domingo, 11 de septiembre de 2011

Debate: Caso Candela y la cobertura de la televisión

Por: Emanuel Respighi
La cobertura de la desaparición y asesinato de Candela Rodríguez generó un debate respecto del rol de los medios. Desde diferentes lugares, el asfixiante trabajo periodístico –especialmente en la TV, el medio más popular– fue objeto de fuertes críticas, en relación con la manera en que se cubrió un hecho policial que tomó una fuerte repercusión social y terminó de la peor manera.
La exagerada exposición, la falta de rigurosidad en el manejo de la información y la irresponsabilidad de algunos a la hora de filtrar data judicial o exhibir imágenes inoportunas se confabularon para que los límites de la tarea periodística se vuelvan a poner en discusión. En estas páginas se planteó la necesidad del debate: así, se invitó a todos los gerentes de noticias de TV abierta y cable (El Trece, Telefe, Canal 9, Canal 7, América y las señales TN, C5N, Crónica TV, Canal 26, A24, CN23 y 360TV) a compartir su visión de la cobertura del caso Candela.
La convocatoria a quienes desde los medios exigen y celebran el debate de ideas de políticos y funcionarios encontró más rechazo que aceptación. De los diez gerentes sólo cuatro aceptaron. El de noticias de El Trece y TN, Carlos D’Elía, se excusó a través de la oficina de prensa, por estar de viaje y no poder responder. En Canal 7, pese al compromiso de participar, se abstuvieron sin dar motivos. En el 9, Emilio Giménez agradeció la invitación: “Prefiero no participar”, dijo. El gerente de noticias de América TV y A24, Rolando Graña, no quiso ser parte “por no estar de acuerdo con el criterio de las preguntas”. Héctor Ricardo García, de Crónica TV, desistió porque “no suele dar entrevistas a nadie”. Marcelo Salomone, director de noticias de C5N, no respondió a los reiterados mails y llamados. Los únicos que respondieron el sencillo cuestionario fueron los responsables de Telefe (Francisco Mármol), Canal 26 (Rubén Saieg), CN23 (Pablo García) y 360TV (Javier Porta).

¿Cómo evalúa la cobertura periodística del caso Candela en general y de su medio en particular?
Francisco Marmol, Telefe: Como todo caso policial de gran repercusión, creo que en general se informó bastante bien. Se hizo una cobertura grande porque se trató de un caso policial muy poderoso, con muchos ribetes, que tenía muchos ingredientes periodísticos: una mamá que se prestó abiertamente a las cámaras, una nena de un carisma fenomenal y una iniciativa de Juan Carr en la que actores pusieron su voz y voluntad a un caso que conmocionó a todos. Ese combo hizo que su exposición diera para horas y horas de cobertura, probablemente más de la cuenta en las señales 24 horas.
Creo que, en general, se trató con bastante criterio. Luego, cuando hay competitividad, se entra en un juego peligroso, en el que la competencia entre los canales pasa a ser negativa, porque con tal de conseguir audiencia se hace y se dice cualquier cosa.
La cobertura de Telefe fue bastante medida. Siempre nos centramos en la información que surgía de la investigación y no difundimos ningún dato que no estuviera chequeado. Es cierto que se dijo cualquier cosa en muchos espacios, pero eso forma parte de la inventiva que hace cada uno para atrapar televidentes. Nosotros creemos que eso es pan para hoy y hambre para mañana. La gente no es tonta y cuando uno inventa pierde credibilidad. Y eso se hizo evidente a medida que pasaban los días. El día en que se halló el cuerpo, mientras muchos ya lo daban como que era el de Candela, nosotros no lo confirmamos hasta no contrastarlo fehacientemente con fuentes fiables y distintas. A veces se pierde de foco que como medio de comunicación tenemos una responsabilidad que está por encima de cualquier recurso para atraer audiencia. Aun en un caso tan mediático como éste, que tuvo trascendencia internacional.
Rubén Saieg, Canal 26: Es difícil dar una opinión general acerca de la cobertura periodística del caso Candela, porque cada medio tiene su particularidad. Además, no es lo mismo un medio gráfico que uno televisivo, radial o de Internet.
Sí puedo hacer una valoración de lo realizado por el medio al que pertenezco. En este sentido, y tal como lo hemos hecho en otras oportunidades, creo que reaccionamos rápidamente al pedido de ayuda para la búsqueda de una niña que en principio se daba por perdida. Con el correr de los días, y con el acceso de mayor información, acompañamos el trabajo de la Justicia y de las ONG que solicitaban colaboración para ayudar a encontrar a Candela. Desde el punto de vista de la investigación, dimos información fidedigna a través de nuestros especialistas en el tema, que en nuestro medio es liderado por el periodista Gustavo Carabajal.
