La periodista realizó una completa investigación sobre el órgano periodístico de la organización armada. Su staff combinó militantes, intelectuales comprometidos y periodistas sin vínculos con el movimiento. Su fuerte impacto y el final por decreto
Por: Pablo Montanaro
La periodista Gabriela Esquivada ofrece en su libro "El diario Noticias. Los Montoneros en la prensa argentina" una exhaustiva investigación acerca del órgano periodístico de la organización armada argentina. Conformado por notables periodistas con militancia montonera -como Rodolfo Walsh, Miguel Bonasso, Francisco Urondo, Juan Gelman, Horacio Verbitsky- y otros sin vinculación militante, "Noticias" se convirtió en el más importante medio de comunicación revolucionario en la Argentina de los años ’70 como en un caso interesante de las formas de hacer periodismo y política.
¿Con qué incógnitas inició la investigación del diario "Noticias"?
Mi duda principal era qué podía salir de la combinación de una patronal que, aunque no formalmente, era Montoneros y un equipo de profesionales -en su mayoría importantes intelectuales nacionales- a los cuales no se podía llevar de las narices. Veía allí una especie de puja entre una organización armada, con profundos intereses ideológicos que comunicar, y un grupo de periodistas, algunos afines a Montoneros y otros no, pero todos ellos capaces de elaborar un discurso crítico, inclusive sobre las decisiones de su conducción política, que podía tener sus propias ideas sobre el delicadísimo momento histórico que se vivía.
Los nueve meses del diario coinciden con un período de infinidad de sucesos políticos y delictivos.
Otra duda era cómo había influido la intensidad de la vida política en ese tiempo tan vertiginoso: Perón asumió como presidente tras casi dos décadas de proscripción, a partir de las acciones del ERP en Azul, forzó la renuncia del gobernador bonaerense Bidegain y echó a los Montoneros de la Plaza de Mayo. Además, la Triple A comenzó a actuar confusamente con el asesinato del Padre Mujica y abiertamente con el asesinato del diputado Ortega Peña. Cuando Perón murió y su esposa, María Estela Martínez, asumió la presidencia bajo el consejo perpetuo de José López Rega, comenzó el fin. Me preguntaba cómo habría cambiado el diario si Montoneros había sido un actor político de ese tiempo, enfrentado a la derecha del gobierno y al patriarca político por cuyo regreso habían luchado.
¿Con qué propósitos Montoneros decidió en noviembre de 1973 sacar el primer número de "Noticias"?
Como todo medio periodístico, aspiraba a influir y lucrar. Aún en este caso, cuando los fondos provenían de acciones y movimientos financieros de una organización armada, influir no era el único punto, puesto que hacer un diario es carísimo. El punto de la influencia es significativo, ya que en el momento de la salida del diario, Montoneros contaba con un órgano de difusión de su línea, "El Descamisado", que llegaba únicamente a quienes ya estaban convencidos de la particular visión revolucionaria del grupo, o integraban directamente las organizaciones visibles que se conocían bajo el nombre general de Tendencia peronista.
¿Qué factores influyeron para que se convirtiera en el medio de comunicación revolucionario más importante de los ’70?
El staff, indudablemente, era de profesionales probados: Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Horacio Verbitsky, Francisco Urondo, Norberto Habbeger y Miguel Bonasso fueron sus principales editores, todos ellos con militancia montonera. Además, en las secciones trabajaban periodistas sin esa militancia pero con experiencia, como Carlos Ulanovsky, Roberto Guareschi, Silvia Rudni, Leopoldo Moreau, Sylvina Walter, entre otros. La tirada quedó en un promedio de 100.000 ejemplares, con picos de 180.000 en los días posteriores a la muerte de Perón.
El escenario creado por "Noticias" también reflejó la difícil relación de los intelectuales con los procesos políticos.
El país fue fundado por intelectuales, las generaciones del ’37 y del ’80 construyeron los mitos sobre los que se unificó el sueño de una nación, sobre los que se diseñó el Estado como institución. En 1916, con el voto masivo -aunque todavía sólo para varones- que otorgó la Ley Sáenz Peña, ese papel pasó a los partidos políticos y los intelectuales ingresaron a la política por otros caminos. Leopoldo Lugones, por ejemplo, a través del golpismo; otros, a través de la función pública, la fundación de grupos y revistas para el debate político; otros, a través de la militancia. La relación con el peronismo fue un problema aparte para muchos de ellos; un problema tan complicado que se puede sintetizar en el ejemplo de Rodolfo Walsh, que pasó de un activo antiperonismo a denunciar los fusilamientos ilegales del golpe de 1955 y luego, vía Cuba y la CGT de los argentinos, a integrar las Fuerzas Armadas Peronistas y luego Montoneros. Creo que "Noticias" fue un escenario de participación muy especial para intelectuales como él: combinaban su militancia revolucionaria con su hacer crítico.
La heterogeneidad de su redacción -periodistas con compromiso político y otros sin vinculación con la militancia-, ¿de qué manera actuó en relación con el objetivo del diario que era construir y conformar un espacio y una herramienta en la lucha revolucionaria?
La heterogeneidad fue positiva para la calidad periodística del diario, ya que si se compara un ejemplar de los comienzos de "Noticias" con uno de "Crónica", "La Nación" o "La Opinión", verá que casi no había diferencias en la agenda de temas, al menos no diferencias mayores a las que se observan al comparar entre sí a esos otros medios claramente comerciales. Sin embargo, conviene recordar que todo sucede demasiado rápido y caóticamente. Se dan conflictos que la realidad superpone antes de haber resuelto el anterior. Varios redactores se quejaron de las presiones de Montoneros para que saliera o no saliera la información tal o cual, o para que el punto de vista enfatizara una cosa. Lo más visible de estos conflictos fueron las renuncias de aquellos que no querían construir y conformar un espacio y una herramienta en la lucha revolucionaria, sino hacer periodismo. Carlos Ulanovsky renunció con mucho dolor, como así también Pablo Giussani.
¿Quiénes marcaban la línea editorial del diario?
Los jefes de la redacción vinculados a Montoneros (Urondo, Walsh, Bonasso, Verbitsky, Gelman) tenían absoluta independencia para decidir qué se cubriría, cómo se haría, qué importancia se le daría. Se suponía que, por su misma militancia, verían el mundo desde el mismo prisma. Ese equívoco permitió que trabajaran sin sufrir censura. En cambio, sufrieron discusiones y tal vez represalias, como se puede suponer del alejamiento de Francisco Urondo de la secretaría de redacción, decidido por la conducción de Montoneros, junto con un descenso en los grados que casi militarmente otorgaba la organización. En esa época y en esos microclimas se veían desviaciones ideológicas y tendencias burguesas por todos lados. Además, la realidad era lo suficientemente caótica como para no permitir una interpretación unívoca.
¿Mario Firmenich ejercía algún tipo de presión para marcar el rumbo editorial?
Ante mí se quejó de que no tuvo la suficiente. "Si hubiera sido por mí –señaló– ‘Noticias’ habría sido el ‘Granma’". Supongo que quiso decir que él hubiera preferido controlar más firmemente la línea. Sin embargo, el hecho de tener figuras importantes de la organización a cargo de la redacción hacía innecesaria su influencia, en teoría; luego vería que esos intelectuales tomaban decisiones propias acerca de los hechos noticiables, o de cómo se los habría de cubrir, con las que no siempre coincidía el dirigente.
¿Qué pasó cuando Perón trató de imberbes a los Montoneros en la Plaza de Mayo?
Como los hechos políticos, la línea del diario derrapó. Hizo crisis el delicadísimo equilibrio entre la naturaleza informativa de un diario y los intereses políticos de la patronal. Montoneros se ubicó decididamente a la defensiva del ataque que la derecha peronista organizaba desde el Estado mismo (el Ministerio de Bienestar Social de López Rega, obviamente), y sus posiciones en esa pelea comenzaron a infiltrar el diario. Hubo tapas con conferencias de prensa de dirigentes montoneros que los otros diarios daban en una nota pequeñita ubicada en una página par perdida en el fondo de la sección política, si acaso la daban. Comenzó un deslinde de la realidad que constituye la más grave enfermedad posible para un diario. A medida que el diario se parecía más a lo que había sido "El Descamisado" (para entonces, cerrado por la presidenta y su ministro favorito), perdía su sentido. Pero también los hechos políticos perdían su sentido. La presidencia de María Estela Martínez, se sabe, fue una tragedia, preludio de otra.
Precisamente fue ella quien cerró el diario.
El diario fue cerrado el 27 de agosto de 1974 por un decreto presidencial. La señora de Perón consideró que "Noticias" desarrollaba "una intensa campaña de exaltación de las actividades delictivas en el campo de la subversión", lo cual constituía una "campaña de acción psicológica para hacer aparecer determinados hechos que se producen aisladamente como una instancia pre-insurreccional." No hubo intentos por reabrirlo, entre otras cosas, porque Montoneros tenía problemas más urgentes: pocos días más tarde, la organización anunció su regreso a la clandestinidad.
La elegida
Gabriela Esquivada nació en Buenos Aires en 1967. A los veinte años ingresó al diario "Página/12", donde trabajó hasta 1995 como redactora y luego, subeditora del suplemento literario "Primer Plano", que dirigió Tomás Eloy Martínez.
Tras una etapa en revistas femeninas, en 1997 volvió a "Página/12" para inaugurar el suplemento "Radar libros".
