viernes, 5 de febrero de 2010

Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental VI

Nuevo diario intenta generar ingresos que El Telégrafo no tiene
Pese a que el Ministerio de Telecomunicaciones, principal accionista de El Telégrafo, reconoció que “la situación financiera del diario es delicada”, el régimen reiteró ayer su intención de crear un nuevo periódico popular.
Con el nuevo proyecto no solo se aspira a usar parte de la estructura de El Telégrafo, como la nueva rotativa que funcionará en el norte de Guayaquil, sino generar otros ingresos que este rotativo no reporta.
Jorge Glas, ministro de Telecomunicaciones, aseveró que la idea del régimen es generar un diario “más cercano a las clases populares” y que sea sustentable en el tiempo.
El proyecto, dijo, se encuentra en estudio, aunque confirmó que la Junta de Accionistas conoció un informe preliminar y agregó que antes de pasar definitivamente a la Junta de Accionistas deberá revisarlo el nuevo directorio.
“Eso tiene que pasar por un camino, que es el directorio, que tiene que dimensionarlo, aprobarlo o rechazarlo o pedir que se mejore y esa es la línea que estamos construyendo”, manifestó Glas, tras reconocer las dificultades financieras de El Telégrafo. Sin embargo, no precisó cifras.
Tampoco divulgó la inversión que requerirá el nuevo rotativo, pues indicó que aún no se aprueba el presupuesto del 2010 de El Telégrafo ni del nuevo diario. Aseguró que recién están consolidando las pérdidas y han pedido un informe de la situación financiera del diario.
Luego de participar en uno de los talleres del programa Ecuador Digital, el Ministro también rechazó una supuesta injerencia de esta cartera en la línea editorial de El Telégrafo ante la censura que tuvo una nota sobre una reunión de la Junta de Accionistas y que fue publicada ayer en la página 4.
“Nuestra rectoría sobre los medios públicos, y particularmente sobre El Telégrafo que todavía es sociedad anónima, están especificadas en las atribuciones de la Junta General de Accionistas, que no interviene en la línea editorial o manejo de contenidos”, refirió.
Glas no ocultó la existencia de pugnas internas en el matutino. “Debo rechazar esas pugnas internas dentro del diario, (que) han causado un grave problema administrativo que se está resolviendo”.
No descartó que el director del medio, Rubén Montoya, continúe en su cargo, ante los rumores de una supuesta salida por su rechazo a que el nuevo diario se conciba utilizando los recursos de El Telégrafo. “Esa es una opinión que no es parte de la administración”.
Al respecto, el secretario de la Administración, Vinicio Alvarado, calificó como un “apresuramiento muy grande” de algunos funcionarios de El Telégrafo las críticas emitidas a la creación de otro medio popular.
“No creo que ningún medio esté encerrado simplemente a un formato. Yo pienso que desde la propia iniciativa creativa de dentro de todos los medios tienen dos, tres, cuatro formatos”, dijo Alvarado en alusión a los diarios nacionales que tienen otros productos. Además, resaltó que se está haciendo escándalo que todavía no existe y que se está coartando la propia capacidad creativa del diario.
Cuestionó el prejuicio y la precalificación a estas iniciativas que las señalan como “gobiernistas” y “oficiales”, cuando ni siquiera se conoce su contenido. Sin embargo, reconoció que esa idea salió de inquietudes del Ejecutivo para generar contacto más popular.
Negó que la publicación del diario genere pérdidas al Estado, pues da la posibilidad de que los ciudadanos obtengan un medio público con información de otro perfil. “Son beneficios sociales, no son retornos económicos, pero no es pérdida”.

Detalles:
Nuevo diario

Una fuente vinculada con el proyecto del diario popular sostuvo que pese a las críticas este “no peligra”, “es autosustentable” y “no le va a quitar rentas a El Telégrafo”. Acotó que el nuevo producto tiene que ayudar a solventar las inversiones, como la compra de la nueva rotativa a un costo de $ 17’000.000.

Plazo del proyecto
El equipo que impulsa el nuevo diario tiene hasta la próxima semana para presentar el proyecto y decir cómo se va a financiar.

Menos circulación
Personas relacionadas a El Telégrafo indicaron que la circulación del diario bajó de 40.000 ejemplares a 25.000 para evitar más pérdidas.

