jueves, 4 de febrero de 2010

Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental V

Diario popular genera disputa en El Telégrafo
La censura de una nota periodística en el diario público El Telégrafo, sobre los temas tratados por su Junta de Accionistas en la sesión del pasado viernes, atizó la pugna interna en ese medio, originada por la intención del Gobierno de crear un periódico oficial de corte popular con el presupuesto e infraestructura del matutino guayaquileño, y el rechazo de sus directivos a este proyecto.
El director de El Telégrafo, Rubén Montoya, quien ha reiterado su oposición a que el nuevo medio gubernamental sea concebido con los recursos del diario, publicó ayer un editorial en el que denunció que “se impidió la publicación” de la nota titulada ‘Junta no resolvió sobre proyecto de diario popular’.
Esto, dijo, produjo un “desfase” en el diario y “violentó el orden jerárquico interno”, por lo que rechazó algún intento de injerencia “en nombre del nuevo accionista” (el Ministerio de Telecomunicaciones posee el 99% de las acciones). Por ello, Montoya “exigió” al nuevo gerente, Eduardo Intriago, que investigue quién dio y ejecutó la orden de la censura.
Según periodistas del diario, quien ejecutó la orden fue Marvin Roter, el jefe de producción del rotativo.
Montoya agregó que la nota informativa, “según funcionarios del nuevo accionista, violentaba disposiciones de la Ley de Compañías que impiden publicar datos de una junta”.
La información apareció inicialmente en la edición impresa de la web del periódico (telegrafo.com.ec), pero luego fue reemplazada por publicidad. Entre otros aspectos, señala que además de los puntos previstos en la convocatoria, la Junta “incluyó uno que no estaba anunciado: remover al anterior directorio; el que lo reemplaza tendrá, entre otras tareas, analizar el nuevo proyecto de periódico popular impulsado por el Gobierno”.
Este Diario buscó en reiteradas ocasiones las versiones de Intriago y de José Orús, asesor de El Telégrafo y quien impulsa el proyecto del nuevo periódico popular, pero el primero respondió a través de su asistente que estaba ocupado y el otro dijo que no podía porque hoy estaría en Quito, donde según fuentes extraoficiales mantendría una reunión con el presidente Correa. Montoya y el Ministerio de Telecomunicaciones tampoco respondieron.
Una fuente relacionada con el diario público confirmó que en la sesión del pasado viernes la Junta de Accionistas de El Telégrafo no resolvió sobre la creación del nuevo periódico porque “no hubo acuerdo” y que se presentó la carta pública de la redacción “respaldada y pagada por 63 firmantes”, que coincide con los criterios del Director. Se dijo también que había que compensar la inversión de la nueva rotativa comprada en Alemania en $ 17’000.000.
Otra persona vinculada con el proyecto estatal aseguró que el diario popular “es un hecho”.
La nota censurada también indica que la reunión se realizó a puerta cerrada y que no estuvieron los miembros del directorio, “quienes habían solicitado estar presentes”, ni el Director del diario, “a quien se le informó que no podía estar en la cita”. Asistieron: Carlos Alvear Guzmán, representante del Ministro de Telecomunicaciones; Fabián Delgado, de la auditoría externa de la compañía; Álex Camacho, gerente hasta ese día, entre otros directivos.
Agrega la información que tras las explicaciones que en la sesión ofrecieran los asesores Orús y Marisol Carbo sobre el nuevo proyecto de diario popular, los accionistas aprobaron las gestiones preliminares que ellos habían ejecutado, así como las contrataciones realizadas por el gerente general.
Además ratificaron la contratación de Orús y se dispuso que los asesores entreguen en un plazo de ocho días hábiles el proyecto completo con la finalidad de que el nuevo Directorio “emita sus recomendaciones sobre el tema”.

Detalles: Polémica
Diario popular
El secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, confirmó el pasado martes la creación del nuevo diario oficial de corte popular con los recursos de El Telégrafo.

