martes, 29 de octubre de 2019

El futuro del Grupo Clarín frente al triunfo de Alberto Fernández

Hace una década, Grupo Clarín y Fernández de Kirchner incubaron una legendaria trama en la que ambos midieron sus fuerzas en la opinión pública de Argentina. En el que Kirchner quiso desmembrar a Clarín en varios negocios independientes de medios, en tanto que ese conglomerado buscó su nicho en la telefonía celular para vender productos de triple play
Por: Nicolás Lucas
Alberto Fernández, un político con ideas de izquierda, ganó la elección presidencial argentina con el 48% de los votos, gracias a un discurso de Estado benefactor y de contención de la inflación, así como del tipo de cambio peso-dólar; dos factores que hoy tienen en la lona a la economía de ese país. Esa prédica hace pensar que las acciones tomadas en telecomunicaciones y radiodifusión por el presidente Mauricio Macri durante su gobierno, autoproclamado como liberal, no serían prioritarios para el nuevo presidente y rescata del pasado aquella historia que acentuó el conflicto entre el Grupo Clarín con Cristina Fernández de Kirchner por un tema de ley de medios y convergencia.

Hace una década, Clarín y Fernández de Kirchner protagonizaron una legendaria trama en la que ambos midieron sus fuerzas en la opinión pública de Argentina. En la que Cristina Fernández quiso desmembrar a Clarín en varios negocios independientes de medios, en tanto que ese conglomerado buscó su nicho en la telefonía celular para vender productos de triple play, al tiempo que movilizó su influencia mediática contra el poder de Kirchner.

El pretexto que dio origen a toda esa historia fue un paro agropecuario y bloqueo carretero en el que Clarín tomó partido ante el entonces jefe de gabinete presidencial, Alberto Fernández, y Cristina de Kirchner, próximos presidente y vicepresidenta de Argentina a partir del 10 de diciembre de 2019.

Mauricio Macri respaldó siempre a Grupo Clarín y ya durante su presidencia, en 2018, avaló una concentración de activos entre Cablevisión de Clarín y Telecom Argentina; se habló entonces de una fusión valorada en 11,000 millones de dólares. Macri, como presidente, intentó abrir el sector a la competencia con la posibilidad de que los operadores de telefonía celular ahora pudieran vender televisión de paga a través de sistemas satelitales e incluso presentó un plan para que esas compañías distribuyeran ese tipo de contenidos mediante redes fijas; y de paso aprovechó su tiempo para crear mayor disponibilidad de espectro para servicios móviles.

Todo relacionado con un interés de crear una industria convergente que en los proyectos de ley y con los decretos de necesidad de urgencia que Mauricio Macri publicó, nunca quedó todo arreglado previo a hacer la entrega del traspaso de poder a Fernández.

La pronta llegada de los Fernández a la Casa Rosada tiene hoy en alerta a los especialistas que siguen el sector de telecomunicaciones bonaerense, pues más allá de qué tipo de política pública diseñará el nuevo gobierno para esa industria, queda por ver cómo terminará para siempre un conflicto que inició en 2008; que escaló a los tribunales y que tuvo una pausa con la victoria de Macri en las presidenciales de 2015 y una aparente victoria que, al morir Ernestina Herrera de Noble, dueña de Clarín, se marchó viendo a su candidato ganar la Presidencia del país y a Cablevisión incursionar en la telefonía celular.

"Por supuesto, el gobierno no va echar para atrás la fusión de Clarín con Telecom. Eso es impensable. Pero sí tiene que ver cómo va a arreglar definitivamente aquel viejo tema de la convergencia y cómo hacer un regulador fuerte, no queremos un órgano regulador a modo de cada gobierno. Y convergencia tenemos una década discutiendo ese tema; porque no lo resolvimos y si lo hicimos, mal lo resolvimos. Vamos a tener que discutir ese tema. Esto de la convergencia es la ley más vieja de todas; hablamos de 5G, Iot, inteligencia artificial, innovación, pero respecto a la convergencia, eso sigue allí", dijo Alejandro Prince, director general de Prince Consulting, en una serie de conferencias organizadas por 5G Americas en Futurecom Brasil.

En Futurecom 2019, el festival de telecomunicaciones de mayor relevancia en América Latina, Prince reconoció avances de Mauricio Macri en transparencia de datos, aplicaciones de gobierno electrónico que facilitaron más de un trámite gubernamental; también los avances para habilitar la prestación de servicios satelitales para las telefónicas y mantenimiento de políticas de conectividad en colegios de educación básica heredadas de gobiernos kirchneristas, pero el faltante fue el asunto de la convergencia, que necesariamente tendrá que tocar el futuro presidente Alberto Fernández.

Andrea Catalano, periodista argentina de telecomunicaciones, dijo que el próximo gobierno federal de su país también debería elevar a rango de ministerio a la entidad que observe la Ley de la Economía del Conocimiento, promulgada en junio todavía por Mauricio Macri con el fin de conceder beneficios fiscales a sujetos que promuevan desarrollos de software, producción audiovisual, biotecnología o servicios de investigación, entre otros; pero que por no tener escrito su texto con mayor claridad, podría entenderse que prácticamente cualquier empresa de otro sector económico podría beneficiarse de esta normativa.

Mauricio Macri en su momento intentó sacar adelante una robusta ley de telecomunicaciones, en la que se planteó el tema de la convergencia, pero no halló los tiempos políticos adecuados para avanzar con ese proyecto en el Congreso de su país.

Ahora, "el escenario ha cambiado. El gobierno de Cristina de Kirchner era un enemigo declarado de Grupo Clarín, pero ahora viene el gobierno de Alberto Fernández y pareciera que los ejecutivos de Clarín lo ven con una mirada enamorada", añade Alejandro Prince, de la firma Prince Consulting.
"Parece que hay un cambio que nos hace pensar que estamos en la relación que había entre el primer gobierno Kirchner y Clarín. Aparentemente viene una relación distinta, pero es una historia que se tocará otra vez".
Foto: Reuters
Fuente: El Economista