Por: Creusa MuñozSanta Fe comenzó la construcción de "El infierno", la primera cárcel de máxima seguridad de alto perfil para narcos y sicarios, cerca de Rosario, reavivando el debate sobre la eficacia de las políticas de mano dura para contener la violencia que atraviesa la ciudad desde hace años.
La cárcel, prevista en el predio que está detrás de la Unidad Penitenciaria N° 11 en la localidad de Piñero, estará destinada para los reclusos más peligrosos de la provincia de Santa Fe, como
narcos y sicarios, y contará con una capacidad para 1.152 personas. El establecimiento estará constituido por 4 penales, custodiados con 24 torres de vigilancia, que a su vez estarán cercados por un doble muro perimetral de 1.800 metros de largo.
La ubicación no es aleatoria. "El infierno", nombre otorgado por el mismo
gobierno provincial, se construirá dentro del Departamento de Rosario, donde se encuentra la tercera ciudad más importante de Argentina,
epicentro de la violencia narco en el
país tras alcanzar en 2022 un pico histórico en su
tasa de homicidios, que llegó a ser cinco veces superior a la media nacional.
La construcción de una cárcel para criminales de alto perfil en Argentina se inscribe en el marco del resurgimiento de políticas de mano dura a nivel regional. Este fenómeno se debe, en gran parte, al
aparente éxito de las políticas del presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien ha logrado reducir drásticamente las tasas de homicidios en El Salvador, en parte mediante el encarcelamiento masivo de presuntos pandilleros en una de las prisiones más grandes del mundo. Pero más allá del efecto mediático, es poco probable que la extrapolación de un modelo securitario a un país con características tan disímiles, conduzca a los resultados esperados.
Desde Ecuador, pasando por Honduras, hasta Costa Rica, varias de las iniciativas penitenciarias inspiradas en el modelo salvadoreño quedaron a medio camino. En
Ecuador, la construcción de dos megacárceles −anunciada a principios de 2024 "para todos los Bukele lovers", según las
palabras del propio presidente Daniel Noboa− enfrentó contratiempos: un año más tarde, una de ellas tuvo que ser
reubicada debido a las protestas de las comunidades locales. Algo similar sucedió con la que estaba prevista en las
Islas del Cisne en Honduras. Una serie de licitaciones fallidas y el descontento social marcaron, finalmente, su suspensión definitiva.
¿Una réplica del modelo Bukele?En Argentina, un país con
indicadores de violencia muy inferiores a la media regional, la inseguridad marcó la agenda política desde el inicio del gobierno de Javier Milei a fines de 2023. Una pieza clave de la política de seguridad "de mano dura" es el fortalecimiento del sistema penitenciario. Esto quedó claramente de manifiesto cuando la ministra de Seguridad,
Patricia Bullrich, se mostró recorriendo el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) con el fin de interiorizarse sobre los métodos securitarios implementados en El Salvador.
El Gobierno de la Provincia de Santa Fe, de distinto signo político, también contempla entre las principales medidas de seguridad el aumento de la capacidad y control penitenciarios, y coincide en alcanzar ese objetivo a través de un estilo similar al de Bukele.
La secretaria de Asuntos Penales del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, Lucía Masneri, lo expuso claramente cuando
aseguró que las medidas restrictivas en la nueva cárcel serán incluso más duras que las que se aplican actualmente en El Salvador.
Esta no era la primera vez que el gobierno provincial demostraba su afinidad hacia el "modelo de Bukele". Pablo Cococcioni,
ministro de Justicia y Seguridad de Santa Fe, a través de sus redes sociales ya había difundido el 5 de marzo de 2024
imágenes de una requisa sorpresa en la prisión de Piñero, con una estética visual y una narrativa similar al actual gobierno salvadoreño, donde está prevista la construcción de la nueva cárcel de máxima seguridad. Ese mismo día se desataron una serie de
asesinatos aleatorios que
paralizaron la ciudad.
Un enfoque sesgadoVarios factores indicarían que la estrategia penitenciaria no tendrá los resultados esperados. La implementación de la flamante
Ley Antimafia, de marzo de 2025, es un claro ejemplo. Sus disposiciones prescriben que todos los integrantes de un grupo criminal recibirán la misma pena que corresponda al delito más grave cometido por el grupo, al tiempo que amplía las facultades de las fuerzas policiales en la detención de sospechosos. Esto podría conducir al aumento de la población carcelaria y a contrarrestar el principal objetivo del gobierno provincial de alcanzar un mayor aislamiento de los reclusos de alto perfil.
Osvaldo Aguirre, periodista y autor de Rosario narco, al respecto, agrega otro elemento que podría perjudicar el aislamiento: "Todo parece estar enfocado exclusivamente en los presos, como si los guardias no fueran parte de ese circuito de comunicación […] cuando está comprobada la participación de funcionarios penitenciarios en ese tipo de delitos". Efectivamente, este enfoque sesgado podría profundizar aún más el problema al no contemplar la colusión endémica entre los grupos criminales y las
fuerzas del orden, expuesta en reiteradas oportunidades en diferentes
investigaciones judiciales.
