domingo, 10 de enero de 2010

Las sospechas de Chicha Mariani sobre Ernestina Herrera

Por: Juan Martín Ramos Padilla
Chicha Mariani, fundadora y ex presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, cree que Marcela Noble podría ser su nieta Clara Anahí, por eso pidió que su caso sea incluido en los cotejos de ADN. En una presentación judicial sostuvo que el entrecruzamiento debe realizarse “con todos aquellos que se han presentado en el Banco Nacional de Datos Genéticos”. A continuación, algunos de los datos por los que considera posible que su nieta sea la hija de la empresaria:

Las Fechas. En el expediente de adopción de Marcela Noble, figura que en mayo de 1976 Ernestina informó a la Justicia que había encontrado una beba. La nieta de Chicha fue secuestrada seis meses después, por lo tanto, la conexión parece imposible. Sin embargo, el ex juez Marquevich declaró hace tres semanas que “se trata de expedientes de adopción absolutamente falsos desde su inicio hasta su finalización”. Tales falsedades lo llevaron a detenerla en 2002 por “falsificación de documentos públicos, inserción de datos falsos y uso de documento público falso”. Si las fechas son falsas, Marcela pudo llegar a manos de Ernestina con posterioridad al secuestro de Anahí. Las modificaciones de fechas fueron habituales en los robos de bebés. Por ejemplo, Paula Logares (recuperada en 1984) nació en 1976 y fue inscripta como nacida en 1978.

EL rol de Plaza. Clara Anahí fue secuestrada en La Plata en un mega-operativo comandado por el Jefe de la Bonaerense, Ramón Camps. Posteriormente, Chicha quiso pedir ayuda en la Catedral platense, pero el arzobispo Antonio Plaza (muy amigo de Camps) se negó a atenderla. Paralelamente, en el caso Noble, según Marquevich, “Plaza habría sido quien facilitó la entrega de los chicos”; y el juez Alberto Mansur (uno de los camaristas que apartaron a Marquevich de la investigación) sostuvo que “no deja de ser sugerente en abono de la seria y severa presunción de la señora Noble, su relación personal con el Arzobispo Plaza, ofrecido como testigo en respaldo de la solicitud de adopción de los menores, por cuanto se trata de quien fue Capellán General de la Policía de la Provincia de Buenos Aires nombrado el 11 de noviembre de 1976 por el coronel Camps, convicto que le dedica un encendido elogio en su libro Punto Final por los servicios que le prestara a la represión ilegal”.

Montes y Graselli. En la Catedral platense, quien sí recibió a Chicha fue Monseñor José María Montes. Él le prometió ayudarla, pero días después le planteó: “No hay nada que se pueda hacer; la nena está bien. Deje tranquilas a las personas que la tienen. No los ponga en peligro”.
El tercer eclesiástico visitado por Chicha fue el capellán Emilio Teodoro Graselli, que le explicó que era imposible sacar a la beba de donde estaba porque había sido ubicada “muy alto”. Chicha reflexiona: “Montes y Graselli me dicen que está con gente muy poderosa y Plaza se niega a recibirme. Plaza figura en la adopción de Marcela Noble y era amigo de Camps, que estuvo en el secuestro. Até cabos y llegué a conclusiones”.

Kelly. Guillermo Patricio Kelly fue un periodista varias veces acusado de vincularse con servicios de inteligencia. En 1984 dijo en la revista Gente que quería preguntarle a Camps quiénes eran los hijos de Ernestina y, por esos días, entregó a las Abuelas una foto del represor Aníbal Gordon junto a Carla Rutila (recuperada en 1985) y su apropiadora. Aquello sirvió para restituir a la niña. Cuando conversó con Chicha, hablaron sobre Anahí y él dijo: “Busque por Clarín”.

Despliegue. Tras el secuestro de Clara Anahí, hubo una serie de operaciones para que nunca fuera encontrada. Su abuela Chicha sufrió intentos de homicidio, fue visitada por patotas, y su casa fue baleada y saqueada. Con el fin de que desaparecieran los rastros que vincularan a la beba con su familia, los verdugos enterraron a su madre -cuya identidad conocían- como NN y sin tomarle las huellas; luego asesinaron y enterraron al padre también como NN. Además, la Dirección de Inteligencia de la Policía fue tras el odontólogo y la obstetra de la madre para evitar que su cuerpo fuera identificado por los dientes y para eliminar la historia clínica. También fue robado un sumario con información sobre el secuestro. “Todo -plantea Chicha- demuestra el poder de quienes tienen a mi nieta. De otro modo no se explica semejante despliegue”.

Fiorillo. Un policía declaró que la beba, tras el ataque, fue introducida en el auto de Juan Fiorillo, quien -bajo las órdenes de Camps- dirigía el Comando Táctico Operacional. “Hace poco supe que fue también Fiorillo quien le entregó una beba a la Noble”, indica Chicha. Imputado por el secuestro, Fiorillo murió en abril de 2008 en medio de una seguidilla de más de 20 muertes de represores presos. El más sugestivo de esos decesos fue el del prefecto Febres, envenenado con cianuro horas antes de que finalizara su juicio oral.