viernes, 26 de mayo de 2017

30 años de la fundación de “PáginaI12”: La primera Página

Se cumplen 30 años de la fundación de “PáginaI12”. Lanata, Verbitsky, Blaustein y muchos de los protagonistas reconstruyen aquel hito
Por: Andrés Fidanza e Ignacio Fusco
Tapa del primer número, dedicada a los militares
Fue la última aventura del periodismo gráfico que funcionó, y decir que funcionó no sólo implica el hecho de que perdura (con las dificultades, claro, que tienen todos los medios de su rubro), sino porque su mito fundacional, la leyenda que palpita detrás de su nacimiento, no se consumió en su propia hoguera, pese a estar plagada de atributos románticos y bien argentinos: audacia, poco dinero, ambición, talento, intuición, el eco de cierta clandestinidad, locura. El 26 de mayo de 1987, con una tapa que decía “Sí, juro” (una nota firmada por Horacio Verbitsky), salía por primera vez a la calle PáginaI12. El diario, que en un comienzo se editaba de martes a sábado para luego comenzar a publicarse también los domingos, aglutinó a una colección de periodistas -en su mayoría- jóvenes y brillantes, comandados por Jorge Lanata y secundado por un personaje emblemático como Osvaldo Soriano. El dinero del ERP, la inspiración en Liberation francés, las peleas por las máquinas, el desenfado de todos, la aparición de una nueva forma de informar y opinar, el clima de época: a continuación, una historia oral que reconstruye aquellos días.

Jorge Lanata (Director de PáginaI12)
En el 86 estábamos en El Porteño, que era una revista contracultural. Ahí había una sección que se me ocurrió a mí: se llamaba “The Posta Post”. Estaba diagramada como un diario porque la idea era que fuera algo así como “Charlas de quincho”, puteríos con datos cortos, que no hubiera que desarrollar. El logo de “The Posta Post” eran con letras tipo The New York Times y abajo decía: “Todo lo que los demás diarios saben pero no se animan a publicar”, y ésa fue un poco la idea de PáginaI12 al comienzo. Nosotros decíamos: “No sabemos más que los demás, lo que tenemos es la independencia para ponerlo”. A partir de “The Posta a Post” se me ocurrió entonces lo de PáginaI12, un proyecto que no era nada, un cuadernito.

Eduardo Aliverti (Columnista de PáginaI12)
La aventura de Página empieza en los estudios de Radio Belgrano, en reuniones con (Ernesto) Tiffenberg y Lanata. Los tres formábamos parte de la cooperativa El Porteño, y ahí hablábamos, cada tanto, de la posibilidad de hacer un diario contrainformativo de pocas páginas.

Eduardo Blaustein (Editor de PáginaI12)
“Un boletín de contrainformación, como hacía Walsh”, me dijo Lanata cuando todavía estábamos en El Porteño. Había entonces una puja de méritos entre Ernesto y él. Tiffenberg era más claro, siempre fue más culto. Lanata era más intuitivo, trabajó en Diario Popular. Visto a la distancia, la pequeñez del proyecto era entrañable.

Alberto Dearriba (Editor de Política de PáginaI12)
Los ejes eran: info que nadie publica, no darles bola a las agencias de noticias, hacer investigaciones. La idea era que fuera un diario de izquierda. Yo decía: “Va a durar un pedo en una canasta, sin publicidad”.

Aliverti
En las reuniones que teníamos yo preguntaba por los fondos del diario, quién iba a bancar eso.

Lanata
Yo estaba laburando en un libro que nunca publiqué, de historias de presos políticos; dos veces por semana venían a verme a la redacción de El Porteño tres o cuatro tipos, para que los entrevistara, y la mayoría era del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Así tomé contacto con lo que era el MTP (Movimiento Todos por la Patria), y con uno de ellos, Francisco “Pancho” Provenzano, que luego murió en el copamiento de La Tablada, conseguimos la guita para empezar. Se la pedimos a ellos.

Fernando “Tato” Dondero (Trabajador del área de Intendencia y primer delegado gremial de PáginaI12)
Yo militaba en el MTP y conocía el detalle del proyecto porque era amigo de otro militante, el que sería el primer Gerente General del diario: Alberto Elizalde Leal, a quien conocíamos como “Manzana”.