Además, al poner el foco en la severidad de las sanciones para disuadir conductas criminales, se podría incitar a derivas autocráticas. Aunque, tal como indicó a InSight Crime, Marcelo Bergman, director del Centro de Estudios Latinoamericano sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero: "No se puede replicar el modelo Bukele en nuestro país, sencillamente porque Argentina tiene un sistema de justicia bastante más fuerte y una sociedad civil mucho más activa que la salvadoreña. Establecer un sistema draconiano que impida el contacto con el mundo exterior, está vedado por nuestra Constitución Nacional".
Cabe preguntarse, entonces, si el establecimiento de esta cárcel de alto perfil podrá alcanzar realmente su objetivo al aumentar la autonomía policial y promulgar un paquete de leyes punitivistas que, lejos de resolver el problema, podrían profundizarlo al provocar un probable aumento de la población carcelaria. Y, fundamentalmente, al ignorar la raíz central de la cuestión que no es otra más que la corrupción política, judicial y policial que acompañó la avanzada narco en la ciudad desde sus orígenes.
El Infierno, un nombre poco aconsejable para una cárcel
En el penal que se construye en Santa Fe, los detenidos deberán vivir conforme a la Constitución y no siguiendo el modelo de Bukele
Por: Miguel Antonio Medina, exjuez federal de Salta Recientemente, el Gobierno de la Provincia de Santa Fe anunció que, en los primeros días de este mes de abril, se iniciaron las obras de construcción de lo que será un penal para narcos y sicarios -a los que denomina "Presos de Alto Perfil"- El lugar elegido es la localidad de Piñero, distante a solo 14 km al sudoeste de Rosario.
En Piñero ya hay un penal en funcionamiento. El nuevo se erigiría a su lado y el proyecto demandó la expropiación de unas ochenta hectáreas aledañas. Se ha informado que la nueva unidad tendrá capacidad para alojar mil ciento cincuenta y dos (1152) reclusos, elegidos entre los más peligrosos de la Provincia. Se ha informado que la obra costará $ 109.000.000.000 y que requerirá un año para su ejecución. El nombre completo de la nueva unidad será "Centro de Reclusión para internos de Alto Perfil (CERIAP) -El Infierno".
Fuentes de la Gobernación dijeron que "El Infierno" estará compuesto de cuatro "mini penales" y un edificio de gobierno general para ingreso. Tendrá tres tipos de escáneres; un muro perimetral de 1.800 m de largo, con circulación vehicular por abajo y peatonal por arriba. Habrá un torreón de vigilancia cada 70 m. Además, tendrá una torre más que estará al fondo y permitirá tener una vista de 360° del lugar.
El anuncio tuvo más precisiones. Se dijo que cada mini penal tendrá seis pabellones en dos pisos, con dos alas. En cada ala habrá doce celdas individuales que se construirán en dos plantas; habrá 288 celdas en cada mini penal, hasta llegar a la cantidad final de 1152 internos.
Cada Mini penal tendrá patio propio. Las visitas y los abogados podrán entrevistarse con los internos en boxes individuales separados por un blinde. No habrá contacto físico entre ellos. El complejo tendrá un servicio de salud intramuros. Contará con sala de conferencias.
En cuanto a la custodia, será provista de armamento específico. La nueva unidad tendrá instaladas cámaras de vigilancia. Habrá sistemas internos de apoyo para investigar toda situación que se plantee y un sistema inhibidor de señal de telefonía celular.
Los voceros del Gobierno dijeron que la finalidad de la nueva unidad es que las personas alojadas en ella no vuelvan a causar daños a la sociedad. Para lograr ese objetivo, entre otras ideas, se hará una categorización de los internos en grupos de doce.
En cuanto al nombre "El Infierno", se explicó que fue elegido pensando en un lugar que hará que los internos no aterroricen a la población santafesina. Se decidió que los pabellones sean pequeños para que los internos no puedan interactuar fácilmente entre ellos.
El acceso a los internos será restringido al extremo. Habrá barreras físicas y escáneres completos de toda persona que ingrese al penal. Se prohibirá el uso de teléfonos celulares. Se insiste en que la prioridad es la protección de la sociedad y evitar la reincidencia de los internos. Habrá más rigurosidad: en "El Infierno" los internos tendrán esposas en las muñecas y los tobillos encadenados.
De todas maneras, habrá políticas de reintegración para los internos que sí tengan potencial para hacerlo. Estos serán separados del resto, ya que en general se niegan a cualquier proceso de readaptación social. La política general para el penal será dispersar a los internos y dificultarles sus reuniones.
