pública. Fue el 13 de mayo de 2012. Lo que voy a hacer ahora es la presentación de mi declaración jurada después de haber presentado mi declaración jurada de impuesto a las ganancias. Es un error pedirle al legislador o al funcionario que haga una presentación previa a la que va a presentar en Ganancias porque puede haber un ajuste, una corrección, algo que el contador entienda que conviene hacer presentándolo de una determinada manera y tiene que estar rectificando facturas. Dejen que termine Ganancias y se presentará la declaración jurada. Una vez que yo presente la declaración jurada de Ganancias que mi contadora tenga firmada y presentada, a partir de ese momento presento a la Oficina Anticorrupción mi declaración jurada porque yo no quiero que deje de ser pública.

—Legalmente no tiene obligación de hacerlo.

—Sí, pero yo quiero que siga siendo pública, porque si no me meten en un lío. Fíjese lo que dice hoy Clarín: “Tras el robo de su BMW, su patrimonio quedó bajo la lupa de la AFIP y en la AFIP figura como asesor de empresas y con ingresos de hasta 15 mil anuales”. Esa es la forma en que se inscribió. Yo no escribo estas cosas. Las escribe mi contador. El hecho imponible lo hace la actividad y no la inscripción. Pago conforme a la actividad que yo tengo. Y estoy pagando el máximo nivel. Todos los meses emito mis facturas, las envío a las empresas, me mandan los cheques y se depositan en mi cuenta corriente; tengo una sola cuenta, y además es muy fácil acceder al resumen de la cuenta corriente y advertir que todo está cumplido. No es lo que dice Clarín. Lo que pasa es que le tiran una papa caliente y arréglese usted. Pero yo no tengo nada que explicar.

—Salgamos de los números y dígame qué le pareció la reunión del Frente Amplio UNEN.

—En primer término, yo soy muy cuidadoso. Normalmente, no me meto a opinar sobre los partidos de oposición. Es un problema de ellos que solucionarán como les parezca. También, alguna consideración al respecto puede hacerse: lo que veo aquí es que es una alianza de la coyuntura buscando solamente un objetivo electoral. Y punto.

—Ellos tampoco lo esconden.

—No digo que lo escondan ni que sea deshonesto. En este caso tengo que mirar quiénes son los actores. Veo hombres a quienes les tengo mucho respeto, como Ernesto Sanz, Hermes Binner, quien no digo que sea amigo pero tiene una imagen personal muy buena. Ahora, la verdad es que ver a Sanz, Binner, Solanas, Carrió, Libres del Sur, Prat Gay, Lousteau… ¡no tienen nada que ver! ¿Que el objetivo es electoral? Bueno, sabrán hacerlo. ¿Cómo se trasunta después eso en términos del ejercicio de las políticas públicas? Y… el fracaso de la Alianza fue rotundo. Pasaban cosas terribles. Yo he visto funcionarios que ante la debilidad del presidente decían, por ejemplo: “Bueno, yo voy a plantear tal cosa y si no, ¡renuncio!”. A Raúl Alfonsín, a quien siempre respeté y respeto mucho y gocé de su afecto en los últimos años de su vida, a Néstor Kirchner, a Cristina, si alguien les presentaba la renuncia se la aceptaban en el mismo momento. Nadie iba a correrlos con la vaina ni por casualidad. En cambio, cuando aparecía de cada pueblo un amigo traía dolores de cabeza que no podían trasladar a una decisión de políticas públicas concretas en beneficio de la sociedad. Ahora tengo la sensación de que vamos a lo mismo. Lo mismo hubiera sucedido con la Unión Democrática sesenta años atrás. No quiero hacer chicanas, pero qué respuesta le hubieran dado al Partido Conservador, al radicalismo y al Partido Comunista, que en aquel momento eran todos la misma cosa compitiendo con Juan Domingo Perón.

—Las fotos de archivo muestran a Alfredo Palacios al frente.

