domingo, 18 de julio de 2010

YPF, Grupo Eskenazi, acusa a La Nación de emplear una "política extorsiva"

Directivos del diario La Nación y de la empresa YPF discreparon ayer públicamente respecto de las pautas publicitarias que la compañía mantiene con ese medio de comunicación, al punto de que la petrolera acusó al matutino de utilizar una “política extorsiva” y el periódico advirtió una posible “discriminación” por su “independencia editorial”
La compañía de hidrocarburos publicó una solicitada a página completa en todos los diarios de tirada nacional de ayer, Clic en la imagen para ampliar y leer la solicitada, en la que dijo que debía “responder a los agravios editoriales de La Nación” y sostuvo que el diario centenario “denigra a quienes no le son fieles avisadores”.
El director del periódico, Julio Saguier, contestó con la publicación de tres cartas que cruzó con el vicepresidente de YPF, Enrique Eskenazi, en las que le relata que según fuentes de la empresa al parecer “el motivo de la discriminación publicitaria sería el malestar que habría ocasionado entre las autoridades de YPF alguna cobertura periodística relacionada con la petrolera”. El cruce según La Nación y la solicitada de YPF:

Libertad de expresión / Respuesta a la solicitada de la empresa energética

La Nación, ante la acusación de YPF
La empresa YPF sugiere, en una solicitada que se publica hoy que La Nación emplea una "política extorsiva" para obtener publicidad y utiliza su línea editorial para "denigrar a quienes no le son fieles avisadores"
YPF llega a esa conclusión a partir de la publicación del editorial del domingo pasado, titulado "Capitalismo de amigos", y de una carta enviada por el presidente del directorio de La Nación S.A, Julio Saguier, al vicepresidente de YPF, Enrique Eskenazi, en la cual se manifiesta la inquietud de la sociedad editora del diario por su exclusión de las pautas publicitarias en los medios de comunicación del país por parte de la empresa petrolera.
El 26 de mayo, el presidente del directorio de La Nación le dirigió una misiva al directivo de YPF en la que pone de manifiesto que, según informaciones oficiosas provenientes de esta empresa, el motivo de la discriminación publicitaria sería el malestar que habría ocasionado entre las autoridades de YPF alguna cobertura periodística relacionada con la petrolera.
El motivo de la carta, según el doctor Saguier, es "consultarlo sobre esta ruptura virtual de una relación inalterable de La Nación con YPF de muchas décadas" y ponerse a su disposición para las aclaraciones que puedan considerarse oportunas.
En la nota, el presidente del directorio de La Nación señala: "Nos cuesta imaginar que, a partir de la modificación del cuadro societario de YPF, se haya pasado a considerar la publicidad como una herramienta capaz de condicionar al periodismo en sus informaciones u opiniones sobre la empresa avisadora".
Cabe recordar que, en muchas ocasiones, La Nación alertó desde sus páginas informativas y desde sus columnas editoriales sobre la utilización de la arbitraria distribución de la publicidad oficial, con el propósito de premiar a medios de comunicación dóciles frente al oficialismo y castigar a los más críticos del Gobierno. Esta práctica ha sido cuestionada por importantes organizaciones internacionales, tales como la OEA, la Sociedad Interamericana de Prensa, el Comité para la Protección de Periodistas y Reporteros sin Fronteras.
Se ha denunciado también desde estas páginas que el gobierno kirchnerista ha presionado a empresas privadas para que no pauten publicidad en medios que no demuestran complacencia con el oficialismo, algo que ocurrió, por ejemplo, tanto con la editorial Perfil como con el diario Crítica.
Una semana después, el 3 de junio, el señor Enrique Eskenazi envió una respuesta, que se publica por separado, en la que manifiesta que "la política" de La Nación implementada "en los últimos años" ha herido su honor y el de su familia. "Como lector de su diario desde hace más de 50 años, cuyo prestigio de seriedad periodística es indiscutible, no logro entender lo sucedido", expresa el vicepresidente de YPF, quien además puntualiza que "la libertad de prensa está asegurada no sólo cuando los medios de opinión tienen la valentía de resistir las presiones de los que quieren limitarla, sino y es esencial, la obligación moral y responsabilidad de reconocer las inexactitudes que pueden haberse cometido en algunas publicaciones".
El 22 de junio, el doctor Saguier, en una nueva carta dirigida al señor Eskenazi, entre otras consideraciones, expresa que la línea editorial del diario nunca ha pretendido desacreditar la larga trayectoria del Grupo Petersen, asociado a la familia Eskenazi, sino que lo que ha puesto en tela de juicio ha sido el significado de su incorporación a YPF.
"En lo que insisto, sí, es que se ha hecho a La Nación pasible de una política de discriminación publicitaria como consecuencia de haber preservado ella una independencia editorial e informativa de la que se siente orgullosa, a pesar de los costos que eso conlleva en particular en algunos tiempos del país. Y en esto está en juego la libertad de prensa", expresa el presidente del directorio del diario.