Participó al año siguiente del lanzamiento del semanario "Veintitrés", en el que fue editora de ‘Sociedad y Artes’. Debido a su mudanza a los Estados Unidos, se convirtió en ‘freelancer’: publicó en medios argentinos como "Clarín", "La Nación", "3 Puntos", "TXT", "Rolling Stone", entre otros; también en latinoamericanos, como las revistas "Surcos" y "Gatopardo" y los diarios "Milenio" y "El Mercurio".
El libro "El diario Noticias. Los montoneros en la prensa argentina", publicado por Ediciones de Periodismo y Comunicación, La Plata, es su tesis de la maestría en periodismo y medios de comunicación, de la Universidad Nacional de La Plata y la Unión Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba).
Fuente: Diario Río Negro
Un capítulo de la investigación
La empresa editora del diario
"En los tempranos años '70 dos matutinos se destacaban por razones opuestas Crónica y La Opinión. El diario de Héctor Ricardo García, líder en las clases trabajadoras, se ubicaba en las antípodas del periodismo de interpretación del diario de Jacobo Timerman. Ambos modelos inspiraron a quienes hicieron Noticias: periodistas militantes dispuestos a dar al peronismo revolucionario un medio a la vez masivo e interpretativo.
"Tenían una idea clara -según Eduardo Anguita y Martín Caparrós-: no querían competir con La Opinión sino con Crónica. Aunque la formación de muchos los inclinara más a la primera opción" . Pero la ambición, a la segunda: "Esa fue una idea de Horacio, que todos aprobamos", recordó Juan Gelman: no podíamos ser un segundo diario, porque ibamos a vender como La Opinión, nada más" .
En ningún momento de los meses de vida de Noticias, entre el 20 de noviembre de 1973 y el 27 de agosto de 1974, se reconoció su vínculo con Montoneros.
Pero con el paso de los años esa pertenencia -que de todos modos se puede rastrear en las empresa editora y en los contenidos del diario- se ha ido revelando. Escribió Miguel Bonasso, director de Noticias, en su memoria Diario de un clandestino: "Anoche vino Dardo (Cabo) y me largó una idea sensacional: la Orga quiere lanzar un diario popular de gran nivel, con los mejores periodistas del país" . Según Gelman, fue Rodolfo Walsh quien había propuesto la edición de un medio para las fuerzas revolucionarias.
Para la fecha en que Bonasso recrea esa anotación, Montoneros contaba con una publicación política. Según Alejandro Costábile en su tesina sobre el semanario, El Descamisado salía desde el 22 de mayo de 1973, tenía una tirada de 100.000 ejemplares y buscaba homogeneizar el activismo montonero, por lo cual sus decisiones editoriales pasaban por la estructura de la conducción de la organización peronista . Un diario, en cambio, permitía ir más allá del núcleo militante, llegar a quienes no se había llegado, poner la línea de la organización en la construcción de la noticia.
Los criterios deberían ser los periodísticos que corresponden al periódico independiente de información general, que Héctor Borrat define como la necesidad de "dar señales -falsas o auténticas- del trato justo y equilibrado de los conflictos noticiables y del pluralismo de los comentarios políticos. (...) Cuando la línea política se hace explícita, su escenario es el editorial. De manera implícita, en cambio, la línea política recorre y modela todo el temario publicado: entendida como la estrategia del periódico, decide inclusiones, exclusiones y jerarquizaciones tanto en los escenarios de los relatos informativos como en los escenarios de los comentarios políticos"
En una de las reuniones preparatorias, con Francisco Urondo y Julio Iván Roqué, Bonasso conoció a Gregorio Levenson. Este empresario de 63 años en ese momento estaba vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR): había sido el padre de uno de los fundadores de la organización que se fusionaría con Montoneros, Miguel Alejo Levenson, quien había muerto a fines de 1970. Se integró al peronismo revolucionario junto con su otro hijo, Bernardo, asesinado en un operativo del ejército a siete meses del golpe de 1976. En una entrevista para este trabajo Levenson explicó que se hizo cargo de la administración general de Noticias "como acto militante", convocado para integrar una comisión fundacional del diario. "Yo era más bien político, participaba de parte de las FAR", detalló. "Venía trabajando con Montoneros y una de las tareas conjuntas era la edición de un diario. El proyecto de Noticias fue la resultante de la política general de las dos organizaciones armadas que mayor fuerza y presencia tenían en el país. La idea era aprovechar la gran aceptación de las masas: con la llegada de Cámpora al poder, se abrían perspectivas de legalización para el movimiento en su conjunto y para las organizaciones armadas; como un arma democrática y legal, uno de los proyectos existentes era la edición de un diario. No se lo puede separar del crecimiento popular de Montoneros, las FAR y todas las organizaciones armadas. Fue el momento en que el peronismo estuvo más cerca del verdadero poder. Los Montoneros eran un factor importantísimo de ese poder y el diario no era ajeno" .
Levenson también recordó a Noticias en su memoria De los bolcheviques a la gesta montonera: "La edición de un diario popular y peronista, que cubriera todo el espacio político que habíamos conquistado a través de nuestras movilizaciones, con información objetiva y que fuera al mismo tiempo un medio de formación y orientación ideológica fue una hermosa tarea en la que confluyeron compañeros de gran capacidad técnica y fervor revolucionario.
Nos animó desde sus inicios la voluntad y firmeza de Paco Urondo, que fue designado por la conducción nacional (de Montoneros) responsable político y organizativo de la empresa" .
De profesión químico, dedicado a la administración de una industria del sector, Levenson se integró al proyecto de Noticias con un puesto de dirección: administrador general de Hoy S.A., la empresa que se constituyó para editarlo y de la que no quedaron registros oficiales. El primer directorio de Hoy S.A. estuvo presidido por el ingeniero José Palma, propietario de un frigorífico, e integrado por el ex vicecanciller del presidente Héctor Cámpora, Jorge Vázquez; el empresario metalúrgico César Cao Saravia, el sindicalista de fideeros Miguel Gazzera y el general Jorge Leal (quien había encabezado la primera expedición argentina al Polo Sur), entre otros. "Se dice que la financiación provendría del rescate del 'holandés', un alto ejecutivo de la Phillips por el que se pide un millón de dólares" , escribió Bonasso. Una versión que coincide con la de Anguita y Caparrós: "Goyo Levenson era el administrador: el que solía recibir los paquetes de dinero fresco, que venían, en buena parte, de un par de secuestros de gerentes de empresas extranjeras que los Montoneros habían cobrado en esos días".
Pero Levenson fue elusivo ante el punto: "No recuerdo. Yo no intervenía mucho en eso. No, no creo. No se hizo algo específico, sino que las organizaciones de algún lado sacaron dinero. A nosotros no nos querían comprometer. Y yo menos me quise comprometer en ese momento, ni (quiero) ahora, en afirmar que la plata salió de un secuestro".
El administrador insistió en que inicialmente las dos organizaciones financiaron el proyecto. "Necesitábamos un primer empuje, porque después el diario comenzó a tener una gran tirada e hicimos un acuerdo con (el ministro de Economía José Ber) Gelbard para que nos pautaran (publicidad) como a los demás diarios. A los cuatro o cinco meses ya teníamos una autofinanciación, peleando siempre pero sin depender tanto de las organizaciones" , argumentó. Y si cuando describió el directorio dijo que había estado formado por "simpatizantes y gente que pudiera aportar algo económicamente", aclaró luego que se había referido a las líneas de crédito que Cao Saravia logró que le otorgaran al diario en los bancos Rural y de Río Negro. Levenson
negó enfáticamente que luego del aporte inicial de capital se hubieran recibido otros, del empresario David Graiver -quien financiaba La Opinión -o del editor Rafael Perrota.
"Graiver en ese momento no existía. El primer contacto que tiene Graiver con Montoneros es cuando cobran el rescate de los Born. En ese momento el diario no tenía necesidad de dinero, Graiver no intervino para nada", repitió Levenson. "Perrota nunca aportó dinero. Con él teníamos un acuerdo profesional. El cobraba por sus servicios, normalmente" . Según Gelman, en cambio, Perrota habría prestado los talleres, por lo menos parcialmente, para la confección de las películas de Noticias. "Y eso le costó la vida", estimó, ya que fue desaparecido por la dictadura militar en julio de 1977.
Levenson se encargó de armar una sociedad anónima capitalista tradicional, con los canales y medios económicos necesarios para funcionar. "Yo tenía una empresa, conocía esta tarea. Me resultó fácil armar una estructura: trabajar con los bancos, conseguir créditos, contratar publicidad" , recordó.
Con la administración en sus manos, el sector producción se conformó de modo colegiado: Urondo y Juan Gelman, futuro jefe de redacción de Noticias, acordaron con Bonasso que él figuraría a cargo pero que el diario tendría una dirección colectiva. "Todo diario necesita una cabeza. Yo había sido secretario de Prensa del (Frente Justicialista de Liberación) FREJULI unos meses antes y era una figura pública de la izquierda peronista a pesar de ser joven: creo que eso pesó mucho a la hora de nombrarme director" , declaró Bonasso.
La pertenencia a las organizaciones armadas definía los bordes de esa dirección colectiva. "Los que éramos militantes conformábamos una célula de conducción -agregó Bonasso-. Los integrantes de la dirección estábamos todos encuadrados, en la R (FAR), en la M (Montonero); ese era un núcleo de hierro, que estaba subordinado políticamente". También Pablo Giussani, uno de los periodistas que renunció a Noticias por desacuerdo ideológico, confirmó en su memoria Montoneros, la soberbia armada los vínculos de la organización con el diario: "Paco Urondo, quien podía ser considerado un cuadro intermedio de cierto relieve en su condición de oficial montonero, fue designado a mediados de 1973 comisario político de la organización en el
diario Noticias, cuyo lanzamiento estaba previsto para el 17 de octubre de ese año. A tal título, me citó un día para ofrecerme la secretaría de redacción del rotativo".