—Estoy hablando de los que tenían una estructura distinta. Yo no dudo de que Tamborini y Mosca la tuvieran también. Pero allí había un montón de otras personas que, por más que tuvieran estatura, poseían otra visión de la política. No tenían una alternativa común para llevarla a la práctica. Lo de la Alianza, que fue poder, muestra a las claras los errores que se cometen cuando se privilegia el beneficio electoral. Pero es entrar en un tema que no me interesa. Fíjese que en Capital Federal, cuando se junta UNEN, es para un candidato como Pino Solanas. Cuando gana, todos nos preguntamos: ¿se cumplió la primera parte de las PASO, una herramienta estupenda? Ahora, la segunda, ¿hay fidelidad en el voto? Y bueno, veámoslo. Esperemos la elección. Y Solanas hoy es senador de la Nación. Son las reglas que uno pensaba que podían crear una nueva Argentina.

—Anoche, en el teatro Broadway, las piedras del escándalo eran dos: Macri y Massa.

—Sí, lo que pasa es que una buena parte de los participantes que estaban allí se ha derechizado. Sin pertenecer al sector a la derecha.

—¿Tumini también?

—¡A Tumini no le tengo ningún tipo de respeto! Mucho no me preocupa, pero en otros casos se han volcado y ya no lo ven tan lejos a Macri, que es un hombre coherente y con el cual tengo miles de diferencias, pero por lo menos es coherente. Como Federico Pinedo, a quien le tengo mucho respeto: también es coherente. Nunca ha variado su manera de pensar. Hoy lo ven como a un posible aliado a futuro. Algunos dicen que en el ballottage. Otros, en distinta situación, pero la verdad es que termina comulgando en una propuesta de derecha solapada, y me gustaría ver dónde termina una conclusión de esas características en un eventual ejercicio del poder.

—Pero en el caso de Massa, fue jefe de Gabinete K.

—Sí, un error que seguramente se debe estar pagando caro. El utilizó ese espacio para su propio beneficio traicionando a la Presidenta a ocho metros de su propio escritorio. Conozco las reuniones porque conozco a varios de los que él citaba y que se sorprendían de ser invitados al despacho del jefe de Gabinete en reuniones en las que se competía en contra de la Presidenta de la Nación. 

¡Lo echaron por eso! ¡Por traidor! Después aparece Santiago O’Donnell con su libro, en el que exhibe expresiones respecto de lo que manifestaba en la embajada de Estados Unidos contra Néstor Kirchner. Expresiones que, supuestamente, nunca se darían a conocer pero que un día se publicaron y son la visión de una persona que fue despedida al año. Yo asumí después que él. Fui dos años jefe de Gabinete, y cuando terminé mis funciones, me ofrecieron encabezar la lista de senadores nacionales para la Provincia de Buenos Aires. Ahí queda marcada una diferencia muy grande entre uno y otro pensamiento. 

Julio César Strassera: “Kirchner quiso monopolizar el tema derechos humanos”
Por: Magdalena Ruiz Guiñazu
Este 2008 trae a la memoria de los argentinos un impresionante aniversario. Se cumplen exactamente 23 años de aquella famosa frase con la que el entonces fiscal Julio Strassera diera término a la lectura de la sentencia con que culminó el juicio a las Juntas Militares que gobernaron a nuestro país durante la dictadura.

—Señores, nunca más…

A pesar del reiterado pedido del entonces camarista Arslanian: “Silencio en la sala…”, los vetustos muros del edificio de Tribunales se estremecieron ante el  clamor de un público profundamente conmovido.

Veintitrés años después, entonces, en el fragor de este verano 2008, nos sentamos frente al mar con el doctor Strassera simplemente para recordar un acontecimiento que fue particularmente significativo no sólo en la historia argentina sino también en el Derecho Internacional.

—¿Qué recuerda, doctor, del día en el que fueron a ofrecerle convertirse en el fiscal del juicio a los comandantes?