En desacuerdo
El director de El Telégrafo, Rubén Montoya, señala que pretender construir un nuevo medio sobre el proyecto del diario público es “enterrarlo”.

Tensión
La pugna entre directivos de El Telégrafo y del nuevo proyecto gubernamental genera tensión entre el personal de redacción.

Autoridades oficiales anuncian explicaciones para hoy
El secretario de Comunicación de la Presidencia, Fernando Alvarado, concede hoy una entrevista a radio Carrousel desde el Palacio de Carondelet, en la que, entre otros temas, se abordará la actual situación del diario público El Telégrafo.
Este Diario intentó dialogar con el Secretario de Estado, no obstante, sus asistentes aseguraron la tarde de ayer que se encontraba en una reunión. Pero, un día antes, Alvarado confirmó la creación del nuevo periódico oficial de corte popular que funcione con El Telégrafo.
Ayer, en la Presidencia, surgió el rumor de una reunión entre José Orús Guerra, asesor del diario público, y el mandatario Rafael Correa, para tratar los avances del nuevo medio de comunicación impreso popular, que el régimen analiza publicar en los próximos meses. Sin embargo, ningún funcionario confirmó la cita y en la recepción del Palacio de Carondelet no constó el nombre de Orús.
En tanto, en el Ministerio de Telecomunicaciones, que maneja el 99% de acciones de El Telégrafo, Jorge Glas, principal de esa cartera, dará una rueda de prensa para explicar el tema del periódico oficialista.
Mientras tanto, en la red social Facebook se creó la cuenta denominada “Por un verdadero periodismo público, apoyamos a El Telégrafo”, para opinar sobre lo que sucede al interior de ese medio impreso.
Varios de sus trabajadores, especialmente periodistas, manifestaron su preocupación y apoyo al director del medio, Rubén Montoya.
Algunos, fuera de grabación, señalaron que analizarán qué hacer en los próximos días.

Fuente: Diario El Universo


Los columnistas del Diario Público El Telégrafo:
Lo popular y lo público

Por: José Antonio Figueroa, joseantonio.figueroa@telegrafo.com.ec
Lo que sucede en El Telégrafo debe ser una oportunidad para iniciar una discusión amplia y abierta sobre ciertos pilares del socialismo del siglo XXI. Uno de los debates tiene que ver con las nociones de lo público y lo popular como componentes cruciales de este socialismo. Para esto hay que tener en cuenta la crónica debilidad de lo público en el Ecuador, la gran movilización social y política que caracteriza a los sectores populares del país y la urgente necesidad de defender un proyecto de difusión masiva, de muy alta calidad y que esté a tono con los requerimientos de esos sectores politizados y movilizados.
Una propuesta de calidad como El Telégrafo –incluso de mejor calidad- puede convertirse en un interlocutor y en un espacio que refleje el acumulado histórico y social que poseen los sectores populares. Creer que una propuesta informativa de alta calidad está destinada a llegar sólo a un minúsculo sector de clase media es ratificar el estereotipo de que la calidad riñe con lo popular y desconoce la gran capacidad política y reflexiva de los sectores subalternos que se expresa en importantes acumulados históricos.
Sin embargo, para que sea exitoso este proyecto, hay que diseñar mecanismos de difusión que garanticen su llegada a los sectores populares y a sus organizaciones en todo el país. Para el éxito de un proyecto de democracia radical la construcción y consolidación de lo público es un requisito obligatorio. No hay proyecto incluyente ni igualdad si lo público no se convierte en una herramienta fundamental de la cultura política y de los proyectos económicos. El tema de lo público resulta particularmente necesario en el contexto de América Latina donde además de la larga tradición de apropiación individual o corporativa de lo público, a partir de la década de los años setenta, durante el dominio del neoliberalismo, se consolidó el proceso de privatización de los pocos espacios, esferas o servicios públicos que existían. Basta recordar cómo el neoliberalismo, a través de una reingeniería organizacional, llegó a privatizar incluso áreas estratégicas como la seguridad y la defensa.
La defensa de lo público es una de las banderas políticas más importantes en la lucha contra el neoliberalismo. Lo público es también una noción y una práctica política indispensable para el socialismo del siglo XXI que, entre sus premisas centrales, establece la democracia participativa y el papel fundamental que tienen las organizaciones de base.
El socialismo del siglo XXI surgió luego del fracaso del denominado “socialismo real”, en el que los altos puestos directivos de los partidos comunistas crearon modelos de planificación que sustituyeron lo público por lo gubernamental, mientras la vigilancia y el control centralizado evitaron el aparecimiento de una sociedad deliberativa que legitimara el modelo a largo plazo. En el socialismo del siglo XXI hay que conectar lo público y popular, reconociendo que lo público, lo estatal y lo gubernamental, a pesar de tener conexiones, son asuntos independientes, mientras lo popular ha mostrado un acumulado social que demanda productos de alta calidad.