Alberto Elizalde (Gerente General de PáginaI12)
Lanata nos contó el proyecto en una reunión en la casa de Eva Giberti y nos preguntó si le podíamos conseguir financiamiento. Después me reuní con Pancho Provenzano, le conté, y él me dijo que le parecía interesante. Al poco tiempo me volvió a llamar. “Está aprobado”, me dijo. Lo había consultado con Enrique Gorriarán Merlo.

Aliverti
Inicialmente, Lanata hablaba de fondos que aportaría el empresario Osvaldo Sivak. Solíamos juntarnos a charlar con él y Tiffenberg en el bar Varela Varelita, el que está en Scalabrini Ortiz y Santa Fe, y un día nos contó que los fondos ya eran de Fernando Sokolowicz. Yo tenía data de que había guita “Nica” en los comienzos, pero no lo tenía confirmado. Me molestaba que no estuviera claro.

Miguel Rep (dibujante y humorista gráfico de PáginaI12)
Lanata me lo dijo de entrada: Sokolowicz era un empresario maderero, un tipo cercano al movimiento de los DD.HH., un liberal judío que va a poner la plata para tres meses, seis meses. La guita era ésa. No había sospechas de otra guita.

Lanata
A Sokolowicz lo trajeron apenas después de que Pancho Provenzano me mandara a decir “la plata está, la ponemos nosotros”. Fernando había estado en el Movimiento Judío por los Derechos Humanos, había laburado mucho el tema de los presos políticos también. Ya había como una relación.

Elizalde
Sokolowicz ponía algo, pero no demasiado. La cosa era así: Pancho me daba la guita y yo me ocupaba de la parte empresaria y administrativa. De hecho, la marca del diario la registré yo. Lanata se ocupaba de lo periodístico. La plata, creo, venía de Nicaragua. Eran miles de dólares por mes. No recuerdo bien, pero serían unos 50 mil dólares mensuales, aunque no regularmente.

Rubén Furman (Secretario de Redacción de PáginaI12)
En ese momento, la factura publicitaria de un diario era miles de dólares por mes. Página iba a contramano de eso, o sea: a contramano de conseguir publicidad.
Lanata, con menos de 30 años. Otro Lanata
Blaustein
Sabíamos que había guita del MTP, pero eso no era una cosa muy sorprendente por entonces. Muchos éramos ex militantes, no nos hacía demasiado ruido. Igual, sí, había algo confuso alrededor.

“Tato” Dondero
La plata del MTP no era de la Argentina, esa guita vino de afuera. De Nicaragua seguramente. Acá había una organización absolutamente pobre, teníamos un local y después era todo militancia.

Horacio Verbitsky (Columnista de PáginaI12)
Se sabía que había aportes de distintos movimientos políticos, como el MTP, el sector de la Coordinadora Radical de Federico Storani, que en ese momento era el ala progresista, o algunos grupos del peronismo. Después, bueno, vino La Tablada, y todo se magnificó, se malinterpretó en forma deliberada. Desde el Gobierno, para atacar a un diario que le molestaba, y desde los restos del MTP, para darse importancia. Así se crean los mitos.

Furman
Hubo entonces varios proyectos parecidos a PáginaI12. Horacio Verbitsky y Eduardo Luis Duhalde andaban en uno, pero el que primero llegó al financiamiento fue Lanata.

Sergio Ciancaglini (Editor de los domingos PáginaI12)
Eduardo Duhalde había ideado un proyecto con Claudia Acuña, Horacio Verbitsky y yo, que se iba a llamar La Hoja. Y se iba a llamar así porque iba a tener una sola hoja, que a lo sumo se pudiera doblar, guardar así nomás.

Verbitsky
La idea de La Hoja era que fuera alternativo. Poco papel y mucha información de la que no se encuentra en los grandes medios, cuya falta de credibilidad ya me parecía evidente. Con el proyecto hecho, una vez que chequeamos su viabilidad, me eché para atrás. No tenía ganas de volver a editar, era una etapa cerrada para mí después de Confirmado, La Opinión, Semanario CGT y Noticias. Sólo quería escribir y a eso me dediqué.