Strassera enciende uno de sus innumerables cigarrillos:

—Dudé un poco. Yo era entonces juez de Sentencia y pedí una semana para pensarlo. Me contestaron, en cambio: “Tenés 24 horas”. Entonces acepté. Hacía dos años que era juez de Sentencia y no sabía (nadie tampoco sabía) el nivel de tarea que íbamos a tener por delante.

—Pero, ¿cómo surgió la idea del juicio a los comandantes? Si mal no recuerdo fue casi simultáneo con el advenimiento de la democracia…

—En efecto. Lo que ocurrió es que ya se había reformado el Código de Justicia Militar, se había dictado el Decreto 158 que ordenaba enjuiciar ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que, bueno es recordarlo, no hizo absolutamente nada. El Consejo tenía, incluso, la opción de dictar sentencia en un plazo determinado. Al no hacerlo, la Cámara Federal podía abocarse al tema, que fue lo que finalmente hizo.

—Usted recordaba recién aquellas 24 horas que le otorgaron para decidirse. ¿Cómo formó su equipo?

—Fue algo simultáneo al momento en el que acepté enfrentar este juicio. Me hice presente en la Fiscalía de la Cámara Federal, que contaba con su personal habitual: con su secretario, nada más. Frente al hecho de que no había más remedio que ir a juicio, comencé a buscar gente. Traje a algunos de otras dependencias y el único que aceptó venir a colaborar conmigo a nivel de la Fiscalía, fue Luis Moreno Ocampo (a quien yo no conocía pero del que me habían hablado muy bien) que, como le decía, aceptó. Ocurrió algo semejante con lo que sucedió en el Equipo de Antropología Forense. El doctor Clyde Snow (un hombre de fama internacional que, incluso, había reconstruido los restos de Tutankamón) no tuvo aceptación entre los antropólogos formados y, por eso, eligió a gente entonces muy joven, algunos a punto de recibirse.

—Recuerdo, doctor Strassera, que el año pasado, en Roma, el fiscal Caporale (a cargo del juicio por los desaparecidos argentinos de origen italiano) nos comentaba que no se subraya suficientemente el hecho de que el caso argentino (creo que junto al del juicio a los coroneles griegos) es prácticamente único en el mundo. Nuremberg, por ejemplo, tuvo jueces pertenecientes a las fuerzas aliadas y sólo fiscales alemanes.

—Por supuesto. Yo lo he dicho muchas veces. Es un caso único que, inclusive, se diferencia del juicio en Grecia. ¿Por qué? Pues simplemente por el hecho de que los coroneles griegos fueron juzgados por un tribunal militar y condenados por traición a la patria y no por violaciones a los derechos humanos. El juicio a las Juntas es único en la historia por varias razones. En primer término, porque intervenía un tribunal civil que fue la Cámara Federal, que llevaba años en el país y no fue creada especialmente para este juicio, y luego porque se aplicó el Código Penal que puede serle también aplicado a cualquier ciudadano como usted o como yo.

—Llama entonces doblemente la atención (y se lo mencionamos al entonces presidente Kirchner en su momento) que un hecho jurídico tan importante a nivel internacional nunca se menciona desde el gobierno kirchnerista, tan interesado en los derechos humanos…

Strassera aspira lentamente un nuevo cigarrillo:

—Bueno, el gobierno del doctor Kirchner ha querido monopolizar el tema de los derechos humanos y yo desearía recordarle que, si fuera por el Partido Justicialista al que pertenece, no hubiera habido juicio. Italo Luder, por ejemplo, decía que la Ley de Autoaministía era válida. En fin… pretextos siempre pueden encontrarse. Era una forma de cubrirse ante ulteriores eventualidades. Tampoco ningún legislador justicialista aceptó integrar la Conadep (Comisión Nacional por la Desaparición de Personas). Yo recuerdo que en el acto en la ESMA, el entonces presidente Kirchner dijo (y Alfonsín se enojó muchísimo) que en 20 años de democracia no se había hecho nada en materia de derechos humanos.

