No es mi costumbre usar la primera persona al sentarme a escribir. Lo mío es el tono más despojado del discurso periodístico y, si se quiere, en todo caso me gusta más la primera persona del plural, por el cariño que me despierta el nosotros. Pero en esta oportunidad necesito expresar mi voz. Lo hago con ánimo de aportar al nosotros, un nosotros que tengo el orgullo de integrar desde diciembre de 1995, cuando empecé a escribir en el diario.
Lo que quiero decir es que me duele mucho lo que está pasando con un compañero y una persona para mi entrañable como Rulo Dellatorre. Es cierto que es hincha de Boca y como tal no merece más que mi desprecio, pero entendí hace muchos años que ese sentimiento es un poco infantil, porque andar despreciando a alguien por ser hincha de otro equipo – o de otra lista-- no es muy edificante. El desprecio me lo reservo para cosas más serias, pero tienen que ser serias de verdad. Desprecio es una expresión demasiado pesada para andar tirándola porque sí. Movilizar las energías que conlleva el desprecio debe tener una justificación muy acabada, incluso como autodefensa, porque jugar con esas energías termina por contaminar mi propia vida.
Lo que vengo observando con dolor desde hace algo más de un mes es que algunos compañeros están entrando en ese terreno para dirimir disputas políticas. Están lanzando, no sé si conscientemente o sin advertirlo, mensajes que para mí pasan un límite. Proponer cagar a huevazos a un compañero o imaginar ideas para hacerle sentir un odio que en algunos discursos rozan con el desprecio me obligan a intervenir. Lo haría también si fuera al revés. Entiendo que puede haber broncas, enojos e incluso que alguien pueda sentirse traicionado, por más que yo no coincida en lo más mínimo, pero proponer un linchamiento público a un compañero como Rulo me resulta intregable. Tal vez por eso estas líneas, porque no lo puedo digerir ni dejar pasar.
Como se darán cuenta no me voy a meter en las razones del conflicto, que conozco desde su concepción y en sus matices. No es que no tenga opinión formada, sino que la razón de esta carta abierta es llamar a la reflexión y expresar mi solidaridad a Raúl Dellatorre. Nunca fue bueno dejar de mirarnos como compañeros.
Abrazo a todos
David Cufré
PD: Me hubiera gustado que esta carta fuera sólo para los compañeros de Página, porque para mí ese ámbito “privado” hay que respetarlo y valorarlo, pero lamentablemente hace ya bastante se perdió esa intimidad tan necesaria. La aparición de blogs y publicaciones que hacen creer al medio que lo que allí se expresa es lo que pensamos todos la considero muy nociva. Y como en este caso se ha generado otra vez esa confusión, la carta necesariamente debe ser compartida puertas afuera. Les pido publicar también esta posdata.
Ver anterior: Trabajadores de PáginaI12 le piden la renuncia al secretario adjunto de UTPBA, Raúl Dellatorre