Lo mismo en el caso de los distintos programas periodísticos que tiene la señal: la cobertura se realizó de acuerdo con el parámetro establecido en estos casos que es el de dar información previamente chequeada.
Seguir las alternativas de lo que va sucediendo con nuestros equipos móviles es seguramente la parte más desprolija del accionar de una señal de noticias, pero es nuestro deber luego detallar lo sucedido para que nuestra audiencia comprenda qué es lo que está realmente pasando.
Javier Porta, 360 TV: Planificamos una cobertura rigurosa y respetuosa. Hay que privilegiar la información sobre el impacto y la información fue chequeada por experimentados especialistas. Recién 40 minutos después de comenzar el noticiero del 31 de agosto, le consultamos al fiscal Nieva Woodgate, quien nos confirmó la muerte de Candela y nos sorprendió con una primicia: “La Fiscalía no sabía de este llamado”, dijo en referencia al audio que circuló. Este dato no es menor: los fiscales tienen la responsabilidad de investigar los delitos, pero en la práctica es la policía la que hace esta tarea. Respecto de una evaluación de la cobertura periodística de los otros medios, hubo una “consensuada” saturación de las tradicionales cadenas de noticias. Las cámaras plantadas en la puerta de la familia alimentaban una carrera por copar la pantalla, sin cuidar reaseguros mínimos de rigurosidad y desviándose a un relato emotivo y de espectacularización de la noticia. La cobertura demostró el ‘privilegio’ de ciertos medios por el acceso a las fuentes policiales, que no aportaron al esclarecimiento y fueron funcionales a intereses particulares. Hubo un exceso de especulaciones, violaciones de la privacidad de la víctima, teorías inverosímiles que fueron leña de un fuego del que nadie se hizo cargo. Otro debate es el uso que la sociedad hace de los medios.
Pablo García, CN23: El nuestro es un canal de noticias donde trabajan periodistas, productores y personal técnico de vasta experiencia en diferentes medios. Eso hace que vivamos en la misma cultura, por decirlo de alguna manera, del trabajo en medios periodísticos audiovisuales que todos nuestros colegas. Aunque como canal somos una señal nueva y trabajamos bastante para despojarnos de vicios, muchos venimos de coberturas de hechos similares donde también se dio algún debate posterior. Creo que nuestra cobertura fue por momentos respetuosa del trabajo de la ley y en otros casos nos ganó el instinto, aunque no creemos que haya influido negativamente en este caso en particular. Creemos, sí, que podríamos habernos distanciado un poco más del show que tal vez otros medios fomentaron. No me parece que los artistas tengan responsabilidad, porque entiendo que fueron a brindar su solidaridad a una familia en problemas y puedo entender lo devaluado que está el rol del Estado en este tipo de casos a partir de la historia reciente. Pero debemos entender todos que la única forma posible de resolver estos temas en el momento de los hechos debe estar en manos de las autoridades constituidas; luego, los medios debemos darles visibilidad a los errores y las malas prácticas, como así también creo que las organizaciones no gubernamentales dedicadas a la solidaridad deben coordinar sí o sí su labor con las diferentes instancias del Estado, porque son varias y en muchos casos algunas son controles de las otras.

¿Qué opina sobre la posibilidad de acordar con canales y servicios informativos pautas para abordar casos excepcionales que transcurren en el tiempo, como secuestros y/o desapariciones?
FM: Creo que en general tiene que haber un código interno, ético y profesional en cada medio sobre cómo tratar cada tema. Hay que hacer un debate y un manual interno en cada medio. A partir de que cada medio fije sus reglas, sí estoy dispuesto a consensuar pautas de cobertura con otros medios. Creo que es necesario hacerlo. De hecho, en España, cuando era gerente de noticias de Antena 3, personas de distintos medios nos reunimos con gente del gobierno para fijar un marco en el cual movernos en casos de terrorismo, porque muchas veces por tirar un dato se interfiere en la investigación y la perjudica. En los diez años que llevo en Argentina, nunca nos juntamos los gerentes de noticias ni siquiera a comer. Lo que no estoy dispuesto es a ocultar información, ni a beneficiar a un grupo político o económico. Pero si hay un motín en una cárcel, por ejemplo, creo que debemos dejar que las instituciones judiciales o policiales accionen antes de difundirlo en los medios. Poder consensuar pautas cuando hay en riesgo una vida o la seguridad nacional demostraría la madurez de una industria, la responsabilidad que tenemos quienes estamos detrás de un noticiero y el compromiso como ciudadanos. Sería un gran paso.