Manos negras
Por: Silvia Buendía, silvia.buendia@telegrafo.com.ec

El 2 de mayo de 1982, a las seis y treinta de la tarde, el crucero argentino General Belgrano fue atacado y hundido por el submarino nuclear británico Conqueror. Este ataque echó por tierra las posibilidades que todavía existían de que los dos países llegaran a un arreglo pacífico en el conflicto de las Islas Malvinas. Pocos meses después, Gran Bretaña consiguió la rendición incondicional de Argentina. Margaret Thatcher obtuvo un sonado éxito con esta victoria militar, su popularidad –hasta entonces en declive- volvió a subir y aumentaron sus posibilidades de ganar las siguientes elecciones.
En mayo de 1983, a propósito de las elecciones generales en Gran Bretaña, Margaret Thatcher apareció en televisión nacional en un programa de la BBC llamado En el acto, que se transmitía en vivo. Cuando Thatcher accedió a contestar preguntas del público, la presentadora Sue Lawley le dio la palabra a Doris Gould, profesora de geografía de la ciudad de Cirencester. Gould cuestionó duramente a Margaret Thatcher por haber hundido el Belgrano cuando estaba no solo fuera del área de exclusión de las Malvinas, sino además alejándose de éstas. Ataque que ocurrió justo el día en que el presidente peruano Belaúnde Terry había propuesto un acuerdo de paz que tenía grandes posibilidades de ser aceptado por ambas partes. Thatcher se defendió como gato panza arriba. Aseguró que el Belgrano representaba un peligro para Inglaterra. Que el acuerdo de paz de Belaúnde Terry llegó a Londres luego del bombardeo.
Finalmente, Thatcher perdió la calma, pues Gould rebatió cada uno de sus aseveraciones en forma consistente y documentada. El disgusto de Thatcher con la BBC fue enorme, ella consideraba que no se debió haber permitido la pregunta. Incluso Denis Thatcher, marido de la primera ministra, insultó a los productores de este programa diciendo que su mujer había sido traicionada por los malditos maricones trotskistas de la BBC. ¿Cómo era posible que una cadena de televisión estatal cuestionara de esa manera a un jefe de Estado? Los Thatcher se confundieron. Pensaron que la BBC no era estatal, sino gubernamental. Lo cierto es que la BBC solo hacía su trabajo: informar verazmente, abordar todos los cuestionamientos pertinentes a un tema y sobre todo darle la palabra a una ciudadana común para que expresara estos cuestionamientos a la mismísima autoridad. Aunque esta autoridad fuera la máxima autoridad.
Durante el resto de su ejercicio como primera ministra, Thatcher jamás perdonó a la BBC, nunca más le concedió entrevistas y solo hablaba con esta cadena cuando sus reporteros la abordaban en la calle.
Sin embargo, la BBC siguió siendo la cadena de radio y televisión públicas de Inglaterra. Ni siquiera la fría y despiadada Dama de Hierro se permitió boicotear a la BBC, asfixiarla económicamente, infiltrar en ella manos negras que cambiaran los contenidos de sus programas, las reseñas de sus noticieros, que silenciaran su voz. Durante el draconiano gobierno privatizador de Margaret Thatcher se mostró más respeto por los medios públicos que hoy, durante los progresistas días que vive el Ecuador de la revolución ciudadana.