Ciancaglini
Hay que abstraerse del manicomio cotidiano para montar tu propio manicomio, y mientras Horacio estaba en lo suyo y yo estaba tan absorbido por el día a día de La Razón, Lanata se puso 100% con Página. Conoció a Sokolowciz, consiguió el financiamiento.

Furman
Yo no sé cómo hizo pero logró contacto con la caja residual del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que en ese momento la manejaba el comandante Gorriarán Merlo. En una decisión política muy sabia, le dijeron: “Hagan el diario, nosotros ponemos la plata pero no nos metemos”. Fue lo que pasó.

Tato Dondero
A diferencia de experiencias como las del diario Noticias con Montoneros o el diario Sur con el Partido Comunista, Página no fue el house organ del MTP.

Lanata
El MTP quería armar un medio pluralista porque eso le servía. Le servía difundir pluralismo en una sociedad en la que no había medios así.

Aliverti
PáginaI12 no puede entenderse sin Radio Belgrano. El proyecto plural, progre, disruptivo de Radio Belgrano con mi programa, “Sin Anestesia”, había sido la gran novedad en 1984 y 1985, y el vacío que dejó a mediados de 1986, con la aparición del Plan Austral, le dio al diario un rempujón para que cubriera ese lugar.

Verbitsky
Los medios tradicionales eran horribles; había una demanda social que ya habíamos visto con El Periodista, donde yo trabajaba en ese momento, en relación con los derechos humanos.

Furman
Cuando fue el primer levantamiento carapintada, Lanata nos preguntó si podíamos adelantar la salida del diario porque era claro que PáginaI12 cubriría el espacio que estaba dejando vacante (y que dejó vacante, finalmente) La Razón, que era el diario que estaba a favor de los derechos humanos.

Ciancaglini
A La Razón lo manejaba José Pirillo, quien empezó un conflicto por el que tomamos el diario durante 25, 30 días. No nos pagaba los sueldos, era un desastre total.

Lanata
La Razón estaba tomado, me acuerdo, sí. No sé, yo llamé y convoqué gente de todos lados. En ese momento laburaba en La Ópera, el bar, y era un delirio, porque llamaba a un tipo de Clarín y le decía: “Mirá, deja Clarín y vení”; se me cagaban de risa la mitad.

Marcelo Zlotogwiazda (Redactor de PáginaI12)
Lanata me llamó cuando recién empezaba a armar el diario. Nos reunimos en el bar Ópera, que era donde te citaba él, sí. Habíamos laburado juntos en “Sin Anestesia” y El Porteño. No lo dudé, lo viví como una aventura.

Daniel “Sordo” Iglesias (Jefe de Arte de PáginaI12)
No tenía oficina Lanata. Nos juntábamos en bares. Yo vivía por Congreso. Íbamos a uno medio tradicional que se llamaba Del Carmen, creo, enfrente de El Molino. Ahora es una pizzería.

Verbitsky
El que me ofreció entrar a mí fue el propietario, Fernando Sokolowicz, a quien conocía por el movimiento de derechos humanos. Un día vinieron a mi oficina Lanata, Tiffenberg, Carlos Gandhi y Manzana Elizalde. Me dijeron que querían hacer un diario, conocían mi proyecto y querían que los asesorara. Tenían unos 20 años menos que yo. Les conté mis ideas y se fueron.

Furman
Yo no lo conocía a Lanata, que me citó y me presentó a Tiffenberg. Yo iba a ser el Secretario de Redacción, el número 3, después de ellos. Había poca experiencia en el grupo fundador, poca gente con experiencia de diario, y eso era, digamos, lo que yo aportaba. El Sordo también sabía lo que era un diario; Miguel Martelotti, el jefe de fotografía, sabía lo que era un diario; pero tanto Lanata como Tiffenberg no sabían bien lo que era hacer una agenda ceñida diaria. ¿Cómo se hace un diario? ¿Cuáles son los temas de hoy? ¿Qué vamos a cubrir? Fueron meses de mucho trabajo.

