Liliana López Foresi conduce desde el lunes 23 la primera mañana de Radio Del Plata, en el espacio que ocupaba Nelson Castro hasta que la emisora le rescindió su contrato. Desde el anuncio de su vuelta a un horario competitivo, en una radio líder, explica cómo se planta ahora frente al micrófono. En 1990 había sido censurada por cuestionar las privatizaciones del gobierno de Carlos Menem, cuando conducía Revista 13, en Canal 13.
Usted tiene un ritmo y una mirada diferente en un horario vertiginoso para muchos. Por momentos, el programa se sale de lo que llamamos la agenda de los temas del día. ¿Eso puede jugarle en contra?
Vamos a ver. Si juega en contra, se va a adaptar. Realmente, es otro horario y hay que hablar de otras cosas. Por supuesto, no se pueden hacer editoriales largos, ni extenderse demasiado. Hay que ubicarse en el lugar del otro, el que está saliendo de su casa. En cuanto al tipo de notas, me gusta salirme de la agenda y pensar en lo que le puede interesar al oyente, si es que lo conoce. Salirse de la agenda es darle un plus al otro, darle algo que no está machaconamente dicho durante todo el día. Que no todo sea tan binario, éste es mi interés en cualquier horario. Lo que pasa es que, de 6 a 9, habrá que hacerlo más picadito, con un ritmo más veloz.
Hasta ahora, no hizo ningún editorial.
Hasta ahora, no hice ninguno, simplemente, la apertura y algún tipo de absolución de posiciones, de ver cómo me ubico en este lugar, que pueda ser interpretada como todo el mundo interpreta. Todo puede ser interpretable y no todo es entendible. Cada uno recorta y escucha de acuerdo con lo que desea, a su propia historia y a lo que puede. Apuesto a que en, algún momento, nos encontremos.
¿Se siente condicionada? ¿Siente que hay quienes la escuchan preguntándose qué dirá, a favor de quién hablará?
Sí. Además, es como si yo hubiera salido por completo de los medios, cuando, en realidad, estuve en los medios. En todo caso, la boca me la fui destapando a costa de las hipotecas de mi casa. Y los espasmos de dos o tres contrataciones, que también duraron muy poco (y todas por motivos políticos), significaron que yo terminara pagando mi espacio, que contratara mi propia producción y que tratara de conseguir algunos pocos auspiciantes. No sé hacer bien eso, pero viví así 18 años. Fui casi cabeza de familia, con solidaridades también, pero cabeza de familia. De modo que lo que para el resto es “a ver qué tiene que ver esto con todo lo que se dijo alrededor”, a mí, en el momento en que se abre el micrófono, puede repercutirme, pero no me importa. Sinceramente, trato de ser lo más clara posible para ese ser individual en solitario que te recibe.
¿Y cómo se abstrae de los comentarios?
Una cosa es la interna. Y la interna va a interpretarlo de acuerdo con lo que a la interna le interese respecto de sus propios intereses. Y sus intereses son, eventualmente, parecidos a los míos en una cuota aparte. Esos intereses no son los míos y no lo son los de ninguna interna. Ésta no es una guerra para mí. Volver no es una revancha, es una reparación. Y cuando hablo de reparación, digo que es bueno para todos, también para la interna. ¿Se dan cuenta, les parece que es así o no es así? Bueno, tampoco es mi tema. La interna de los medios y demás, no es mi interna. Y la interna de los partidos, menos.
En este contexto, si un día quisiera elogiar a la Presidenta, ¿se sentiría condicionada? y, por el contrario, ¿sí criticaría al Gobierno?
Seguro. Están todos muy susceptibles y van a estar mucho más susceptibles. Estos son los riesgos. Diré lo que me parezca, si lo creo. Si lo digo, es porque lo creo. Y si me equivoco, también, y me hago cargo. De todos mis errores me he hecho cargo sola, no los socialicé, de modo que nadie tendría que incomodarse. No lo he socializado, no lo pagó el gremio por mí, no lo pagaron los medios por mí. El costo fue mío y de mis amigos, y de los oyentes y de la información también, porque creo que nos desprotegemos todos. Tal vez, si, en otro momento, todos hubiéramos estado más juntos, no habríamos llegado hasta este punto. Ese tiempo ya pasó. Para mí, se cerró una etapa. La cierro afuera porque la tengo cerrada en el adentro.
¿Se emocionó al volver?
No lo tomo dramáticamente, porque ya lo tenía cerrado por dentro. Que cada uno pague su terapia, yo pagué mucho la mía. Cuando hablo de reparación digo que a todos nos está haciendo bien y podemos seguir adelante. Esa cosa de censurar no me va más. En mí está cerrado ahora, si ustedes no lo quieren cerrar… su ruta…
Pero la publicidad de su programa en Del Plata la mostraba sacándose una cinta de la boca.
