Juan Carrá y Laureano Barrera son dos periodistas que integraban la plantilla de Infojus Noticias y que por estas horas fueron despedidos. Ambos relataron en primera persona, desde sus perfiles de Facebook, este difícil momento:
Juan Carrá contó: ¿Grasa militante? ¿Ñoquis? Solo son excusas. Quien las quiera creer es un miope, se pierde la posibilidad de analizar cómo, para qué y por qué está pasando lo que está pasando con los trabajadores del Estado. Hace dos años que me levanto a la seis de la mañana, salgo a laburar y me rompo el orto ocho horas por día, y muchas veces más, en mi puesto de trabajo.
Como yo, el resto de mis compañeros de Infojus Noticias: periodistas, fotógrafos, productores, camarógrafos, diseñadores; profesionales. Los que en estos años le dimos voz a las víctimas del terrorismo de Estado, los que hicimos especiales por el atentado terrorista a la AMIA, los que contamos el gatillo fácil, el narcolavado, las inundaciones y sus responsables, los femicidios... esto y muchas cosas más contamos y quizás en esto que contamos esté la raíz de por qué hoy diez trabajadores (redactores, fotógrafos, productores audiovisuales) nos quedamos sin trabajo. Tampoco lo sabemos porque nadie dio la cara, nadie dijo por qué desde hoy somos desocupados.
Nos enteramos porque nuestros usuarios fueron borrados del sistema y no pudimos entrar a nuestras computadoras. Así supimos que algo pasaba con nosotros, después todo burocracia, destrato y silencio.
Yo no me como el verso de los ñoquis, ni de la grasa militante, eso es para la gilada, para los que no saben que con esta presidencia lo que se viene es el achique del Estado a su mínima expresión, la venta del país, la desocupación, pobreza, exclusión social.
También podrán comprar dólares, los que tengan algún peso (?). Que te la cuenten como quieran. Nosotros podemos contarte cómo es nuestra vida, a qué le somos fieles y a qué no. Lo que te puedo asegurar es que somos laburantes, y como laburantes vamos a seguir poniéndole el cuerpo. Porque muchos ya sufrimos vaciamientos de medios. Porque tampoco nos comemos el verso del cuarto poder... el cuarto poder son las corporaciones periodísticas, no nosotros diez, ni nuestros compañeros de la dirección que fueron despedidos por ser parte de la conducción de la gestión anterior, ni tampoco los del Grupo 23, ni los de Continental, ni... y la lista puede seguir porque, con el macrismo somos un blanco móvil. Tarde o temprano, vas a estar en la mira.
Laureano Barrera editó: Perdón por publicar tan tarde, pero fue un día agotador y recién ahora puedo sentarme a leer el apoyo de los afectos en las redes sociales. Llegué de noche, a casa, después de un trajín de reuniones y asambleas y murmuraciones, el día en que supe que me quedaba en la calle. Y digo supe, porque decir "me dijeron" sería inexacto: nadie nos dijo, a mí y a otros nueves compañeros que nos dejaban sin trabajo.
La historia es simple y triste: cuando llegó Juan Carrá, casi al alba, como todas las mañanas, tenía el usuario deshabilitado. Después fuimos llegando el resto, en tandas, y algunos nos fuimos sumando al bando de los desamparados. Tuvimos que exigirles nosotros mismos para que nos confirmaran las sospechas: que lo que olía feo era caca. Al rato, dos fotógrafos, dos productores de video, tres redactores, un jefe de editores, la jefa de redes y otra compa de redes, estábamos en un mail que decía que nos presentáramos en recursos humanos. Se sumaban a una primera tanda de despidos de la vieja conducción de la agencia, en diciembre, algunos de los cuales habían manifestado estar dispuestos a volver a sus puestos originales para seguir trabajando. Aunque ya lo sabíamos con certeza, ni los directivos del área ni la nueva directora de la agencia nos decían nada.
Después, al final de la tarde, nos comunicaron que eso "bajaba de arriba, de Unidad de Ministros", y que había poco por hacer. Nadie sabía, nadie fue capaz de darnos una sola razón por la que nos echaban. Tejimos hipótesis, conjeturamos, nos volvimos locos pensando, pero tenemos distintas antigüedades, tareas, jerarquías, roles formales e informales, ideologías y pertenencias políticas y partidarias. No llegamos a ninguna conclusión de por qué alguien, en alguna oficina en penumbras, a full el aire acondicionado, dictó nuestros nombres para ese mail. Si fuimos un vuelto de pequeñas rencillas, el costo de un control puntilloso o diez fusibles más dentro de una máquina de despidos gigante. Sí estamos seguros de algo. Somos una parte (ínfima) del achicamiento del Estado.
No debería, pero a esta altura, mejor dejarlo sentado: no hay, no hubo nunca, ni un sólo ñoqui en Infojus Noticias. Doy mi palabra, que es bastante entre lo poco que me queda. Como no lo son la grandísima mayoría de los 25.000 empleados estatales que ya estamos en la calle. Creímos en que se podía hacer periodismo desde el Estado porque sabíamos que su mala prensa, su asfixia, el plan de hacerlo raquítico, de vender a sus empleados como un gasto inútil para la sociedad, sirve para poder hacer ésto: quitarle derechos a los que siempre más los necesitaron.
Hicimos una gran agencia, la hicimos con pasión, muchas veces a deshora y muchas veces a destajo. Hice cosas de las que me sentí orgulloso, con compañeros que se volvieron amigos. Incluso hicimos cosas con las que no terminé de acordar y no hicimos otras que me hubiera gustado. Pero siempre las encaramos con sangre, honestidad intelectual, y una mirada personalísima de la justicia y del valor de las cosas de la vida, en la que no siempre todos coincidimos, pero de la que nunca -menos ahora- renegamos. Y eso no es poco. Eso es, como decíamos de pendejos, un tocazo. Y no debería, pero a esta altura, mejor dejarlo dicho: despedir una persona que trabaja, que lleva el mango para los suyos, que transpira la camiseta de lunes a viernes, aún con ideas contrarias a las propias, no debería ser tolerado como política de Estado.
Me solidarizo con mis compañeros que son, desde hoy, desocupados. Con mi familia, la ampliada (que todo lo banca) y la íntima, que lo sufre más que yo: gracias por la tarta de choclo, cebolla y muzzarella que me esperaba a la noche, cuando llegué a casa. Me solidarizo con los que quedan, también, porque no sólo son compañeros, son periodistas con mayúscula, agudos y sensibles, y porque estas tropelías no son gratuitas: a todos nos dejan marcas.
El mediodía de hoy, martes 26 de enero, se conmemora en la Plaza de la Shoá el Acto por el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Ayer, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, dijo que era un día "muy importante para el país, y es una gran oportunidad para seguir colaborando en el objetivo del Presidente de la Nación, que es unir a los argentinos, porque en el reconocimiento de cada uno de los grupos que integran la sociedad es que vamos a lograr el respeto, la convivencia y la unión entre todos nosotros”.
No debería, pero a esta altura, mejor ser repetitivo y cándido: esto no es unir a los argentinos, cerrar la grieta, volvernos más felices y menos enojados. Apenas es cambiar figuritas movidos por un impulso primario: transformar una ajustada victoria electoral en una gran venganza.
Ver anterior: Estado de alerta por despidos en Infojus Noticias