Había otras militancias, como la de Leopoldo Moreau, redactor de universitarias y radical (quien ingresó al diario por expreso pedido de Raúl Alfonsín, afirma Cecilia De Dann) o de la agrupación peronista de secundarios. Recuerda Martín Caparrós, quien ingresó al diario como cadete antes de convertirse en redactor: "Los otros cadetes también eran gente militante, de la UES" . Pero la diversidad no hizo sombra a los propietarios. Levenson aseguró que durante los primeros meses "la línea política la marcaban Montoneros y FAR, que todavía no se habían unificado; estando el diario en funcionamiento se produjo la unificación.
Intervino alguna vez (Mario Eduardo) Firmenich, por Montoneros, y por las FAR el compañero Roqué, y se suscitaron discusiones políticas" .El ex director coincidió con él y evaluó que la conducción de Montoneros cometió en esos comienzos "los mismos errores que puede cometer un empresario dueño de un medio: presionar a los periodistas, hacer grosera la línea. Firmenich se quejaba de que salían pocos comunicados o noticias de los frentes de masas de la organización. En una reunión le dije: 'Es mucho más importante que el diario llegue a los actores sociales antes que publique comunicados. Si nuestros frentes de masas actúan sobre el conflicto verdadero, su presencia se va a notar en el diario por su simple participación. Pero no podemos convertir el diario en un reservorio de comunicados. No vamos a vender nada'".
Ese punto de vista se impuso durante unos meses: "Inclusive se puede ver cierta preocupación en la parte política por mantener una distancia" , estimó Bonasso. Pero todo cambió con el avance de la derecha peronista.
La portada del Nº 244, del 1º de agosto de 1974, titulada La universidad en estado de alerta e ilustrada con otra nota, la imagen de una olla popular del Matadero Municipal de Abasto, se cambió por Ortega Peña asesinado, con una foto del diputado Rodolfo Ortega Peña y dos del atentado donde murió.
Días después, cuando el comisario Alberto Villar atacó con golpes y gases al cortejo fúnebre dentro del cementerio, la tapa se tituló: Entierro a lo Villar. "En los últimos días -dijo Bonasso- el diario estaba en la línea abiertamente provocadora" . Se trató, según Caparrós, de "un proceso de aislamiento progresivo, que terminó de cristalizar el 6 de septiembre del '74 cuando Montoneros anunció el pase a la clandestinidad. El diario habíasido cerrado una semana antes".
Concepción del medio y antecedentes
De Dann afirma que Noticias apareció con el propósito de convertirse en un diario peronista que funcionara como herramienta en la lucha para la liberación nacional. "Se pretendía con él modificar la realidad socio-política, partiendo de la convicción de que esto es factible desde un puesto periodístico" , detalla, agregando que la lucha por el poder, entendido como relación política en permanente construcción, se da en y por los discursos. Tanto Levenson como Bonasso coinciden con ese punto de vista, y Horacio Verbitsky explicó en una entrevista para este trabajo que ese origen planteaba dificultades en la edición: "Hubo muchos conflictos porque la conducción de Montoneros tenía como ejemplo El Descamisado. Eso era lo que a ellos les gustaba: la resolución disciplinaria, en la cual la línea orgánica bajada por la conducción política se sigue a rajatabla, donde los cuadros que ejecutan eso no son intelectuales o, si lo son, se
subordinan acríticamente y producen esa revista vergonzosa, de estilo ramplón, prepotente, gritón, vulgar" .
Verbitsky reconoció que recibían "órdenes sobre cómo cubrir determinadas noticias" y "una presión constante para que el diario fuera más bien de tipo agitador"; en la redacción, esas pretensiones de los dirigentes de Montoneros encontraban "una resistencia constante a hacer ese tipo de periodismo porque, si bien no cuestionábamos la línea general, no estábamos de acuerdo con hacer un diario propagandístico, tachín-tachín, sino que queríamos hacer un diario que le sirviera a la gente. Noticias es una obra cuidadosa, de calidad profesional, de seriedad informativa, siempre en el borde, siempre en el límite" .
Existía, entonces, una tensión en las rutinas con que Noticias elaboraba sus discursos informativos. Miquel Rodrigo Alsina enumera el conjunto de actividades que en cada medio construyen, con independencia de su ideología, la noticia: "La determinación del acontecimiento, las fuentes, el trabajo vperiodístico en sí, son elementos de un proceso de producción institucionalizado" . En la medida en que esos criterios prevalezcan, según el autor, se puede hablar de masas media y no de otro tipo de prensa, como la política. También las nociones de periódico independiente de información general que ofrece Héctor Borrat -"todo aquel que se define y actúa en función de los objetivos permanentes de lucrar e influir, excluyendo toda relación de dependencia estructural respecto de cualquier otro actor que no sea su empresa editora" - se aplican a Noticias, ya que aunque sólo se haya hecho por la necesidad de establecer una composición legal del capital, la existencia de una empresa, y sus objetivos y rutinas consecuentes, evitaron un destino de prensa partidaria.
Las contradicciones entre los modelos de medios que querían los periodistas y la dirección de Montoneros se desarrollaron bastante, y no sólo en la determinación del enfoque noticioso de determinados acontecimientos. "Un tema motivo de muchas discusiones fue que en el diario había una sección de turf. Era muy buena, trajimos los mejores periodistas", recordó Verbitsky.
Sus títulos se destacaban normalmente en la tapa, incluyendo jactancias como seis aciertos sobre ocho en los pronósticos del día anterior. "Eso era un criterio periodístico: un diario que quería ser popular tenía que incluir el tipo de informaciones que en ese momento eran de consumo popular. Pero desde un punto de vista ideológico, eso era cuestionado", agregó.
El modelo resultante fue "una experiencia de periodismo popular", como tituló la revista Crisis su nota sobre el cierre de Noticias, con ciertas particularidades de enfoque en las actuaciones políticas, acaso no mayores sino simplemente más visibles que las medios tradicionales, según Bonasso: "Bajaba línea como pueden bajar La Nación o Clarín" . Lo señala Borrat: "El periódico independiente de información general es un verdadero actor político de naturaleza colectiva, cuyo ámbito de actuación es el de la influencia, no el de la conquista del poder institucional o la permanencia en él".
El texto de Crisis, elaborado por el Centro de Estudios de Comunicación Masiva (CECM) que en 1974 existía en la Universidad de Buenos Aires destacó que Noticias fue parte de un intento de renovación de la prensa popular, sucedido tras el fuerte cambio social que produjo el triunfo peronista en las elecciones. "Los quioscos se inundaron de nuevas publicaciones que, al mismo tiempo, eran nuevas propuestas periodísticas, intentos de fundarformas de comunicación y de información que correspondieran al proceso que se iniciaba".
Pero además del ascenso de las masas, otro factor influyente en este intento de renovación es un conjunto de antecedentes, tanto de la prensa popular (Crónica, y por eso el anterior Crítica) como de la alternativa que resistió a la represión desde 1955 (CGT) y de la interpretativa para minorías ilustradas (La Opinión). El CECM describe el resultado de esa mezcla curiosa: "Noticias, aunque siga en términos generales el equilibro de temas que desde hace décadas caracteriza al periodismo escrito, ha logrado alterarlo más que ningún otro diario incorporando al mundo privilegiado de la noticia la realidad política de muchos sectores subordinados.
domingo, 25 de septiembre de 2005
domingo, 18 de septiembre de 2005
Nora Lagos, la directora que La Capital ignora
En 1953, a los 28 años de edad, fue la primera mujer que estuvo al frente de La Capital, poniendo el diario al servicio del sistema peronista. "Gracias a mi no lo expropiaron", diría después. Tras la caída de Perón, dirigió periódicos semiclandestinos como parte de la Resistencia y estuvo exiliada en Paraguay, luego de un escape de novela a través de selvas y ríos
Por: Guillermo Lanfranco
Podría haber seguido el destino marcado por su familia, pero cambió de bando con tanto empuje que quedó en la vereda de enfrente. Se envolvió en la bandera del primer peronismo y devino en la única mujer que estuvo a cargo de La Capital en toda su historia, convirtiendo a un diario que había sido acérrimo opositor del gobierno, en un órgano oficialista sin medias tintas. Cuando asumió esa responsabilidad, en setiembre de 1953, tenía apenas 28 años. Dos años después ‑hace exactamente medio siglo‑ acompañó la caída del gobierno de Juan Perón con su propia caída. Fue el principio de una nueva etapa: se sumó a la Resistencia Peronista que durante un lustro enfrentó a la Revolución Libertadora y sucedáneos. Su aporte fue la edición de periódicos semiclandestinos, actividad que la llevó repetidamente a la cárcel, incluyendo un escape de aventura a Paraguay junto a un futuro miembro de las Fuerzas Armadas Peronistas, una de las primeras guerrillas en la década del `60. Nora Lagos, bisnieta de don Ovidio, el fundador del decano de la prensa argentina, ya era leyenda ‑blanca o negra, según quien la contara‑ antes de su muerte en noviembre de 1975. Hoy, al cumplirse 50 años del golpe que derrocó a Juan Domingo Perón, su figura vuelve casi como personaje de novela, inscripto en hechos que forman parte de la historia local y nacional del siglo XX.
