jueves, 2 de octubre de 2008

Qué pretende usted de mí

Hoy se cumple medio siglo del estreno de “El trueno entre las hojas”, el primer filme de Isabel Sarli con Armando Bo.
Cuando Lavalle era calle de cines. Cuando no era peatonal y en lugar de bingos y templos evangelistas las marquesinas lucían los nombres de las estrellas de la pantalla grande. Cuando apenas despuntaba la primavera de 1958, hace medio siglo, el legendario cine Hindú recibía una legión de periodistas y de gente de cine que asistía al estreno de “El trueno entre las hojas”, la primera película de la dupla Isabel Sarli-Armando Bo.
“Fui con mi mamá, aunque después ella ya no quería ir más, porque era tan escandaloso -recuerda Isabel Sarli-. Estaba con un vestido todo bordado y una estola blanca, con colitas de armiño, que después me la rompió toda un perro que tuve”. La Coca se ríe al otro lado de la línea, desde su casa en Martínez.
Conversa amablemente por teléfono y aunque en algún momento de la charla cortará con un amable pero firme “bueno, ya tenés bastante, ¿no?”, seguirá hablando un rato más. “No hago notas, m'hijo - se excusa, para explicar por qué prefiere el teléfono -. Ya hice bastantes. Una época tremenda de estar haciendo notas, que mi madre me decía 'Coca, me tenés cansada con tanto periodismo en casa'”.
Esa “época tremenda” empezó la noche del 2 de octubre de 1958 en aquel cine de Lavalle, cuando a los cincuenta minutos de proyección esa atractiva Miss Argentina de 23 años (apenas 21 al momento del rodaje) se bañaba en un lago, completamente desnuda. La escena hoy es un clásico y fue el primer desnudo en el cine argentino, aunque la primera sorprendida fue la propia Coca.
La leyenda es conocida. Bo le había prometido que podría usar una malla color piel. También que la filmaría de lejos. Pero no hubo malla y la cámara tenía una lente de aumento. Bo le ocultó esa escena a la Coca hasta el día del estreno. “Sentí rabia e impotencia y mi mamá estaba furiosa conmigo”, recuerda.
Bo ya tenía una larga carrera como actor y productor, pero quería hacer algo distinto. La Coca ya no es la chiquita engañada, y analiza la fórmula del éxito: “Armando era muy hábil, siempre ponía un problema social, un poco de música, un poquito de sexo, y paisajes naturales”.
“En El trueno..., el escenario era “un lugar inhóspito, en el Chaco paraguayo, un obraje”. La zona estaba habitada por la tribu de los Macá, que aparecen celebrando un funeral. “Fue muy linda la experiencia, era gente muy buena”, dice la Coca.
Bó, sin embargo, ha contado en el libro que le dedicó el periodista Jorge Abel Martín- “Los films de Armando Bo con Isabel Sarli” - que tuvo serios problemas con los Macá, después de lastimar por accidente a uno con una bala de fogueo mal hecha.
El argumento estaba inspirado en “La hija del ministro”, de Augusto Roa Bastos, sobre la explotación de unos obreros por parte de un patrón despótico. “En Paraguay no se podía estrenar porque Stroessner decía que esas cosas no pasaban".
Y así Bo encontró la fórmula: mensaje social, violencia, escenarios naturales, realismo, y la Coca bañándose desnuda, objeto de deseo de un grupo de hombres bestiales. La diva recuerda todavía lo que le decía el director: “Si vos no te bañás y la gente no te ve desnuda, es como si Palito o Sandro no cantaran".
La Coca resalta: “la critica era adversa. A mí me llamaron la higiénica (porque siempre se estaba bañando) y la pornógrafa”. Hoy Sarli es un ícono nacional y sus películas con Armando Bo, clásicos argentinos. La Coca atraviesa un momento de reconocimiento: recibió el Cóndor de Plata y el Premio Podestá a la trayectoria. Además, aparecerá en “Arroz con leche”, de Jorge Polaco, y volverá a un protagónico en “Mis días con gloria”, policial negro de Juan José Jusid.
“Anoche hacía cuentas y recibí como diez premios. El año pasado fui a Paraguay, Amiens y a Huelva. Este año con la nena (Isabelita, su hija adoptiva) fuimos a Guadalajara. Por suerte puedo disfrutar de todo esto. Muchas veces, se acuerdan cuando uno estiró la pata”, ríe.
-¿Y el reconocimiento del público?
-El cariño de la gente me ayuda a vivir. Incluso la nueva generación, que me dice Coca Sarli, ya no me dice Isabel. Que me conocen a través de sus padres, porque Isabelita me cuenta. Todo eso es lindo, te ayuda a seguir en este mundo.

Fuente: Diario Los Andes