Mujer pública, medios públicos
Por: Alicia Ortega, alicia.ortega@telegrafo.com.ec

Lo público ha sido siempre un asunto problemático que, a menudo, ha creado penosas confusiones. Como ejemplo, pensemos en la radical diferencia que existe entre los conceptos “mujer pública” y “hombre público”. Al respecto, cabe señalar que, a mediados de los noventa, el Instituto de la Mujer (una organización del Ministerio español del Trabajo y Asuntos Sociales), a través de su Comisión Consultora sobre lenguaje, revisó una serie de palabras castellanas con el propósito de identificar usos machistas del lenguaje. De hecho, todos conocemos sustantivos y adjetivos que, en su acepción masculina, poseen una definición neutra y, en la femenina, un carácter sexista. De allí que “hombre público” aluda a quien tiene prestigio e influencia en el escenario social y “mujer pública” signifique prostituta, ¿mujer de todos?
Así mismo, en el mundo contemporáneo, existe un debate importante alrededor de los usos del espacio público. En principio, éste es un espacio destinado al aprendizaje de lo que se conoce como “civilidad”. Es decir, la capacidad de interactuar con los otros; esos ilustres desconocidos que comparten con nosotros los espacios públicos de la ciudad. Se trata de una “civilidad” que va de la mano con los derechos del ciudadano: derecho a diversos usos del espacio: diversión, placer estético, sentido práctico. Sin embargo, la inseguridad, la violencia, los miedos, van minando esta experiencia y nos condena a recogernos más y más en nuestros espacios privados y familiares. Así, los espacios públicos cada vez se vacían más de ciudadanos y se llenan más de vallas y anuncios publicitarios. De igual manera, parece existir cierto desconcierto en lo relativo a los medios públicos. Éstos poseen ciertas características que los diferencian radicalmente de los medios privados como de los medios gubernamentales: están al servicio de la comunidad, buscan representar al conjunto de la sociedad y, aunque reciban apoyo y financiamiento del Estado, no están llamados a consolidar el poder de ningún gobierno y ningún partido. Los medios públicos, que ciertamente suponen una práctica nueva en América Latina (pues tradicionalmente la comunicación pública ha sido impulsada por la radio y la televisión comunitaria), están llamados a informar, entretener, educar, bajo ciertas premisas básicas: alta calidad, sentido de pluralidad y diversidad, uso democrático y ético de la información, participación activa de la sociedad civil, ausencia de presiones externas. En relación al concepto original y propio de los medios públicos, se recupera un sentido más digno del término “mujer pública”, que se acerca a lo que usualmente se entiende por “hombre público”, “servicio público”, “comunicación pública”, “espacio público”: ser y estar en compromiso con todos y con su tiempo. Como a menudo ocurre, la poesía sabe de las dinámicas humanas mucho más que las fórmulas de la razón y el “orden público”: “al otro lado de la ventana/ alguien ha resuelto el enigma/ para entrar en la vida basta una puerta…” (Blanca Varela). Puertas y ventanas, como todo umbral, invitan a transitar generosamente entre los impulsos privados y los intereses públicos.

Fuente: Diario El Telégrafo

Ver anteriores: Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental I, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental II, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental III, Genera debate la intención del gobierno de Ecuador de crear un diario gubernamental IV, El Gobierno de Ecuador confunde un medio público con uno gubernamental