Otro rumbo
Nora Lagos nació el 14 de febrero de 1925 en Buenos Aires. Su padre era Carlos Lagos, director de La Capital desde 1916 hasta 1940, nieto del fundador y activo dirigente de la democracia progresista, cuando la lideraba Lisandro de la Torre. La madre era María Teresa Chauvin, de nacionalidad francesa.
La vida de Nora podía seguir el derrotero de tantas chicas de clase alta de la época: estudios secundarios, matrimonio con alguien del círculo social frecuentado y una rutina hogareña y sin sobresaltos. Pero en 1947 conoció al hombre que acompañaría su destino por los próximos años. Hugo Mac Dougall usaba su apellido materno en lugar del paterno Mascías, una forma de ganar glamour en los ámbitos artísticos donde se movía. Escritor de origen, había devenido en guionista ‑alentado por su amigo Homero Manzi‑ de un cine nacional que estaba viviendo tiempos dorados. Malambo, El Cura gaucho, Tres hombres del río, El tambor de Tacuarí fueron algunas de las épicas criollas ‑tan propias de esos años‑ a las que prestó su pluma. Hasta hizo su aporte a la primera televisión argentina, guionando una novela histórica llamada Heroínas de Mayo. Hugo y Nora se integraron a los círculos culturales afines al peronismo y frecuentaban y recibían en su piso de avenida del Libertador a personajes de la farándula de entonces, como Enrique Muiño, Zully Moreno, Tania, Discepolín, Tita Merello y Mirtha Legrand.
Pero a principios de la dΘcada del `50, los acontecimientos políticos metieron la cola en la vida en la pareja Mac Dougall‑Lagos. Desde 1947 el gobierno peronista venía construyendo una arquitectura de medios favorables a su gestión, que no ahorraba recursos oscuros a la hora de sumar voces y plumas. En Buenos Aires, los diarios La Epoca, Democracia, Crítica, Noticias Gráficas, El Mundo y La Razónformaban parte de una cadena oficial construida alrededor del grupo editorial Alea, del Estado. Solo los tradicionales y conservadores diarios La Prensa y La Nación ‑y el más reciente Clarín‑ estaban por fuera del sistema de medios del peronismo, presionados por las restricciones que desde el IAPI (organismos oficial que controlaba el intercambio comercial con otros países) se imponía a la distribución del papel prensa importado.
Mientras, en el Congreso Nacional una comisión encabezada por el diputado ‑rosarino de origen‑ ex conservador José Emilio Visca se encargaba de fiscalizar las "actividades antiargentinas" de los diarios de todo el país, con atribuciones para intervenir en sus contenidos, suspenderlos y hasta clausurarlos. De hecho, esto sucedió en muchas oportunidades cuando alguna publicación no sintonizaba con el discurso oficial o se excedía en las críticas al peronismo, una modalidad que alcanzó su punto máximo ‑y más simbólico‑ con la expropiación de La Prensa, que terminó en manos de representantes de la CGT.
En la capital de los cereales, la familia Lagos veía cómo el cerco se iba cerrando sobre su empresa, con riesgo cierto de correr la misma suerte que los Gainza Paz ‑dueños de La Prensa‑ a quienes les habían confiscado todos sus bienes, incluyendo cuentas bancarias. La Capital había apoyado abiertamente a la Unión Democrática en 1946 y sus directivos eran de filiación demócrata progesista o demócrata nacional.
Con acuerdo de la familia -explícito o no-, Nora Lagos fue la clave para evitar el peor de los destinos para el diario y sus dueños. "En 1952 mis padres estaban por irse a España y pasan por Rosario para arreglar algunas cosas. Pero les gustó el ambiente, se engancharon y torcieron el rumbo de sus vidas", cuenta a Rosario/12 la menor de las hijas que Nora tuvo con Mac Dougall y que lleva el mismo nombre que su madre.
En septiembre de 1953 los acontecimientos se precipitan. El día 5 una breve información daba cuenta en la página 4 del diario que "El general Perón recibió ayer a la Sra. Nora Lagos y a su esposo Hugo Mac Dougall. Durante la entrevista, que se prolongó por espacio de más de una hora, los visitantes conversaron con el primer magistrado acerca de algunos problemas vinculados al periodismo". El 20 del mismo mes, tomaba sentido ese suelto noticioso: Nora Lagos asume como directora de La Capital ‑cargo que en los hechos ya venía ejerciendo‑, gracias a un fallo judicial que había desplazado del timón a sus parientes. Era la primera mujer ‑y hasta ahora la única‑ con esa responsabilidad en toda la historia del decano de la prensa argentina.
Las columnas
Si bien eso de que "pertenecen al pueblo" había servido para adaptar las columnas del diario a lo que aconsejaran algunas circunstancias, para Nora Lagos la frase de su bisabuelo tenía un sentido unívoco: "Nuestro lema seguirá siendo siempre el de Ovidio Lagos, y nuestra divisa el amor a la Patria, porque amando a la Patria estaremos unidos al gran patriota que nos manda este saludo: ¡Adelante, muchachos!" El "gran patriota" al que hacía referencia no era otro que el general Perón, quien había mandado ese saludo en oportunidad de visitar Rosario para inaugurar el nuevo local de la CGT en calle Córdoba al 2000. En la edición del 1º de setiembre se publica una gran foto donde Perón abraza a Nora, señal de que 1) ella ya ejercía gran influencia sobre la línea del medio aun antes de ser directora y 2) su condición de editora y de militante peronista eran la misma cosa.
"Al confundirse en un abrazo con la señora Lagos, el general Perón le dijo: `Lleve este saludo a los muchachos'", cuenta el cronista, para luego avanzar en una interpretación libre de la escena: "No pensó el Presidente en la empresa. Su recuerdo unió a la institución con aquellos que la engrandecen mediante su labor cotidiana y su inquietud incesante. Perón, al pensar en La Capital, pensó en los muchachos que la escriben y componen".
Sin el respaldo de la familia, desplazada a la fuerza de la conducción, por necesidad y/o convicción Nora se recostó en los empleados, lo que marca una impronta constante en los dos años en que manejó el diario. "Estaba muy en contacto con nosotros, los otros Lagos nunca bajaban al taller, pero ella siempre lo hacía", recuerda hoy José Giorgio, quien había ingresado al diario como trabajador gráfico en 1939, a los 15 años de edad. "Se quedaba hasta las 4 de la mañana para esperar la salida de los ejemplares de rotativa", cuenta su hija.
La mujer de físico menudo y pelo corto asumía el rol de nave insignia del periódico. Una delegación de obreros textiles o una de boyscouts visitaban el diario y ahí estaba Nora para la foto. Podía recibir a un grupo de escritores o al embajador alemán, como ir a un agasajo del sindicato de periodistas. Todo quedaba registrado en una imagen que se publicaba al día siguiente, aludiendo a la presencia de "la señora directora Nora Lagos".
Las ocho páginas de cada edición ‑acotadas por la escasez de papel‑ rebosaban de información oficial, mientras se repetían los editoriales laudatorios hacia Perón y sus acciones, con un alineamiento explícito y sin pudores. Y así como existía una sección fija dedicada a "Noticias gremiales", no se veían muchas informaciones partidarias por fuera del justicialismo.
Cada vez que Nora podía acceder a "El General", en los días siguientes se repetía la foto de saludos hechos llegar por el líder a los dependientes del diario a través de la directora. Incluso Nora llegó a repartir entre todos los empleados copias de fotos autografiadas con una dedicatoria especial de Perón.
El cenit de su adhesión al gobierno peronista lo alcanzó en agosto de 1954, cuando viajó al Paraguay junto al Presidente, donde dio conferencias mientras Perón le devolvía al dictador Stroessner los trofeos conquistados durante la guerra de la Triple Alianza.
A todo esto, Hugo Mac Dougall, desde el cargo de subdirector, editaba el nuevo suplemento literario del diario, de perfil "litoralista", según su propio mentor. "Era un espacio cultural muy bueno", recuerda Gary Vila Ortiz, "donde se le daba lugar a autores de distintas vertientes". El primer número fue abierto por un poema de José Pedroni e incluso hasta se generó un "comisión de amigos" del suplemento, encabezada por al arquitecto Sinópoli y el ingeniero Angel Guido, cuyos actos contaban con la locución del joven Jack Benoliel. Mac Dougall también había tenido su momento sublime peronista al escribir el guión para la película Caballito criollo (1953), inspirado en el afecto que el general le profesaba a los equinos de raza nacional.
La caída
Después de aquel discurso del "cinco de ellos por cada uno de los nuestros que caiga", en agosto de 1955, la suerte del gobierno de Perón estaba echada. El 16 de setiembre ‑también viernes como en este mes de de recordación‑ comenzó la insurrección a la que le llevó un fin de semana afianzarse, entre apoyos y rebeliones hacia el gobierno de distintas facciones de las Fuerzas Armadas. El lunes 19, La Capital era un hervidero. "Este diario se había convertido en el baluarte agitativo del peronismo -cuenta, como testigo directo de ese día, Juan M. Vigo en sus Memorias de un combatiente de la Resistencia-. Allí concurrían todos los dirigentes obreros de la gran ciudad y una inmensa cantidad de público de los barrios populares en busca de noticias. Centenares de personas se renovaban constantemente delante de las pizarras o recorrían el edificio, como si fuera casa propia, comentando animadamente las noticias".