Dearriba
Un día, después de que el Gordo le contó al Sordo que iban a estar Osvaldo Soriano y Verbitsky, el Sordo le preguntó: “¿Y quién te va a hacer el diario?”. “Todos éstos”, le dijo el Gordo. “No, necesitás alguien que coordine, organice”. El Gordo no sabía si la diagramación estaba en el taller o en la redacción, tenía una idea bastante clara del diario que quería pero no sabía cómo se hacía. Entonces, el Sordo le aconsejó que me viera a mí. Nos encontramos en Café Suárez, en diagonal al Congreso. Callao y Rivadavia, lindo. El Gordo se apareció con un traje manchado que no le cerraba. “¿Quién va a hacer el diario? Porque vos tenés los adornos pero te falta el arbolito”, le dije. “Para eso te quiero a vos”, me contestó.
Blaustein
Mientras le duró la modestia, Lanata confesó que no sabía un carajo. El que sostenía el día a día era Tiffenberg: el rigor, el cuidado de la edición. Estaba al fondo, era fóbico. Pero era el que se encargaba del laburo duro y riguroso.

Rep
Cuando Lanata me convocó, lo primero que le pregunté fue sobre el público. “Y, es medio como El Porteño”, me dijo. Mil preguntas tenía yo: si nosotros tenemos 26, 27 años, ¿quiénes nos van a leer, rockeros? Pero después me dijo que estarían los viejos, Soriano, José María Pasquini Durán, así que ahí entendí: éramos lo nuevo dentro de lo viejo.

Nora Veiras (Cronista de PáginaI12)
Soriano siempre decía que a él lo habían llamado para trabajar de viejo. No tenía ni 50 años, imaginate lo que éramos los demás. Lanata tenía 26 años. Tiffenberg, 29.

Lanata
Página empezó en una oficina en Montevideo y Lavalle que tenía 50 metros, 60 metros. Un delirio: pensábamos hacer un diario ahí. Tres ambientes tendría, ponele. “En este escritorio va a ir Internacional, en el otro va a ir…”, le iba diciendo a Ernesto cuando la recorrimos por primera vez.

Santiago Rodríguez (Cronista de PáginaI12)
Era un segundo piso, típico departamento de Tribunales en el que podían entrar dos abogados y una secretaria. Ni baño propio tenía. Lo teníamos que compartir con los departamentos del piso.

Lanata
En un momento, cuando ya vimos que la cosa era imposible, alquilamos otra oficina: Perú 367, piso 12. Mucha gente pensó que se llamaba PáginaI12 por eso, y no, no fue así. Igual, el nombre se puso en Montevideo, en la oficina de Montevideo. Los números cero también se trabajaron ahí.

Aliverti
Recuerdo intercambios con Jorge y Ernesto sobre el nombre. A mí me gustaba mucho “Reporter”, pero estaba registrado.

Lanata
Había un hijo de puta que había registrado “Girasol reporter”, que era una revista de girasol, y ya en gráfica no lo podíamos usar. Igual, en radio lo metimos. “El Diario”, “El Diario de Buenos Aires”, eran otros nombres que tiramos.

Aliverti
No recuerdo quién dijo: “Che, tiene 12 páginas, llamémoslo Página 12”, y quedó. Aunque nunca tuvo 12 páginas.

Lanata
Nadie entendió nada, salimos y teníamos 16. Entonces se nos ocurrió poner un reportaje largo en la página 12, que eso quedara como una característica del diario; los números cero sí tenían 12 páginas.

Veiras
Eran muy pobres esos números cero. Me acuerdo una reunión en la que Osvaldo Soriano levantó un ejemplar y dijo: “Esto no es ni un pasquín de barrio; no sirve para nada”.

Dearriba
El Gordo insistía con el humor, la ironía, los guiños a los lectores, algo que se había usado en Primera Plana, en El porteño, pero nunca en un diario.

Furman
Tuvimos muchos modelos, pero el diario Liberátion, de Francia, cuya característica era ser irreverente, fue fundamental. Ésa era un poco la apuesta: hacer un diario irreverente con noticias interesantes para un público que estaba recortado perfectamente.

Rep
Mientras trabajaban en los números cero me llamó Andrea Ferrari, que creo que era la esposa de Tiffenberg. “Che, queremos que dibujes en un diario que va a salir”, me dijo. Me reuní con Lanata y me propuso laburar una historia que yo ya hacía, Los Alfonsín, que salía en Humor. Me dijo también que en la tapa ya estaban Rudy y Paz, que para el medio pensaba a Sendra, y que a mí me tocaba la contratapa. “Ah, mirá, empieza con un chiste y termina con un chiste. Es un chiste tu diario”, le dije. Así que, bueno, veremos cuánto dura este chiste.