Capitalismo de amigos

El domingo pasado, La Nación publicó un largo editorial titulado "Capitalismo de amigos", en el cual se señala que "la maquinaria regulatoria y administrativa del Estado está funcionando para que algunos amigos del poder puedan desembarcar en empresas como Telecom, Metrogas o Edesur".
El editorial reitera la estrategia que ha caracterizado al gobierno kirchnerista de asfixiar a ciertas compañías de servicios públicos con congelamientos tarifarios, con el fin de forzar a sus concesionarios o dueños a abandonar esas empresas para que el Estado o grupos afines al Gobierno se apoderen de su control.
La nota de opinión dedica dos párrafos a YPF, en los que se menciona la transferencia de una parte de esta empresa petrolera a Petersen Energía, sociedad de la familia Eskenazi, dueña también del Banco de Santa Cruz y otros bancos provinciales.
Destaca el editorial que la razón última por la que se había alentado la venta de esos activos a un grupo local fue el incremento de la inversión petrolera, pero sucedió todo lo contrario. Y agrega que "los socios se reparten en dividendos la mayor parte de las utilidades, sobre todo para que el grupo argentino pueda pagar con esos dividendos las acciones que compró".
En la solicitada de YPF que se publica hoy, la empresa considera falsa la afirmación de que su inversión petrolera haya caído y esgrime que el año 2008 fue el de mayor inversión de la última década, con 2150 millones de dólares.
Sin embargo, un análisis de las cifras de la empresa confirma lo apuntado por La Nación. En 2008 la inversión de YPF fue de 7043 millones de pesos, superior a los 6187 millones de pesos del año anterior, pero mucho más baja en relación con el flujo neto de fondos destinados a actividades operativas. Es decir, en relación con los fondos disponibles, invirtió más en 2007 que en 2008, aunque la cifra sea menor. Por otra parte, en 2009 se verifica una nueva caída de la inversión, que fue de 5603 millones de pesos, tanto en términos absolutos, como en relación con el flujo neto de fondos con respecto a 2007.
La publicación del editorial, cuyo contenido La Nación ratifica en todos sus términos, motivó la solicitada de YPF en la que se sugiere que el diario aplica una "política extorsiva".

NdE:
en la imagen inferior el Ministro de Relaciones Internacionales Héctor Timerman saluda la solicitada de YPF desde su cuenta de Twitter


El intercambio de cartas: los textos completos que se enviaron Julio Saguier y Enrique Eskenazi

Carta de Julio Saguier 26/5/2010
Señor vicepresidente del Directorio de YPF S.A., Don Enrique Eskenazi:

