lunes, 21 de julio de 2008

Editorial con Actitud K

"La historia se portará bien conmigo. Pienso estar entre los que la escriben".
Winston Churchill
Estados Unidos fue la primera nación moderna en sancionar una constitución escrita. Su texto inicial carecía de una declaración de derechos, y por ello en 1791 se ratificaron diez enmiendas, denominadas "Bill of Rights", estableciendo la primera que "el Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta".
La Constitución de la Nación Argentina, tomando como ejemplo a la estadounidense, reconoce en su art. 14 El derecho a todos los habitantes de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa. Esto comprende a todas las formas de exteriorizar opiniones, ideas e información. Establece además, en su art. 32, Que "el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de prensa".
Si bien la interpretación de la Primera Enmienda por parte de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos fue sucesivamente modificada en más de doscientos años, ha mostrado equivalencia en el tratamiento de los conceptos "prensa" y "expresión", haciendo lo propio nuestro máximo tribunal. Inequívocamente, en ambos casos se ha protegido a la expresión pública del pensamiento y al acceso a la información por parte de todos los habitantes.
La plena vigencia del derecho a la información resulta esencial para el sistema democrático: los ciudadanos deben tener acceso a los hechos cotidianos con exactitud y a poder optar entre fuentes alternativas. De lo contrario su participación en la cosa pública estaría gravemente afectada, y seriamente limitada si existiesen medios dominantes, emisores de ideas uniformes y discursos hegemónicos. Se considera que el derecho a la información, inviolable e inherente a la naturaleza humana, es indispensable para el desarrollo de las personas y para su participación en el ámbito comunitario. Existe una necesidad vital de comunicación de los hechos, de difusión de las distintas ideas y de formación de la opinión por parte de la sociedad.
Al tiempo de la sanción de la constitución estadounidense, la prensa estaba conformada por varios periódicos pequeños y partidistas, muchos de ellos localistas, que aseguraban amplitud y pluralidad informativa. Dos siglos después la situación es otra: fueron sustituidos por poderosos grupos económicos, conformados gracias a un constante proceso de concentración que se incrementó en los años recientes. Su efecto negativo sobre la libertad quedó totalmente expuesto en el tratamiento efectuado por la prensa de los conflictos bélicos en los que ha intervenido los Estados Unidos en las últimas décadas.
La cobertura televisiva de la Guerra de Vietnam, y la consiguiente difusión de dramáticas imágenes, puso en evidencia ante el mundo la aberrante invasión estadounidense, dando origen a una oposición por parte de su propia población que resultó decisiva para la finalización del conflicto. Esa lección fue rápidamente aprendida por el Gobierno y, años después, en la Guerra del Golfo sólo pudieron tener acceso a una información tamizada por el Ejército aquellos medios que cooperaban con el tratamiento de las noticias aceptado por el Pentágono. Esta sugestiva colaboración de los grandes grupos de comunicación se mantuvo y se hizo más evidente una década después en la invasión a Irak: poco se ha visto y se sabe de la destrucción de ciudades y de cientos de miles de civiles inocentes muertos. Sólo se recuerdan lejanas imágenes parecidas a fuegos artificiales de los primeros bombardeos y alguna noticia referente a coches bomba y su secuela de damnificados.
Sin embargo, resulta aún más llamativo que la guerra tuvo origen en cierta información que aseguraba disponer el gobierno estadounidense, según la cual Irak poseía un considerable arsenal de armas químicas y biológicas y se aprestaba a utilizarlo. Casi dos años después de una invasión repudiada por todo el mundo, y demostrada la absoluta inexistencia del denunciado armamento, poco se habló en la siguiente campaña presidencial de las mentiras que dieron causa a la Guerra: el Presidente Bush logró su reelección hablando de patriotismo y temor a posibles ataques externos, alegando que poco importaba la falsedad de los argumentos esgrimidos pues en realidad lo importante era el derrocamiento de un dictador.
Lo único probado luego de la invasión a Irak fueron los cientos de miles de millones de dólares gastados en compras a empresas fabricantes de armas, logísticas y constructoras vinculadas al Presidente. También la militarización y el control de la zona donde se encuentran más de las dos terceras partes de las mejores reservas de petróleo del mundo por parte de su principal consumidor e importador. Asimismo, en cinco años se quintuplicó el precio del crudo lo cual incrementó varias veces las ganancias y el valor de mercado de las empresas petroleras, muchas de ellas también relacionadas con Bush.
Los medios han sido mayoritariamente cómplices porque representan y actúan en favor de los intereses de sus propietarios, muchos de los cuales participan del capital social de empresas que intervienen en múltiples y conexas actividades económicas, como explotación de petróleo y derivados, fabricación de armas, construcción y servicios financieros. Solamente fue hallada un arma de destrucción masiva en el conflicto: la censura informativa.
Un análisis elemental permite concluir que la situación es considerablemente más grave en Argentina, país en el cual la letra constitucional ha sido violada con frecuencia por los golpes de estado y el poder ha sido ejercido con escasos límites. Incluso los gobiernos de iure tuvieron el control total de la radio y la televisión, como así también influencia en los diarios a través de la provisión del papel.
Con las privatizaciones dispuestas por Menem, las sucesivas modificaciones normativas y el cambio producido por las nuevas tecnologías, se acentuó la concentración en manos de pocas empresas privadas. Actualmente se destaca la posición dominante del Grupo Clarín: este holding representa un factor real de poder de tal magnitud que exhibe características inéditas en el mundo, ya que aquí brillan por su ausencia las precisas regulaciones en materia de propiedad cruzada y concentración que se observan en el derecho comparado.