Tato Dondero
“Acá hay plata para tres meses, muchachos”, nos dijo una vuelta Lanata, así que la sensación era que mucho no iba a durar.

Dearriba
Había que entender qué carajo quería el Gordo. En el 87 estuvo el Papa en Buenos Aires, ponele, era todo un quilombo, estábamos hartos del Papa. Después de que se fue, le pregunté al Gordo: “¿Cuál sería el título de hoy?”. “Al fin solos”, me contestó. Empapelaron la ciudad con eso. Cientos de anuncios. “Éste es un loco que se caga de risa de la Iglesia”, me dije yo.

Lanata
El tono del titulado lo sacamos de Libé, el diario francés, pero le dimos una vuelta, que era el sentido del humor. Libé no hacía eso. En la tapa robábamos de todos lados. Por el Gordo Soriano, que era asesor editorial mío, un tipo que estaba cerca nuestro (de toda la banda ésa de los 70 era el que más cerca estaba), conocí Il Manifesto, un diario italiano del que robamos, en la tapa, los números “2, tal cosa”.

Rep
El diseño del diario era espantoso. Me gustaba el logo, pero el resto era espantoso. Del staff yo sólo conocía a Verbitsky, así que lo llamé y le dije: “Che, estoy mirando los números cero. Es un diario de mierda, éste. ¿Cuánto falta para que salga?”. “Una semana”, me dijo. “No, es una mierda. ¿Por qué no vamos y hablamos con el Lanata éste?”. Pedimos una reunión, fuimos juntos. Yo tenía bastante experiencia en diseño, así que le empecé a decir: “Esto es una porquería”. Y el Gordo anotaba todo, todas las críticas.

Sordo Iglesias
Los primeros bocetos de Página los hice en mi casa. Me basé en cosas que había visto o trabajado en otros lugares. Entonces se creía que las cinco columnas no funcionaban, Clarín había instalado que las seis columnas optimizaban la posibilidad de ubicar marcas, fundamentalmente las más pequeñas, pero un diario de cinco columnas se acerca más a una lectura óptima, así que apostamos ahí. Los otros medios eran muy rígidos en el titulado, tendrían sólo cuatro o cinco fórmulas, todas mecánicas. Página fue la última renovación de la comunicación.

Lanata
Igual los números cero eran una porquería, estaríamos a una semana de salir y la ciudad ya estaba tapada de afiches que decían: “PáginaI12: el diario sin desperdicio”. De una falencia, que era la cantidad de páginas, había que hacer una virtud.

Zlotogwiazda
La tapa sería la principal novedad. La irreverencia, el humor. Jorge es un extraordinario publicista, dotado para venderte cosas, para interesarte en algo.

Furman
Creo que fue Soriano uno de los que influenció esa idea, que en un par de palabras en la tapa ya debía entenderse y definirse la situación que se iba a contar.

Aliverti
Más allá de la acidez, el humor, las firmas fueron fundamentales. Lo que más preocupaba de Página a los demás diarios era el peso de las firmas. Eso fue clave para su éxito.

Lanata
No, yo pensaba que iba a ser horrible, un fracaso. Con el Gordo Soriano fuimos a comer una noche a un restorán que estaba atrás del teatro San Martín que se llamaba Claudio, estábamos los dos desesperados. “Va a ser un fracaso asqueroso”, nos decíamos, hasta que entraron unos gatos, se pusieron sobre una cortina y lo empezaron a seguir al Gordo. El Gordo tenía una superstición con los gatos y ése fue el mensaje, me dijo, de que nos iba a ir bien.

Dearriba
Les corrimos el límite de lo publicable a todos los diarios, fue un placer. Imponer un diario no es fácil y nosotros lo logramos muy rápidamente. Se veía gente por la calle con Página, era la gloria. Y lo hicimos con recursos muy limitados: al principio no teníamos ni agencias de noticias, el taller de revelado estaba en un baño. El inspector más corrupto lo hubiera cerrado. Fue ganar la tercera guerra mundial con una gomera.

