viernes, 7 de agosto de 2009

Néstor sabe cómo darle de puntín al Grupo Clarín

El ex presidente cenó con Grondona y lo animó a que rescinda el contrato con Torneos y Competencias. El Gobierno quiere pagarle $ 500 millones por año a la AFA y quedarse con los derechos televisivos del fútbol. En el ComFeR ya analizan si es posible deshacer el contrato entre AFA y TyC.
Por: Andrés Burgo
Está crónica podría titularse “¿Qué te pasa, Torneos y Competencias, estás nervioso?”. La insólita pelea entre la AFA y TyC, un matrimonio que nació en 1991 y parecía perfecto, retumbó en la Casa Rosada. O, mejor dicho, en la Quinta de Olivos, donde el martes a la noche hubo una cena que sintetiza lo lejos que llegó el conflicto que mantiene paralizado el comienzo de los campeonatos. De un lado de la mesa, el ex presidente Néstor Kirchner. Del otro lado, el titular de la AFA, Julio Grondona, quien de entrada le aclaró al Pingüino que el fútbol necesita al Estado para que se legalice el PRODE Bancado, el sistema de apuestas online que les dejaría a los clubes cerca de 25 millones de dólares por año. Pero lo más picante fue cuando hablaron de Torneos y Competencias, la empresa que nunca ganó una licitación y, sin embargo, tiene los derechos televisivos del fútbol argentino hasta 2014. “Queremos que TyC nos pague el doble de plata”, le dijo Grondona a Kirchner, con una frase que hace suponer que el regreso de los torneos está lejísimos de acordarse: la AFA pretende 500 millones de pesos por año, pero TyC no quiere pasarse de los 268 millones que paga ahora. Y Kirchner, que casi sin darse cuenta encontró una excusa perfecta para reavivar su lucha contra el Grupo Clarín, no sólo apoyó a Don Julio en su pedido de más dinero, sino que lo alentó a deshacerse de Torneos y Competencias. “Rompé con el Grupo Clarín, olvidate de Torneos y yo te aseguro que Canal 7 te paga un contrato mucho más alto: te doy los 500 millones de pesos por año que vos querés”, le habría dicho Kirchner. A esa reunión entre Néstor y Grondona, se le habría sumado otro encuentro en las últimas horas entre el presidente de la AFA y la presidenta Cristina Fernández en Casa Rosada.
El Departamento de Asuntos Legales del ComFeR, de hecho, ya comenzó a trabajar en el tema: Néstor mandó a estudiar la arquitectura legal que le permita al Estado quedarse con lo que hoy es de TyC. Eso no implica -todavía- que el Estado se hará cargo de los derechos televisivos, pero, por primera vez en dieciocho años, alrededor de Grondona se animan a juguetear con que la pata televisiva del Grupo Clarín no será eterna en el armado del fútbol argentino. “Rescindir el contrato de TyC es una posibilidad, pero ahora no se está pensando seriamente en eso, sino en encontrar una solución. Queremos que ellos se den cuenta de que la AFA tiene una posición muy firme: no pretendemos menos de 500 millones de pesos por año. Recuerden que la AFA necesita una empresa televisiva cualquiera, pero ellos sí necesitan a la AFA”, aseguró ayer a Crítica de la Argentina el presidente de un club, el mismo que el día anterior había dicho “el fútbol es un negocio extraordinario para Clarín y un mal negocio para los clubes”.

Planteemos un escenario adverso y hagamos de cuenta que TyC se niega, como hasta ahora, a pagar ese aumento a los clubes. ¿Cómo sigue el tema? preguntó este diario al dirigente.
El fútbol no volverá y habrá una reunión del Comité Ejecutivo para que los abogados de los sesenta clubes determinen la revisión del contrato con TyC.

¿El contrato con Torneos es rescindible?
Por supuesto, todos los contratos lo son: hay lugares por donde se puede terminar el vínculo. Pero estamos hablando de una posibilidad lejana, a la que la AFA no quiere llegar. Nosotros queremos resolver la situación.