—Bueno, a nivel personal, el presidente Kirchner hizo algunos llamados conciliatorios…

—Sí, a nivel personal. Pero públicamente nunca se retractó, que es lo que debería haber hecho.

—Esto produjo en su momento muchos comentarios…

—Sí, pero también reconozco que dije públicamente que la Corte Suprema de Justicia removida por Kirchner era un desastre y esto, quiero reconocerlo, fue algo que su gobierno hizo bien. En su momento dije: “El Presidente tiene razón, pero no puede salir a hablar mal del titular de la Corte Suprema por la cadena nacional, porque esto trae consecuencias. Mañana van a decir (que fue, por otra parte, lo que ocurrió) que el presidente embiste contra la Corte Suprema”. Tal cual. Al día siguiente, Kirchner (posiblemente mal informado) salió a decir que yo no podía hablar porque había sido fiscal de la dictadura. Hasta Morales Solá dedicó una columna al tema en el diario La Nación.

—¿Y usted qué le habría contestado si lo hubiera tenido enfrente?

—Mire, a Kirchner le hubiera contestado muchas cosas. Por ejemplo, que no recordaba que él, como abogado, hubiera patrocinado un hábeas corpus. Es muy fácil, hoy, monopolizar los derechos humanos.

—¿Para usted no fueron una desilusión las leyes de perdón (Obediencia Debida y Punto Final)?

—Se ha hablado mucho sobre esto y también lo he dicho varias veces: fueron leyes dictadas por absoluta necesidad. Esto lo ha reconocido el propio Alfonsín. No hay que olvidar que fueron leyes dictadas después de dos levantamientos militares. Ahora todo parece muy fácil. Aquella era una democracia muy frágil y en aquel momento no se podía presionar a cualquiera. Yo recuerdo (y lo digo porque es algo público) que el senador Adolfo Gass, que tiene un hijo desaparecido, me vino a ver a la Fiscalía y, con lágrimas en los ojos, me dijo: “Strassera, yo voy a votar favorablemente estas leyes porque no queda más remedio”. Gass había pasado por la experiencia de ser uno de los legisladores que fue a Campo de Mayo cuando el levantamiento de Aldo Rico. Había allí mucha gente insultando a los carapintadas. A Gass lo atendió un capitán y le dijo fríamente: “Senador, dígale a la policía que retire la gente porque, a la primera piedra, abrimos fuego”.

Nos quedamos reflexionando mientras el sol baja lentamente tras la isla Gorriti.

—Dígame, Strassera, qué hubiera pasado, por ejemplo, si en vez de decir “la casa está en orden”, Alfonsín hubiera reconocido “el presidente está solo”. Recordemos que, en toda la República, las plazas se llenaron de gente defendiendo la democracia… Un fenómeno que nunca se repitió.

—Quizá se podría haber dicho de otra manera, pero yo no soy quien para enmendarle la plana al ex presidente Alfonsín. Era tan grave decir que el presidente se veía forzado a dictar este tipo de leyes como no dictarlas.

—¿Y la actual derogación de esas leyes?

—Me parece correcta. Y estoy de acuerdo en que lo haya hecho la Corte Suprema de Justicia y no el Congreso. El Congreso no tiene competencia para anular leyes que dictara anteriormente. Las leyes se derogan. No se anulan. O se modifican o se reemplazan por otras. Esa es la verdadera competencia del Congreso. En fin, eso fue un acto de política barata. La Corte, en cambio, puede decir que las leyes son anticonstitucionales, tal como lo ha hecho.

—¿Usted ve a esta Corte como un tribunal independiente?