Veiras
El laboratorio de fotografía funcionaba dentro del baño de mujeres, sí. O sea, lo habían bloqueado, y el único que había era para hombres. Nosotras íbamos al baño de la oficina de Lanata. “Permiso, Jorge, ¿puedo?”.

Aliverti
El clima de la redacción era de cierta bohemia. Estamos hablando de máquinas de escribir, estamos hablando de la poca bola que se le daba a la incomodidad física. Creo que todos sentíamos que estábamos formando parte de una aventura importante; entonces, si estabas codo a codo, si había cola para ir al baño, algo estaba bien.

Sordo Iglesias
Las redacciones, los departamentos de Página no eran cama caliente: eran silla caliente. Te parabas un segundo y venía otro a sentarse en tu lugar.

Ciancaglini
Conseguir una máquina de escribir era una lucha.

Furman
A dos meses de la salida del número uno cambiamos de redacción. Nos fuimos a Perú 387 ó 381 a un departamento que curiosamente había sido el búnker de Alfonsín en la campaña electoral. Un departamento en un piso de arriba, chico, como puede ser un departamento grande, cuatro dormitorios, un living y dos baños y punto, y ahí pusimos un diario. La redacción estaba en un living, con mesitas una al lado de la otra.

Santiago Rodríguez
El día que salió el primer número estábamos casi todos en la imprenta, que quedaba en Pompeya. Fuimos después del cierre, tipo a las 12 de la noche. El Gordo Soriano fue el que agarró el primer número, recién salidito de la imprenta. De ahí nos fuimos a comer a Montevideo y Corrientes, creo que a Cuchillo y tenedor.

Aliverti
En la primera tapa las llamadas eran de Pasquini, “Videla y libertad de prensa”, y mía, con “El reino del revés”. Y el “Sí, juro”, que fue un gran acierto. Me acuerdo que en un momento se discutió si el título no debía ser “Hoy un juramento”. El primer número lo compré en el puesto de Scalabrini y Paraguay, en la esquina del bar Varela Varelita, donde había empezado todo. “Deme Página”, le dije al diariero, que ya sabía de qué hablaba.

Verbitsky
Si el diario hubiera aparecido un año antes o después, la cuestión militar habría sido el asunto de una minoría intensa. Pero en mayo de 1987, a un mes del alzamiento carapintada, era una cuestión vital para la democracia y nadie quería estar al margen. Ése es el factor azaroso que le dio al diario tamaña repercusión. La tapa del primer día fue una nota mía.

Zlotogwiazda
Fue todo un suceso. Me acuerdo del clima de alegría que había en la redacción por las ventas, por el impacto que había generado.

Lanata
El diario no fue negocio al principio. Durante un año y medio lo financió el MTP, pero después nos quedamos en pelotas y hubo que salir a buscar guita de cualquier lado. ¿La Tablada cuándo fue? ¿89? ¿89, no? Ahí va, un año y medio. Para nosotros fueron como diez, je, pero año y medio, sí. Después, el diario siguió saliendo como pudo.

Veiras
Nosotros no teníamos archivo, y al mes del primer número me pidieron si podía ir al de Clarín, donde yo había trabajado, a fotocopiar un material. Fui, y en un pasillo me lo crucé a Van der Kooy. Me miró y me dijo: “Está muy bueno, pero no va a durar más de tres meses”.

Lanata
Tiffenberg tenía un Peugeot 404 en esa época. Yo no sabía manejar y él me llevaba, y en la esquina de Callao y Corrientes, a las dos de la mañana, escuché a un canillita que gritaba: “Clarín, Nación, Página”. Le miré, le dije: “Boludo, hicimos un diario”.
(Todos los testimonios fueron obtenidos por entrevistas directas)

Andrés Fidanza
es periodista. Colabora en Perfil y Anfibia, entre otros medios. En Twitter es @andresfidanza
Ignacio Fusco es uno de los fundadores de Revista Don Julio. Ex redactor del diario Olé, también fue presentador en OléTeVé. Tiene Twitter pero no tuitea: @ignaciofusco

Fuente: laagenda.buenosaires.gob.ar