Desde algunas empresas del Grupo Clarín ya empezaron a decir que no todos los dirigentes de los clubes están de acuerdo con esta posición de Grondona.
En la AFA vemos unanimidad, pero sabemos que el Grupo Clarín maneja casi todo: Fox Sports, Canal 13, TN, Olé, Clarín, TyC Sports y Radio Mitre, entre otros medios, y sus líderes empezarán a ejercer presión y a extorsionar. Pero esto es una patriada y hay que jugarla a fondo.
En Torneos, en tanto, sólo coinciden con la AFA en que la solución para que vuelva el fútbol es, al menos por ahora, lejana. Y explican que la culpa de la mala situación de los clubes no la tiene la televisión, sino las malas administraciones de los dirigentes. “¿Qué culpa tenemos de que gasten fortunas?”. Además, aseguran que lo que paga TyC -que le permitió tres auditorías a la AFA en los últimos años- está en la misma línea que el resto del mundo: “River tiene un presupuesto de fútbol de 50 millones de pesos por año, y la tele le da 25. Más que eso no se puede”.
Anoche seguían las llamadas. El diálogo AFA-TyC está caliente, y el fin de esta historia es tan impredecible como el fútbol.

Nueve detenidos por otra movilización frente a la AFA
La AFA no tiene paz: un grupo de manifestantes volvió a reunirse ayer en Viamonte al 1300 para pedir la renuncia del presidente Julio Humberto Grondona. A diferencia del martes, cuando desconocidos ya habían cantado y dejado pintadas en contra del dirigente que preside la AFA desde 1979, anoche hubo un menor número de hinchas. De todas maneras, se vivieron momentos de cierta tensión cuando la Policía detuvo a nueve personas y los trasladó a una comisaría por “una contravención”.
Las personas se acercaron al edificio de la calle Viamonte pasadas las 18 y entregaron panfletos a los transeúntes con la intención de repudiar y criticar la gestión de Grondona en la AFA. Entre los reclamos de los manifestantes, prevaleció el del contrato de AFA con Torneos y Competencias para la televisación de los partidos. Lo curioso es que justamente ahora Grondona se muestra como un líder de esa lucha contra los derechos que él mismo firmó.
El martes, la concentración había sido en un número mayor y se habían producido destrozos en los vidrios de la puerta del edificio, los que provocaron la presencia de la Guardia de Infantería. Con la de anoche, ya van al menos cinco protestas enfrente de la AFA en los últimos dos meses: hubo hinchas de Huracán que se quejaron por el mal arbitraje de Gabriel Brazenas en el partido ante Vélez, simpatizantes del Ascenso que se quejan porque no pueden ir a los partidos como visitantes y ahora estas dos marchas contra Grondona, por las que el presidente de la AFA acusó al ex titular de Racing Juan De Stéfano.