RS: En mis 25 años de labor al frente de noticieros de canales de aire o de señales de noticias, en los que se sucedieron muchísimos casos similares al de Candela, siempre tuve por norma cumplir con el rol de un medio de comunicación, que es el de informar a los ciudadanos y, al mismo tiempo, hacerlo sin transgredir límites que pudieran poner en riesgo o entorpecer el accionar de la Justicia, o que ponga en riesgo de vida a la persona que está pasando por esa grave situación. Nuestra responsabilidad profesional pasa por tener un equilibrio que permita garantizar los dos aspectos antes señalados. En relación con la pregunta, los antecedentes de regulaciones en la tarea periodística nunca fueron positivos. Hay una frontera muy delgada que puede llevar a una posibilidad de censura o de limitación profesional. Sin embargo, creo que sería positivo que se inicie un debate que permita aproximarnos a un mayor número de coincidencias sobre la cobertura de estos hechos. Seguramente, llevará mucho más trabajo ponerse de acuerdo en cómo aplicarlos y quién o quiénes serán los que controlen que esto suceda. Porque una cuestión es lograr los consensos generales y otra es poder aplicarlos sin que algún factor de poder lo utilice para pretender limitar el accionar de algún medio, bajo el argumento de estar infringiendo aquellos acuerdos.
JP: Estoy de acuerdo. Toda estrategia que permita optimizar la calidad de la información puede ser un aporte a la ciudadanía. Y sumaría a esta conversación que nos debemos a los responsables políticos, judiciales y policiales que suelen estar involucrados en casos como éste. No fue este caso, pero los medios hemos condenado a diversas personas como culpables antes que la Justicia.
PG: Estamos dispuestos a intentar una autorregulación en conjunto, pero entendemos también que esto es útil en la medida en que estemos la mayor cantidad de medios y que el compromiso sea fuerte por las partes. Creemos, de todos modos, que el público lentamente está cambiando y que finalmente quedará en cada medio evaluar cuáles son los valores que priman, y si realmente es una ventaja estar en todos lados sin que importe nada más que llevar lo que sea a cualquier costo, transformándose en protagonistas en lugar de ser cronistas. Las pautas a incluir saldrán de las reuniones o discusiones. Con un poco de sentido común, podría enumerar algunas. Por ejemplo, evitar entrar en contacto con secuestradores cuando los hechos suceden; mostrar a acusados poniendo el riesgo los procesos judiciales; poner en riesgo la vida humana sólo por una información; mostrar menores en cámara, entre otras.

¿Cree que la eliminación del rating en espacios noticiosos podría beneficiar la rigurosidad periodística?
FM: Hay dos aspectos a tener en cuenta en relación con el rating. Uno, beneficioso, es que el minuto a minuto nos permite saber cómo se conforma la audiencia de cada edición del noticiero, el target, y definir contenidos en tal sentido. El otro aspecto, que incide negativamente, pero que a mi criterio tiene un peso mayor al anterior, es que en un caso policial como el de Candela haga que se mantenga el tema en pantalla aun cuando no hay nada para informar. Eso afecta la credibilidad del noticiero y la globalidad informativa que debería tener. En España, ese debate se tuvo hace un tiempo y los canales decidieron eliminar el minuto a minuto, pero manteniendo el rating en la planilla del día después. El acuerdo de la industria fue no contratar el minuto a minuto más. Desde Telefe, en ATA, hicimos hace un tiempo la propuesta de eliminar el minuto a minuto, pero hubo canales que se negaron a hacerlo y la medida quedó en la nada. Es patético ver que los contenidos informativos se condicionen por esa herramienta, porque afecta a la responsabilidad que tenemos. Creo que sin el minuto a minuto los contenidos informativos serían diferentes y mejores. Esa herramienta, que es un gran negocio, te convierte en un animal de rating y dejás de ser un periodista; terminás priorizando lo urgente, lo llamativo, y no lo importante.
