Por: Mariana Carbajal
De la invisibilidad al show del morbo: ese fue el pasaje que experimentó la violencia machista y su expresión más extrema, los femicidios, en las pantallas de televisión. Las multitudinarias movilizaciones con la consigna Ni Una Menos obligó a los medios a mirar un fenómeno que poco les entusiasmaba. Salvo casos muy emblemáticos, la problemática no tenía un abordaje frecuente. Ahora, pueden sumar horas las coberturas en los canales de noticias cuando se trata de un femicidio de alto impacto social, como el de Micaela García o el de Araceli Fulles. Pero ¿qué nos cuentan? ¿Qué nos muestran? ¿Qué nos dicen?
Hay una sobre representación de los casos de violencia sexual que terminan en femicidio e involucran adolescentes: la pibas violadas y asesinadas parece que “garpan”. La noche en que se encontró el cadáver de Araceli, C5N abundó con una animación de su cuerpo en la posición en que había sido hallado bajo escombros. “Así encontraron el cuerpo”, titulaban la pantalla –en letras rojas– y mostraba la postura. Un rato después, el foco estaba puesto en el hecho de que “el cadáver apareció completamente desnudo”. A continuación, la información relevante escrita al lado de la animación del cadáver (que mostraba sus nalgas desnudas) decía: “Estaba enterrada a 35 cm de profundidad y tapada con escombros. Un primer plano de la cabeza se acompañaba con un recuadro que apuntaba: “Causa de muerte: estrangulamiento con un lazo, presenta un surco de “ahorcadura” en el cuello”. ¿Qué aportaba para entender el caso esos detalles?
La tele suele encasillar los femicidios como casos policiales, de inseguridad, aislados. No se contextualiza la violencia contra las mujeres como un problema social, cultural, sostenido por la desigualdad histórica que las afecta en la sociedad. La espectacularización del morbo se impone. No se consulta a especialistas para dar un enfoque de derechos. El periodismo con perspectiva de género es el gran ausente. Casi no tiene lugar en las pantallas.
La culpabilización de las víctimas suele reforzarse desde voces mediáticas legitimadas como las de famosxs conductores. Lo han hecho Susana Giménez, Mirtha Legrand, Chiche Gelblung y Baby Etchecopar, entre otros. Cada uno se ocupó en algún momento de culpabilizar a una víctima por las violencias que había recibido. No hace falta recordarlos con más detalles.
En los últimos años se configuró un nuevo marco normativo en relación a la comunicación y las cuestiones de género. La Ley de Protección Integral de la Violencia (2009) incluyó las figuras de violencia simbólica y mediática. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual incorporó entre sus principios la protección de la igualdad entre hombres y mujeres y el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual (artículo 3). Esos principios fueron reiterados además, en los artículos 70 y 71, referidos a contenidos de programación.
Redes de periodistas como PAR vienen alertando sobre estas coberturas que vulneran los derechos de las mujeres y lisa y llanamente constituyen violencia simbólica y mediática contra las mujeres. De hecho, a partir del trabajo de PAR, constituida hace una década, se logró imponer el concepto de femicidio en los tratamientos periodísticos, frente a la extendida idea del “crimen pasional”, que trasmitía el mensaje de que la mujer había sido asesinada por su pareja o su ex pareja “porque la amaba tanto”: por entonces, estos asesinato se trataba como casos “amor en desborde”. El decálogo de PAR para las coberturas de casos de violencia contra las mujeres ha sido herramienta fundamental para encarar el problema.
Desde el Estado, la Defensoría del Público venía desarrollando una política para desarmar la discriminación hacia las mujeres en las pantallas a partir de la recepción de denuncias, y la actuación en numerosos casos, con un abordaje pedagógico -convocando a las partes, buscando la reparación en casos de vulneración de derechos–, con talleres de capacitación a nivel federal y recomendaciones a medios. Pero el organismo fue debilitado a partir del cambio de gestión, al terminarse el mandato de su titular y el Congreso no se ocuparse de ratificar su continuidad o elegir un/a sucesor/a. También otros espacios como el Observatorio de la Discriminación en Radio y TV -que articulaba la ex AFSCA, el Consejo Nacional de las Mujeres y el INADI-fueron anulados con la llegada del macrismo al Gobierno.
¿Qué impacto tienen los medios en el aumento de femicidios que registran las estadísticas? ¿Puede haber relación? Una investigación que buscó dar respuesta a esa inquietud fue realizada en la Universidad de Alicante, por investigadores del Departamento de Mediciina Preventiva y Salud Pública y publicada en el European Journal of Public Health, (Vol. 19, No. 6, 592-596) en 2009. El estudio analizó si aumentan los casos de femicidio cometido por la pareja o ex pareja de la víctima, después de difundirse noticias sobre ese tipo de asesinatos en programas de televisión. El trabajo tomó el período de 2003 a 2007, en el cual se registraron 340 muertes de mujeres a manos de su pareja en España. Y se recogieron 3.733 informaciones televisivas relacionadas con esos sucesos, que se dividieron en tres grupos: noticias sobre muertes, sobre medidas y sobre delito sin muerte de la víctima.
Los investigadores concluyeron que “la cobertura periodística en TV de los femicidios íntimos -perpetrados por la pareja- puede incrementar en un 42 por ciento la probabilidad de muertes por esta causa”. En cambio: “Las noticias sobre medidas para abordar la violencia de género parecen mostrar un efecto positivo que reduce en un 10 por ciento la probabilidad de muerte por esa causa”.
Sobre la base de esos resultados hicieron recomendaciones. Consideraron que “la violencia de género debe mantenerse como tema de noticia en la agenda de los medios de comunicación mientras siga siendo una causa componente de la mortalidad en mujeres”. Y al mismo tiempo, recomendaron que “se debería incluir más información sobre el contexto en el que la violencia de género se produce, con mayor variedad de fuentes informativas que incluya la perspectiva de expertos/as, profesionales y mujeres supervivientes”. Además, indicaron que “los medios de comunicación deben consolidarse como una valiosa herramienta de difusión de información sobre las respuestas sociales existentes y los derechos de las mujeres en situación de maltrato”. Y consideraron “necesario desarrollar una guía de estilo periodístico que determine cómo se debe tratar este tipo de información, desde una perspectiva de género”.
Hay que informar sobre el tema. No hay dudas. El punto clave es cómo y con qué enfoque, a qué fuentes se recurre, qué imágenes se difunden. Las pautas de comportamiento que proyectan los medios pueden contribuir a mantener y perpetuar las relaciones de desigualdad entre los hombres y las mujeres. O favorecer la construcción de otros significados en beneficio de lograr la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones. Con medios que revictimizan a las mujeres, las culpabilizan de las violencias que sufren, convierten cada denuncia de violencia de género contra un famoso en un espectáculo del chimento o en “el show de la perimetral” y cada femicidio en una escena que desborda morbo, no hay Ni Una Menos.
Foto: Joaquín Salguero
Fuente: PáginaI12