Fuente:
Crítica de la Argentina


La AFA busca el apoyo del Gobierno en su dura pelea con la televisión
Grondona se habría reunido con funcionarios nacionales y trascendió que intentaría romper el contrato actual para que Canal 7 tome el control
Si la historia que comenzó a escribirse hace algunas semanas con la crisis que vive el fútbol argentino era demasiada compleja, anoche comenzó uno de esos capítulos donde todo se complica aún más y se suma una serie de estrategias para medir las fuerzas de dos duros contricantes: el presidente de la AFA, Julio Grondona (en la foto a la salida de la Casa Rosada), y la empresa que tiene los derechos del fútbol, Televisión Satelital Codificada (TSC). Según fuentes cercanas a la AFA, el hombre fuerte de la casa de la calle Viamonte pretendería sumar al gobierno nacional como aliado en esta batalla contra la TV para lograr mayores ingresos.
Cada paso que dan las partes parece contener un mensaje encriptado. Aunque todos tratan de obtener el mayor rédito posible en esta contienda. Anoche se tejieron miles de versiones acerca de este acercamiento entre la AFA y el gobierno nacional en la pelea. La más sólida habla de la firme intención de romper el contrato con TSC y que se acuerde un nuevo vínculo con Canal 7, incluso, por un monto mucho más elevado que el actual. Se estima que la señal estatal podría ofrecer casi 600 millones de pesos por temporada.
Tanto cuerpo tuvo esta versión, que la gente de la TV anoche analizaba con preocupación la jugada de Grondona que avalaría el Gobierno. Claro que tener un vínculo contractual vigente hasta la temporada 2013-2014 ofrece algo de calma a quienes conducen la empresa que comercializa los derechos de TV.
Anoche, tras la consulta de La Nación, fuentes del Gobierno aseguraron desconocer una supuesta reunión entre la presidenta Cristina Fernández y Grondona, aunque no la desmintieron. En los últimos días, el director de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, mantuvo una charla con Grondona, que la semana pasada también estuvo con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
En los últimos días la relación entre la AFA y la TV se volvió más tensa, distante y fría y eso se acentuó ayer. El paso que evaluaría dar la entidad madre del fútbol argentino con un supuesto apoyo del gobierno nacional llegó a oídos de los propietarios de los derechos de la televisión, que le pagarán a la casa de la calle Viamonte 268 millones de pesos por la temporada 2009-2010.
Nadie se imagina qué alcance podría tener esta medida de disolver un vínculo de estas características, incluso, cuando TSC ya le adelantó a la AFA tres cuotas del pago de la temporada que está por comenzar, correspondientes a agosto, septiembre y octubre, por un importe aproximando de 45 millones de pesos.
Tanta trascendencia tomó esta idea de Grondona, que se especula con que la AFA daría hoy un paso público adelantando la postura de romper el contrato que mantiene con TSC. Claro que también se cree que esto podría estar vinculado a contar con un elemento más de presión para lograr mayores aportes de la TV. Este, en el fondo, es el reclamo de la dirigencia del fútbol y lo que mantiene paralizado el comienzo de los torneos.
En las últimas horas, varios dirigentes de los clubes afirmaron que la decisión de que el Apertura no se inicie el viernes 14 de este mes, no se debe a un modo de presión, sino a su convicción de que el fútbol argentino "no necesita más parches sino soluciones de fondo" y en su mayoría coincidieron en que la solución está en mejorar los aportes de la TV.
Por los movimientos que se realizaron en las últimas horas, se desprende que las presiones son cada vez más grandes e involucran a más protagonistas, incluso ajenos al fútbol y directamente vinculados a la política.
Lo que está claro es que habrá más capítulos en esta batalla de intereses. Y, peor aún, que no se advierten soluciones inmediatas para que la pelota vuelva a rodar.

Diego Maradona expresó su preocupación
El entrenador del seleccionado nacional, Diego Maradona, manifestó su temor por la crisis del fútbol argentino: "Me preocupa. Además, no se ve en el horizonte una solución rápida. Nos pone a todos nerviosos. Hablé con Julio y estaba tranquilo dentro de lo que se puede estar. Me dijo que se van a encontrar todas las variantes posibles para que el torneo arranque". Además, un grupo de siete personas volvió a manifestarse en contra de Grondona frente a la puerta de la AFA.