RS: No lo creo. La rigurosidad periodística no se consigue eliminando el rating sino con un trabajo profesional. Las mediciones de rating son un instrumento más que nos permite conocer las tendencias de los televidentes y que nos da elementos para un análisis más profundo de nuestras coberturas. Creo que es mirar muy sesgadamente si lo único que se analiza de la competencia entre los medios es si vulnera la rigurosidad periodística. Puede que en algunos casos así lo sea y cada medio deberá hacerse responsable de eso. Pero la competencia tiene muchos más beneficios para los ciudadanos que miran, leen o escuchan un medio de comunicación. Porque permite una mayor variedad de miradas y mejora en muchísimos aspectos la posibilidad de comunicar. En todo caso, la competencia o el rating no es el problema.
JP: No creo. De hecho, todas las mediciones crecieron, lo que demuestra el interés de la sociedad, que no tiene que superar la responsabilidad del medio para informar correctamente. Una de las claves de la producción de noticias es la credibilidad del del medio. Es necesario fortalecer la presentación y fundamentación de las noticias. Informar sin estridencias, con menos vértigo (legitimado por los minutos de aire del pool tradicional televisivo) y más rigor.
PG: No. Considerar que el rating es dañino para la rigurosidad periodística sería entender que el público prefiere el amarillismo al debate y no lo considero así. Tal vez deberíamos tener una medición de rating más rigurosa y menos cruzada por intereses. También creo que la gente o el público a veces prefiere temas más livianos para entretenerse, y eso no hace que si uno lleva una propuesta interesante y logra hacer productos dinámicos, entretenidos y profundos puede llegar a ser masivo y competitivo. No creo que nuestra sociedad sea mejor o peor que otras sociedades, y hay ejemplos de ciudades y países con tradición de programas y canales que tocan temas filosóficos, debates de ideas, coberturas periodísticas y análisis, y además compiten en términos de audiencia. Acá mismo hay algunos ejemplos de temáticas que salieron del estigma del aburrimiento impuesto, como el estudio y la divulgación de la historia o la ciencia.

De códigos, estatutos, guías y rutinas
Por: Damián Loreti*
Luego de los lamentables hechos que provocaron y rodearon el asesinato de Candela Rodríguez llevé al inicio de la clase de Derecho a la Información la pregunta acerca de cuánto tenía que ver la materia con lo que se había visto en los medios. Una estudiante dijo: “Yo escuché que un medio acusaba a otro de estar pasando en vivo la actuación de la policía en los allanamientos y decían que ellos no pensaban hacer lo mismo”. Otra señaló: “Mostrar el momento en que la mamá reconoce el cadáver no me parece que esté bien”. Es decir, los estudiantes empiezan a apropiarse de la idea de que el pluralismo es insustituible cuando se pretende que los medios de comunicación reflexionen sobre sus prácticas. Sólo la diversidad de fuentes permite que existan y se expresen en igualdad de condiciones las críticas hacia el propio sistema de medios y su funcionamiento. Al mismo tiempo, los alumnos reconocen que –dejando a salvo cuestiones legales vinculadas con la prohibición de cualquier tipo de censura–, es necesario preservar a las audiencias de la televisación de ciertas metodologías.
El caso motivó también opiniones de periodistas y entrevistados de diversos ámbitos que señalaron la necesidad de elaborar estatutos y protocolos, códigos de ética y leyes. Respecto de estas iniciativas quisiera compartir algunas reflexiones. Todos recordamos la masacre de Ramallo y la cobertura sobre los sucesos ocurridos en la sucursal del Banco Nación de esa localidad bonaerense en 1999. En esta línea se inscriben también los hechos del año 1985, cuando se produjo una toma de rehenes en el Palacio de Justicia de Bogotá, Colombia, que culminó con un saldo de 95 muertos. Aún hoy se discute si la orden de la ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, de prohibir la difusión de imágenes y noticias sobre la actuación de las fuerzas de seguridad fue respetuosa o no del principio de no censura incorporado en el Pacto de San José de Costa Rica. Todo hace suponer que no lo fue. Este tipo de experiencias permiten afirmar que no sería propicio ni respetuoso de la Convención Americana de Derechos Humanos promover una iniciativa legal tendiente a habilitar instancias que prohíban la difusión de contenidos. Bastante teníamos con el artículo 7 de la vieja ley de radiodifusión de la dictadura –que entre otras cosas preveía que los servicios de radiodifusión debían difundir la información y prestar la colaboración que les fuera requerida para satisfacer las necesidades de la seguridad nacional y que el Poder Ejecutivo nacional podía establecer restricciones temporales al uso y a la prestación de dichos servicios–, como para volver a fórmulas parecidas.