Molesto su atención a fin de ponerlo en conocimiento de una inquietud de la sociedad editora del diario La Nación, cuya presidencia ejerzo. Se trata de la política instrumentada de un tiempo a esta parte por las autoridades de YPF a raíz de lo cual La Nación ha sido excluida, de manera sistemática, de sus pautas publicitarias de los medios de comunicación del país.
Según informaciones oficiosas provenientes de YPF, el motivo de la discriminación sería el malestar que habría ocasionado entre las autoridades de la empresa bajo su dirección alguna cobertura periodística de nuestro diario en relación precisamente con YPF. Se nos ha hecho saber, en tal sentido, que el fastidio estaría referido, en particular, a una serie de notas en las que un columnista del diario se ocupó de las actividades de YPF y a las que la empresa respondió, en octubre último, con una solicitada publicada en todos los diarios de la ciudad de Buenos Aires. Entre ellos, La Nación.
Nos cuesta imaginar que, a partir de la modificación del cuadro societario de YPF, se haya pasado a considerar la publicidad como una herramienta capaz de condicionar al periodismo en sus informaciones u opiniones sobre la empresa avisadora. Es difícil imaginarlo por lo que supone aceptar un criterio de ese calibre.
Es difícil imaginar tal hipótesis, porque involucra a una organización con la tradición de liderazgo indiscutido de YPF, cuya estrategia de imagen y comunicación se ha atenido, hasta donde lo hemos sabido siempre, a principios y estilos apropiados a empresas de su jerarquía y actuación en países dotados de tradiciones y de un ordenamiento constitucional como el que está vigente en la República Argentina.
El motivo de esta carta es, pues, consultarlo sobre esta ruptura virtual de una relación inalterable de La Nación con YPF de muchas décadas y de ponerme a su disposición para las aclaraciones que, de su parte, puedan considerarse oportunas. Hace meses frente a las primeras manifestaciones de la situación que motiva esta carta, procuré, sin éxito, comunicarme con su hijo, Sebastián.
Como comprenderá, en 140 años de existencia un diario como La Nación ha atravesado situaciones de naturaleza parecida, que el tiempo resolvió. Pero eso no es óbice para que exprese a usted, con absoluta franqueza, nuestra preocupación y asombro, no ya en lo que concierne a nuestro diario, sino al interés general y a todo lo que todo esto pueda significar en el contexto de tensiones que afectan al país y a la plenitud de una libertad de prensa que, mal podría dudarlo, usted y sus asociados en YPF han de valorar en plenitud.
Me pongo, pues, una vez más a su disposición y saludo a usted cordialmente,
Julio Saguier
Presidente de S.A. La Nación


Carta de Enrique Eskenazi 3/6/2010
Estimado Saguier:
Recién el lunes pasado tuve oportunidad de recibir su carta fechada 26 de mayo de 2010. El tono y conceptos vertidos en la misma me sorprendieron tanto como la política que Uds. en los últimos años han implementado contra mí, hiriendo mi honor y el de mi familia.
Como lector de su diario desde hace más de 50 años -cuyo prestigio de seriedad periodística es indiscutible- no logro entender lo sucedido. Algunos han traducido el manejo de esta situación como conductas ideológicas y/o antisemitas. Personalmente no lo creo, pero la lectura de las múltiples agresiones gratuitas durante dos años sin pedir una sola aclaración de sus dudas y errores de información sobre YPF, desgraciadamente repetidos, obligó a nuestra compañía a publicar una solicitada en todos los diarios nacionales y casi todos los provinciales referente a esta situación.
Luego de haberse completado el acuerdo con YPF describí a Ud., a otro importante periódico nacional y a un grupo de dirigentes políticos nuestros objetivos. Sin embargo, fueron Uds. los únicos elementos disonantes sin causa. Hoy puede verificar analizando los hechos transcurridos el cumplimiento de nuestras metas muy positivas para la Argentina y explicadas al inicio de este proyecto a Ud. y sus dos hermanos en dos ocasiones.
Por otra parte, considerando la orientación comercial que básicamente tiene su misiva decidí pasarla al Sr. Sergio Resumil, Director de Comunicación e Imagen de YPF para su análisis y respuesta.
En Agosto próximo cumplo 60 años de labor empresaria con profundas raíces en mi país. Como estudiante sufrí expulsión de la Universidad, cárcel por meses, fui líder fundador de COPAL y su primer presidente, invitado por la OEA di conferencias en América Latina. Promoviendo nuestro país diserté en Bélgica, Inglaterra y Estados Unidos, construí y aún dirijo cinco fundaciones dedicadas a la excelencia en la cultura y educación, con el INTI fundé un Centro de Investigación que presidí muchos años, condecorado en el exterior, etc., etc.
Como final, desde mi punto de vista, la libertad de prensa está asegurada no solo cuando los medios de opinión tienen la valentía de resistir las presiones de los que quieren limitarla, sino y es esencial, la obligación moral y responsabilidad de reconocer las inexactitudes que pueden haberse cometido en algunas publicaciones y que distorsionan la interpretación de los lectores.
Cordialmente
Enrique Eskenazi
Vicepresidente de YPF S.A.