—Creo que sí. No estoy de acuerdo con algunos fallos, pero creo que tiene un grado de independencia mucho mayor que la anterior. La anterior fue una vergüenza. Estaba absolutamente sometida al Poder Ejecutivo. Ahora, hay cosas que a mí no me satisfacen, como el fallo en el que señala que los delitos de lesa humanidad sólo pueden cometerse desde el Estado. Y esto no es así. La Argentina firmó el protocolo de Roma, que dice claramente con respecto a esto que “son crímenes de lesa humanidad aquellos cometidos por el Estado o una organización”.

—¿A usted le parece que esto se aplica, por ejemplo, a las FARC colombianas?

Strassera se detiene, pensativo.

—Yo creo que sí. Las FARC son un grupo terrorista y además están cometiendo delitos de lesa humanidad, como secuestros, privación de libertades civiles, muerte de civiles… Además, ¡son narcotraficantes!

—Se dan, en el siglo XXI, horribles paradojas. Por ejemplo, recordemos que durante la dictadura argentina un presidente norteamericano, como James Carter, fue un acérrimo defensor de los derechos humanos y, en cambio, bajo la presidencia de Bush nos encontramos no sólo con el oprobio de Guantánamo, sino también con esas cárceles secretas en Afganistán, Polonia y quién sabe dónde más, a las que se llega en aviones ocupados por personas de las que no sabemos nada. En una palabra: desaparecidos. Esto, doctor, infringe cualquier clase de legislación.

—Y es muy grave. Jamás podría haberse imaginado que Estados Unidos mantuviera durante años a toda esa gente detenida sin proceso y sin que prospere un hábeas corpus. Reitero que esto es muy grave, pero esas críticas entran dentro del tipo de justificaciones que hace el presidente Chávez. Cuando mencionamos a alguien como terrorista, Chávez contesta: “¡El terrorista es Bush!”. Y lo que hay que subrayar es que, así hablemos de las FARC como de Montoneros o de esta política norteamericana, es absurdo argumentar algo así como: “Esto es malo pero fulano es peor”. Es una justificación completamente falsa. Nadie sabe dónde están exactamente los rehenes en la selva y nadie sabe tampoco quiénes son los ocupantes de los aviones yanquis que usted mencionaba recién. Es gente prácticamente desaparecida. Espero que un cambio de gobierno en Estados Unidos signifique también un cambio de politica exterior.

—Volviendo a nuestro país, Strassera, ¿qué ocurre con nuestra Justicia? ¿Por qué es tan notablemente lenta?

—Mire, la Justicia es rápida cuando quiere. Creo que el que prostituyó la Justicia es Carlos Saúl Menem. Y lo he dicho en varias oportunidades. Va a costar reconstruirla y el gobierno de Kirchner ha demorado el nombramiento de nuevos jueces aun cuando la presidenta Cristina ha enviado una serie de pliegos. Sin embargo, todavía quedan muchos cargos sin cubrir. No sé qué estarán esperando… ¿Poder colar a algún amigo, quizás? Es cierto, la Justicia es muy lenta pero fíjese usted que, para vergüenza nuestra, la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires cuando quiere es muy rápida. ¡Ojo!, no voy a defender a Macri, porque no lo voté, pero la jueza Elena Liberatori apenas tardó 24 horas en dictar un fallo escandaloso que merece un juicio político. ¡Es un prevaricato grande como una casa! Y ahora otro juez, el doctor Gallardo, hace muy rápidamente lugar a un amparo en rechazo de la renovación de 2.400 contratos de la administración municipal presentado por Sutecba. Estos jueces ya nos tienen acostumbrados a estas cosas: ¡cuando quieren ser rápidos, lo son! Gallardo ya clausuró el casino flotante una vez. Lo revocaron… Bueno, o son muy de derecha, como cuando la jueza clausuró la exposición de Ferrari, o muy de izquierda, cuando me dicen que Gallardo tiene una imagen del Che Guevara en su despacho. Son temas escandalosos. Le van a hacer la vida imposible a Macri, olvidando que lo votó más del 60% de los porteños. Pero vuelvo a repetirle, yo no lo voté y, además, he sido defensor de Aníbal Ibarra. Por lo tanto no tengo nada que ver con Macri, pero ¡por favor!