Aclarado este punto, ¿no se debería hacer nada? Sí, es mucho lo que queda por hacer. Y uno de los aspectos que no se pueden soslayar es la naturaleza del hecho noticioso. Es aquí donde comienza la interpelación a los distintos participantes de sucesos de estas características. En primer lugar, ¿no deberían tener protocolos de actuación las policías? El ex ministro de Seguridad de la provincia Carlos Arslanian señaló que esas normativas existen y que no se cumplieron. Pero debemos agregar que no es lo mismo que un periodista pretenda cubrir un incendio a que intervenga en un allanamiento destinado a ubicar a una víctima de un secuestro y los funcionarios policiales no pueden actuar del mismo modo en todos los casos. Entre otras cosas, en virtud del artículo 13 del Estatuto del Periodista que consagra el libre acceso a toda fuente de información de interés público. Lo mismo ocurre con los miembros del Ministerio Público. En algunos casos sería oportuno que mantuvieran cierta reserva. Si contestan a preguntas de los periodistas y revelan información sensible, la culpa no es de quien formuló la pregunta.
Por otra parte, el caso de Candela Rodríguez mostró que ha llegado el momento de que los medios y los periodistas (que no son lo mismo en este debate) hagan públicos sus principios, prácticas y rutinas. En la última semana algunos profesionales admitieron que el minuto a minuto en este tema produjo beneficios. Es ostensible también que se difundió información sin chequear por la imperiosa necesidad de dar una primicia. Sería entonces recomendable que los responsables de las líneas editoriales se dedicaran a discutir si lo que ocurrió debe seguir sucediendo y que den libertad a los profesionales para que actúen según su conciencia, porque hay ejemplos sobrados en los que su desempeño ha sido conforme a principios éticos. Por citar un caso, en abril de 1997 no se tomaron fotografías del momento en que el entonces jefe de los equipos técnicos del Frepaso, Carlos Auyero, se descompuso en cámara, ni cuando falleció poco después en el mismo estudio de televisión. Como primicia era magnífica. Pero los reporteros gráficos que estaban en el lugar se negaron a sacar las fotos. Sin embargo, las patronales para las que trabajaban esos reporteros no reaccionaron todas de la misma manera y en algún caso se llegó a despedir al trabajador.
Podemos mirar otros espejos, no para discutir la autorregulación, porque llevaría más tiempo, otras complejidades, más principios en juego y más actores en el debate. Pero sí, al menos, algunos acuerdos de prácticas o rutinas, sobre todo si la vida de una persona está en juego o hay niños involucrados. En Colombia se ha firmado entre asociaciones de periodistas y empresas el denominado “Acuerdo por la Discreción” que establece pautas mínimas para el tratamiento de cuestiones de violencia; en Canadá, la Canadian Broadcasting Corporation ha publicado sus “Guidelines” que incluyen el abordaje periodístico de los secuestros. Los medios británicos también han iniciado debates sobre éste y otros aspectos similares. La Federación Argentina de Trabajadores de Prensa hace tiempo ha llamado a considerar las formas de cubrir varias cuestiones –en particular las de género– y el Foro de Periodismo Argentino (FoPeA) ha hecho un llamado a reflexionar sobre cómo se cubrió el caso de Candela Rodríguez a las autoridades de los medios de comunicación.
En la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se incluyó que los medios debían regirse por conductas éticas, y nada más que ello, tal como lo señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Declaración de Principios del año 2000. Para que nadie se preocupe de lo que no corresponde, el decreto reglamentario dice que ese artículo debe interpretarse como una invitación a los servicios audiovisuales para que avancen en la autorregulación, la observancia de principios éticos en materia informativa y la adopción de buenas prácticas en el ejercicio de la actividad comunicacional. Una vez más, está servida la oportunidad. No se trata de leyes, de mecanismos de censura, de estatutos ni de códigos. Con austeridad, se trata de alcanzar acuerdos sobre prácticas y rutinas. Y de seguir luchando por mayor pluralismo. Porque en aquellos lugares del país donde todavía hay una sola señal de televisión abierta ni siquiera habrá quien escuche, como la estudiante, que un medio advierta que no hará lo mismo que su competencia.
A discutir buenas prácticas, entonces, como ciudadanos de un Estado democrático, que la sociedad observa y el público tiene derechos.
* Profesor de Derecho a la Información UBA/UNLP. Abogado UBA. Doctor en Ciencias de la Información UCM
Fuente: Diario PáginaI12
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