Carta de Julio Saguier 22/6/2010

Señor vicepresidente del Directorio de YPF S.A., Don Enrique Eskenazi:
Contesto las líneas que, con fecha 4 del actual, usted me ha dirigido a raíz de la carta que le envié sobre las relaciones entre YPF y La Nación.
Hay dos partes contrastantes con el tono general utilizado tanto en su respuesta personal, que le agradezco, como la que llegó también a mis manos con la firma del señor Director Ejecutivo de Comunicación e Imagen de la empresa.
En una de aquellas partes, reconoce usted que no logra entender lo sucedido después de 50 años de leer nuestro diario, "cuyo prestigio de seriedad periodística -afirma- es indiscutible". Celebro, como no es para menos, esa afirmación.
En la otra parte, el señor Resumil deja constancia de que el equipo de comunicación empresaria a su cargo "mantiene una fluida relación profesional, no exenta de debates pero jamás condicionada" con decenas de periodistas de la Redacción de La Nación. También celebro esas palabras, que objetivan una política invariable de alto profesionalismo de todas las áreas de la Redacción del diario.
Ambas afirmaciones son correctas. Tomo nota de que en ellas se haya expuesto en forma abierta, sin reticencias, algo tan revelador del espíritu que trasunta La Nación en el trato diario con la gente y las instituciones. Ese es el espíritu de sus páginas, se compartan o no la doctrina editorial que exponen y el estilo de las afirmaciones y comentarios de toda índole que se publican sobre la base de un pluralismo militante.
Incluso, en la manifestación, volcada por usted, de que haya habido "algunos" que interpretaran actitudes antisemitas en críticas publicadas en relación con el desenvolvimiento de YPF, ha sido oportuno que usted dijera que descree de ellas. Podría, además, haber dicho, en el carácter de lector de cincuenta años de La Nación, que pocos diarios en el mundo han tenido a través de su historial una posición tan justa y humanitaria en cuestiones raciales como el nuestro. No solo por la condena de La Nación a las persecuciones sufridas por el pueblo judío en el mundo, sino por el aliento constante otorgado a las contribuciones del judaísmo argentino a la sociedad argentina en su conjunto.
Las páginas de nuestro diario han estado permanentemente abiertas a escritores y periodistas judíos, alguno de los cuales, como Alberto Gerchunoff, integra la galería de intelectuales que más valiosos aportes han hecho al periodismo argentino. El Estado de Israel ha encontrado por su parte en La Nación -como ha sido reconocido en múltiples oportunidades por sus gobernantes y por las organizaciones representativas de la comunidad judía en la Argentina- un diario confiable en cuanto a la ecuanimidad de trato en las cuestiones de carácter internacional que le conciernen. Esto ha abarcado, por cierto, todo lo que se corresponde respecto de las relaciones con nuestro país. De modo que ha hecho usted bien en no haberse plegado a una inferencia que, además de inexacta, ha sido malévola y rechazo por despreciable. Valerse de ella habría sido una utilización capciosa y frívola de la aberración moral y política que es el antisemitismo.
Como presidente de la sociedad editora de La Nación asumo, como lo han hecho mis predecesores, una política firme de respeto y de apoyo a nuestros redactores y colaboradores cualquiera sea el poder que se movilice para atacarlos e intimidarlos. Esa política, como es natural, llega hasta el límite en que alguien presentara pruebas fehacientes e irrefutables que introdujeran en nuestro ánimo la decisión de cancelar una confianza de aquella naturaleza, propia de un diario de nuestro carácter e indispensable en el ejercicio muchas veces azaroso de la actividad periodística.