Fuente: Diario La Nación


El fulbo, el Mate, la pavada insigne
Por: Martín Caparrós
No es fácil, en medio de la banca rota, pero quizá, si Dios reparte suerte y los dedos cruzados llegan a 10.328.534, en algún momento volverá el campeonato de fútbol de Primera. O quizá no. Habemos muchos que lo esperamos con impaciencia tonta: uno no debería confesar cuánto le importa que el domingo juegue Boca.
Pero es así, y lo acepto con resignación y cierto alivio: hace unos años terminé de entender que el fútbol es mi espacio de la salvajería feliz, y ya no me resisto. Digo, salvajería feliz: las dos horas en que me importa tanto lo que hacen veinte mozalbetes de pantalones cortos que intentan cocear un cuero inflado para que entre entre unos palos blancos. Es un momento raro: sé que todo es una puesta en escena para que unos pocos ganen plata, sé que las instituciones del fútbol son una cueva de mafiosos y entruchados, sé que ningún gol va a influir en lo que sí me atañe y, sin embargo, durante esas dos horas, nada me importa más que lo que está pasando ahí abajo, en el verde, con un nivel de concentración y de tensión que ya querría para otras situaciones. Digo: salvajería feliz, la suspensión del juicio. La salvajería es difícil de ejercer: la hemos dejado sin espacios. Nos quedan, creo, tres: la mesa, la cama y la tribuna. Y los dos primeros producen discursos tanto más complejos: uno puede planificar una vida alrededor de lo que hace en la cama o entender la historia del mundo y la cultura alrededor de lo que pasa en la mesa. En cambio el fútbol no tiene nada de eso: es bastardo, pegajoso y carece de cualquier prestigio, pero sigue siendo tan tontamente apasionante. Es, sin duda, nuestra pavada insigne.
El fútbol ocupa un lugar desmesurado en nuestras conversaciones, nuestras expectativas, nuestro imaginario: eso que solemos llamar nuestra cultura. Hubo tiempos en que los intelectuales lo desdeñaban de un plumazo: era el opio de los pueblos, decían, y era suficiente. Ahora, tiempos de droga dura y pueblos muy confusos, algunos entendieron que no alcanza con decir que el opio es opio: que vale la pena preguntarse cómo droga, para qué, por qué. El fútbol es uno de los grandes inventos de la modernidad, y tiene una curiosa particularidad: podría perfectamente no existir. Los hechos culturales de ese calibre suelen mostrar cierta lógica, cierta necesidad –que los hace más fácilmente comprensibles. Que el espectáculo de los antedichos muchachones haya tomado este carácter de religión mundial era impensable hace cien años –y, por supuesto, casi todo el resto habría sido igual sin eso.
Pero el fútbol existe, sucede y, entonces, hubo quienes supieron transformarlo en gran negocio –según el viejo adagio que informa que todo bicho que camina va a parar al capital. El fútbol mueve miles de millones y los puristas, por supuesto, se quejan de que tanto oro se lo carga. Yo debería formar parte de ese coro y, sin embargo, últimamente creo que pasa lo contrario: sospecho que esa concentración infame de riqueza y riqueza balompédica en muy pocas manos europeas es buena para el fulbo.
Todo empezó con la televisión, que amplió la cantidad de público –desde los 70.000 que cabían en un estadio hasta los 10 millones de un país, primero, a los 200 de un continente después, y por fin a los 1.500 o 2.000 millones de futboleros del mundo. Ahora los grandes equipos europeos trabajan para una audiencia mundial, y eso es lo que cambia todo. Para empezar, la globalización del fútbol disuelve mucho la pertenencia acrítica: hay mucha gente que ve al Manchester o al Barça sin ser hinchas del Manchester o del Barça. Y lo ven porque creen que les van a dar un buen espectáculo, digo: ya no corre aquello de yo quiero que Cambacere gane como sea, nos colgamo del travesaño todo y a la final capá metemo un zapatazo. El kenyata, el chino, el alemán, el mexicano que miran al Milan o al Madrid no son víctimas de esa lógica guerrera: o les dan buen espectáculo o cambian de canal. Y buen espectáculo significa ganar pero también significa jugar lindo, gustar, engalanarse. Claro que los que pueden hacerlo bien son unos pocos equipos, pero son los pocos que todos miramos: crean un efecto de imitación que hace que los demás también lo intenten –y que los chicos del mundo, que sueñan con terminar en esos clubes, prefieran jugar bonito que partir tobillos. Con lo cual, insisto, me parece que el fútbol globalizado mejora el fútbol, la estética del fútbol. Claro que sería tanto mejor si no hubiéramos quedado del lado oscuro de esa luna.