En esa jornada se precipitaron los acontecimientos, cuando Perón le pidió a los militares que dispusieran del poder. Como el canto de cisne de una época que terminaba, al día siguiente el editorial de La Capital habla del "supremo sacrificio" de Perón al renunciar a la presidencia, vaticinando que así todo "tendrá el amor de su pueblo, que no lo arrancará jamás de su corazón". Fue quizás el último acto de Nora en el edificio de calle Sarmiento, ya que rápidamente la familia Lagos -solo hizo falta un telegrama judicial desde Buenos Aires- recuperó la conducción del diario, perdida dos años atrás. "Gracias a mi no lo expropiaron", diría Nora años después. "Los Lagos eran antiperonistas, pero estaban agradecidos a ella porque les había salvado el diario", ratifica el ex gráfico Giorgio, en una definición que aparece repetida en varios testimonios.
Claro que esos eran momentos de revanchas grandes y pequeñas. "Los mismos empleados a los que ella les había comprado los muebles para su casa, la escupieron cuando se iba", recuerda Giorgio algunas escenas de la salida de la directora, que de inmediato fue a parar a la cárcel. Poco después un editorial habla de "la restauración espiritual" (29/09/55) resultante de la Revolución Libertadora, aunque al lado una pequeña noticia evidencia que algo no andaba bien del todo: "Salvo en Rosario, ha sido levantado el toque de queda".
Es que a la caída de Perón le siguieron seis días continuados de huelgas que desconocieron los llamados del nuevo gobierno. La ciudad a orillas del Paraná ratificaría su fama de "capital del peronismo" a lo largo de la resistencia posterior al golpe. Y Nora Lagos estaba dispuesta a hacer su aporte.
Resistente
Ni bien fue dejada libre, Nora Lagos comenzó a editar por su cuenta un periódico semiclandestino llamado La Argentina (justa, libre y soberana). "Salía un número a la calle, se lo cerraban y la metían presa", señala el historiador Eduardo Zanella. Algunos ejemplares se vendían en los quioscos, pero la mayoría los repartían los propios militantes peronistas que iban a buscarlos hasta la puerta de la casona de bulevar Oroño 1345, donde ella misma los recibía. "Se presentaban graves dificultades para imprimirlo, porque los imprenteros, amenazados por los `libertadores', se negaban a hacerlo", cuenta Vigo en su libro sobre la Resistencia. Una accedió, la que estaba ubicada en la esquina de San Martín y Urquiza, donde se hacía un viejo periódico llamado La Reacción.
Al tiempo que el gobierno militar se endurecía en manos del general Aramburu, ella terminaba otra vez en la cárcel. "¿Dónde está Nora Lagos?", dice el el título de tapa de La Argentina el 31 de diciembre de 1955. Fue el último número del periódico partidario semiclandestino, ya que su directora estuvo entre rejas en Buenos Aires hasta 1956. Al regreso,
Hugo Mac Dougall, se baja de cualquier proyecto militante y se va a vivir a un campito en las sierras de Córdoba. Nora, lejos de aplacarse, regresa a Rosario ‑ahora en una casa de Maipú 1679, desafiantes fotos de Perón y Evita en el frente y a la vista de todos‑ para editar Soberanía. El periódico mostraba la misma línea editorial militante de su anterior creación, alejada de cualquier alternativa "neoperonista" como estaba a punto de alentar el frondizismo, con la intención de ganarse el sufragio peronista. "La posición intransigente de Soberanía solo convalidaba la decisión de votar en blanco", señala la historiadora Carina Capobianco, en vista a los comicios que consagrarían como presidente a Arturo Frondizi. Mientras, en el camino quedaba la figura de Luis Sobrino Aranda, quien la había secundado en parte de la aventura editorial. El mismo que después ganó triste fama como figura de la derecha peronista en los `70.
Al tiempo Nora vuelve a caer presa junto a su nueva pareja, el militante René Bertelli. "La pasaban juntos en una comisaría de San Justo (Buenos Aires), en una celda con un colchón en el suelo y una manta de vicuña", reconstruye los viejos relatos maternos la hija Nora. Logran huir para emprender el exilio hasta Paraguay, en un viaje -también con las dos hijas- "mitad caminando por la selva y mitad en canoa, bien clandestino". Nora, la hija, recuerda que en Asunción "había miles de argentinos, ibamos cambiando de pensión para disimular".
De regreso a la Argentina, Nora Lagos fue una de las principales promotoras de una gran marcha que se organizó desde el Monumento hasta el Cristo Redentor, para rendirle homenaje a los fusilados el 9 de junio de 1956. Y siguió siendo partícipe de una resistencia tan fervorosa como desorganizada. "Cuando tramaban algo al día siguiente se descubría, porque no tenían medidas de seguridad, si hasta invitaban al comisario del barrio a las reuniones", señala Zanella.
Solitaria y final
En los `60 recupera el 6 por ciento de acciones de La Capital que le quedaban, a la par que merma su militancia. "Reputeaba contra las estructuras políticas del peronismo, ella que nunca había querido tener cargos para que no pensaran que esa era su ambición", señala Oscar de Sanctis, que la conoció como yerno en 1967.
Para el grupo compañeros que acompañaban la militancia peronista de sus hijas, era una fuente inagotable de historias, además de participar de acciones "de control" -verificar por teléfono que cada uno de los jóvenes hubiera regresado a su casa- cuando se realizaban acciones de perturbación del orden impuesto por la dictadura de Onganía a partir de 1966.
Por ese entonces, su ya ex pareja René Bertelli -quince años más joven que ella- se inclinaba hacia las Fuerzas Armadas Peronistas lideradas por Cacho El Kadri, junto a quien viajó a Madrid para contactarse con Juan Perón. En 1968 un terreno familiar de los Bertelli adquirido por las FAP sirvió de base para las acciones de la incipiente guerrilla en Taco Ralo (Tucumán), rápidamente desbaratadas por la policía. En el anecdotario político queda la historia de René refugiándose -con la ayuda del dirigente radical Agustín Rodríguez Araya- en la embajada de México, a bordo de una ambulancia y vendado de pies a cabeza para que no lo reconocieran las fuerzas de seguridad.
Una de las últimas imágenes que De Sanctis recuerda de Nora Lagos parece tomada de una novela de Osvaldo Soriano. "El 20 de junio de 1973, en el frustrado arribo de Perón a Ezeiza, había llegado sola manejando su Torino desde Rosario. No se cómo, estaba a 200 metros del palco mientras silbaban las balas".
-¿Qué hacés acá Nora?, andate-, le dijo su yerno.
-No, no, si Perón va a venir-, contestó Nora.
Murió el 23 de noviembre de 1975. La nota necrológica del diario destacó que Nora Lagos "estaba dotada de enérgico carácter". Un trato bastante más benévolo -acorde a cada momento político- que el dispensado en el suplemento especial por el centenario de La Capital en 1967, cuando faltó su foto junto a las de los directores que hasta entonces había tenido el decano. Y muchos más condescendiente que el "bastarda" con que sus consanguíneos solían calificarla a partir de la década del `50. Si, como decía John William Cooke, el peronismo fue el hecho maldito del país burgués, hasta sus últimos días el nombre de Nora resonó en forma similar entre la numerosa familia que manejó al decano de la prensa argentina durante 130 años.
Funte: Rosario/12
Por: Guillermo Lanfranco
Podría haber seguido el destino marcado por su familia, pero cambió de bando con tanto empuje que quedó en la vereda de enfrente. Se envolvió en la bandera del primer peronismo y devino en la única mujer que estuvo a cargo de La Capital en toda su historia, convirtiendo a un diario que había sido acérrimo opositor del gobierno, en un órgano oficialista sin medias tintas. Cuando asumió esa responsabilidad, en setiembre de 1953, tenía apenas 28 años. Dos años después ‑hace exactamente medio siglo‑ acompañó la caída del gobierno de Juan Perón con su propia caída. Fue el principio de una nueva etapa: se sumó a la Resistencia Peronista que durante un lustro enfrentó a la Revolución Libertadora y sucedáneos. Su aporte fue la edición de periódicos semiclandestinos, actividad que la llevó repetidamente a la cárcel, incluyendo un escape de aventura a Paraguay junto a un futuro miembro de las Fuerzas Armadas Peronistas, una de las primeras guerrillas en la década del `60. Nora Lagos, bisnieta de don Ovidio, el fundador del decano de la prensa argentina, ya era leyenda ‑blanca o negra, según quien la contara‑ antes de su muerte en noviembre de 1975. Hoy, al cumplirse 50 años del golpe que derrocó a Juan Domingo Perón, su figura vuelve casi como personaje de novela, inscripto en hechos que forman parte de la historia local y nacional del siglo XX.
Otro rumbo
Nora Lagos nació el 14 de febrero de 1925 en Buenos Aires. Su padre era Carlos Lagos, director de La Capital desde 1916 hasta 1940, nieto del fundador y activo dirigente de la democracia progresista, cuando la lideraba Lisandro de la Torre. La madre era María Teresa Chauvin, de nacionalidad francesa.
La vida de Nora podía seguir el derrotero de tantas chicas de clase alta de la época: estudios secundarios, matrimonio con alguien del círculo social frecuentado y una rutina hogareña y sin sobresaltos. Pero en 1947 conoció al hombre que acompañaría su destino por los próximos años. Hugo Mac Dougall usaba su apellido materno en lugar del paterno Mascías, una forma de ganar glamour en los ámbitos artísticos donde se movía. Escritor de origen, había devenido en guionista ‑alentado por su amigo Homero Manzi‑ de un cine nacional que estaba viviendo tiempos dorados. Malambo, El Cura gaucho, Tres hombres del río, El tambor de Tacuarí fueron algunas de las épicas criollas ‑tan propias de esos años‑ a las que prestó su pluma. Hasta hizo su aporte a la primera televisión argentina, guionando una novela histórica llamada Heroínas de Mayo. Hugo y Nora se integraron a los círculos culturales afines al peronismo y frecuentaban y recibían en su piso de avenida del Libertador a personajes de la farándula de entonces, como Enrique Muiño, Zully Moreno, Tania, Discepolín, Tita Merello y Mirtha Legrand.