Fuente: Diario El Universo

"Hay independencia editorial"
El Ministerio de Telecomunicaciones, accionista mayoritario de El Telégrafo, ratificó la independencia editorial del primer diario público. El secretario de la cartera, Jorge Glas, estuvo la mañana de ayer en Guayaquil y al término de un taller sobre la estrategia de Ecuador digital, contestó las inquietudes de varios medios de comunicación.
Sobre la Junta de Accionistas realizada el viernes anterior, dijo que allí se pidió ampliar el estudio del proyecto del diario popular. Ratificó que esa ampliación deberá ser puesta a consideración del Directorio primero, y luego el Directorio, si es de su competencia, tomará una decisión.

¿Cómo va la situación de diario El Telégrafo?
El Telégrafo tiene nuevo Directorio. Hay que hacer evaluaciones operativas, financieras. Han existido conflictos dentro del diario que no han sido saludables para el desarrollo del mismo y queda claro que el tema administrativo es independiente absolutamente de la línea editorial o manejo de contenidos. Sobre los hechos que se han denunciado o manifestado, el Directorio toma decisiones internas.

¿Se garantiza que el diario continuará y que su nombre no va a desaparecer?
En lo absoluto. El Telégrafo es un periódico público, y el hecho de que en la misma imprenta, virtualmente, imprimamos otro periódico no significa absolutamente nada. El Telégrafo mantiene su circulación, su nombre, su línea editorial, su estructura; es un producto, un diario público, y el proyecto habla de un diario popular.
Nuestra rectoría sobre los medios públicos, particularmente El Telégrafo, que todavía es sociedad anónima, no una empresa pública, está especificada en las atribuciones de la Junta General de Accionistas, que no interviene en la administración ni en la línea editorial.

¿A qué responde la salida del gerente Álex Camacho?
El accionista tomó la decisión de cambiar al Directorio y al Gerente General, porque tiene todo el derecho de poner nuevos administradores.

¿Se garantiza la estabilidad de todos los trabajadores?
Siempre ha estado garantizada. No debe haber preocupación alguna en ese aspecto. La meta es fortalecer el diario.

¿Cuál es el presupuesto que se maneja para el nuevo diario popular?
Estamos revisando justamente eso para ver cómo se financia la operación del diario de una manera efectiva.

¿Cuánto le cuesta la actividad de El Telégrafo al Ministerio de Telecomunicaciones, al año?
Esperemos tener el presupuesto. Todavía no tenemos toda la información, estamos revisando las pérdidas del año pasado.

¿Con la nueva rotativa se pretende explotar ciento por ciento la circulación del nuevo diario?
Sería extraordinario si podemos utilizar la nueva rotativa lo que más se pueda. Creo que eso no daría mayor nivel de productividad, pero el proyecto deben concluirlo.

¿Es una realidad el nuevo diario popular?
Bueno, veamos si es viable. El presupuesto no ha sido aprobado, de ninguno de los dos diarios, porque todavía no está la información financiera disponible, y están cerrando los balances provisionales de 2009.

Sobre el caso Teleamazonas... ¿Cómo queda la situación luego del fallo que considera ilegal la suspensión de la señal por 72 horas?
Hay dos sentencias totalmente contradictorias. Sin haber estudiado jurídicamente el caso, tengo la certeza de que el proceso deberá subir a la Corte Constitucional.

¿Ustedes van a apelar?
Corresponde a la Superintendencia de Telecomunicaciones (Suptel).

¿Cómo califica el hecho de que el fallo declara como inconstitucional la sanción?
Leería la anterior, que dice que sí es constitucional, que fue la primera y que es totalmente opuesta a la actual.

¿Cómo va el proceso de la radio Voz de Arutam?
El proceso continúa en instancia penal. He escuchado muchas versiones aseverando que acabó el proceso y no es así. El proceso se trasladó de la vía administrativa y a la Fiscalía.

Datos:
El Ministerio de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información posee el 99,98% de las acciones (68’969.596).
El anterior dueño de Diario El Telégrafo fue el Ministerio de Finanzas, que transfirió a finales del año pasado las acciones.
La Agencia de Garantías de Depósito (AGD) fue la primera propietaria del paquete accionario, al realizarse un cruce de cuentas con los anteriores propietarios del medio. Con la AGD se inició el proceso de medio público.