Mostraba eso. Que no me va más, me la saqué. Quedó representado lo que adentro de mí ya estaba, aunque lo viniera sufriendo. Una cosa es lo que una registra en su elección, en cuanto a la concretización de las consecuencias de tu elección, que me parecieron psicóticas y excesivas. Pero de ese tema no quiero hablar más, si en 17 años hubo tan pocas investigaciones, muy buenas, pero pocas, como las de los periodistas Néstor Genta y Pablo Llonto, no me sigan preguntando a mí. Se ve que no eran los tiempos de mi propio medio, porque si así hubieran sido, se hubiera sabido. Ahora, me sigo manejando en los medios con mis tiempos. Si lo hice antes, ¿me permiten seguir haciéndolo ahora? ¿Cómo?, ¿era mi ritmo para pagar los costos pero no era mi ritmo para pagar los costos? Perdón. ¿Qué necesitan? ¿Me tengo que inmolar? No. Ya está. En la publicidad me sacaba una banda que, en lo concreto, seguía puesta. Esta vez, soy contratada, no tengo que buscarme publicidad ni tengo que hipotecar mi casa. Eso es salir de la situación. ¿Esta situación se puede reiterar? Espero que no. Si se reiterara, sería en otra etapa y sería otra historia. Que vea el medio por qué antes no le interesó.
¿No fue solidario con usted el medio? ¿Sí con Nelson Castro?
Quizá, hayan sido necesarios estos 18 años para que nos diéramos cuenta. Andá a saber. Si sirvió para algo, es parte de un eslabón en la historia del medio. En mí, es mi historia, la única que está 24 horas consigo misma soy yo.
¿Llamó a Nelson Castro, quien la reemplazó cuando era su columnista en Radio El Mundo?
Lo llamé, como debe ser, y como hace 19 años lo hizo él. Él tampoco estaba contento de que aquélla fuera la situación y yo tampoco estoy contenta de que esta situación haya sido así con él. Lo aprecio y, por eso, estaba segura de que no solamente esto iba a ser reparatorio para mí, sino para él también. No individualmente, sino para él y para todos. Nos deseamos lo mejor, como tiene que ser. Esto no es una lucha entre personalidades, no es una lucha entre nosotros. Aquella vez él tenía un contrato que cumplir y yo estaba rescindiendo un contrato y me estaban pagando una indemnización. Todavía tenía trabajo, estaba contratada en Canal 13, no sufría esta perversión horrible que vino poco después, y que existía pero con otras modalidades. Lo llamé con toda naturalidad porque no es entre nosotros, sería muy infantil.
¿Siente que es su lugar?
Estoy reemplazando técnicamente a Mario Portugal. Cada uno ocupa su propio espacio. Este es mi espacio y el de mis oyentes. Con todo respeto, los oyentes de Nelson pueden ser los míos o no, pueden coincidir o no, o los podemos compartir. Pero me pregunto, ¿cómo es? ¿Cuáles son los más calificados, los de uno o los del otro? ¿Somos poseedores de los oyentes? No. ¿Quiénes compiten realmente? El horario es competitivo para el medio y para la radio. No soy competitiva ni lo quiero ser, lo lamento, no encajo en este medio. No sé cómo otros tienen energía.
Contra la corriente
Estudió Derecho e incursionó, apenas, en la actuación. Mucho más tarde volvió a la facultad, primero, para continuar con el estudio de las leyes y, desde el año último, para comenzar a estudiar Antropología en la Universidad de Buenos Aires. Liliana López Foresi se resiste a usar teléfono celular. Va contra la corriente, dice, y por eso siente inclinación por esta nueva carrera. “Me parece una de las carreras más nuevas, más autocuestionadoras. Se cuestiona primero a sí misma y, luego, cuestiona e interpela al resto. Yo hago lo mismo”, asegura.
Hacía once meses que no trabajaba en los medios. Su última incursión en la radio había sido en Radio Cooperativa.
“No existe solamente la televisión”, insiste la mujer que fue ternada en 18 oportunidades para el premio Martín Fierro, que ganó por “mejor labor periodística femenina” dos veces. Además, recibió el premio Paz y Justicia, otorgado por Serpaj, el Santa Clara de Asís, el Lazo de Dama del Rey de España a la trayectoria y, entre otras distinciones, el Diploma Konex a una de las cinco mejores conductoras de la década. Fue, por otra parte, la única mujer conductora del Festival de Cosquín.
Fuente: Revista Debate