Pero a principios de la dΘcada del `50, los acontecimientos políticos metieron la cola en la vida en la pareja Mac Dougall‑Lagos. Desde 1947 el gobierno peronista venía construyendo una arquitectura de medios favorables a su gestión, que no ahorraba recursos oscuros a la hora de sumar voces y plumas. En Buenos Aires, los diarios La Epoca, Democracia, Crítica, Noticias Gráficas, El Mundo y La Razónformaban parte de una cadena oficial construida alrededor del grupo editorial Alea, del Estado. Solo los tradicionales y conservadores diarios La Prensa y La Nación ‑y el más reciente Clarín‑ estaban por fuera del sistema de medios del peronismo, presionados por las restricciones que desde el IAPI (organismos oficial que controlaba el intercambio comercial con otros países) se imponía a la distribución del papel prensa importado.
Mientras, en el Congreso Nacional una comisión encabezada por el diputado ‑rosarino de origen‑ ex conservador José Emilio Visca se encargaba de fiscalizar las "actividades antiargentinas" de los diarios de todo el país, con atribuciones para intervenir en sus contenidos, suspenderlos y hasta clausurarlos. De hecho, esto sucedió en muchas oportunidades cuando alguna publicación no sintonizaba con el discurso oficial o se excedía en las críticas al peronismo, una modalidad que alcanzó su punto máximo ‑y más simbólico‑ con la expropiación de La Prensa, que terminó en manos de representantes de la CGT.
En la capital de los cereales, la familia Lagos veía cómo el cerco se iba cerrando sobre su empresa, con riesgo cierto de correr la misma suerte que los Gainza Paz ‑dueños de La Prensa‑ a quienes les habían confiscado todos sus bienes, incluyendo cuentas bancarias. La Capital había apoyado abiertamente a la Unión Democrática en 1946 y sus directivos eran de filiación demócrata progesista o demócrata nacional.
Con acuerdo de la familia -explícito o no-, Nora Lagos fue la clave para evitar el peor de los destinos para el diario y sus dueños. "En 1952 mis padres estaban por irse a España y pasan por Rosario para arreglar algunas cosas. Pero les gustó el ambiente, se engancharon y torcieron el rumbo de sus vidas", cuenta a Rosario/12 la menor de las hijas que Nora tuvo con Mac Dougall y que lleva el mismo nombre que su madre.
En septiembre de 1953 los acontecimientos se precipitan. El día 5 una breve información daba cuenta en la página 4 del diario que "El general Perón recibió ayer a la Sra. Nora Lagos y a su esposo Hugo Mac Dougall. Durante la entrevista, que se prolongó por espacio de más de una hora, los visitantes conversaron con el primer magistrado acerca de algunos problemas vinculados al periodismo". El 20 del mismo mes, tomaba sentido ese suelto noticioso: Nora Lagos asume como directora de La Capital ‑cargo que en los hechos ya venía ejerciendo‑, gracias a un fallo judicial que había desplazado del timón a sus parientes. Era la primera mujer ‑y hasta ahora la única‑ con esa responsabilidad en toda la historia del decano de la prensa argentina.
Las columnas
Si bien eso de que "pertenecen al pueblo" había servido para adaptar las columnas del diario a lo que aconsejaran algunas circunstancias, para Nora Lagos la frase de su bisabuelo tenía un sentido unívoco: "Nuestro lema seguirá siendo siempre el de Ovidio Lagos, y nuestra divisa el amor a la Patria, porque amando a la Patria estaremos unidos al gran patriota que nos manda este saludo: ¡Adelante, muchachos!" El "gran patriota" al que hacía referencia no era otro que el general Perón, quien había mandado ese saludo en oportunidad de visitar Rosario para inaugurar el nuevo local de la CGT en calle Córdoba al 2000. En la edición del 1º de setiembre se publica una gran foto donde Perón abraza a Nora, señal de que 1) ella ya ejercía gran influencia sobre la línea del medio aun antes de ser directora y 2) su condición de editora y de militante peronista eran la misma cosa.
"Al confundirse en un abrazo con la señora Lagos, el general Perón le dijo: `Lleve este saludo a los muchachos'", cuenta el cronista, para luego avanzar en una interpretación libre de la escena: "No pensó el Presidente en la empresa. Su recuerdo unió a la institución con aquellos que la engrandecen mediante su labor cotidiana y su inquietud incesante. Perón, al pensar en La Capital, pensó en los muchachos que la escriben y componen".
Sin el respaldo de la familia, desplazada a la fuerza de la conducción, por necesidad y/o convicción Nora se recostó en los empleados, lo que marca una impronta constante en los dos años en que manejó el diario. "Estaba muy en contacto con nosotros, los otros Lagos nunca bajaban al taller, pero ella siempre lo hacía", recuerda hoy José Giorgio, quien había ingresado al diario como trabajador gráfico en 1939, a los 15 años de edad. "Se quedaba hasta las 4 de la mañana para esperar la salida de los ejemplares de rotativa", cuenta su hija.
La mujer de físico menudo y pelo corto asumía el rol de nave insignia del periódico. Una delegación de obreros textiles o una de boyscouts visitaban el diario y ahí estaba Nora para la foto. Podía recibir a un grupo de escritores o al embajador alemán, como ir a un agasajo del sindicato de periodistas. Todo quedaba registrado en una imagen que se publicaba al día siguiente, aludiendo a la presencia de "la señora directora Nora Lagos".
Las ocho páginas de cada edición ‑acotadas por la escasez de papel‑ rebosaban de información oficial, mientras se repetían los editoriales laudatorios hacia Perón y sus acciones, con un alineamiento explícito y sin pudores. Y así como existía una sección fija dedicada a "Noticias gremiales", no se veían muchas informaciones partidarias por fuera del justicialismo.
Cada vez que Nora podía acceder a "El General", en los días siguientes se repetía la foto de saludos hechos llegar por el líder a los dependientes del diario a través de la directora. Incluso Nora llegó a repartir entre todos los empleados copias de fotos autografiadas con una dedicatoria especial de Perón.
El cenit de su adhesión al gobierno peronista lo alcanzó en agosto de 1954, cuando viajó al Paraguay junto al Presidente, donde dio conferencias mientras Perón le devolvía al dictador Stroessner los trofeos conquistados durante la guerra de la Triple Alianza.
A todo esto, Hugo Mac Dougall, desde el cargo de subdirector, editaba el nuevo suplemento literario del diario, de perfil "litoralista", según su propio mentor. "Era un espacio cultural muy bueno", recuerda Gary Vila Ortiz, "donde se le daba lugar a autores de distintas vertientes". El primer número fue abierto por un poema de José Pedroni e incluso hasta se generó un "comisión de amigos" del suplemento, encabezada por al arquitecto Sinópoli y el ingeniero Angel Guido, cuyos actos contaban con la locución del joven Jack Benoliel. Mac Dougall también había tenido su momento sublime peronista al escribir el guión para la película Caballito criollo (1953), inspirado en el afecto que el general le profesaba a los equinos de raza nacional.
La caída
Después de aquel discurso del "cinco de ellos por cada uno de los nuestros que caiga", en agosto de 1955, la suerte del gobierno de Perón estaba echada. El 16 de setiembre ‑también viernes como en este mes de de recordación‑ comenzó la insurrección a la que le llevó un fin de semana afianzarse, entre apoyos y rebeliones hacia el gobierno de distintas facciones de las Fuerzas Armadas. El lunes 19, La Capital era un hervidero. "Este diario se había convertido en el baluarte agitativo del peronismo -cuenta, como testigo directo de ese día, Juan M. Vigo en sus Memorias de un combatiente de la Resistencia-. Allí concurrían todos los dirigentes obreros de la gran ciudad y una inmensa cantidad de público de los barrios populares en busca de noticias. Centenares de personas se renovaban constantemente delante de las pizarras o recorrían el edificio, como si fuera casa propia, comentando animadamente las noticias".
En esa jornada se precipitaron los acontecimientos, cuando Perón le pidió a los militares que dispusieran del poder. Como el canto de cisne de una época que terminaba, al día siguiente el editorial de La Capital habla del "supremo sacrificio" de Perón al renunciar a la presidencia, vaticinando que así todo "tendrá el amor de su pueblo, que no lo arrancará jamás de su corazón". Fue quizás el último acto de Nora en el edificio de calle Sarmiento, ya que rápidamente la familia Lagos -solo hizo falta un telegrama judicial desde Buenos Aires- recuperó la conducción del diario, perdida dos años atrás. "Gracias a mi no lo expropiaron", diría Nora años después. "Los Lagos eran antiperonistas, pero estaban agradecidos a ella porque les había salvado el diario", ratifica el ex gráfico Giorgio, en una definición que aparece repetida en varios testimonios.
Claro que esos eran momentos de revanchas grandes y pequeñas. "Los mismos empleados a los que ella les había comprado los muebles para su casa, la escupieron cuando se iba", recuerda Giorgio algunas escenas de la salida de la directora, que de inmediato fue a parar a la cárcel. Poco después un editorial habla de "la restauración espiritual" (29/09/55) resultante de la Revolución Libertadora, aunque al lado una pequeña noticia evidencia que algo no andaba bien del todo: "Salvo en Rosario, ha sido levantado el toque de queda".