Foto: José Morán, Diario El Telégrafo

La paja y la viga
Por: Rubén Montoya Vega, Director de El Telégrafo
Nuestro principal accionista acaba de decir, claramente, que garantiza la independencia editorial de El Telégrafo (Actualidad), algo que no es más que la ratificación de una autonomía que, reitero por enésima vez, ha sido defendida y respetada en esta casa.
Me pregunto si quienes nos miran con desprecio y preocupación (¿les preocupa que seamos competidores en serio?) podrían de-mos-trar que algo así sucede en sus puertas adentro. Son muy buenos para armar titulares catastróficos sobre los errores del Gobierno. Y como para ellos este diario es del Gobierno, se empeñan en hacer dos cosas: una, repetirlo como loritos tontos y dos, hacer todo lo posible por destruirlo. Si para ello hay que exagerar, prejuiciar, usar fuentes indebidas, especular, sacar de contexto, citar a medias, inventar citas... pues adelante, que ellos son, como dice Cachito Vera, “los intocables”. Persiguen, sentencian, injurian, mienten...
Lo que aconteció la noche del lunes en este diario (denunciado en esta tribuna), y que fue corregido en la edición de ayer, fue el resultado de la intolerable intromisión de un funcionario equivocado y torpe. Ojalá el nuevo directorio sancione como corresponde esa injerencia. Pues nada que se le parezca ni de lejos a la censura se puede tolerar en un medio público... Pero vuelvo a preguntar si en otros medios se practica la transparencia que aquí vivimos.
Le propongo a la prensa seria de este país (y existe, aunque es la minoría, qué dolor) que en vez de tanto espacio destinado para ver la paja en el ojo ajeno, lo abran para alimentar un cauce que, les guste o no, ya se abrió: la necesidad de los medios públicos. Ojalá su viga se los permita... Se imprime.

Hay que blindar los medios públicos
Por: Amelia Ribadeneira, amelia.ribadeneira@telegrafo.com.ec
La experiencia de El Telégrafo muestra que es difícil construir un diario público. Hay muy poca gente que entiende el significado de un medio que no pertenece a las empresas privadas y tampoco al Gobierno. Un medio público es aquel que refleja la agenda ciudadana, da voz a los que no tienen voz, como decía el maestro del periodismo Ryszard Kapuscinski; lo tiene que hacer, porque los medios privados no han logrado conectarse con los intereses de la población. Además, el medio público se permite abordar los temas que no tienen espacio en la prensa privada porque no son “rentables” o porque ni siquiera se piensan posibles.
El recorrido de El Telégrafo empezó con el ataque de la mediocre oposición política que tampoco sabe lo que es un medio público y que se llenó la boca diciendo que la revolución ciudadana se hacía de un medio masivo para extender su propaganda política. Luego, los medios privados hicieron campañas de desprestigio que centraban su ataque en los fondos que el Gobierno debía transferir para el funcionamiento del diario. Eso y abrir sus espacios para que los críticos dijeran cualquier cosa –hasta llegar a la ofensa- sobre un diario que no conocen y que tampoco entienden. También ha tenido su parte el propio Gobierno, que en más de una ocasión ha asegurado que El Telégrafo es un diario de oposición. Sin duda, estas circunstancias muestran que El Telégrafo está más cerca de ser un diario enteramente público que cualquier otra cosa, incluso, a pesar de los errores propios del oficio.
La verdad es que ha faltado justicia para el diario y reconocer, por ejemplo, que El Telégrafo ha abierto espacios para las personas y grupos sociales que no tienen lugar en la prensa tradicional, excepto cuando son víctimas de la violencia delictiva o cuando se conmemora el día de algo: la mujer, el niño, el VIH… Las personas GLBTI pueden dar un testimonio de ello, lo mismo los dirigentes de los Guasmos que tienen una voz política y no delictiva o esos personajes populares que tienen un espacio para expresarse.
Por eso preocupa que se pretenda utilizar las instalaciones del diario e incluso parte del equipo administrativo para un periódico gubernamental. Preocupa que se haya ordenado que se contrate a personas con recursos del diario público. Preocupa que se insista en que ese proyecto aparezca como un producto de El Telégrafo. Y preocupa más todavía que por la injerencia de un funcionario se haya impedido -de modo temporal- la publicación de una noticia que explicaba lo que había decidido la Junta de Accionistas en la reunión de hace ocho días. Esa intromisión, por completo inaceptable, fue parcialmente corregida con la publicación de la nota (ayer); pero el daño que se hizo a la autonomía editorial de El Telégrafo quedó registrado.
El Gobierno se debe detener. El Telégrafo no le pertenece, aunque su creación haya sido su iniciativa. El Telégrafo es un medio público que se financia con recursos del Estado, ante lo cual es urgente que la nueva Ley de Comunicación separe las aguas y blinde a los medios públicos para que no haya ministro que pretenda adaptarlos a las necesidades del régimen de turno.