Ése es nuestro problema: que nuestro papel de país agroexportador –gracias Martínez de Hoz, gracias Menem, gracias Sociedad Rural, gracias la soja– se ha extendido chancramente al fútbol, y ahora exportamos tanta carne viva como carne muerta. Por lo cual el espectáculo que puebla gallardo nuestros antiquísimos, venerables estadios es algo parecido a una desgracia: un encuentro de los jóvenes que todavía nadie quiso, los viejos que ya no quiere nadie y los mediocres que nadie querrá nunca. En nuestras canchas juegan –salvo escasas, tan nobles excepciones– todos los fracasados que no pudieron cumplir con sus sueños migratorio-financieros y –muchas veces– se les nota. Somos, también en eso, las víctimas de la desigualdad y la injusticia, los condenados de la tierra. Condenados, sobre todo, a un fútbol cada vez más feo, que podría no serlo. Si Boca –un suponer– no tuviera que vender jugadores para llegar a fin de mes, el domingo podría formar con Abbondanzieri, Ibarra, Burdisso, Samuel, Rodríguez; Gago, Battaglia, Insúa, Riquelme; Tevez y Boselli, por ejemplo. Y en el banco, por si acaso, quedarían el Cata Díaz, Perea, Coloccini, Banega, Dátolo, Palermo. Es triste –aunque no tanto: quizás haya, por esta vez, una forma de salir de pobres sin necesidad de matar a los ricos.
Detesto estos planteos reformistas, pero se me ocurrió uno, y aquí va. Todo consiste, sospecho, en una cuestión de escala. Los equipos globales pueden pagar cifras inverecundas porque son globales; un equipo cuyo radio de acción –cuyo mercado– es la Argentina jamás podría. Entonces habría que cambiar esa escala: armar un campeonato de los países de la yerba mate. No una copa –Libertadores, Kya, Sudamericana, Melba–; no, un campeonato, el campeonato habitual de Primera División. Jugado, por ejemplo, por doce equipos brasileños, seis argentinos, dos paraguayos, dos yoruguas –para conservar cierta proporción demográfica imposible– que todos los domingos se enfrentarían entre sí, como en todo campeonato que se precie. Y los demás equipos, mientras tanto, jugarían torneos nacionales buscando la clasificación.
El Torneo Mate no haría más qe respetar el movimiento histórico existente: los primeros torneos, a principios del siglo XX, fueron porteños, y después se incluyeron los equipos platenses y santafesinos; en los sesentas, cuando los transportes y las comunicaciones mejoraron, se armó por primera vez un campeonato realmente nacional –que sigue hasta ahora. El Torneo Mate tendría en cuenta, al mismo tiempo, el avance de las comunicaciones y transportes –da igual viajar a Salta que a San Pablo– y la evolución geopolítica del estado-país a la región. Y, sobre todo, haría mucha más plata: tendría una audiencia inicial de casi trescientos millones de personas, que empezarían a constituir una masa crítica que permitiría pagar más a los jugadores e impedir que se fueran y así, en un círculo virtuoso, armar mejores partidos que se podrían vender en el resto del mundo: disputarle, en China, Nigeria o Dinamarca, la audiencia global a las ligas europeas –y tener mejor publicidad y más sponsors y ganar más plata y retener más jugadores y armar mejores partidos y así sucesivamente y de seguido.
Por todo lo cual el domingo podríamos ver mucho mejor fútbol –que era lo que único que nos importaba. Aunque, por supuesto, la primera condición para hacer nada es deshacerse de la mayoría de la dirigencia actual –de la AFA y los clubes–, jefes de barrabrava, traficantes de carne, grandes maestros en el arte del curro y el fracaso. Y, entonces, quizá, con o sin Mate, la insigne pavada que es el fútbol pueda ser, además de salvaje, un poco más feliz.

Fuente:
Crítica de la Argentina