Es que a la caída de Perón le siguieron seis días continuados de huelgas que desconocieron los llamados del nuevo gobierno. La ciudad a orillas del Paraná ratificaría su fama de "capital del peronismo" a lo largo de la resistencia posterior al golpe. Y Nora Lagos estaba dispuesta a hacer su aporte.
Resistente
Ni bien fue dejada libre, Nora Lagos comenzó a editar por su cuenta un periódico semiclandestino llamado La Argentina (justa, libre y soberana). "Salía un número a la calle, se lo cerraban y la metían presa", señala el historiador Eduardo Zanella. Algunos ejemplares se vendían en los quioscos, pero la mayoría los repartían los propios militantes peronistas que iban a buscarlos hasta la puerta de la casona de bulevar Oroño 1345, donde ella misma los recibía. "Se presentaban graves dificultades para imprimirlo, porque los imprenteros, amenazados por los `libertadores', se negaban a hacerlo", cuenta Vigo en su libro sobre la Resistencia. Una accedió, la que estaba ubicada en la esquina de San Martín y Urquiza, donde se hacía un viejo periódico llamado La Reacción.
Al tiempo que el gobierno militar se endurecía en manos del general Aramburu, ella terminaba otra vez en la cárcel. "¿Dónde está Nora Lagos?", dice el el título de tapa de La Argentina el 31 de diciembre de 1955. Fue el último número del periódico partidario semiclandestino, ya que su directora estuvo entre rejas en Buenos Aires hasta 1956. Al regreso,
Hugo Mac Dougall, se baja de cualquier proyecto militante y se va a vivir a un campito en las sierras de Córdoba. Nora, lejos de aplacarse, regresa a Rosario ‑ahora en una casa de Maipú 1679, desafiantes fotos de Perón y Evita en el frente y a la vista de todos‑ para editar Soberanía. El periódico mostraba la misma línea editorial militante de su anterior creación, alejada de cualquier alternativa "neoperonista" como estaba a punto de alentar el frondizismo, con la intención de ganarse el sufragio peronista. "La posición intransigente de Soberanía solo convalidaba la decisión de votar en blanco", señala la historiadora Carina Capobianco, en vista a los comicios que consagrarían como presidente a Arturo Frondizi. Mientras, en el camino quedaba la figura de Luis Sobrino Aranda, quien la había secundado en parte de la aventura editorial. El mismo que después ganó triste fama como figura de la derecha peronista en los `70.
Al tiempo Nora vuelve a caer presa junto a su nueva pareja, el militante René Bertelli. "La pasaban juntos en una comisaría de San Justo (Buenos Aires), en una celda con un colchón en el suelo y una manta de vicuña", reconstruye los viejos relatos maternos la hija Nora. Logran huir para emprender el exilio hasta Paraguay, en un viaje -también con las dos hijas- "mitad caminando por la selva y mitad en canoa, bien clandestino". Nora, la hija, recuerda que en Asunción "había miles de argentinos, ibamos cambiando de pensión para disimular".
De regreso a la Argentina, Nora Lagos fue una de las principales promotoras de una gran marcha que se organizó desde el Monumento hasta el Cristo Redentor, para rendirle homenaje a los fusilados el 9 de junio de 1956. Y siguió siendo partícipe de una resistencia tan fervorosa como desorganizada. "Cuando tramaban algo al día siguiente se descubría, porque no tenían medidas de seguridad, si hasta invitaban al comisario del barrio a las reuniones", señala Zanella.
Solitaria y final
En los `60 recupera el 6 por ciento de acciones de La Capital que le quedaban, a la par que merma su militancia. "Reputeaba contra las estructuras políticas del peronismo, ella que nunca había querido tener cargos para que no pensaran que esa era su ambición", señala Oscar de Sanctis, que la conoció como yerno en 1967.
Para el grupo compañeros que acompañaban la militancia peronista de sus hijas, era una fuente inagotable de historias, además de participar de acciones "de control" -verificar por teléfono que cada uno de los jóvenes hubiera regresado a su casa- cuando se realizaban acciones de perturbación del orden impuesto por la dictadura de Onganía a partir de 1966.
Por ese entonces, su ya ex pareja René Bertelli -quince años más joven que ella- se inclinaba hacia las Fuerzas Armadas Peronistas lideradas por Cacho El Kadri, junto a quien viajó a Madrid para contactarse con Juan Perón. En 1968 un terreno familiar de los Bertelli adquirido por las FAP sirvió de base para las acciones de la incipiente guerrilla en Taco Ralo (Tucumán), rápidamente desbaratadas por la policía. En el anecdotario político queda la historia de René refugiándose -con la ayuda del dirigente radical Agustín Rodríguez Araya- en la embajada de México, a bordo de una ambulancia y vendado de pies a cabeza para que no lo reconocieran las fuerzas de seguridad.
Una de las últimas imágenes que De Sanctis recuerda de Nora Lagos parece tomada de una novela de Osvaldo Soriano. "El 20 de junio de 1973, en el frustrado arribo de Perón a Ezeiza, había llegado sola manejando su Torino desde Rosario. No se cómo, estaba a 200 metros del palco mientras silbaban las balas".
-¿Qué hacés acá Nora?, andate-, le dijo su yerno.
-No, no, si Perón va a venir-, contestó Nora.
Murió el 23 de noviembre de 1975. La nota necrológica del diario destacó que Nora Lagos "estaba dotada de enérgico carácter". Un trato bastante más benévolo -acorde a cada momento político- que el dispensado en el suplemento especial por el centenario de La Capital en 1967, cuando faltó su foto junto a las de los directores que hasta entonces había tenido el decano. Y muchos más condescendiente que el "bastarda" con que sus consanguíneos solían calificarla a partir de la década del `50. Si, como decía John William Cooke, el peronismo fue el hecho maldito del país burgués, hasta sus últimos días el nombre de Nora resonó en forma similar entre la numerosa familia que manejó al decano de la prensa argentina durante 130 años.
Funte: Rosario/12
domingo, 11 de septiembre de 2005
Periodismo puro
Por: Jorge Fontevecchia
Llegó el tiempo de volver.
Justo un 11 de septiembre, el día de Sarmiento, quién fundó dos diarios y escribió en una docena de ellos.
Fueron 7 años y 42 días sin el acompañamiento del lector. Mucho tiempo, pero fue lo más rápido que se pudo. Incluso podría haber sido prudente esperar un poco más para recuperar fuerzas. Pero así como Andrés Calamaro dice que no se puede vivir sin amor, tampoco se puede vivir sin el lector.
¿Cómo se sobrevivió, y cómo se hizo para cumplir la promesa de volver a encontrarse con el lector?
Fueron años difíciles, pero en los cuales el sueño nunca desapareció. Soñar es terapéutico: el sólo tener el proyecto de hacer, mantiene vivo lo proyectado, como también al soñador.
Voluntad es la primera palabra que viene a mi mente. Einstein sostenía que era una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica.
Y Confucio decía que se le puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.
A veces se las confunde, pero voluntad y fuerza son cosas diferentes. Puede sobrar la segunda y faltar la primera; más raro es lo inverso. No se trata de una dimensión física, sino metafísica.
La voluntad sería una potencia del alma, un decreto divino, fuera del control del sujeto, externo a él y por tanto indómito. Un afamado psiquiatra norteamericano, Abraham Maslow, explicaba que toda capacidad es una necesidad. Pide pista sola. Es un mandato que no se detiene a analizar conveniencias ni a especular.
Su prima, la vocación, viene de vocatio: llamar. Los romanos pensaban que era un llamado de Dios, una vox, una advocación que cuando se producía nadie podía resistírsele; que convoca y mueve a hacer, casi sin saber por qué.
Ortega y Gasset creía que al ser fieles a nuestra vocación éramos fieles a nuestra propia vida. Que la vocación (destino personal) designa la autenticidad del ser humano porque es insobornable e intransferible.
Tantas vueltas para decir que no hay un por qué desde la razón: aquello de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Que en una empresa guiada por el principio de maximizar los beneficios probablemente echarían a quien se disponga a malgastar los recursos en un proyecto tan incierto y económicamente poco aconsejable, como editar un diario.
Para el diccionario, editar es “sacar a la luz pública una obra”. Escribí una vez que editar comparte la raíz con edificar. Y con educar, que también significa “sacar afuera”. Editar proviene –también– del latín: edîtîo que literalmente quiere decir parto, dar a luz. Nada menos.
La creatividad es un intento de imponer nuestros deseos a la realidad. Hacer público lo creado –publicar– es compartirlo, obsequiarlo a sus destinatarios. Los artistas, por ejemplo, arden en deseos de mostrar. Pero aún sin el reconocimiento de los demás, quien crea vive una experiencia gratificante, ya que el trabajo bien hecho hace cantar al espíritu.
Esta reencarnación de Perfil me impulsa a pensar en aquello que también necesitó nacer dos veces. Apenas como cábala y entretenimiento, vale recordar aquí que la Apolo 11 consiguió alunizar después de haberlo intentado y fracasado la Apolo 10. Lo mismo sucedió en Marte: primero falló el Mars Pathfinder en 1997 y luego lo logró el Spirit el año pasado.
La Argentina logró su primer Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 en su segunda final, después de haber malogrado la otra en 1930. Y en su primer Campeonato Mundial de Fórmula 1 Fangio tuvo que abandonar en su primer carrera, pero luego llegó primero en la segunda.