En este punto advierto que ha habido en nuestra correspondencia epistolar una diferencia de criterios, que seguramente nada dice de nosotros, pero sí del conflicto entre las empresas que nos involucran. Fíjese: usted ha debido apelar a un adverbio endeble para el caso -"sugestivamente"- al insinuar una relación entre las notas publicadas sobre YPF con la firma de uno de nuestros serios y más prestigiosos colaboradores y la ruptura con un servicio informativo de éste con el que nada tiene que ver, conviene aclararlo, el diario cuya sociedad editora presido.
Usted entra en ese punto en el resbaladizo terreno del juzgamiento de intenciones -propio, por lo demás, de los tribunales de conciencia, no de los tribunales de Derecho-, pero las notas que al parecer han provocado su incomodidad comenzaron a publicarse antes de esa ruptura, según se ha encargado de aclarar a nuestro diario ese colaborador.
Además, se ha publicado en La Nación sobre vuestra empresa un editorial que ha sido descalificado por el señor Director de Comunicación e Imagen de YPF en su respuesta. ¿Necesita de mi afirmación de que ese editorial ha sido producto de una libre interpretación de hechos en el espacio reservado al ideario doctrinario de un diario de cuyo prestigio usted no duda, sentimiento del que por mi parte no tengo tampoco razones para dudar? En esa misma línea cabe rechazar como inaceptable y contraria al historial del diario la idea de que La Nación se haya propuesto instrumentar acción alguna contra usted y su familia.
En ningún momento, tampoco se ha pretendido desacreditar la larga trayectoria del Grupo Petersen. Lo que ha estado en tela de juicio desde la perspectiva de La Nación ha sido el significado de su incorporación a YPF.
De igual modo debo decir que sólo una lectura deficiente de mi carta del 26 de mayo pudo haber llevado al ánimo de nadie la interpretación de que ella tenía una motivación "comercial" y no de principios. Tal vez podamos ponernos de acuerdo en que las acciones de índole comercial pueden afirmar o debilitar el orden de valores de la vida de acuerdo con la conducta que los sistematice.
No sería necesario escribir una sola línea para convencer a La Nación de una convicción que ha sostenido durante 140 años de existencia: la libertad de empresa. De modo, pues, que ha sido irrelevante en la respuesta del funcionario aplicado a cuestiones de imagen en YPF que con espontaneidad ha tenido a bien escribirme, la mención de ese punto.
En lo que insisto, sí, es que se ha hecho a La Nación pasible de una política de discriminación publicitaria como consecuencia de haber preservado ella una independencia editorial e informativa de la que se siente orgullosa, a pesar de los costos que eso conlleva en particular en algunos tiempos del país. Y en esto, insisto, está en juego la libertad de prensa. O sea, uno de los baluartes estratégicos del orden constitucional argentino.
La gravedad, entonces, del tipo de decisiones adoptada por YPF está en relación directa con el contexto general que prevalezca en el país en una circunstancia dada.
Ni aun en las más adversas de las situaciones a las que ha estado sometida por los vaivenes de la política y de las cuestiones sociales, La Nación ha dejado de aferrarse a los principios que consagran su identidad de toda la vida. Eso no le ha impedido dejar siempre las puertas abiertas al diálogo y la reflexión compartida con quienes no piensan como ella.
Un lector de cincuenta años tan calificado como usted ha tenido tiempo suficiente para verificarlo y adoptar en la hora apropiada del caso los comportamientos a que ello invita.
Reciba el cordial saludo de,
Julio Saguier
Presidente de S.A. La Nación


Fuente:
Diario La Nación