—Ya que hablamos de Macri, ¿no le parece que la oposición se muestra bastante dispersa, desmigajada? ¿A qué lo atribuye?

—A ambiciones personales. Cada uno cuida su quintita. Acabo de hablarle mal de la Justicia, pero si hay algo que da realmente vergüenza es nuestro Parlamento, que se distingue por decirle “¡amén!” al Poder Ejecutivo. No veo, por ejemplo, que se discutan los decretos de necesidad y urgencia que deberían haber tratado.

— Y volviendo a usted, doctor, después de treinta años de carrera judicial…

—…Desde desempeñarme como un empleado de última categoría...

Interrumpe el ex fiscal y vuelve a surgir en nuestro recuerdo el alegato final de la histórica sentencia: “Señores, nunca más…”:

—¿Qué siente un magistrado cuando la historia le depara una circunstancia con estas características?

—Un magistrado debe saber aplicar el Derecho. Y esto no es tan fácil. No hay que ser ningún genio, pero sí hay que tener coraje y sentido común.

—Bueno, es una definición bastante humilde si se piensa en la enorme preparación jurídica que exige un juicio como el de las Juntas Militares…

—Creo que la Cámara Federal que me tocó estaba compuesta por hombres con una sólida preparación científica.

—¿Y cómo repercutió en las familias de ustedes?

—No puedo hablar por los demás, pero algunos, como D’Alessio, tuvieron problemas. Un atentado en su casa, por ejemplo. Por mi parte, no sufrí atentados, traté de apartar a mi familia de mis actividades. Eso sí, mis chicos iban al colegio en un auto con policía por razones obvias.

—Volviendo a las imágenes que se conservan del juicio y de los alegatos de las defensas, quizás el más violento fue el del almirante Massera.

—Sí. Diría que fue hasta amenazante. Sin embargo no creo que nadie se haya dejado intimidar por los dichos de Massera.

—¿Usted cree que aquellos que tienen prisión domiciliaria deberían estar en una cárcel común?

—No podemos pretender que las cosas sean siempre como uno desea. El asunto es que estos hombres están presos. No importa dónde. Tampoco es aceptable la idea del prisionero tipo Conde de Montecristo con una cadena al cuello. Lo que ocurre es que el tema de la prisión domiciliaria se está aplicando mal, porque es facultativa. Se supone que se aplica en los casos de personas que están enfermas y no tiene por qué ser automática al cumplir 70 años. Tampoco creo que, por un tema de seguridad, estos presos deban ir a cárceles comunes en las que pueden ser agredidos. Tienen que estar en un lugar separado de los presos comunes y el Estado debe velar por la gente detenida cualquiera sea el motivo de su prisión.

Y mientras las embarcaciones vuelven lentamente de su jornada de pesca, se hace un silencio en la playa del atardecer.

—¿Cómo se siente alguien que ha sido parte de la historia?

—Yo me siento muy bien. Ahora, cuando me dicen que soy parte de la historia, les digo: “¡Cuidado!”. También Nerón es parte de la historia. Pero, seriamente, estoy bien. Me he jubilado, ejerzo la profesión. En un primer momento extrañé la función. Ahora ya no.

—¿Nunca habló personalmente con los ex comandantes durante el juicio?

—No. Los jueces de la Cámara sí tuvieron entrevistas personales, pero cuando terminé mi alegato recuerdo que Videla seguía leyendo un libro religioso, como lo había hecho durante todo el juicio, y que Viola, en cambio, se dirigió al público que aplaudía la sentencia y les gritó: “¡Hijos de puta!”.

Fotos: Archivo Diario La Nación, Alfredo Sánchez, Mauro Roll, Pilar Bustello, Eduardo Carrera, Gustavo Seiguer Fuentes: Agencia TelAm, Diario La Nación, Diario Perfil

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