Recién en su segundo viaje por el Atlántico, Américo Vespucio advirtió que aquellas tierras que había recorrido no eran parte de Asia sino un Mundos Novus que llevarían su nombre.
La propia ciudad de Buenos Aires demandó el compromiso de dos fundaciones. Y el alto Aconcagua, como no podía ser menos, reclamó dos misiones para entregar su cumbre: una en 1883, otra en 1896. Unos años antes, también Sarmiento tuvo que fundar dos veces su diario El Zonda.
El destino parece requerir la complicidad de la voluntad.
A veces, intentando lo imposible es como se hace lo posible. La insistencia es la materia prima con la que se consigue realizar los sueños. Leonardo afirmaba que lo que persevera, aunque sea débil se transformara en fuerte.
Para no pocos filósofos, la voluntad tiene un carácter irreductible; es autónoma, principio y fondo de cuanto existe y motor de todo cambio.
Desde una perspectiva moral, para santo Tomás el bien, en tanto que es comprendido, es objeto de la voluntad y la mueve como un fin. Al querer algo, el hombre se quiere a sí mismo. Querer es querer vivir, deseo de seguir siendo.
Descartes consideró a la voluntad infinita respecto del intelecto, porque el segundo delibera pero sólo la primera decide. Y Maine de Biran alteró el principio cartesiano de “pienso, luego existo” por “quiero, luego existo”.
Cualquier ser humano juzgaría absurda la pregunta: “¿Por qué quiere usted existir?”.
La voluntad de creer es requisito del pensamiento: si nos propusiéramos ser completamente racionales no podríamos encontrar una base para creer que haya una verdad, o que nuestra mente y la verdad estén hechas la una para la otra.
Si creyéramos que nuestro intelecto es infalible, podría tener algún sentido esperar hasta contar con pruebas más firmes de la verdad o la falsedad de una hipótesis.
Hacer es creer, y la acción es voluntad. La personalidad de los individuos no se manifiesta en expresiones estáticas, sino sólo en movimiento.
Para Unamuno, la voluntad de sobrevivir es el instinto constitutivo de la vida. La voluntad de poder –voluntad de potencia en realidad, y mal traducida del alemán– era para Nietzsche la fuerza fundamental de todo, incluida la naturaleza. Un ímpetu que va siempre más allá, que no se detiene hasta su muerte; algo vital, orgánico y biológico.
O sea: la fuerza universal, impulso intrínseco de toda materia y la esencia íntima del ser. Visto así, vida y voluntad son sinónimos.
Schopenhauer dedicó toda su obra a la voluntad: “el mismísimo qué del mundo”. Escribió que ella es el incesante y ciego impulso, la cosa en sí, su contenido y esencia. La vida es autoconocimiento de la voluntad, y el mundo su espejo.
Para concluir, queda Rousseau, quien en su Contrato social habló de la voluntad general que se manifiesta en la voluntad de una comunidad: la voluntad colectiva.
De ella dependerá el futuro de este diario: de la voluntad de los lectores y los anunciantes.
No sé por qué, pero estoy convencido que esta vez coincidirán nuestras voluntades.
*Fundador de Perfil
Llegó el tiempo de volver.
Justo un 11 de septiembre, el día de Sarmiento, quién fundó dos diarios y escribió en una docena de ellos.
Fueron 7 años y 42 días sin el acompañamiento del lector. Mucho tiempo, pero fue lo más rápido que se pudo. Incluso podría haber sido prudente esperar un poco más para recuperar fuerzas. Pero así como Andrés Calamaro dice que no se puede vivir sin amor, tampoco se puede vivir sin el lector.
¿Cómo se sobrevivió, y cómo se hizo para cumplir la promesa de volver a encontrarse con el lector?
Fueron años difíciles, pero en los cuales el sueño nunca desapareció. Soñar es terapéutico: el sólo tener el proyecto de hacer, mantiene vivo lo proyectado, como también al soñador.
Voluntad es la primera palabra que viene a mi mente. Einstein sostenía que era una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica.
Y Confucio decía que se le puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.
A veces se las confunde, pero voluntad y fuerza son cosas diferentes. Puede sobrar la segunda y faltar la primera; más raro es lo inverso. No se trata de una dimensión física, sino metafísica.
La voluntad sería una potencia del alma, un decreto divino, fuera del control del sujeto, externo a él y por tanto indómito. Un afamado psiquiatra norteamericano, Abraham Maslow, explicaba que toda capacidad es una necesidad. Pide pista sola. Es un mandato que no se detiene a analizar conveniencias ni a especular.
Su prima, la vocación, viene de vocatio: llamar. Los romanos pensaban que era un llamado de Dios, una vox, una advocación que cuando se producía nadie podía resistírsele; que convoca y mueve a hacer, casi sin saber por qué.
Ortega y Gasset creía que al ser fieles a nuestra vocación éramos fieles a nuestra propia vida. Que la vocación (destino personal) designa la autenticidad del ser humano porque es insobornable e intransferible.
Tantas vueltas para decir que no hay un por qué desde la razón: aquello de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Que en una empresa guiada por el principio de maximizar los beneficios probablemente echarían a quien se disponga a malgastar los recursos en un proyecto tan incierto y económicamente poco aconsejable, como editar un diario.
Para el diccionario, editar es “sacar a la luz pública una obra”. Escribí una vez que editar comparte la raíz con edificar. Y con educar, que también significa “sacar afuera”. Editar proviene –también– del latín: edîtîo que literalmente quiere decir parto, dar a luz. Nada menos.
La creatividad es un intento de imponer nuestros deseos a la realidad. Hacer público lo creado –publicar– es compartirlo, obsequiarlo a sus destinatarios. Los artistas, por ejemplo, arden en deseos de mostrar. Pero aún sin el reconocimiento de los demás, quien crea vive una experiencia gratificante, ya que el trabajo bien hecho hace cantar al espíritu.
Esta reencarnación de Perfil me impulsa a pensar en aquello que también necesitó nacer dos veces. Apenas como cábala y entretenimiento, vale recordar aquí que la Apolo 11 consiguió alunizar después de haberlo intentado y fracasado la Apolo 10. Lo mismo sucedió en Marte: primero falló el Mars Pathfinder en 1997 y luego lo logró el Spirit el año pasado.
La Argentina logró su primer Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 en su segunda final, después de haber malogrado la otra en 1930. Y en su primer Campeonato Mundial de Fórmula 1 Fangio tuvo que abandonar en su primer carrera, pero luego llegó primero en la segunda.
Recién en su segundo viaje por el Atlántico, Américo Vespucio advirtió que aquellas tierras que había recorrido no eran parte de Asia sino un Mundos Novus que llevarían su nombre.
La propia ciudad de Buenos Aires demandó el compromiso de dos fundaciones. Y el alto Aconcagua, como no podía ser menos, reclamó dos misiones para entregar su cumbre: una en 1883, otra en 1896. Unos años antes, también Sarmiento tuvo que fundar dos veces su diario El Zonda.
El destino parece requerir la complicidad de la voluntad.
A veces, intentando lo imposible es como se hace lo posible. La insistencia es la materia prima con la que se consigue realizar los sueños. Leonardo afirmaba que lo que persevera, aunque sea débil se transformara en fuerte.
Para no pocos filósofos, la voluntad tiene un carácter irreductible; es autónoma, principio y fondo de cuanto existe y motor de todo cambio.
Desde una perspectiva moral, para santo Tomás el bien, en tanto que es comprendido, es objeto de la voluntad y la mueve como un fin. Al querer algo, el hombre se quiere a sí mismo. Querer es querer vivir, deseo de seguir siendo.
Descartes consideró a la voluntad infinita respecto del intelecto, porque el segundo delibera pero sólo la primera decide. Y Maine de Biran alteró el principio cartesiano de “pienso, luego existo” por “quiero, luego existo”.
Cualquier ser humano juzgaría absurda la pregunta: “¿Por qué quiere usted existir?”.
La voluntad de creer es requisito del pensamiento: si nos propusiéramos ser completamente racionales no podríamos encontrar una base para creer que haya una verdad, o que nuestra mente y la verdad estén hechas la una para la otra.
Si creyéramos que nuestro intelecto es infalible, podría tener algún sentido esperar hasta contar con pruebas más firmes de la verdad o la falsedad de una hipótesis.
Hacer es creer, y la acción es voluntad. La personalidad de los individuos no se manifiesta en expresiones estáticas, sino sólo en movimiento.
Para Unamuno, la voluntad de sobrevivir es el instinto constitutivo de la vida. La voluntad de poder –voluntad de potencia en realidad, y mal traducida del alemán– era para Nietzsche la fuerza fundamental de todo, incluida la naturaleza. Un ímpetu que va siempre más allá, que no se detiene hasta su muerte; algo vital, orgánico y biológico.
O sea: la fuerza universal, impulso intrínseco de toda materia y la esencia íntima del ser. Visto así, vida y voluntad son sinónimos.
Schopenhauer dedicó toda su obra a la voluntad: “el mismísimo qué del mundo”. Escribió que ella es el incesante y ciego impulso, la cosa en sí, su contenido y esencia. La vida es autoconocimiento de la voluntad, y el mundo su espejo.
Para concluir, queda Rousseau, quien en su Contrato social habló de la voluntad general que se manifiesta en la voluntad de una comunidad: la voluntad colectiva.
De ella dependerá el futuro de este diario: de la voluntad de los lectores y los anunciantes.
No sé por qué, pero estoy convencido que esta vez coincidirán nuestras voluntades.
*Fundador de Perfil