Las empresas públicas
Por: Iván Sierra, Consultor empresarial

Las empresas, al inicio de su gestión, requieren todas un tiempo prudencial para aprender, corregir, enfocar y empezar a generar resultados. En general, todos los colectivos, sean deportivos, artísticos, productivos o de otra índole, requieren tiempo. Algunos autores lo llaman “curva de experiencia”.
En ese aspecto las empresas privadas y las comunitarias suelen ser muy congruentes y suelen tomar decisiones bastante apropiadas en pro de la conservación de los enfoques, de las orientaciones, de los administradores, de los proveedores, etc. Mientras que las empresas públicas, especialmente en las últimas dos décadas, han escrito largos episodios de estrategias abortadas, cambios drásticos de enfoque e ideología, remoción violenta de administradores y otras joyitas que las han llevado a niveles intolerables de ineficiencia, acaso el peor sustantivo en la jerga empresarial. Gran parte de aquello ha sido urdido desde grises despachos donde hombres y mujeres grises repetían la receta de quebrar a la empresa pública y reemplazarla por la empresa privada. Así lo hicieron por todas las venas abiertas de América Latina. Ecuador no fue la excepción.
Por eso ahora, que la Revolución Ciudadana viene al rescate de lo público, que empieza de a poco a instaurar altos estándares de servicio al cliente, de calidad, de eficiencia, de cumplimiento de presupuestos, incluso de modelos como Balance Score Card para llevar la gestión de las empresas públicas a niveles de excelencia, sorprende que un proyecto todavía en su primera infancia como Diario El Telégrafo sea descabezado, en el sentido más literal del término.
Necesita tiempo Diario El Telégrafo para superar su curva de experiencia, para construirla, para aprender y enseñar lo que es un diario público en un país dicotómico al que durante décadas lo acostumbraron a elegir entre las odiosas cadenas nacionales donde un Presidente distante y diletante mentía o los periódicos privados que –aunque estaban privados de mucho- eran la opción de informarse de fuentes aparentemente independientes. Necesita, decía, Diario El Telégrafo tiempo para desarrollar su trabajo, para convertirse en el medio público –de todos y de todas y no sólo del Gobierno ni sólo de quienes lo solventan con su pauta publicitaria- que la ciudadanía necesita.
En Marketing hablamos de la tarea de hacerle caer en cuenta al consumidor de que tiene una necesidad insatisfecha y luego brindarle un satisfactor. Similar es la tarea de Diario El Telégrafo: lograr que la ciudadanía, al saborear un medio diferente de los demás, se percate que informarse de una fuente –esta sí- totalmente independiente es necesario para formar una sociedad libre y mejor. Es, por tanto, Diario El Telégrafo un puente entre la antigua dicotomía y la nueva pluralidad. Ponerlo al servicio del discurso oficial, o sea “gubernamentalizarlo”, es tan letal como privatizarlo. Es degollar un proyecto que va por su primera infancia y repetir –aunque con otras intenciones- los degüellos que los neoliberales practicaron con resultados funestos.
Tiempo. Las empresas (públicas) y la ciudadanía necesitan tiempo.

Fuente: Diario El Telégrafo

Ver anteriores: Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental I, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental II, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental III, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental IV,Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental V, El Gobierno de Ecuador confunde un medio público con uno gubernamental