Hace unas semanas subí una foto con Alberto Fernández y, además de que 2 mil personas dejaron de seguirme en Instagram (en las otras redes no sé cuántas fueron), recibí cientos de mensajes insultantes, amenazantes o que me recomiendan dejar de lado la política y dedicarme exclusivamente al humor “que es lo tuyo” (como si la producción de humor no fuera un acto político), y solo unos pocos contándome que no acuerdan conmigo ideológicamente pero que disfrutan de mi trabajo y lo seguirán haciendo.
Dos cosas
Una: No voy a extrañar a ninguno de los que dejaron de seguirme.
Dos: Las grietas existen, son incontables y nos diferencian. Pero si hay una que tenemos que cerrar –de ambos lados– es la de la idiotez, la de la intolerancia. Un país sin libertad de expresión es uno peligroso.
Del muro de Facebook de Tute sobre la grieta y el humor político