El director de Clarín Rural diserta hoy en Avellaneda; y para varios, su discurso no es bienvenido.
En los últimos años la transformación de la agricultura llevó a que la actividad que fue creadora de civilizaciones se convierta en un peligro para millones de personas y en un gran negocios para algunos empresarios.
En el año 2007 los cultivos de soja y maíz genéticamente modificados cubrieron alrededor de veinte millones de hectáreas de las tierras del país. Este tipo de semilla integra un modelo productivo que exige la utilización de químicos creados y comercializados por las mismas empresas que crearon las semillas. El hombre hace tiempo robó el monopolio de la creación a Dios y este loro enriquece a Monsanto, Cargill, Nidera y otros. “La creciente expansión de los monocultivos de soja y de maíz RR que este año alcanzarán las veinte millones de hectáreas ha barrido con los cinturones verdes de producción de alimento que rodeaban los pueblos y que eran una natural barrera para los impactos de la agricultura industrial. Estos corredores verdes estaban generalmente constituidos por montes frutales, criaderos de animales pequeños, tambos y chacras de pequeños agricultores. Ahora los monocultivos llegan a las primeras calles de las localidades y las asperjaciones de venenos propios de los paquetes tecnológicos que acompañan a los monocultivos, a través de fumigaciones aéreas o terrestres, impactan en forma directa e inmisericorde sobre las poblaciones”, sostiene el ambientalista Jorge E. Rulli, que junto a su abogado, Osvaldo Fornari realizaran una denuncia ante la Fiscalía de Delitos Ambientales de Argentina durante el mismo año.
En la denuncia se sostuvo que “las máquinas fumigadoras se guardan y se lavan dentro mismo de las zonas urbanas contraviniendo toda norma de prevención; los aerofumigadores suelen decolar de los aeroclubes de las propias localidades y cruzan los pueblos chorreando venenos cuado se dirigen o cuando retornan de sus objetivos sin que la autoridad municipal haga nada para impedirlo; los granos de soja transgénica se almacenan -por razones de comodidad de los cerealeros y sojeros- en enormes silos ubicados generalmente en zonas céntricas de los pueblos, y diseminan con el venteo de los granos partículas tóxicas que afectan el corazón de las pequeñas urbanizaciones».
¿Quién es Héctor Huergo?
Héctor Huergo está en la dirección de Clarín Rural y tuvo un paso por breve por el Inta y, según Alberto J. Lapolla, compañero de facultad de Huergo, “es el principal ideólogo de la transformación del otrora granero del mundo argentino en la republiqueta sojera monsantiana a que nos conduce el monocultivo, arrasando nuestro suelo, nuestra biodiveridad y nuestra soberanía alimentaria”, aunque “en los años ‘70, era el ideólogo de los trotsquistas Posadistas de la Facultad de Agronomía de la Unba”. Lapolla sostiene sus afirmaciones con datos como que “6.200 propietarios concentran casi el 50 por ciento de la tierra y cerca de 20 millones de hectáreas están en manos de las multinacionales”, y que Huergo presenta una “consustanciación monsantiana tan profunda que habla de ‘chacrers’ uniendo a los farmers norteamericanos, con los chacareros argentinos. Basta señalar que los farmers son granjeros, el grueso de los productores de soja en la Argentina de hoy son latifundistas, o empresarios ajenos al campo, los que son minoría en el campo de los EE.UU. A pesar de la contrarrevolución reaganiana de los ‘80 el promedio de la superficie de las granjas en los EE.UU., es menor a las 200 Has., mientras que en la Argentina actual el promedio se elevó a 538 Has (en 1988 era de 470 Has).”
Sería obvio decir que lo que para muchos es una amenaza para Huergo son oportunidades. “La temperatura del planeta aumenta debido al aumento de gases de efecto invernadero por lo que se adoptan medidas y dentro de esas medidas el impulso a los biocombustibles. A la Argentina esto le ha venido como anillo al dedo este partido lo ganamos 4 a 0 y aún no salimos a la cancha a jugarlo”, expresó en oportunidad de concurrir a la Fiesta del Agricultor en Esperanza en 2007, tras lo cual la agrupación medioambiental “paren de fumigar” que “Clarín Rural muestra las bondades de la soja; cómo cosechar más y mejor achicando los espacios de 52 cm. a 35 cm. de distancia entre hileras; cómo sembrar en balcones y macetas de casas; reconoce que de la pulverizadora “mosquito” sólo el 30 por ciento del agroquímico aplicado llega al objetivo, el resto se pierde por mala regulación o mantenimiento. Imaginen su funcionamiento cercano a zonas urbanas, sin legislación, sin control ni protección de la salud de la población. Pero la culpa es de la mala regulación del “mosquito” o del viento que supera los 20 km/h o de la humedad mayor al 50 por ciento, si la fumigación es área”.
Monocultivo
Las agrupaciones ambientalistas del norte también conocen a Huergo. Roberto Lect, de Planeta Azul, expresó que le “agarró fiebre al saber que este hombre defiende el monocultivo. El monocultivo lleva a los desmontes, que es como asesinar a la tierra. Nosotros luchamos contra los desmontes. Al no darle descanso a la tierra y utilizar esos químicos se matan todos los organismos vivos. Una tierra utilizada de esa manera no tiene más de cinco años de vida y nosotros no queremos llegar a tener un desierto, como algunas zonas del Chaco”, aseguró. Para Carlos Manessi del Centro de Protección de la Naturaleza, Huergo “es uno de los voceros de los agronegocios y aprovecha su espacio para hacer propaganda. Este año se sembraron 18.500.000 de Hs. con soja y se tiraron 250 millones de litros de agroquímicos. Huergo y sus amigos son los responsables de haber impuesto esto.
En Avellaneda tiene a uno de sus amigos, Vicentín que por ejemplo tiene su propio glifosato”, expresó. Desde Ecos en Romang, Graciela Gómez, preguntó si era una broma para Tinelli al ser consultada sobre la visita del agrónomo, “lo detesto, él es uno de los mayores exponentes del modelo. Siempre ves en Clarín Rural a gentuza de la soja, es el Club del Clan. Tanto él como otros dicen una sarta de mentiras porque quieren justificar lo injustificable, Monsanto pone mucha plata en ese suplemento” y recordó que “como ambientalistas no estamos en contra del desarrollo pero respetando las legislaciones vigentes. Acá no se respetan las normas y por eso vienen las empresas multinacionales. Mirá Brasil, a fines de 1800 abolió la esclavitud y ahora los territorios con soja están peor”, finalizó Gómez.
El no tan querido por los ambientalistas, Héctor Huergo, estará esta noche en el teatro «Máximo Vicentín», disertando sobre «sobre Alimentos y energía, el nuevo escenario para la agricultura argentina».
Fuente: Edición 4, Reconquista