Se cree que la nueva cárcel será disuasiva de la impunidad. Los jefes narcos ya no podrán dirigir a sus hombres desde el interior de ella. La secretaria de Asuntos Penales de Santa Fe dijo que el Gobierno tendrá las llaves del "Infierno". Por su parte el ministro de Seguridad del Gobierno provincial sostuvo que ya se demostró que algunos reclusos no quieren resocializarse; por eso son capaces de cometer nuevos delitos desde la misma cárcel.
Además de la nueva cárcel, el Gobierno creará una Cámara de Apelaciones especializada en materia penitenciaria, con la que se pretende evitar el activismo garantista de algunos jueces penales, porque unificará los criterios a seguir en la materia.
Finalmente, las mismas fuentes consultadas dijeron que, cuando la unidad comience a funcionar, se procurará obtener información de los internos y remitirla a los fiscales, a lo que se considera Inteligencia Penitenciaria. Como señal para el futuro, se dijo que ya se desnudó a los internos "a lo Bukele", aunque sin dejar que se vean sus caras.
Hasta aquí, una extensa información obtenida de fuentes oficiales sobre la nueva cárcel, cerca de la actual de Piñero. Veamos qué opinión nos merece.
Es bueno que, haciendo todo lo contrario a lo que -por ejemplo- no hicieron todos los gobiernos de la C.A.B.A., desde su expreso reconocimiento constitucional en 1.994, Santa Fe haya decidido ampliar sus cárceles con una nueva. La C.A.B.A. sigue esperando que alguien, el Estado Nacional, por ejemplo, le construya las cárceles que impidan o al menos hagan más difícil que los centenares de detenidos que tiene en las comisarías de la Policía de la Ciudad, se fuguen por la puerta de entrada, por la del estacionamiento o por los techos. Pareciera que esos gobiernos tienen otras prioridades, como bien puede ser invertir en potenciar la marca turística Buenos Aires, construyendo peatonales, generando nuevas atracciones, etc., antes que invertir en cárceles.
Lo que hizo mal el Gobierno de Santa Fe es elegir precisamente el nombre "El Infierno" para la nueva cárcel. Primero porque si se pensó en dar un mensaje a los presos de alto perfil, justamente a ellos no los intimidan ese nombre ni cualquier otro. Entienden cuáles son las reglas cuando ganan y cuando les toca perder.
Además, el nombre es sobreabundante. Todos sabemos que las cárceles, en su inmensa mayoría, no son sanas ni limpias. Por eso si algo debiera intentarse al menos es construir nuevas que sean inauguradas sanas y limpias y que se mantengan así cuando pase el tiempo. Quienes tuvimos la oportunidad de ver obras de esta clase en ejecución, luego ya terminadas e inauguradas, al poco tiempo volvimos y ya se notaba lo que significan esas paredes y esas celdas para los internos. Aparecen los rayones, las pintadas, las marcas del calzado sucio, cuando no una celda incendiada y clausurada, porque el interno que estaba alojado inició el fuego ahí mismo para quitarse la vida.
"El Infierno" bien podrían ser algunas comisarías de otras provincias, en las cuales hace mucho tiempo que, por no poder construir nuevos establecimientos penales -no por no querer-, los nuevos detenidos de cada día son alojados en ellas. Debe ser un infierno estar agrupados uno al lado de otro, sin camas, ni catres, colchones o mantas para dormir; debe ser un infierno turnarse para dormir; debe ser un infierno estar alojado en un lugar de poca superficie, en el que no hay baño, ni ducha, o algo parecido a la humanidad.
Ni qué decir de la bravata de la desnudez a lo "Bukele". Debiera recordarse que el nombrado logró su reelección a pesar que la Constitución de El Salvador lo prohibía. Que parece disfrutar de su amarga victoria de final abierto contra la delincuencia organizada del país, obtenida al altísimo precio de los derechos y garantías que tienen las personas alojadas en sus cárceles, y al creciente número de muertes dudosas de internos vestidos de blanco, en forma total o parcial.
Ni él se debe haber imaginado que tanto esfuerzo por ahora le alcanzó para vender su producto carcelario al gran país del Norte, que ya le está enviando más detenidos, por los que pagará una suma anual, en dólares.
La cárcel es una institución que, como dijo Norval Morris, quien fuera profesor en la Universidad de Chicago, en su obra "El Futuro de las Prisiones", tiene sus antecedentes en los hospicios, los reformatorios y los buques de convictos. En su notable "Vigilar y castigar", Michel Foucault dijo que el primer modelo carcelario, destinado en principio a mendigos y malhechores jóvenes, funcionó en el Rasphuis de Amsterdam, que fue abierto en 1596. La primera de los Estados Unidos, según Morris, fue creada por los Peregrinos en Massachusetts, a fines del siglo XVI, y dos siglos después se perfiló mejor en Pensilvania.
Por ello es que, trescientos años después, infunde variados sentimientos negativos para quien no la conoce. Si de él dependiera, no quisiera conocerla. Diría, es lo peor que me podría pasar. Eso es muy anterior al nombre que hoy nos ocupa.
Fuentes: InSight Crime, Diario El Tribuno