En Argentina existe una evidente contradicción entre la normativa vigente en materia de regulación de medios, con el espíritu de la Constitución Nacional: resulta de imposible cumplimiento la vida democrática de una sociedad en la cual la información se encuentra sesgada y tamizada por los intereses de empresas monopólicas o dominantes.
No resulta casual que los sucesivos vaciamientos que sufrió el Estado y las circunstancias muchas veces trágicas que vivió nuestro país en las últimas décadas hayan sido simultáneos al deterioro de la educación pública y la concentración de los medios de comunicación.
Lamentablemente, a escasos meses del cumplimiento del bicentenario, existe un común denominador a lo largo de la historia argentina: unos pocos nombres propios dominan a su antojo sectores claves de la economía y de la sociedad. Ocasionalmente se agregan algunos y salen otros tantos de la lista, pero la esencia del sistema permanece inalterable. Lo expuesto resulta más dramático en materia de prensa, pudiendo afirmarse que en cada ciudad del país existe una firma dominante.
Los medios de comunicación resultan esenciales para el ejercicio del derecho a la información de la sociedad, como así también para su desarrollo educativo y cultural. Imponen o dificultan el tratamiento de temas, direccionan su contenido, configuran agendas, potencian o anulan a determinadas figuras y direccionan a la opinión pública.
En Argentina, su enorme poder es ejercido en beneficio de sus propietarios, desempeño que goza de amplísimas prerrogativas otorgadas por la concentración, por la ausencia de equivalencia en la competencia, por la inoperancia de los organismos estatales de control y por el temor que inspira la "condena mediática" que puede sufrir cualquier funcionario que se atreva a afectar a los intereses de las empresas.
La concentración es restrictiva de la libertad de prensa y por consiguiente impide el ejercicio del derecho de los habitantes a estar informados. Obstaculiza el conocimiento de la realidad y el consiguiente debate sobre los temas que revisten importancia. Permite que las opiniones sean presentadas bajo la máscara de una descripción objetiva de los hechos y que la línea editorial se disfrace en el tratamiento de cada noticia. La opinión se oculta en la información y se autocalifican como "independientes" algunos de los más prostituidos periodistas.
En nuestro país la libertad de información sólo es disfrutada por una minoría privilegiada de la sociedad que dispone de educación y de un alto poder adquisitivo que permite el acceso a diversas fuentes, entre ellas las extranjeras. Con relación a la televisión, principal consumo cultural e informativo, casi la mitad de los argentinos carece de acceso a la TV por cable, lo cual produce una situación de marginalidad relativa; y la mayor parte de la mitad restante sólo puede recibir la prestación de ese servicio, o la provisión de internet, por empresas controladas por el mismo grupo económico.
Es de público conocimiento que el Poder Ejecutivo está elaborando un proyecto para una nueva ley en materia de comunicación audiovisual, luego de decenas de intentos fallidos que alcanzaron estado parlamentario desde 1983. Considerando lo expuesto, la nueva legislación debería establecer un sistema que permita el acceso a la información en sus diversas formas para todas las personas, e impida la concentración y el consiguiente ejercicio dominante que tal posición habilita.
Asimismo, debería aprovechar los avances tecnológicos producidos en los últimos años, los cuales ofrecen la oportunidad de ampliar significativamente la oferta de medios y su alcance territorial, como así también disminuir su precio. La digitalización de los servicios de radio difusión aumentará el número de emisoras y el consiguiente empleo de la tecnología satelital permitirá llegar a cada punto del país un considerable número de señales a bajo costo.
A su vez, el constante incremento en el ancho de banda habilita el de nominado triple play, haciendo posible la transmisión de datos voz y video mediante el servicio de internet. Es decir que la red no sólo será utilizada masivamente para el intercambio información sino también como sistema de televisión y telefonía.
En oportunidad de la promulgación de la ley mediante la cual se retornaba a la integración de cinco miembros en la Corte Suprema de Justicia de La Nación, destacamos el hecho inédito del nombramiento de ministros de incuestionable independencia por parte del Presidente Kirchner, y señalamos que "una de las primeras iniciativas de cada gobierno, de facto o de jure, fue integrar a la CSJN con miembros complacientes.
De tal forma, la plena vigencia del Estado de Derecho fue reiteradamente vulnerada en uno de sus pilares fundamentales: la imparcialidad de los jueces". También destacamos que "la apropiación de la cabeza del Poder Judicial por parte de grupos que ejercieron el poder sin más límite que su propia voluntad, ha sido una constante en nuestro país".
La instauración de un nuevo sistema normativo que garantice el derecho a la información para todos los habitantes y la existencia de medios alternativos en cada ciudad que aseguren pluralismo informativo e ideológico, significaría un importante avance en materia de institucionalidad, similar al producido por la administración anterior con relación al máximo tribunal.
Los monopolios no son servidores de sus clientes: son sus señores. No existen los medios neutrales y sólo puede asegurarse el derecho a la información mediante una amplia pluralidad de empresas con capacidades relativamente equilibradas.
Quizá pueda considerarse acertada la frase referida a la prensa atribuida a Burke: "ustedes son el cuarto poder", pues los medios de comunicación ejercen una influencia casi determinante sobre el pensamiento y la conducta de los individuos en la sociedad comparable a la de un poder estatal. Por ello, resulta entonces imposible la coexistencia de monopolios de medios de comunicación y una verdadera democracia.
Dr. Carlos Long
Director Actitud
The Newsmagazine for Rudy´s